Estimado editor,
Las Directrices de Movimiento de 24 horas para niños/as y adolescentes han supuesto un cambio de paradigma en el enfoque de los componentes individuales (actividad física, comportamiento sedentario y sueño) para la promoción de la salud de la población infantil y juvenil, integrando todos los comportamientos del uso continuo del tiempo durante las 24 horas(1). Este nueva perspectiva se fundamenta en la teoría de que los comportamientos de movimiento son dependientes entre sí y forman parte de un periodo de tiempo finito (por ejemplo, 24 horas)(2). Según estas Directrices, en un período de 24 horas, los/as niños/as y adolescentes deben acumular al menos 60 minutos/día de actividad física moderada a vigorosa, menos de 2h/día de tiempo recreativo de pantalla, y entre 9 y 11 h de sueño al día (de 5 a 13 años) o entre 8 y 10 h de sueño al día (de 14 a 17 años)(1). Así, el cumplimiento de las Directrices de Movimiento de 24 horas se ha asociado a una mejor salud general(3-6).
Diferentes estudios han señalado que el cumplimiento de estas tres Directrices, denominado comportamiento de movimiento de 24 horas, del inglés 24-hour Movement Behaviors, se asocia con beneficios adicionales en la salud, especialmente con una mejor calidad de vida, alimentación, condición física, adiposidad y salud mental y social(7). Sin embargo, hasta la fecha, no se había examinado en profundidad el grado de cumplimiento de las tres Directrices en preescolares, niños/as y adolescentes en los estudios existentes en todo el mundo. Así, Tapia-Serrano et al.(8) han identificado en una reciente revisión sistemática con metaanálisis 63 estudios científicos llevados a cabo entre 2016 y 2020. En dichos estudios, se abarca un total de 23 países diferentes, incluyendo 6 continentes; representando una muestra total de 387.437 preescolares, niños/as y adolescentes con edades comprendidas entre 3 y 18 años.
El citado estudio, recientemente publicado en la prestigiosa revista Journal of Sport and Health Sciences de la Universidad de Shanghái, situada en el primer decil del Journal Citation Reports en el área de Sports Sciences, se encontró que solamente un 7,12% de esta población cumple las tres Directrices previamente indicadas, siendo esta prevalencia mayor en el género masculino que en el femenino. De igual modo, dicha prevalencia fue más elevada en América del Sur y Asia, en comparación con el resto de continentes. Otro hallazgo interesante por parte de estos autores es la tendencia negativa del cumplimento de las Directrices de 24-h con el paso de los años (desde la infancia hasta la adolescencia). De igual modo otro resultado preocupante fue que aproximadamente uno de cada cinco participantes (19,21%) no cumplió con ninguna de las tres Directrices, siendo este incumplimiento mayor en los/las adolescentes y en los/las jóvenes africanos/as.
Por otro lado, Tapia-Serrano et al.(8) reportaron en su metaanálisis estudios previos a la pandemia a consecuencia de la enfermedad por coronavirus (COVID‑19), provocada por el virus SARS-CoV-2. Esta pandemia ha tenido profundas consecuencias sanitarias, sociales y económicas y debido a los cierres aplicados en colegios e institutos. Por tanto preescolares, niños/as y adolescentes de todo el mundo tuvieron que permanecer en sus hogares durante el confinamiento destinado a contener la propagación de la pandemia COVID-19(9). Este hecho se tradujo en una reducción significativa las actividades cotidianas en todo el mundo. Así, el mandato de "quédate en casa" y los periodos de confinamiento propiciaron aumentos de conductas sedentarias como, por ejemplo, el uso del ocio digital(10).
Antes de las restricciones de la pandemia, algunos estudios han reportado una baja proporción de jóvenes que cumplían con las Directrices de Movimiento de 24(11,12), sin embargo, cabe destacar que estudios posteriores han señalado que la pandemia por la COVID- 19 ha perjudicado todavía más los hábitos saludables de los jóvenes(13,14). En este sentido, Paterson et al.(14) han reportado en una reciente scoping review un descenso constante del tiempo de actividad física junto con un aumento del tiempo de pantalla y del comportamiento sedentario, así como modificaciones en las horas de acostarse y despertarse; siendo el impacto mayor en la adolescencia que en la niñez.
Como podemos observar, los resultados provenientes de estudios científicos actuales, ponen de manifiesto que nos encontramos ante un problema de salud pública de índole mundial entre la población infantil y juvenil, que requiere de acciones inmediatas y coordinadas entre todos los agentes de influencia (educativos, comunitarios, políticos, etc.), en aras de revertir esta preocupante situación. El auge de nuevos medios tecnológicos de pantalla, especialmente del teléfono móvil, ha provocado un cambio en el estilo de vida de muchos jóvenes, perjudicando en muchos casos el ciclo de sueño. De igual modo, el reducido número de horas de Educación Física en colegios e institutos en numerosas partes del mundo, podría igualmente limitar la posibilidad de que muchos jóvenes puedan cumplir las Directrices de actividad física(15).
Por último, destacar que, no solamente resulta necesario el diseño de acciones y estrategias dirigidas a la promoción de actividad física y la duración de sueño, sino que también deben llevarse a cabo acciones específicas para disminuir el tiempo recreativo de pantallas, especialmente en el género femenino y en la adolescencia. Como podemos observar, la evidencia científica parece apuntar a que los/las jóvenes del siglo XXI necesitan urgentemente emplear más tiempo en comportamientos más saludables durante las 24 horas que tiene el día, para poder obtener todos los beneficios intrínsecos a su cumplimiento.