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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.81 no.7  jul. 2006

 

SECCIÓN HISTÓRICA

 

Remedios oftálmicos en la materia médica de Dioscórides (IV)

 

 

López de Letona C.1

1 IOBA. Valladolid. España
E-mail: berta@ioba.med.uva.es

 

 

Queremos concluir esta serie de cuatro artículos refiriéndonos a los remedios curativos oftalmológicos que se incluyen en el libro quinto de la Materia Médica de Dioscórides y en concreto a los diferentes minerales que cita. Comenzaremos por el cobre del que indica hasta tres variantes todas con propiedades curativas.

El cobre quemado corrige los males de los ojos pero si este metal se utiliza en escamas puede incluirse entre las medicinas que son de utilidad para deshacer las asperezas que suelen hacerse en las pálpebras y «reseca la reuma de ellas».

Una vez más no conocemos el verdadero alcance del término «reuma» es muy poco probable que se refiera al concepto que tenemos en la actualidad de esta afección.

También habla del «cardenillo vermicular» es decir la mezcla del cobre batido (¿fundido?) con vinagre, sal y alumbre. A esto debe a su vez añadirsele miel y servirá para «adelgazar admirablemente las pálpebras engrosadas»; no obstante recomienda «recrear» (enjuagar) posteriormente con una esponja impregnada en vinagre, sal, alumbre y agua caliente la parte afectada.

Otro compuesto que puede utilizarse es el hierro oxidado, llamado comúnmente orín, para las uñas que suelen formarse en los ojos y «las asperezas que a las pálpebras sobreviven».

Hay otro mineral al que el autor llama Stibio o «Platyophthalmon» por que tiene la propiedad de «dilatar los ojos, al tiempo que purga sus llagas y suciedades». También se aplica en los casos de ojos llorosos.

Según Andrés Laguna en una de sus notas marginales, este producto solían usarlo las mujeres para «alcohoolarse los ojos», es decir maquillárselos en el concepto actual. Es frecuente al literatura clásica el uso de este vocablo recordemos así alguna cita de la Celestina al que algunos conceptúan como «Una vieja alcoholada», incluso en determinadas estrofas del Arcipreste de Hita.

El resto de los materiales que se citan en este libro se comprenden como «Tierras», algunas de ellas pueden de alguna manera resultarnos curiosas.

Así el alumbre, ya citado, que extirpa las uñas formadas en los ojos; caso parecido es el de la flor de la sal, material que al parecer «corre por el Nilo abajo y sana las cicatrices blanquecinas que aparecen como máculas en los ojos».

El coral goza de las mismas propiedades que el anterior.

Se da también noticia de una piedra de color rojizo, llamado por ello hematita que se puede utilizar contra el mal de ojo.

Esta última referencia está en muy clara relación con temas de superstición que en la época a que nos estamos refiriendo estaban pleno auge.

Hay otra variedad coralífera a la que el autor denomina abrum lithodendro, es decir árbol de piedra. Se trata en realidad de una planta marina que nace en el fondo de las aguas y que al tomar contacto con el aire «Se empederniza».

Es muy común en Syracusa, por ello es probable que Pedacio Dioscórides la conociese por sí mismo o al menos a través de terceras personas; la hay de diversos colores sobre todo el rojo y otra variedad algo más encendida. Tiene la propiedad de restañar las cicatrices que afean los órganos visuales.

Según Laguna los indios la tienen en gran estima hasta el punto que podría ser equiparable con las perlas. Abunda en la cuenca mediterránea.

Hay otra especie que es la piedra llamada Morochto o Galaxia Leucographica originaria de Egipto y muy utilizada como tinte por los fabricantes de paños. Es útil en las medicinas para los ojos.

Finalmente la Ampletide, muy abundante en Siria, la hay blanca y negra, mezclada con aceite «Da gracia a las pestañas».

El sexto y último libro de nuestra obra se titula «Venenos mortíferos y de las fieras que arrojan de si sus ponzoñas». No se indica ningún remedio curativo oftalmológico, sin embargo el termino «veneno» se traduce como: Fármaco, queriendo englobar en el las buenas y malas especias.

La obra que acabamos de analizar, acaso demasiado prolijamente se completa con dos apéndices: uno se refiere a las medidas de peso y volumen, hablando siempre de las de referencia existentes en la época, en concreto la onza castellana.

Pero también se recoge un interesante vocabulario de términos médico farmacéuticos de los que hemos seleccionado algunos conceptos de interés.

Colirios: «Medicinas liquidas para los ojos y otras partes, se deben instilar muy suavemente, gota a gota ...».

Ophthalmia: «Es apostema sanguíneo de la túnica blanca del ojo». Se está refiriendo a la esclera, lo de apostema sanguíneo podría hacer mención a determinadas afecciones inflamatorias.

También la «Viua» del ojo que es una hinchazón que se hace en «La camisillla del ojo».

Podemos colegir que se está refiriendo acaso a las conjuntivitis.

La principal reflexión que podríamos plantearnos al final de esta serie de artículos es que en la antigüedad se disponía de muy pocos remedios terapéuticos oculares, pero que empezaron a conocerse desde entonces hasta la época del renacimiento y que casi siempre se trataba de curar mediante métodos empíricos.

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