INTRODUCCIÓN
La violencia se ha convertido en un problema de índole universal, que afecta a todas las estructuras sociales y conlleva altos costes para la economía de los países. La violencia ha aumentado en todas sus esferas, y también lo ha hecho en el ámbito laboral, siendo una preocupación prioritaria a nivel mundial en las últimas décadas y llegando a alcanzar en algunos países como Canadá o Reino Unido niveles considerados como pandémicos1,2,3,4,5.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la violencia laboral como: “toda acción, incidente o comportamiento que se aparta de lo razonable mediante el cual una persona es agredida, amenazada, humillada o lesionada por otra en el ejercicio de su actividad profesional o como consecuencia directa de la misma”1.
Existen ciertas ocupaciones y sectores industriales en donde los trabajadores presentan un mayor riesgo de ser objeto de violencia. Concretamente, en el sector sanitario se ha convertido en los últimos años en una problemática de vital importancia. Cerca de un 25% de los incidentes de violencia laboral ocurren en este sector, y aproximadamente un 50% de sus profesionales han sido objeto de algún incidente violento en el transcurso de su vida laboral1,2,3,4,5.
La violencia en cualquier ámbito conlleva graves consecuencias en la persona que la padece y su entorno, pudiendo llegar a ocasionar lesiones físicas, inhabilitación, trauma psicológico, estrés, ansiedad, síndrome de burnout, aislamiento, falta de motivación, disminución de la autoestima e, incluso, la muerte1,2,6,7,8.
Además, los profesionales del sector sanitario que han sufrido una agresión expresan mayor temor ante los pacientes y/o familiares. Estas consecuencias también afectan a las organizaciones del trabajo, porque se observa un mayor aumento del absentismo laboral, un deterioro de la calidad del servicio y un descenso del rendimiento y la competitividad2,6,7,8.
Es muy difícil disponer de información real sobre las agresiones que se producen, ya que sólo una pequeña proporción de estas conductas sale a la luz, pero hay un gran volumen de incidentes violentos sumergidos, que no constan en ningún registro. Esto dificulta el conocimiento sobre la realidad de las agresiones2,9,10.
Pese a la existencia de Servicios de Prevención de Riesgos Laborales, tanto en los diferentes Departamentos de Salud como en los centros hospitalarios (encargados de todo lo relacionado con la prevención laboral así como de la notificación de las agresiones, siguiendo los protocolos elaborados por ellos mismos), un alto porcentaje de profesionales no reciben formación en prevención, no conocen el protocolo a seguir en caso de episodios violentos y, en caso de agresión, no se ven apoyados con las medidas tomadas por la empresa11,12.
En España, la violencia laboral hacia los profesionales sanitarios empezó a ser objeto de estudio en 200413. Los estudios realizados en los diferentes centros sanitarios y comunidades autónomas han sido de carácter descriptivo, con el fin de conocer las características y la magnitud de las agresiones hacia el profesional sanitario que se producen en nuestro país. Únicamente se han publicado dos revisiones de la literatura científica sobre el tema, una de ellas en 201513, en la que se incluyeron 18 estudios, llevados a cabo todos ellos en diferentes servicios sanitarios españoles. La otra revisión fue en 201414, centrada únicamente en las agresiones producidas en las urgencias extrahospitalarias, y en la que solamente un estudio de los cinco incluidos era español. El objetivo de la presente revisión fue actualizar y revisar sistemáticamente la literatura científica disponible sobre las agresiones a trabajadores del sector sanitario en España.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica siguiendo las recomendaciones PRISMA. Esta revisión fue registrada en Prospero, cuyo ID correspondiente es CRD42018096654.
Con el propósito de localizar revisiones sistemáticas previamente publicadas y que pudieran responder a la pregunta de investigación planteada, se realizó una búsqueda en las bases de datos Trip Database, The Cochrane Library y Science Direct. Se identificaron dos revisiones sistemáticas: una centrada en la violencia laboral en las urgencias extrahospitalarias (Bernaldo de Quirós M et al -2014-)14 y otra que analiza la violencia laboral hacia los profesionales sanitarios en España (Vidal C et al -2015-)13.
Bases de datos y estrategia de búsqueda
Con la finalidad de identificar estudios primarios, se realizaron búsquedas en Scielo, Cuidatge, Medline, Cuiden, Scopus, Dialnet, Ibecs, Sciencedirect, Medes, Enfispo, Ibecs, Lilacs, Índices CSIC y Embase. Se realizó una búsqueda libre en Google Académico para identificar los estudios no publicados en las bases de datos. Esta se llevó a cabo durante el segundo trimestre de 2018 y, posteriormente, se efectuó otra en abril de 2019 para identificar nuevas publicaciones.
La estrategia de búsqueda se basó en la combinación de los términos “workplace violence”, “health care personnel”, “agression” y “Spain” según el tesauro MeSH, y además “violencia laboral”, “agresión”, “personal sanitario” y “España” según DeCS en español.
En la tabla 1 puede verse la estrategia completa desarrollada en Scielo. Esta fue posteriormente adaptada a las demás bases de datos.
Criterios de inclusión.
Se incluyeron todos los artículos originales que analizaban las características de las agresiones sufridas por el personal sanitario en España, independientemente del año de publicación, hasta abril de 2019 (fecha en que se finalizó la búsqueda bibliográfica), y siendo publicados en inglés o español. Se excluyeron artículos de carácter divulgativo, opiniones de expertos, cartas al editor, trabajos académicos y diseños de proyectos de investigación.
Selección de los estudios
Dos revisores seleccionaron los artículos para ser incluidos en esta revisión sistemática e inicialmente se examinaron 189 publicaciones. Se realizó una primera fase de selección basada en la lectura de los títulos y los resúmenes, excluyéndose 151 publicaciones. Los criterios de exclusión en esta primera fase fueron:
- No ser un artículo original.
- Estar escrito en lengua no inglesa o española.
- No estar directamente relacionado con la violencia laboral hacia los profesionales sanitarios.
Posteriormente, se revisó la selección mediante una lectura completa de los artículos, teniendo en cuenta los criterios de inclusión y excluyendo los duplicados. Finalmente se seleccionaron 23 artículos originales (figura 1).
Evaluación de la calidad de los estudios
Dos personas fueron las encargadas de evaluar la calidad de los estudios seleccionados. Al tratarse de estudios descriptivos transversales, se empleó la escala JBI Critical Appraisal Checklist for Analytical Cross Sectional Studies15, escala que consta de 8 preguntas para evaluar la calidad de los estudios seleccionados (tabla 2).
Síntesis de información
Las principales características de los estudios se sintetizaron en tablas que fueron diseñadas a partir de la información extraída de los 23 documentos.
Las variables se agruparon en dos listados. Por un lado, aquellas que correspondían a las características de los propios estudios y, por otro, aquellas que eran características de las agresiones.
Como variables correspondientes a las características de los propios estudios se consideraron:
Autoría.
Año de publicación.
Idioma de publicación: inglés o español.
Diseño multicéntrico: sí o no .
Muestra.
Servicios estudiados: atención primaria, urgencias, UCI, atención especializada o todos los servicios sanitarios en conjunto.
Tipo de profesional implicado: todo el personal, personal médico, personal de enfermería o auxiliares de enfermería.
Comunidad autónoma.
Instrumentos: ad hoc o registros institucionales (bases de datos).
Frecuencia de las agresiones
Como variables correspondientes a las características de las agresiones se tuvieron en cuenta:
Tipo de agresión: Verbal, física o ambas.
Turno en el que se produjo el incidente: mañana, tarde o noche.
Causas de la agresión.
Agresor: paciente, familiar o ambos.
Sexo del agresor: hombre o mujer.
Categoría profesional del agredido: médicos, enfermeros, auxiliares de enfermería, celadores, administrativos u otros.
Sexo del agredido: hombre o mujer.
Edad del agredido.
Antigüedad del agredido.
Registro: si o no.
Denuncia: si o no.
RESULTADOS
La estrategia de búsqueda realizada para el presente estudio dio como resultado un total de 189 referencias bibliográficas. A partir de la valoración de los títulos y resúmenes, se seleccionaron 38 referencias de interés. Tras la lectura del texto completo, finalmente se eligieron para la revisión 23 referencias. En la figura 1 se representa el proceso de selección de estudios.
Como puede verse en la tabla 3 el 43,47% de los estudios seleccionados fueron publicados en los últimos 5 años. En relación con la autoría de los estudios, el 13,6% de los autores participaron en más de un documento. La lengua española fue la predominante, siendo utilizada en un 90,9% de los estudios.
Ad: ad hoc; AE: atención especializada; AP: atención primaria; AUX.E: auxiliar de enfermería; CM: Castilla la Mancha; E: español; ENF: enfermería; H: hombres; I: inglés; INS: insultos; INT y A: intimidación y amenazas; M: mujer; MED: médicos; NO: no multicéntrico; Reg: registro de base de datos; SI: multicéntrico; T: todos; UCI: unidad de cuidados intensivos; URG: urgencias; URG EXT: urgencias extrahospitalarias; VF: violencia física; VV: violencia verbal.
Todos los estudios siguieron un diseño descriptivo transversal y, además, el 72% de ellos fueron multicéntricos. La calidad de los estudios osciló entre media y buena, obteniendo todos ellos puntuaciones por encima de 4 puntos sobre 8.
Respecto al tamaño de la muestra, existe variedad. Encontramos estudios desde n=22 como el de Cárcoba N et al (2010)26 hasta otros como el de Cervantes G et al (2010)24 con n=1.940. Se puede observar que los estudios que utilizaron como instrumento los registros institucionales para la recolección de datos tuvieron tamaños muestrales más grandes, aunque otros como el de Gascón S et al (2009)32, Gascón S et al (2012)31 y Galian I et al (2012)28 que utilizaron cuestionarios ad hoc presentaron una muestra de 1.826, 1.826 y 1.489, respectivamente.
También los estudios con un diseño multicéntrico tendieron a tener tamaños muestrales más elevados, así como aquellas investigaciones llevadas a cabo en todos los servicios. Sin embargo, hay estudios como el de Rincón del Toro T et al (2016)18 y Gascón S et al (2009)32, que tuvieron lugar únicamente en servicios de Atención Primaria, y que presentaron muestras de 1.157 y 1.826 respectivamente.
La mitad de los artículos seleccionados para esta revisión investigaron el fenómeno de la violencia laboral en todos los servicios sanitarios en conjunto. Sin embargo hubo estudios que centraron su investigación en un servicio en concreto: tres de ellos se llevaron a cabo en atención primaria16,18,32, cinco en urgencias hospitalarias12,17,26,29,33, uno en urgencias extrahospitalarias30, uno en UCI21 y otro realizado por De San Segundo M et al (2017)5 diferenció la violencia laboral entre atención primaria y atención especializada.
Por lo que respecta a los profesionales, el 63,6% de los estudios se centró en estudiar a todos los profesionales de la salud, el 4,5% solo a médicos (como en el estudio de Moreno MA et al de 200516) y el 31,8% solo a enfermeros11,17,19,21,22,29. Galian I et al (2012)28 lo hicieron con el personal de enfermería y los auxiliares de enfermería en conjunto.
La comunidad autónoma donde se realizaron más estudios fue Cataluña (22,7%; 5 estudios), seguida de Andalucía (18,18%; 4 estudios), Madrid (13,6%; 3), Castilla la Mancha (13,6%; 3), Aragón (13,6%; 3) y Murcia (9,09%; 2), En las restantes (Castilla y León, Galicia, Navarra, País Vasco y Comunidad Valenciana) se realizó uno en cada una de ellas.
En relación con el instrumento para la recogida de datos, el 56,52 % (13) utilizaron un documento ad hoc. Estos cuestionaros eran de elaboración propia (8) o validados (5), y fueron administrados mediante entrevistas (1) o fueron autoadministrados (12) a los profesionales. El resto de los estudios (43,47%; 10) analizaron diferentes bases de datos de los registros institucionales de agresiones. Carcoba N et al (2010)26 fue uno de los que utilizó cuestionarios y a la vez lo comparó con las agresiones notificadas en el registro durante el mismo periodo de tiempo.
La frecuencia con la que son agredidos los profesionales es un gran indicador del fenómeno que podemos estudiar en las investigaciones que utilizaron cuestionarios para la recolección de datos. Existe gran variabilidad a la hora de recoger estos datos. Alguno de los estudios de forma generalizada concluyen que el porcentaje de profesionales encuestados que han sido agredidos en alguna ocasión es del 58%16, 68,3%19, 73,88%21, 58,2%%12 y 75,9%11.
En cambio, hay otros autores que analizan esta variable diferenciando entre el tipo de agresión, el sexo o la frecuencia en el tiempo (anual, trimestral, mensual, semanal y diario):
Sánchez V et al (2014)17, Galian I et al (2012)28 y Galian I et al(2014)29 diferenciaron la violencia entre física y verbal. Además, los dos últimos autores hacen referencia a las agresiones que sufren los profesionales anualmente. Estos estudios reflejan más violencia verbal (73,4%, 71% y 90,5%) que física (8,1%, 19,9% y 36,5%), respectivamente.
Gascón S et al (2012)31 y Gascón S et al (2009)32 codificaron el tipo de agresión (violencia física, amenazas, intimidación e insultos). El primer estudio concluyó que el 11% de los encuestados habían sufrido violencia física en al menos una ocasión, el 34,4% amenazas e intimidación y el 36,6% insultos. En el segundo, el 11% habían sido víctimas de agresiones físicas, el 5% de ellos en más de una ocasión, mientras que el 64% habían sufrido insultos, intimidación y amenazas.
Por último en el estudio de Chagoyen T et al (2016)33 se tuvo en cuenta la violencia percibida en los dos últimos años. Los datos se presentan diferenciándose por sexo, resultando que el 31,5% de los hombres encuestados y el 68,5% de las mujeres habían sufrido agresiones.
Además no se encuentra relación entre las variables muestra y frecuencia, ya que en estudios como el de Madrid P et al (2011)11, con n=54, el 75,9% de los profesionales fueron agredidos en alguna ocasión. En cambio, Martínez S (2015)19, con casi el triple de muestra (n=145), concluyó que el 68,3% sufrieron agresiones. Ambos estudios cuentan con características similares: fueron llevados a cabo en todos los servicios y se centraron en los profesionales de enfermería.
La tabla 4 muestra los resultados de las características de las agresiones. Las variables estudiadas varían en número y tipo al comparar entre sí los estudios. La variable que se tuvo en cuenta en todos ellos fue “el tipo de agresión”. El agresor (17), la categoría profesional del agredido (15), el sexo del agredido (15) y las causas (15) fueron variables incluidas en más del 50% de los estudios. Otras variables de las que se recogieron datos en la mayoría de los estudios fueron si hubo o no denuncia (12), la antigüedad como profesional (11) y la edad del agredido (11). Sin embargo, el turno en el que se produjo la agresión (10), así como la frecuencia de las agresiones (10) y si se registró la denuncia (7), fueron las características menos estudiadas.
Entre los estudios que utilizaron cuestionarios, el que empleó menos de ellos registró que el 60% de los profesionales encuestados habían sido agredidos por lo menos en una ocasión16. Por el contrario, el estudio que obtuvo más casos de agresiones reflejó que un 90% de los profesionales encuestados habían sido agredidos28.
Características de la agresión
En todos los estudios, las agresiones verbales fueron las que más se produjeron, acompañadas en numerosas ocasiones de amenazas, aunque no se puede menospreciar la existencia de altos porcentajes de agresiones físicas y psicológicas sufridas por los profesionales, como en los estudios de Cantera L et al (2008)22, Cervantes G et al (2008)23 o Bernaldo M et al (2014)30, en los que las agresiones físicas rondaron el 35%.
Además, en el estudio de Serrano I (2018)35 se observó que existía asociación entre el tipo de agresión y el nivel de asistencia, siendo más frecuentes las agresiones físicas en atención especializada y las verbales en atención primaria.
En los estudios que analizaron los turnos en los que más se producen las agresiones, se observó que un 66% de estas se produjeron más durante el turno de mañana20,22,23,25,27 y en un 33% durante el de noche12,24,26.
Causas de las agresiones
El 83,3% de los autores coincidieron en que el principal motivo de las agresiones fueron las demoras y tiempos de espera. En cambio, Martínez M et al (2012)34 y Rincón del Toro T et al (2016)18 concordaron en que fueron causadas por disconformidad con la asistencia por parte de los usuarios.
Características del agresor
En el 75% de los estudios el paciente fue el principal agresor, seguido de los familiares y acompañantes. Incluso, en ocasiones, agredían juntos. En los estudios de Cárcoba N et al (2010)26, Madrid P et al (2011)11 o Bernaldo M et al (2014)30 prevalecieron más las agresiones producidas por los familiares o acompañantes. También destaca el estudio de Ortells N et al (2013)12, donde el mayor porcentaje de agresiones lo produjeron ambos, tanto el paciente como sus acompañantes.
Respecto al sexo del agresor, en el 100% de los estudios fueron los hombres los principales agresores, con porcentajes por encima del 60%.
Características del trabajador agredido
En el 58,8 % de los estudios incluidos en la revisión, los profesionales más agredidos fueron los enfermeros, y en el 29,4% los médicos. En cambio, en el estudio de Gutiérrez L et al (2016)25 los más agredidos eran auxiliares de enfermería (35%). También en el estudio realizado por De San-Segundo M et al (2017)5 se observó que los enfermeros fueron los más agredidos en Atención Especializada, pero que los Médicos eran más agredidos en Atención Primaria.
Además, en el estudio de Serrano I (2018)35, donde los más agredidos fueron los profesionales médicos y los enfermeros, se observó que mientras que los médicos eran más agredidos verbalmente, los celadores y auxiliares de enfermería recibieron más agresiones físicas.
En todos los estudios, las mujeres eran más agredidas, a excepción de en el estudio de Bernaldo M et al (2014)30, en el que un 78,3% de los agredidos fueron varones, probablemente debido a que en la muestra los hombres eran predominantes.
El 80% de los estudios concluyeron que los profesionales más agredidos tenían una media de edad entre 30 y 50 años, aunque según el estudio de Gómez MR et al (2017)27 los profesionales más agredidos tenían entre 50 y 59 años, según el de Serrano I (2018)35 la mitad de los profesionales agredidos tenían más de 50 años y según el de Ortells N et al (2013)12 la edad de los agredidos era mucho menor, entre los 26 y 35 años. No se encontró explicación a estas diferencias, ya que estos estudios contaron con una muestra muy amplia y las edades de la muestra fueron similares, pero quizá tuvieron algo que ver la comunidad autónoma, o incluso la distribución geográfica específica por el entorno y la población a la que dan servicio esos centros. Quizá fueran servicios o centros con medias de edades menores. Además, la media de edad de los trabajadores en los centros de atención primaria suelen ser más elevadas que en atención especializada.
La antigüedad en el ejercicio de la profesión de los agredidos fue una característica poco estudiada y con resultados bastantes diferentes, aunque sí puede verse una tendencia al ser la media de antigüedad de 10 años12,24,30.
Denuncias y registro de los incidentes
De los 23 estudios incluidos en esta revisión, 7 de ellos analizaron si se habían registrado o no las agresiones producidas. Todos ellos concluyeron (con porcentajes superiores al 80%) que no se registraron dichos incidentes y que los profesionales consideraron que no era útil notificarlos12,17,21,26,32,33.
Además 12 estudios analizaron si se puso denuncia o no, y todos ellos obtuvieron resultados por encima del 70% sobre que los profesionales no denunciaban las agresiones10,11,12,17,18,19,22,24,25,26,27. Carcoba N et al (2010)26, con el fin de comparar las agresiones que son registradas en los Servicios de Salud Laboral con las que realmente se producen, pusieron a disposición de los trabajadores cuestionarios para rellenar en caso de sufrir una agresión. Se observó que, mientras que a través de éstos se obtuvieron 22 situaciones violentas, en el registro solo se notificaron 2 de ellas, lo que evidencia que la violencia al trabajador es un problema oculto.
Además 12 estudios analizan si se puso denuncia o no, y todos ellos obtuvieron resultados por encima del 70% de que los profesionales no denuncian las agresiones10,11,12,17,18,19,22,24,25,26,27.
Según Sánchez V et al (2014)17, el 88% de los profesionales reconocía las agresiones como un aspecto más de su trabajo al que estaban expuestos, considerándolo como algo normal. Esto hacía que los profesionales decidieran no registrar los incidentes cuando se producían. Además, en muchos casos pensaban que no era útil notificarlo. Por otro lado, Fernández MJ et al (2006)21 destacó que cuando se trataba de agresiones físicas, los trabajadores tendían a notificarlas más.
DISCUSIÓN
El objetivo de la presente revisión fue actualizar y revisar sistemáticamente la literatura científica disponible sobre las agresiones a trabajadores del sector sanitario en España.
La literatura publicada hasta el momento se orienta a conocer la magnitud, frecuencia y características de las agresiones e identificar los factores de riesgo. Nuestra revisión identifica 23 artículos originales realizados en sectores sanitarios españoles. Todos ellos analizan dichas características a través de registros institucionales o cuestionarios elaborados ad hoc. Esta variabilidad en las fuentes de recogida de datos puede conllevar sesgos de información. Además, la diferencia en el tiempo entre los registros institucionales (en el momento del incidente) y de los cuestionarios sobre agresiones referidas (en el momento de realización del estudio) puede ocasionar sesgos de memoria así como variar la subjetividad atribuida al análisis de los hechos.
Estas agresiones que se producen tienden a seguir un mismo patrón. Son mayormente agresiones verbales y psicológicas, acompañadas en numerosas ocasiones de amenazas, aunque también hay estudios con altos porcentajes de violencia física21,22,23,24,30,35.
Los pacientes son los principales agresores, en su mayoría hombres. La ejercen normalmente hacia facultativos y profesionales de enfermería, en su mayoría mujeres, con una edad media de 40 años y alrededor de 10 años de antigüedad, siendo las agresiones más frecuentes durante el turno de mañana o de noche12,18,23,24,26,33,35.
En la mayoría de los casos, dichos incidentes son causados por los tiempos de espera y las demoras12,16,17,28,30,31, y muy pocas veces son denunciados o registrados ya que los profesionales creen que no es útil notificarlos10,12,17,26,31. Hay un número elevado de agresiones que se producen y no se registran, por lo que faltan datos de casos reales.
Existe otra revisión sistemática relativamente reciente que informa acerca de la violencia hacia los profesionales en el sector sanitario en España. La revisión sistemática de Vidal C et al (2015)13 incluye 18 estudios llevados a cabo entre los años 2000 y 2013 en diferentes servicios sanitarios españoles. La revisión concluye que el 34,4% de los profesionales han sido agredidos en más de una ocasión. En nuestra revisión, este dato es casi el doble, ya que el estudio que menos agresiones registró concluye que el 58% de los encuestados habían sido agredidos16. Esto podría deberse al periodo temporal estudiado. Según Vidal C et al (2015)13, el 59,12% de las agresiones son verbales, aunque las físicas están presentes en todos los estudios. Además, el principal agresor es el paciente, estos incidentes son causados normalmente por demoras o disconformidad del tratamiento, y existe un bajo porcentaje de denuncias de los hechos, datos muy similares a los de nuestro estudio. Sin embargo, esta revisión presenta una baja calidad, la búsqueda bibliográfica es limitada y no analiza variables como el sexo del agredido y del agresor, o el turno en el que se producen las agresiones.
Además, la revisión sistemática de Bernaldo de Quirós M et al (2014)14 incluye 5 estudios publicados entre los años 2000 y 2013, llevados a cabo en servicios de urgencias extrahospitalarias. La revisión concluye que el 60,6-76,4% de los profesionales han sufrido violencia verbal a lo largo de su experiencia profesional y el 32-51,5%, violencia física. También se concluye que existen diferencias entre los diferentes países. Además, la proporción de hombres y mujeres es similar en los estudios incluidos, y aunque no hay resultados claros se observa que los hombres sufren más agresiones físicas y las mujeres más agresiones verbales. Sin embargo, el número de estudios incluidos es limitado y únicamente uno de ellos, el de Bernaldo M et al (2014)30, se llevó a cabo en España, siendo el único estudio realizado en urgencias extrahospitalarias incluido en nuestra revisión. Estos servicios son muy específicos y con condiciones de trabajo diferentes al resto.
Ambas revisiones publicadas anteriormente incluyen estudios llevados a cabo entre los años 2000 y 2013. Se trata de un tema de actualidad, que en los últimos 5 años está siendo más estudiado, por lo que es necesario realizar la presente revisión, en la que se incluyen todas las investigaciones realizadas en España hasta abril de 2019.
La presente revisión tiene las limitaciones propias de la metodología de revisiones sistemáticas, y otras relacionadas con la recogida de datos y la subjetividad e interpretación de estos hechos.
En primer lugar, puede que no se haya incluido algún estudio relevante cuyos resultados no hayan sido publicados, o que haya sido publicado en un idioma distinto del inglés o el español, o en revistas no indexadas en las bases de datos dónde se realizaron las búsquedas. No obstante, se ha tratado de hacer un esfuerzo por localizar toda la literatura relevante.
En segundo lugar, la variabilidad en los registros de notificaciones de agresiones y en los cuestionarios utilizados en los diferentes estudios, dificulta la comparación entre ellos. La ausencia de instrumentos de evaluación estandarizados conlleva que los autores que recogen los datos los hayan creado ellos mismos ad hoc11,12,16,17,19,21,26,28,29,30,31,32,33, lo que dificulta también la comparación de los datos. Además, el 43,47% de los estudios se ha basado en analizar los registros propios para notificar las agresiones que se producen de las diferentes zonas donde se llevan a cabo los estudios5,18,20,22,23,24,25,34. Dichos registros tampoco son homogéneos por lo que, igualmente, dificulta la comparación entre ellos.
En tercer lugar, la subjetividad e interpretación de estos hechos hace que no todas las personas reciban y sientan de igual forma una agresión, dependiendo de la personalidad de cada uno, lo que también puede ser una causa de la baja notificación.
En cuarto lugar, altos porcentajes de los trabajadores reconocen las agresiones como un aspecto más de su trabajo al que están expuestos, considerándolo como algo normal, y desconocen el protocolo del centro para notificar los hechos y no reciben formación en prevención de violencia12,17,26.
A raíz de los resultados de nuestra revisión de la literatura, podemos concluir que la violencia laboral es un fenómeno existente entre los profesionales sanitarios en España. El 60-90% de los profesionales han sido agredidos en alguna ocasión a lo largo de su trayectoria profesional.
Por todo ello, se recomienda la estandarización de los registros de agresiones de las diferentes comunidades autónomas. De esta forma, se podría obtener más información y mejorar el seguimiento.
Como futuras líneas de investigación nos planteamos estudiar si es necesario una mayor formación de los profesionales sobre el manejo de estas situaciones, ya que en los estudios existentes no se investiga este tema. Pero desde el punto de vista como profesionales del sector sanitario, creemos que sería necesaria más formación, así como realizar campañas periódicas de divulgación y elaborar protocolos que indiquen la importancia de notificar todas las agresiones, informando de los medios disponibles para ello. De esta manera, se fomentaría el registro y denuncia de estos incidentes.