INTRODUCCIÓN
El término auto-concepto hace referencia al conjunto de percepciones que el ser humano desarrolla sobre sí mismo. Se trata de una variable psicológica fundamental para entender el bienestar emocional y la integración social del individuo (Shavelson, Hubner y Stanton, 1976). En esta línea, durante los últimos años muchos autores han coincido en remarcar la importancia del auto-concepto al relacionarlo con el bienestar del ser humano. Esto es así porque los sujetos que se ven a sí mismos de manera positiva, interpretan el mundo de forma diferente a los que se ven de manera más negativa, estableciéndose así una relación entre auto-concepto y conducta (Bufford, 1986).
La imagen corporal está conformada por la percepción que tenemos de todo el cuerpo y de cada una de sus partes. Se construye histórica y culturalmente y, en el caso de las sociedades occidentalizadas, la estética corporal idealizada es la esbeltez para las mujeres y la musculatura para los varones, que son difundidas por poderosas industrias del cine, la moda y medios de comunicación. En este contexto emerge la inconformidad con la imagen corporal (Frutos-de-Miguel, 2018; Mancilla, Vázquez, Mancilla, Amaya Hernández y Álvarez Rayón, 2012; Zurita et al., 2017).
Actualmente el cuidado del físico y la imagen corporal es un hecho de gran relevancia social (Cantón, 2016; Chacón et al., 2016; León, González, & Contreras, 2018; León, González, Fernández, & Contreras, 2018; Meneses, & Moncada, 2008; Morrison, Kalin y Morrison, 2004; Nogueira, Salguero, & Márquez, 2017; O'Dea y Abraham, 2000). En la infancia y sobre todo en la adolescencia aparecen multitud de problemas de autoestima derivados de la gran cantidad de cambios que experimenta el cuerpo en esas edades. Esto, combinado con el deseo natural de ser aceptados, hace que niños y adolescentes realicen constantemente comparaciones con los demás. Además, la imagen corporal también se refleja como el predictor más influyente en la autoestima (Moreno, Cervello y Moreno, 2008).
Algunos estudios han encontrado relaciones entre obesidad y percepción de la imagen corporal (Magallares, Carbonero-Carreño, Ruiz-Prieto y Jauregui-Lobera, 2016; Serpa dos Santos, Castillo, Gama de Araujo, & Giménez, 2017). Además, autores como Pedro et al. (2016) han relacionado la imagen corporal con el índice de masa corporal (IMC), por lo que las siluetas de imagen corporal podrían ser una forma válida de medir la obesidad en niños, tal y como indicaron Coelho, Padez, Moreira, Rosado y Mourão-Carvalhal (2013) en un estudio en el que evaluaron la imagen corporal y el IMC de 4211 niños portugueses de 7-10 años. En la misma línea, Trejo Ortiz, Castro Veloz, Facio Solís, Mollinedo Montano y Valdez Esparza (2010) indicaron que el IMC es un factor asociado a la insatisfacción con la imagen corporal, de tal manera que los adolescentes con mayor índice de masa corporal y del sexo femenino son los más susceptibles a sentirse insatisfechos.
Además, según Contreras, Fernández, García, Palou y Ponseti (2010), que estudiaron una muestra de 400 adolescentes de Albacete de 12-17 años, los adolescentes que practicaban habitualmente algún deporte (al menos una vez por semana) tenían percepciones superiores de su auto-concepto, tanto general como físico, en comparación con quienes no eran practicantes habituales. También encontraron que la frecuencia con la que se practicaba el deporte, la duración de la práctica, los años de dedicación, la satisfacción y el gusto por la práctica deportiva se relacionaba positivamente con el auto-concepto físico y general.
Por último, es destacable que el estado de salud y la imagen corporal percibida se relacionan significativa y positivamente, lo que supone que a mejor percepción de la imagen corporal mejor percepción de estado de salud y viceversa, tal y como indicaron Urrutia, Azpillaga, Luis de Cos y Muñoz (2010) en su estudio con 883 sujetos de 13 a 17 años residentes en la provincia de Guipúzcoa (España).
Por tanto, debido a la importancia de la imagen corporal y a su directa relación con el estado de salud de las personas, el objetivo de este estudio es analizar, mediante las siluetas de Stunkard et al., la imagen corporal y la sobrecarga ponderal en niños y adolescentes indios de 8 a 15 años, comparando los resultados con los de otras regiones y países, y estudiando las diferencias significativas en función de sexo y edad. Asimismo, este estudio pretende aportar datos que pueden ser útiles para mejorar la imagen corporal de los niños y adolescentes.
MATERIAL Y MÉTODOS
Participantes
La muestra del estudio se compone de 395 niños y adolescentes de la India, con edades comprendidas entre los 8 y los 15 años de edad (Media de edad 12,16; Desviación estándar 2,01). Según el sexo, los escolares de la muestra se dividen en un 53.7% de sexo masculino (212 escolares) y un 46.2% de sexo femenino (183 escolares). Todos los escolares participantes pertenecen a dos centros públicos ubicados en zona urbana, en el distrito de Karbi Anglong, Assam. En ambos centros, los escolares recibían dos horas de Educación Física a la semana. Los dos centros fueron elegidos mediante muestreo de conveniencia.
Esta investigación se realizó de acuerdo con la Declaración de Helsinki de 1961 (revisada en Tokyo en 1989 y en Edimburgo en 2000) y fue aprobada por la Comisión de Ética de Investigación de la Universidad de Murcia (España). Todos los sujetos cumplimentaron los cuestionarios de forma anónima.
Instrumentos
Se utilizó el método de siluetas corporales diseñado y validado por Stunkard, Sørensen y Schulsinger (1983), en el que se muestran nueve figuras de siluetas corporales, tanto de hombres como de mujeres, que van desde muy delgado a muy gordo:
Procedimiento
Las siluetas de Stunkard et al. permiten medir la imagen corporal de manera fiable y sencilla. Para ello, los sujetos deben elegir la figura que más se aproxima a su silueta y también la silueta a la que les gustaría parecerse. Los resultados ofrecen tres medidas: la imagen actual, la imagen deseada y la discrepancia (deseada-actual), la cual es interpretada como una medida de insatisfacción con la imagen corporal. Si la discrepancia es igual a 0, el sujeto está satisfecho con su imagen corporal; si la discrepancia tiene valor positivo, el sujeto tiene un deseo de ser más grande; si la discrepancia tiene un valor negativo, el sujeto tiene un deseo de ser más delgado.
Asimismo, las siluetas de Stunkard et al. han sido asociadas al IMC y han demostrado ser un instrumento válido, fiable y efectivo para clasificar a los sujetos como obesos o como delgados, tanto en el caso de adultos como en el caso de niños y adolescentes.
En lo tocante a los adultos, Bulik et al. (2001) estudiaron a 16728 mujeres y 11366 hombres americanos de 18-100 años, y validaron la siguiente clasificación para hombres y mujeres: Obesidad (IMC > 30; Siluetas 7-9) y Delgadez: (IMC < 21; Siluetas 1-4). Kaufer, Martínez, Goti y Ávila (2006) analizaron a 1247 mujeres y 1092 hombres mexicanos de 20-69 años, y validaron la siguiente clasificación para hombres y mujeres: Obesidad (IMC > 30; Siluetas 7-9) y Sobrepeso (IMC > 25; Siluetas 4-6).
Respecto a los niños y adolescentes (franja de edad en la que se centra el presente estudio), Cortés-Martínez et al. (2009) evaluaron a 1862 niños y adolescentes mexicanos de 6 a 18 años, y validaron la siguiente clasificación para ambos sexos: Sobrepeso y Obesidad (Siluetas 5-9). Esta es la clasificación que se toma como referencia en el presente estudio para clasificar a la muestra en la categoría de Sobrepeso/Obesidad.
Análisis estadístico
Se ha realizado un análisis estadístico por medio del Statistical Package for Social Sciences 23.0 (SPSS-23.0). En primer lugar, se han aplicado técnicas de estadística descriptiva: frecuencias, porcentajes (%), medias y desviación estándar (DE). La prueba no paramétrica de Kolmogórov-Smirnov se ha utilizado para comprobar la normalidad de la distribución de la muestra. A continuación se ha realizado un análisis de las diferencias estadísticamente significativas, considerando p< 0,05 como nivel de significación estadística. Se ha utilizado la prueba de Wilcoxon para muestras relacionadas para comparar la imagen actual con la deseada, y la prueba U de Mann-Whithney para muestras independientes para comparaciones entre sexos (prueba chi cuadrado χ² para porcentajes y frecuencias). Además, se ha calculado el tamaño del efecto utilizando la d de Cohen (Cohen, 1988) y la prueba de correlación de rangos Tau-b de Kendall. Para analizar las diferencias entre grupos de edad se ha utilizado el análisis de la varianza con un factor para variables no paramétricas (Kruskal-Wallis), con análisis post-hoc y el test de comparaciones múltiples HSD de Tukey.
RESULTADOS
Las dos primeras tablas analizan los principales resultados mediante porcentajes y frecuencias, estudiando las diferencias significativas entre sexos con la prueba χ2.
En la Tabla 1 se describen los resultados obtenidos en los dos ítems del cuestionario: 1. ¿Realmente a cuál de las figuras te pareces? (Imagen actual). 2. ¿A cuál de las figuras te gustaría parecerte? (Imagen deseada). Además se divide a la muestra en delgadez y sobrepeso/obesidad, de acuerdo al criterio de Cortés-Martínez et al. (2009). La Tabla 2 muestra el resultado obtenido a partir de los dos ítems: la discrepancia (Imagen deseada - Imagen actual), la cual es interpretada como una medida de insatisfacción con la imagen corporal. Según el nivel de discrepancia, la muestra es clasificada en tres categorías: deseo de ser más grande, satisfecho y deseo de ser más delgado.
La Tabla 1 refleja que la imagen actual más frecuente aparece en la silueta 4, tanto en hombres (35,8%) como en mujeres (41,0%). Respecto a la imagen deseada, la preferida por las mujeres también es la silueta 4 (30.6%), mientras que los hombres prefieren la silueta 5 (33,0%). En cuanto a la sobrecarga ponderal, se aprecia que el 37,3 % de hombres y el 22,4% de mujeres fueron clasificados en la categoría de sobrepeso/obesidad ( χ 1 2 =13,033; p=,001; d=0,63).
En la Tabla 2, se pueden observar los niveles de discrepancia, es decir, la diferencia entre la imagen deseada y la imagen actual. Los niveles de discrepancia o insatisfacción pueden oscilar entre 8 y -8, ya que hay nueve siluetas; mientras más se aleje de 0 el valor de discrepancia, más insatisfecho se encuentra el sujeto con su cuerpo. El valor de discrepancia más frecuente tanto en hombres (34,4%) como en mujeres (27,3%) es el 1 (deseo de tener una silueta más grande).
El valor de discrepancia permite clasificar a los sujetos en satisfechos o insatisfechos con su cuerpo (deseo de ser más delgados o más grandes). Solo el 17,7% de los participantes están satisfechos con su imagen corporal, habiendo más mujeres satisfechas (20,8%) que hombres (15,1%). Un porcentaje mayor de hombres (62,7%) que de mujeres (49,7%) desearían ser más grandes ( χ 1 2 =7,875; p=,005; d=0,38).
A continuación se analizan los estadísticos descriptivos: media y desviación estándar (DE), en función del sexo (Tabla 3) y en función de la edad (Tabla 4).
Considerando la muestra total (véase Tabla 3), la imagen deseada media es significativamente superior a la imagen actual media (Z=7,188; p<,001; r=,221). Este resultado indica que la imagen deseada media es más 'grande' que la actual. Al diferenciar por sexos, se aprecia que los chicos desean una imagen más grande que las chicas (Z=5,230; p<,001; d=,236). Otro aspecto importante es que la discrepancia (o insatisfacción con la imagen corporal) es significativamente mayor en el sexo masculino (0,69) que en el femenino (0,43), es decir, que los chicos están ligeramente más insatisfechos con su cuerpo (Z=2,147; p=,032; r=0,96).
Por último, al analizar los valores medios en función de la edad (Tabla 4), se puede ver que el menor valor de imagen actual se da en los escolares de 8-9 años (3,93), mientras que el mayor valor de imagen actual aparece en los escolares de 10-11 años (4,11). Respecto a la imagen deseada, de nuevo el menor valor se encuentra en los escolares de 8-9 años (3,56) y mientras que el mayor valor se aprecia en los de 12-13 años (4,83). En relación a la discrepancia, cabe destacar que en todos los grupos de edad la discrepancia media es positiva (deseo de ser más grande), excepto en los niños y adolescentes de 8-9 años. El mayor valor de discrepancia (insatisfacción) está presente en los escolares de 12-13 años (0,86) y el menor valor de discrepancia se da en los escolares de 8-9 años (-0,37).
En cuanto a la significación estadística de las diferencias entre grupos de edad, cuando se aplica la prueba Kruskal-Wallis se observa que aparecen diferencias significativas (p<,5) en la imagen deseada ( χ 3 2 =25,626; p<,001) y en la discrepancia ( χ 3 2 =23,696; p<,001). Las comparaciones múltiples a posteriori realizadas mediante la prueba de Tukey (véase tabla 4), pusieron de manifiesto que los escolares de 8-9 años presentan una discrepancia y desean una imagen significativamente menor al resto de grupos de edad.
DISCUSIÓN
Los resultados de este estudio pueden ser comparados con otros de naturaleza similar a nivel continental (Asia) y a nivel mundial.
A nivel asiático, Madanat, Hawks y Angeles (2011) evaluaron la relación entre la imagen actual y la deseada en una muestra representativa de 800 mujeres jordanas. El IMC indicó que un 53,8% de las mujeres tenían sobrepeso/obesidad, porcentaje bastante superior al del presente estudio, donde únicamente el 22,4% de las mujeres presentaban sobrepeso/obesidad. Sin embargo, aunque el 66% de las mujeres estaban insatisfechas, el deseo de perder peso no era extremo, pues la imagen ideal más frecuente era la 4 (38%) mientras que la actual era la 5 (25,3%). Estos resultados difieren ligeramente a los del presente estudio, donde la mitad de las chicas (49,7%) deseaban tener una imagen más grande.
Otro estudio interesante es el de Alipour, Farhangi, Dehghan y Alipour (2015), que estudiaron la imagen corporal percibida y su asociación con el índice de masa corporal en 184 chicas estudiantes de 18-35 años de Tabriz, Irán. Alipour et al. (2015) encontraron una prevalencia total de insatisfacción corporal del 51,63%, de las cuales más de la mitad (28,73%) tenía el deseo de ser más delgada. En las chicas indias del presente estudio, la insatisfacción es bastante superior (79,2%), correspondiéndose únicamente un tercio (29,5%) a aquellas que deseaban ser más delgadas
A nivel mundial, los resultados de este estudio se pueden contrastar con investigaciones similares de niños y adolescentes europeos (españoles e italianos) y americanos (mexicanos).
En Italia, Morotti et al. (2013), estudiaron la imagen corporal mediante las siluetas de Stunkard et al. de 90 jóvenes italianas (47 delgadas, 22 con sobrepeso y 21 obesas), encontrando que presentaban la siguiente imagen actual media: Delgadas: 3,5 ± 1,0; Sobrepeso: 4,8 ± 0,7; Obesas: 5,9 ± 0,6. Respecto a la imagen deseada media, los resultados que obtuvieron fueron los siguientes: Delgadas: 2,9 ± 0,7; Sobrepeso: 3,3 ± 0,5; Obesas: 4,0 ± 0,4. En el presente estudio se analizaron 183 niñas y adolescentes indias que fueron divididas en dos categorías (142 delgadas y 41 con sobrepeso/obesidad), presentando la siguiente imagen actual media: Delgadas: 3,35 ± 0,8; Sobrepeso/Obesidad: 5,24 ± 0,5. Respecto a la imagen deseada media, los resultados obtenidos fueron los siguientes: Delgadas 4,02 ± 1,3; Sobrepeso/Obesidad: 4,85 ± 1,1. Por tanto, se puede decir que las italianas delgadas desean estar más delgadas aún, mientras que las indias delgadas no desean serlo más. En el caso de las chicas con sobrepeso/obesidad, tanto italianas como indias desean ser más delgadas.
En España, los resultados de esta investigación pueden ser discutidos con estudios como el de Ramos, Pérez de Eulate, Liberal y Latorre (2003), que estudiaron la imagen corporal de 4657 adolescentes vascos entre 12 y 18 años (2406 chicas y 2251 chicos). Entre los principales resultados cabe destacar que al 47% de los adolescentes estudiados les gustaría estar más delgados. También señalan que más de la mitad (un 60%) querrían cambiar su imagen, resultado que coincide con este estudio, en el que un 82.3% de los adolescentes analizados presenta insatisfacción con su cuerpo. No obstante, en Ramos et al. (2003) hay un mayor porcentaje de mujeres que no aceptan su imagen corporal (37% de mujeres frente al 15% de hombres), mientras que en este estudio hay más hombres que mujeres insatisfechos, aunque los porcentajes tanto de chicas como de chicos insatisfechos con su imagen corporal son muy superiores (79,2% de chicas y 84,9% de chicos).
En la misma línea que el estudio anterior, Díaz y Blanquez (2001) también indicaron que existe un mayor porcentaje de mujeres respecto al de hombres que no acepta su imagen corporal y se siente insatisfecha con la misma, a diferencia del presente estudio.
Otro estudio interesante es el de Ramos, Rivera y Moreno (2010), que estudiaron la imagen corporal y el Índice de Masa Corporal de 21811 chicos y chicas adolescentes españoles de 11-18 años de edad. A pesar de que las chicas tenían una puntuación en el Índice de Masa Corporal más ajustada y presentaban un nivel menor de sobrepeso y obesidad, encontraron que eran ellas las que se percibían más obesas, las que estaban más insatisfechas con su imagen corporal y las que realizaban con más frecuencia dietas para adelgazar. Por el contrario, en este estudio se encuentra una mayor discrepancia o insatisfacción media en el sexo masculino (0,69) frente al femenino (0,43). Ramos et al. (2010) también mostraron que un 22,16% de los chicos se percibe a sí mismo como un poco o demasiado delgado, frente al 13,86% de las chicas. Estos resultados son bastante dispares a los encontrados en el presente estudio, en el que un 62,7% de los chicos y un 49,7% de las chicas tienen el deseo de ser más grandes. Por último, según Ramos et al. (2010) un 39,78% de las chicas se sentían un poco o demasiado gordo/a, frente al 27,85% de los chicos. En este estudio, las chicas también presentan mayor deseo de ser más delgadas (29,5% de chicas frente a un 22,2% de chicos), aunque estas diferencias no son significativas, predominando en ambos sexos el deseo de ser más grande (discrepancia 1).
En 2013 Gómez, Sánchez-Alcaraz y Mahedero evaluaron la imagen corporal de 195 alumnos de 12-17 años de la Región de Murcia. Según el sexo, encontraron que los hombres se encuentran más insatisfechos con su cuerpo. No obstante, la discrepancia (o insatisfacción con la imagen corporal) es mayor en el sexo femenino (-0,99) que en el masculino (-0,43), es decir, que las chicas están más insatisfechas con su cuerpo. Estos resultados difieren a los del presente estudio, encontrando mayor discrepancia en el sexo masculino (0,69) que en el femenino (0,43), y siendo en ambos casos positiva (deseo de ser más grande). Por otro lado, según estos autores, a medida que aumenta la edad se produce un aumento de los niveles de satisfacción, al contrario que en el presente estudio, donde los participantes de 12-13 años son los que mayor discrepancia presentan.
Más recientemente, López (2017) y López, Díaz y Smith (2018) llevaron a cabo un estudio similar donde se evaluaron a 1082 niños y adolescentes de 3-18 años de la Región de Murcia. Al igual que en el presente estudio, estos autores encontraron más chicos insatisfechos con su cuerpo (66%) que chicas (56,4%). Sin embargo, la discrepancia fue mayor en el sexo femenino (-0,48) que en el masculino (-0,38), al contrario que en este trabajo.
Una posible explicación a las diferencias encontradas entre los estudios en países occidentales (España e Italia) y los resultados del presente estudio (India), podría ser el fenómeno de transición nutricional. Éste es un fenómeno global que se caracteriza por la adopción de dietas altas en grasas, azúcares y sal, y por el abandono las dietas tradicionales altas en fibra, granos, frutas y verduras (Drewnowski, 2000). Aunque poco a poco este cambio de hábitos nutricionales está promoviendo oportunidades para la obesidad y el aumento de peso en países asiáticos (Madanat et al., 2007), este estudio muestra que las preferencias de tamaño corporal parecen más tradicionales que las occidentales, con bajo deseo de delgadez, una figura más completa y regordeta. Mientras que la zona occidental, influida por la transición nutricional, favorece una figura más delgada.
Finalmente, en América, es destacable la investigación de Trejo et al. (2010), que estudiaron la imagen corporal y el índice de masa corporal en 231 adolescentes (104 chicos y 127 chicas) de 12 a 15 años del Municipio de Fresnillo, Zacatecas, México, encontrando que el 81,8% de los adolescentes no mostraron insatisfacción con su imagen corporal. Este resultado difiere claramente del presente estudio, en el que únicamente un 17,7% de la muestra está satisfecha con su cuerpo, mientras que el 82,3% restante presenta insatisfacción con su imagen corporal.
APLICACIONES PRÁCTICAS
Según la muestra estudiada, la mayoría de los niños y adolescentes indios presenta insatisfacción con su imagen corporal, destacando aquellos a los que les gustaría ser más grandes. Además, el problema de la insatisfacción corporal tiene una mayor prevalencia que el problema fisiológico de la obesidad. Según el sexo, hay más chicas satisfechas que chicos, siendo superior el deseo de ser más grande en chicos. Sin embargo, aunque en menor porcentaje que los chicos, en las chicas, el deseo de ser más grande supera al deseo de ser más delgada.
Sobre el total de 9 siluetas de más delgada a más grande, la silueta o imagen actual más frecuente es la número 4. Respecto a la imagen deseada, destacan como siluetas más deseadas la 4 y la 5. A uno de cada tres niños y adolescentes le gustaría tener la silueta inmediatamente superior (más grande) respecto a su silueta actual.
La imagen deseada media es superior a la imagen actual media, es decir la imagen deseada media es más 'grande' que la actual, siendo significativamente superior en chicos.
En función de la edad, cabe destacar que en todas las edades la discrepancia media es positiva (deseo de ser más grande), excepto en los niños de 8-9 años donde la media es negativa (deseo de ser más delgado).
De cara al futuro y como aplicaciones prácticas, los autores recomiendan llevar a cabo programas de intervención mediante actividad física, de diferente duración y con diferentes metodologías, para intentar mejorar la imagen corporal de los adolescentes, debido a que aquellos que practican actividad física de forma habitual y que tienen mejor condición física y composición corporal suelen estar también más satisfechos con su cuerpo (Borrego, López y Díaz, 2012, 2014; López, López y Díaz, 2015).