Introducción
Aunque las patologías cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo desarrollado sabemos que ya en el año 20051 ocho de cada diez muertes por este motivo se produjeron en países de renta media y baja, y esta tendencia seguirá aumentando si no se frenan o cambian las tendencias actuales. De aquí a 20202 el aumento silente de las enfermedades del corazón en los países en desarrollo será entre dos y cuatro veces mayor que en los países desarrollados. La mala alimentación, el sedentarismo y el consumo de tabaco van a facilitar la aparición de los factores de riesgo más importantes, como la hipertensión, las concentraciones anormales de lípidos en la sangre (especialmente concentraciones elevadas de colesterol LDL) y la diabetes. Aunque en muchos casos estos factores de riesgo pueden modificarse mediante una alimentación y un estilo de vida saludables, muchos siguen sin controlarse y continúan aumentando.
Clásicamente se ha definido el riesgo cardiovascular como la probabilidad de sufrir un evento cerebrovascular en un periodo determinado, generalmente 10 años, y para su determinación se han utilizado escalas como Framingham o SCORE. Otra forma de valorar el RCV es mediante la determinación del síndrome metabólico entendido como la presencia conjunta en una misma persona de diferentes factores de riesgo que van a aumentar considerablemente las probabilidades de que una persona sufra una enfermedad cardiovascular. Existen diferentes criterios para determinar la presencia o no de este síndrome3 , desde los más sencillos: NCEP ATPII o el de la International Diabetes Federation (IDF) basados en medidas antropométricas como perímetro de cintura, determinaciones clínicas como la tensión arterial o parámetros analíticos como triglicéridos, HDL colesterol o glucemia, hasta otros más complejos como los de la OMS que requieren la determinación de resistencia a la insulina o la excreción de albúmina urinaria o relación albúmina-creatinina.
La vigilancia de la salud que se realiza periódicamente en las empresas es una oportunidad clara para realizar actividades de prevención de las enfermedades cardiovasculares ya que permite identificar a los trabajadores con riesgo cardiovascular en edades en las que habitualmente no acuden a los servicios sanitarios4 . Esta detección precoz de factores de riesgo cardiovascular permitirá la puesta en marcha de medidas preventivas en sus etapas iniciales y no cuando la enfermedad ya está establecida.
En los últimos años cada vez son más los estudios relacionados con el riesgo cardiovascular que se realizan en el ámbito laboral, centrándose la mayoría en el riesgo cardiovascular con los modelos clásicos5 o en síndrome metabólico6 . Por ello, y teniendo en cuenta que los distintos sectores productivos condicionan un tipo de actividad diferente que puede determinar variaciones en las prevalencias de los factores de riesgo cardiovascular, se plantea este trabajo cuyo objetivo principal es conocer cómo influyen diferentes variables socio demográficas en la aparición o no de síndrome metabólico en los trabajadores de diferentes sectores productivos españoles de nuestra área de influencia.
Material y Métodos
Características del estudio.
Se realizó un estudio descriptivo y transversal en 60.798 trabajadores (25972 mujeres y 34826 hombres) del área mediterránea española en el periodo comprendido entre enero de 2011 y diciembre de 2012. Las personas incluidas en el estudio son aquellas que acudieron a los reconocimientos médicos laborales periódicos. Se informó a los Comités de Seguridad y Salud de las diferentes empresas y se pidió el consentimiento informado a todas las personas que entraron en el estudio para cumplir con la legislación vigente. El protocolo del estudio seguía las recomendaciones de la Declaración de Helsinki y fue aprobado por la Comisión de Ética y de Investigación de Gestión Hospitalaria de Mallorca.
Criterios de inclusión/exclusión.
Como criterios de inclusión se consideraron: tener entre 20 y 69 años, aceptar el uso de los datos obtenidos en los reconocimientos médicos con fines epidemiológicos y pertenecer a alguna de las empresas incluidas en el estudio. Como criterios de exclusión: la no aceptación del trabajador en el uso de los datos para el estudio, no realizarse la extracción de sangre por el laboratorio concertado y no pertenecer a alguna de las empresas participantes. En el periodo citado se realizaron 61.227 reconocimientos médicos y fueron descartados 429 trabajadores (85 por no ceder el uso de sus datos, 112 por no realizarse extracción para muestra sanguínea y, por ello, no completarse el reconocimiento y 232 por no estar en el tramo de edad considerado en el estudio).
Recogida de datos y determinación de variables.
Las medidas antropométricas se realizaron siguiendo las normas de los International Standards for Anthropometric Assessment7 , determinándolas por triplicado y utilizando la media. El peso, con ajuste a 0,1 kg, y la talla, con ajuste a 0,5 cm, se determinaron, respectivamente, utilizando báscula y estadiómetro estandarizados (Seca 700 y Seca 220). Se calculó el índice de masa corporal (IMC) como el peso en kg divido por la altura, en metros, al cuadrado. El perímetro de la cadera (PC) se midió a nivel posterior en el plano horizontal, donde la protuberancia de los glúteos es máxima, sin hacer compresión sobre la piel. Para su medida se utilizó una cinta métrica flexible de acero con gradación milimétrica (Lufkin W606PM). Se obtuvieron muestras de sangre por venopunción en condiciones de ayuno (12 horas) utilizando tubos al vacío sin anticoagulante. Después de dejar reposar las muestras durante 30 minutos para completar la coagulación, se obtuvo el suero por centrifugación (15 min, 1000xg, 4ºC) y se determinaron las concentraciones de glucosa, colesterol total, colesterol-HDL, colesterol-LDL, y triglicéridos (TAG) mediante procedimientos automatizados estándar de bioquímica clínica (Beckman SYNCHRON CX®9 PRO). La presión arterial sistólica (TAS) y diastólica (TAD) se midieron tras un periodo de reposo de 10 minutos, en posición supina, utilizando un esfigmomanómetro automático calibrado (OMRON M3), en tres ocasiones con un intervalo de 1 minuto entre cada medida, y se utilizó el valor medio.
Para determinar la existencia de síndrome metabólico se emplearon dos modelos: NCEP ATP III (National Cholesterol Educational Program Adult Treatment Panel III) que establecen síndrome metabólico cuando tres o más de los siguientes factores están presentes: perímetro de cintura mayor de 88 cm en mujeres y 102 en hombres, triglicéridos a partir de 150 mg/dl o tratamiento específico de esta alteración lipídica, presión arterial a partir de 130/85 mm Hg, HDL inferior a 40 mg/dl en mujeres o inferior a 50 en hombres o tratamiento específico, glucemia en ayunas a partir de 100 mg/dl o tratamiento específico de glucemia y el modelo de la International Diabetes Federation (IDF) que indican como factor necesario la presencia de obesidad central, definida como un perímetro de cintura a partir de 80 cm en mujeres y 94 cm en hombres, más al menos dos de los otros factores antes señalados para ATP III (triglicéridos, HDL, tensión arterial y glucemia).
Se considera actividad física cuando se realiza habitualmente al menos 30 minutos al día o 4 horas semanales tanto en el trabajo como en el tiempo libre. La alimentación se considera adecuada cuando se consumen frutas y verduras todos los días. Se considera fumador a aquella persona que ha fumado diariamente durante el último mes cualquier cantidad de cigarrillos.
El nivel de estudios se estableció en tres categorías: primarios (estudios elementales o sin estudios), secundarios (bachillerato o formación profesional) y universitarios. La edad se clasificó en cinco categorías: de 20 a 29 años, de 30 a 39 años, de 40 a 49 años, de 50 a 59 años y de 60 a 69 años. Los sectores productivos se establecieron de acuerdo a los códigos de la clasificación nacional de ocupaciones del año 20118 (CNO-2011) de manera que el sector primario, donde se incluye agricultura, ganadería y pesca, abarcará los códigos que empiezan por: 61, 62, 63, 64 y 95. En Construcción los códigos serán: 71, 72 y 96. Hostelería incluirá los códigos 44, 50, 51, 91 y 921.
El sector industrial englobará los códigos: 31, 32, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 81, 82, 83 y 97. Los trabajadores de sanidad serán aquellos cuyos códigos comiencen por: 21, 33 y 56 y finalmente el sector servicios, el más diversificado, incluirá trabajadores de la administración, ciencias sociales, comercio, cultura, deporte, derecho, directivos, enseñanza, informática, organización de la empresa, profesionales técnicos, seguridad y servicios y aquellos códigos cuyos primeros dígitos sean 11, 12, 13, 14, 15, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 34, 35, 36, 37, 38, 41, 42, 43, 44, 45, 52, 54, 55, 57, 58, 59, 84, 922, 94 y 98. La clase social se determina a partir de la clasificación nacional de ocupaciones del año 20118 (CNO-2011) y teniendo en cuenta la clasificación establecida por la Sociedad Española de Epidemiologia9 . Se considera la clasificación abreviada en tres categorías: clase I directores y gerentes y profesionales universitarios, clase II ocupaciones intermedias y trabajadores por cuenta propia y clase III trabajadores manuales.
Análisis estadístico
Cuando la variable es continua se comparan las medias mediante la prueba t de Student-Fischer si la variable sigue una distribución normal, o con la prueba no paramétrica test de U de Mann-Whitney si no se cumple el principio de normalidad. Si la variable es cualitativa se comparan las proporciones mediante la prueba chi cuadrado de Pearson. Para el análisis multivariante se emplea la regresión logística multinomial con el método de Wald con el cálculo de las odds ratio y se realiza la prueba de bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow. En todos los análisis se aceptó como nivel de significación un valor de p inferior a 0,05. Se empleó para el cálculo de las diferentes pruebas el paquete estadístico SPSS 20.0
Resultados
Se incluyeron en el estudio 60798 trabajadores de diferentes sectores productivos del área mediterránea española, de ellos 25972 (42,7%) eran mujeres y 34826 (57,3%) hombres. Las características antropométricas, clínicas y analíticas de la muestra se presentan en la tabla I.
Cuando se valora la prevalencia de síndrome metabólico en cada sexo se observa que utilizando los criterios ATP III tanto en hombres como en mujeres las menores prevalencias corresponden al sector sanitario, mientras que cuando el criterio empleado es el de la IDF las menores prevalencias se observan en el sector primario (hombres) y sanitario (mujeres). Los datos completos se presentan en la tabla II.
Cuando se analiza la prevalencia de síndrome metabólico con ambos criterios en los diferentes sectores productivos de acuerdo a las diferentes variables socio demográficas analizadas vemos que teniendo en cuenta la edad se aprecia un aumento progresivo de prevalencia a medida que aumentamos la edad de los trabajadores, esto es así en todos los sectores estudiados y en ambos sexos, siendo la prevalencia superior en varones. Los datos completos se presentan en la tabla IIIa. Si valoramos el nivel de estudios se aprecia que en ambos sexos y con los dos criterios de síndrome metabólico las prevalencias más elevadas aparecen generalmente en trabajadores con estudios secundarios tal y como se muestra en la tabla IIIb. Por clase social los datos no son claros aunque si podemos decir que las prevalencias más altas aparecen en las clases II y III en ambos sexos y para los dos criterios diagnósticos empleados. Los datos completos se presentan en la tabla IIIb.
Si valoramos la prevalencia de síndrome metabólico según los hábitos higiénico-dietéticos vemos que tanto hombres como mujeres que no realizan ejercicio físico o que no tienen una alimentación saludable presentan prevalencias mayores de síndrome metabólico con ambos criterios y en todos los sectores productivos. En lo referente al consumo de tabaco, en las mujeres las mayores prevalencias aparecen en las no fumadoras de todos los sectores estudiados y empleando ambos criterios, mientras que en los hombres si empleamos el criterio ATP III los valores más elevados aparecen en fumadores y si empleamos el criterio IDF no hay una homogeneidad en los resultados, ya que en algunos sectores hay mayor prevalencia en fumadores y en otros en no fumadores. Los datos completos se presentan en la tabla IV.
Cuando realizamos un análisis multivariante mediante regresión logística multinomial (las variables de referencia son sector primario, edad a partir de 60 años, hombres, estudios primarios, clase social III, fumadores, no realización de actividad física y no alimentación saludable) y calculamos las odds ratio vemos que las variables que influyen en la aparición del síndrome metabólico son edad, sexo, nivel de estudios, clase social, consumo de tabaco, no actividad física y mala alimentación. Las odds ratio más elevadas con ambos modelos aparecen en trabajadores que no realizan actividad física. Los datos completos se presentan en la tabla V.
Discusión
La mayoría de variables analizadas influyen en la presencia o no de síndrome metabólico en nuestro estudio.
Nuestro trabajo muestra que la prevalencia es superior en los varones dato que concuerda con un análisis agrupado con datos individuales de 11 estudios, incluyendo a 24.670 individuos de 10 comunidades autónomas con edad 35-74 años10 . Nosotros y, prácticamente todos los estudios concuerdan en el incremento del síndrome metabólico paralelamente con la edad11.
La clase social ha sido considerada como un potente indicador de los determinantes sociales y, a su vez, permite explicar las diferentes posiciones de los individuos en un contexto social12.
Nosotros hemos encontrado peores resultados en las clases sociales II y III mientras que otros autores muestran resultados diferentes, así un estudio realizado en Canarias presenta mayor prevalencia de síndrome metabólico en las clases sociales más altas13 mientras que el estudio Whitehall14 consideró que el estatus socioeconómico se relacionaba de forma inversa y potente con la obesidad y la presencia de SM.
Para nosotros los trabajadores más afectados son los que tienen estudios secundarios, mientras que la Encuesta Nutricional de Canarias15 , en la que se incluyó a 578 adultos con edades entre 18 y 74 años y el estudio Whiteball14 encontró una relación inversa entre el nivel de estudios y la prevalencia de síndrome metabólico.
La alimentación influye positivamente en el síndrome metabólico al igual que se observó en otros estudios con dieta mediterránea16 o en países asiáticos como Korea17 o China18.
La actividad física hemos visto que es el factor que más influye en la aparición de síndrome metabólico, está situación se ha encontrado también en otros estudios como uno realizado en Francia19 y en otros en los que se valoraba el entrenamiento aerobio20-22.
Finalmente, el consumo de tabaco en nuestro estudio ha mostrado un comportamiento diferente en mujeres y en hombres, al igual que ocurre en nuestro caso también otros estudios23 encuentran una relación entre el control del consumo y el descenso en la prevalencia de síndrome metabólico en mujeres.