Introducción
La esperanza de vida es, quizá, el indicador más utilizado para medir el progreso en el estado de salud de las poblaciones. Sin embargo, el incremento en la esperanza de vida en los países europeos no ha implicado un aumento similar en la esperanza de vida libre de discapacidad (EVLD), que se define como el promedio de número de años esperados que vive una persona disfrutando de buena salud (en ausencia de limitaciones funcionales o de discapacidad). Este indicador combina información de mortalidad y de morbilidad y se calcula en base al método Sullivan (tablas de mortalidad), al indicador de limitaciones generales de actividad de Euro-REVES (Network on Health Expectancy) o en Europa, en el programa The Joint on healthy life years (JA:EHLEIS)1,2,3, situándose en España el año 2018 en 69,9 años para las mujeres y 69,0 años en los hombres y para el conjunto de la UE-28 de 63,4 años en los hombres y 63,8 años para las mujeres4.
Más de la mitad de los trabajadores de la Unión Europea dejan el trabajo antes de la edad de jubilación obligatoria, por una u otra razón. Los problemas de salud prolongados y las enfermedades crónicas aumentan con la edad. Aproximadamente el 30% de los hombres y mujeres del grupo de edad de 50 a 64 años precisan de ajustes urgentes en el trabajo debido a sus problemas de salud para prevenir los riesgos de jubilación anticipada e incapacidad laboral y entre un 15-30% de los trabajadores de 45 años tiene un Índice de capacidad de trabajo moderado o deficiente, y corren el riesgo de perder su capacidad de trabajo a menos que se adopten medidas preventivas y correctivas5.
En primer lugar, aparecen las enfermedades crónicas, que conllevan una posterior autopercepción de un mal estado de salud general. Más tarde aparecen las limitaciones en la realización de actividades, es decir, se presenta el fenómeno de la discapacidad; por último, surgen las discapacidades más severas. Ello es debido a la elevada prevalencia de factores de riesgo en población laboral tales como el tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, dislipemia y sobrepeso u obesidad5, generadores de patologías como el síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular o cáncer6,7,8,9,10,11.
El cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de morbimortalidad del mundo, con aproximadamente 18,1 millones de casos nuevos en el mundo en el año 2018. El mayor número de responsables corresponden al cáncer de pulmón (18,4%), al cáncer colorrectal (9,2%), al cáncer de estómago (8,2%) y al cáncer de hígado (8,2%). El número absoluto de cánceres diagnosticados en España ha continuado en aumento desde hace décadas en probable relación con el aumento de la población, el envejecimiento de la misma, la exposición a factores de riesgo como el tabaco, el alcohol, la contaminación, la obesidad, el sedentarismo entre otros, y para algunos tipos de cáncer (colorrectal, mama, cérvix o próstata), al aumento de la detección precoz12.
Para la correlación entre presencia de factores de riesgo y morbimortalidad por enfermedades cardiovasculares, arterioesclerosis, cáncer o todas las causas de mortalidad cada escala se compone de un numero diferente de variables, desde un solo factor13, a cinco, como el índice de Fuster-BEWAT14 y siete como el propuesto por la American Heart Association15.
En la revisión bibliográfica hemos encontrado varios estudios que muestran diferentes algoritmos o métricas que correlacionan diferentes factores de riesgo con la mortalidad prematura o años de discapacidad sobrevenida estimados, como los realizados en población de Estados Unidos16, Canadá17, en Cuba18, o específicamente para marcadores de salud cardiovascular propuestos por la American Heart Association19 o la asociación europea de prevención cardiovascular20, o revisiones sistemáticas y metaanálisis sobre comportamientos y estilos de vida y causas de mortalidad21,22.
Objetivos
Nuestra hipótesis es que falta un análisis completo del impacto de la adopción de factores de estilo de vida de bajo riesgo sobre la esperanza de vida en la población española. La adherencia a los factores de bajo riesgo relacionados con el estilo de vida, podría prolongar la esperanza de vida a los 50 años en 14,0 y 12,2 años para mujeres y hombres. Por tanto, nuestro objetivo es estimar el impacto potencial de los factores del estilo de vida individuales y combinarlos sobre la morbimortalidad prematura estimada a través de los años de discapacidad sobrevenida en función de 9 factores de riesgo o estilos de vida en una población laboral, así como el coste estimado hasta la edad de jubilación, como una herramienta para medir el impacto de los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo.
Material y Métodos
El estudio de intervención prospectivo en una población laboral de 1.985 trabajadores con rango de edad 18-65 años pertenecientes a 45 empresas de diferentes sectores de actividad que han pasado un reconocimiento médico a lo largo del año 2021 en nuestro servicio de prevención. Se analizan nueve factores de riesgo obteniendo la información mediante cuestionario diseñado ad hoc denominado Herramienta de Riesgo Poblacional de nueve estilos de vida (poblational risk tool nine lifestyle questionnaire-PoRT-9LSQ), basado en la métrica Life's Simple7 (LS7) de la Asociación Americana del Corazón15. Los factores analizados incluyen tanto factores modificables como no modificables: Estado de salud actual percibido; estado de salud actual comparado con el de hace un año, actividad física, hábito tabáquico, alimentación según patrón de dieta mediterránea, tensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes y el Índice de Masa Corporal. Cada factor, tiene varias opciones de respuesta, y a cada una de ellas se le ha asignado un peso en años de discapacidad sobrevenida estimada basado en la bibliografía consultada o en criterios establecidos por el equipo investigador. Finalmente se establece un algoritmo predictivo multivariable para el cálculo de los años de discapacidad sobrevenida estimados y se ha multiplicado por un factor de corrección para analizar este indicador hasta la edad de jubilación (marcada en 67 años) en lugar de hasta la edad media de esperanza de vida en España. Los datos del cuestionario autoinformado PoRT-9LSQ se han contrastado con la información recabada durante el reconocimiento médico, y en algunos trabajadores, se ha completado con cuestionarios adicionales, tales como el IPAQ-corto23 para valorar la actividad física o el PREDIMED para la adhesión a la dieta mediterránea24.
En cuanto a las variables del estudio, por un lado, se analizaron como variables independientes la edad, grupos de edad, sexo, ocupación, turnicidad, sector de actividad y 9 hábitos o estilos de vida y como variables dependientes, los años de discapacidad sobrevenida estimados y los costes de dicha discapacidad. Respecto al análisis estadístico, para las variables cuantitativas se calcula la frecuencia, rango, media, moda, desviación estándar y el intervalo de confianza 95%, y para las variables cualitativas, la frecuencia y el intervalo de confianza de la proporción en %. Para contrastar si existen diferencias significativas (tomado como nivel de significación el valor 0,05) se aplicó la prueba t de Student para las variables cuantitativas. Para las variables cualitativas, se aplica el test de Fisher para distinguir diferencias significativas (tomando como nivel de significación el valor 0,05) y se calculó la Odd Ratio entre la presencia de factor de riesgo según sexo, ocupación y turno. Finalmente se realizó el análisis multivariante de la varianza mediante el test ANOVA, tomando como variable respuesta los años de discapacidad sobrevenida estimada y los costes de dicha discapacidad, y como variable explicativa los grupos de edad. Además, se realizó el test de Tukey cuando las diferencias han sido significativas para estudiar dichas diferenciasen grupos de dos a dos. Para dicho análisis se ha utilizado el software estadístico R (versión R 4.1.1)
Resultados
La muestra está compuesta por un total de 1.985 trabajadores correspondientes a 45 empresas de diferentes sectores de actividad que se realizaron el examen de salud en nuestro servicio a lo largo del año 2021. La edad media de la muestra se sitúa en 41,5 años (18-64 años) y una DE (±10,03), no existiendo diferencias significativas según el sector de actividad. En la tabla siguiente, podemos ver la distribución de la población según grupo de edad, sexo, sector de actividad y ocupación (Tabla 1).
Según la distribución por sexo, el 15,16% son mujeres y un 84,84% varones. Un 53,15% de los trabajadores pertenece a una empresa del sector servicios (76,56% de las mujeres y 48,65% de hombres), un 39,75 al sector industrial (20,00% en mujeres y 43,54% de los varones) y el 7,10% restante a la construcción (3,44% de mujeres y 7,81% de los varones). Respecto al trabajo a turnos que incluye turno nocturno, 320 trabajadores realizan dicha modalidad de organización del trabajo (15,16% de la muestra) (13,12% de las mujeres y un 15,56% de los hombres). Por grupos de edad, destaca que los trabajadores de 45-54 años y de 55-64 realizan turnos un 18,12% y 18,02% respectivamente. La edad mediana de los trabajadores que realizan turnos es de 44 años, frente a los 41 años de los que no realizan turnos, siendo la diferencia estadísticamente significativa (p<0,05). Respecto a la ocupación, hemos diferenciado la muestra en 2 categorías, cuello blanco para el personal de administración o técnico (31,44%) (68,12% en las mujeres y 24,38% en los hombres) y cuello azul para el personal de producción (68,56%) (24,38% de las mujeres y 75,62% de los hombres). La edad mediana de los trabajadores de cuello blanco es de 39 años, frente a los 43 años de los de cuello azul, siendo la diferencia estadísticamente significativa (p<0,05).
En la tabla siguiente, hemos realizado un análisis bivariante calculado la Odd Ratio para cada uno de los 9 factores de riesgo (probabilidad de que suceda un evento dividido por la probabilidad de que no suceda), destacando diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) para salud actual percibida según turno y ocupación, salud actual comparada con la de hace un año según sexo y turnicidad, actividad física y sexo, alimentación saludable con turno y ocupación, tabaquismo según turno y ocupación, hipertensión arterial y sexo, diabetes según sexo y turnicidad, hipercolesterolemia según sexo e IMC según sexo, turnicidad y ocupación (Tabla 2).
A continuación, para cada uno de los 9 factores de riesgo analizados, se calculó los años de discapacidad sobrevenida estimados hasta la edad de jubilación, observando diferencias significativas según características sociolaborales como el género y turnicidad (Tabla 3).
Como observamos, la inactividad física/sedentarismo y el sobrepeso/obesidad, son los factores que más peso tienen en la pérdida de ADSE, siendo las diferencias estadísticamente significativas (p<0,001).
Respecto al total de ADSE, también encontramos diferencias estadísticamente significativas según la ocupación. Así, los ADSE entre los trabajadores de cuello blanco es de 1,847 años frente a 2,405 años entre los trabajadores de cuello azul (p<0.001). (Figura 1).
Asimismo, encontramos diferencias estadísticamente significativas por grupos de edad, incrementando los ADSE conforme aumenta la edad (p<0,001) (Figura 2).
A la hora de priorizar los planes y programas de promoción de la salud en la población laboral estudiada, hemos clasificado a la misma en tres grupos según el nivel de riesgo respecto a la media de ADSE. El grupo 1, serían los trabajadores de riesgo alto (superior a la media de ADSE por encima de la media), que corresponden a 1.148 trabajadores (57.83% de la muestra), el grupo 2, de riesgo medio con 575 trabajadores (28,97%) (entre la media y un 50% inferior) y finalmente, el grupo 3 de riesgo bajo, con 262 trabajadores (13,20% (>50% inferior a la media de ADSE).
Por último, hemos estimado el coste que supondrían los ADSE según los datos del cuarto trimestre del 2021 correspondiente al coste hora y a las jornadas anuales pactadas medias. Dicho coste, incluiría los costes directos e indirectos estimados del absentismo, ausentismo, presentismo, rotación, insatisfacción, incapacidades o mortalidad prematura.
Así, el coste total de los ADSE estimados hasta la edad de jubilación, con los datos del 2021 y sin tener en cuenta la variación del IPC sucesivas, se estiman en 254.809.366€, de los que el 80,85% corresponderían a los trabajadores del grupo 1 de riesgo, mientras que este colectivo supone el 57,8% del total de la muestra. El coste medio por trabajador hasta la edad de jubilación se sitúa en 128.367,4€ (mediana 119.087,9€ y rango 0,0-416.807,6€). Encontramos diferencias significativas por sexo, turno y ocupación, siendo estadísticamente significativos mayor el coste en los varones (130.872,6€) (Figura 3), los trabajadores a turno (153.807,8€) (Figura 4) y los trabajadores de cuello azul (138.326,7€) (p<0,001) y los trabajadores del sector de la construcción (156.617€) (Figura 5). Por grupos de edad, también encontramos diferencias significativas, con un mayor coste por trabajador conforme aumenta los grupos de edad.
Discusión
Las enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares (ECV) y el cáncer son las más comunes y costosas de todos los problemas de salud, pero en gran medida se pueden prevenir. Se ha reconocido ampliamente que los estilos de vida poco saludables son los principales factores de riesgo de diversas enfermedades crónicas y muerte prematura. Adoptar un estilo de vida saludable podría reducir sustancialmente la morbimortalidad prematura y prolongar la esperanza de vida en los adultos en el lugar de trabajo. La promoción de la salud y la prevención primaria debe ser una de las principales prioridades de la política sanitaria nacional y la atención preventiva debería ser una parte indispensable del sistema de salud laboral en España.
Los principales indicadores de salud evaluados en nuestro estudio comparados con los datos de la Encuesta Europea de Salud en España (EESE2020)25, presentan algunas diferencias, ya que dicha encuesta incluye a población entre 15 y 18 años y a mayores de 65 años, mientras que nuestra población laboral tiene un rango de edad entre 18-64 años. En nuestro estudio, el 66,4% de los trabajadores refieren un estado de salud actual como muy bueno/bueno, mientras que en la encuesta EESE es del 75,5%, fundamentalmente por el buen estado de salud percibido entre el colectivo de 15-24 años (93,9%). En nuestra muestra, el porcentaje de trabajadores con hipertensión arterial se sitúa en el 13,5%, un 18,4% presentan hipercolesterolemia, el5,02% diabetes y un 55,7% presenta sobrepeso u obesidad, frente al 19,0%, el 15,3%, un 7,5% y un 53,6% respectivamente en el estudio EESE2020, en donde se incluye población mayor de 65 años.
Son diferentes los estudios que han analizado el impacto de los factores de vida saludable en las expectativas de vida en la población general por enfermedad no transmisible12,16,17,21 en los que se incluyen la obesidad, el tabaquismo, la dieta, la actividad física y el consumo de alcohol, mientras que, en nuestro estudio no hemos tenido en cuenta este último factor, ya que la infradeclaración del consumo en nuestro ámbito es generalizada.
Por otro lado, muchas de las métricas utilizadas en la bibliografía hacen referencia exclusivamente al riesgo de enfermedad cardiovascular6,14,18,19,20,22,29,30, -que suponen alrededor del 30-34,7% del total de las causas de mortalidad31 - y no a morbimortalidad por todas las causas12. Asimismo, los estudios poblacionales hacen referencia a expectativas de años libres de discapacidad respecto al total de años de esperanza de vida de la población, situándose entre 12,2 años para la mujeres y 14 años para los varones16,26, mientras que, en nuestro estudio, hemos considerado el impacto solo hasta la edad de jubilación (estimada en los 67 años) alcanzando los 5,99 años para las mujeres y 7,28 años en los varones.
Los diferentes metaanálisis revisados muestran cuantitativamente21, al igual que nuestro estudio, que el número de comportamientos de estilo de vida saludable que las personas adoptan está inversamente relacionado con el riesgo de morbimortalidad por todas las causas, lo que justifica un enfoque integral de la promoción de la salud, no centrando exclusivamente sobre un solo factor, si bien algunos estudios se centran en factores de riesgo concretos, como la relación entre sobrepeso/obesidad y la cronicidad o el absentismo26 o el impacto de la dieta saludable sobre la esperanza de vida24,27,28 con la ganancia de salud de los cambios en la dieta relacionados con la reducción de enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la mortalidad por diabetes.
Finalmente, como limitaciones de nuestro estudio señalar por un lado, que se trata de un estudio transversal, por lo que no hemos podido medir el impacto real de la adhesión mantenida a un estilo de vida saludable y su modificación en el tiempo -que se asocia a reducción del riesgo de mortalidad por todas las causas de un 66% -sino solo estimarlo de forma teórica, y de otro, que los datos han sido recopilados de la población que ha pasado reconocimiento médico laboral, que corresponde al 68% de la población cubierta en nuestro centro, lo que podría influir el sesgo del trabajador sano.
Conclusiones
Una gran parte de las condiciones de salud crónicas y de los factores de riesgo asociados pueden ser prevenidas mediante la promoción de estilos de vida saludables para la mejora de la salud de la población laboral a través de acciones dirigidas a modificar las condiciones personales, sociales, ambientales y económicas.
El cuestionario PoRT-9LSQ, puede ser utilizado en el ámbito de la medicina del trabajo para evaluar la carga de salud para grupos sociodemográficos, para evaluar pequeños cambios en la exposición de la población laboral a factores de riesgo, para identificar a personas trabajadoras vulnerables con mayores necesidades de salud, así como para medir el retorno de la inversión que suponen la reducción de los años estimados de discapacidad sobrevenida al mejorar los hábitos y estilos de vida en el tiempo.
En el análisis multivariante ANOVA, encontramos diferencias estadísticamente significativas respecto a los ADSE según factores sociodemográficos y sociolaborales como el grupo de edad, el sexo, la turnicidad, sector de actividad o grupo de ocupación (p<0,05). Los trabajadores varones, el sector de la construcción, los trabajadores con turno nocturno, los trabajadores >45 años, y los trabajadores de cuello azul aglutinan mayor número de años de discapacidad sobrevenida estimada, por lo que serían los principales grupos de riesgo a incorporar a los programas de promoción de la salud en las empresas.
La adherencia a 9 factores relacionados con el estilo de vida de bajo riesgo podría prolongar la esperanza de vida calculada para nuestra muestra hasta la edad de jubilación en 5,99 años para mujeres y 7,28 años hombres.
La elaboración de indicadores o criterios para desarrollar y evaluar el impacto de los programas de promoción de la salud en los lugares de trabajo como buenas prácticas, resulta a todas luces imprescindible, siendo el cálculo de los años de discapacidad sobrevenida estimada un indicador útil, tal como han mostrado otros autores.