Sr. Editor:
El envejecimiento de la población, el aumento de la esperanza de vida, de la pluripatología y de la carga de enfermedad, así como de la situación de dependencia y del nivel de fragilidad de los pacientes, han provocado un crecimiento de la demanda sanitaria que resulta difícil de absorber por parte de los servicios de salud. Es fundamental que se desarrollen planes y medidas con el fin de hacer frente a la cronicidad. La OMS ha previsto que las enfermedades crónicas serán la principal causa de discapacidad en 2020 y, si este problema no se aborda adecuadamente, consumirán la mayor parte de recursos de los sistemas sanitarios1.Todo ello ha hecho que se ponga en evidencia la necesidad de buscar un enfoque integrador de la Atención Primaria (AP), así como la creación de nuevos programas que se centren en la continuidad asistencial. Esto implica la utilización de una estrategia multidisciplinar mediante proyectos que mejoren la coordinación entre la Atención Primaria y la Hospitalaria.
El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM)2 trabaja desde hace años en diversos proyectos para facilitar una atención de calidad a los pacientes crónicos, optimizando los recursos disponibles. Entre ellos, destacamos el proyecto de Unidad de Continuidad Asistencial (UCAPI)3, el programa de teledermatología (DERCAM)4 o el sistema de control remoto de marcapasos5, programas todos ellos destinados a racionalizar los recursos sanitarios y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
¿Cómo afectan al paciente estos cambios?
Todas las modificaciones que se están realizando pretenden favorecer a nuestros pacientes, incrementando su independencia y control respecto al manejo de su enfermedad. Esto no implica que no se mantenga e incluso potencie la atención presencial en consulta y la adecuada relación entre el paciente y el médico de familia, pues no existe duda sobre la importancia de estas, con independencia de los avances tecnológicos utilizados.
Es función de la administración sanitaria el establecimiento de vías de comunicación entre los diferentes niveles, simplificando circuitos de comunicación, estableciendo guías conjuntas entre Atención Primaria y Hospitalaria e implementando otras medidas para mejorar la continuidad asistencial6.
Dotar al paciente y a su médico de familia de herramientas útiles para la monitorización y el control de su enfermedad y su tratamiento, así como para hacer más fluido su curso dentro del sistema asistencial, mejoraría, en teoría, la relación médico-paciente, aumentaría la capacidad resolutiva de la AP e incrementaría la eficiencia global del sistema sanitario7.
Corresponde a las organizaciones competentes y a sus responsables dotar no sólo de los medios necesarios sino de la valoración y reconocimiento que este nivel asistencial requiere. Esto implica comenzar con la herramienta más básica y fundamental de la que dispone el médico de familia, que no es otra que el tiempo suficiente para una consulta clínica digna y de calidad. A partir de aquí, de un modo ágil y eficaz se debe asegurar el acceso a todas las tecnologías sanitarias y, posteriormente, organizar la coordinación con el resto del sistema asistencial, respetando en todo momento el ámbito de actuación de cada especialista.