Después de muchos años como paciente y como coach de pacientes, me doy cuenta de que la historia se repite una y otra vez. Sí, ya sé que no se debe generalizar, que hay sanitarios que trabajan de otra manera. Pero puedo decir que aún vivimos en un momento donde el paciente sigue saliendo de consulta con muchas dudas y, además, sin sentirse escuchado del todo.
Si algo he aprendido como copywriter, es la importancia de utilizar las palabras más sencillas para hacernos entender. El ejemplo que siempre utilizamos es que, si el 95% de tu público objetivo no entiende ese tecnicismo, no lo uses. Y en consulta seguimos viendo cómo al paciente se les da los diagnósticos o se les explica su situación desde el idioma médico, el cual solo entiende aquel que haya dedicado unos 6 años a estudiar la carrera más los 4 años de residencia.
Es decir, el 5% de los pacientes que pasan por consulta te entenderán, y el resto se irán a casa, abrirán el ordenador y buscarán en internet. Y ahí pueden encontrar dos cosas: o muy buena información, o no tan buena, haciendo que su salud pueda peligrar bastante.
Porque no hay que demonizar a Google por existir. Quizás a los pacientes no les haría falta acudir tanto a este buscador si sus dudas quedasen resueltas en consulta. Sociológicamente la postura de médicos, farmacéuticos, arquitectos, e incluso, personas que se dedican al marketing y que solo utilizan anglicismos, siempre se ha visto marcada por la cantidad de palabros que poseen para definir aquello con lo que trabajan. Y al final, eso solo marca el estatus del profesional sobre el cliente, o en este caso, paciente. Primero, explico utilizando tecnicismos, luego cuando vea que tienes cara de no haberte enterado de nada, te lo explico con un lenguaje simple y cercano.
Y yo me pregunto, ¿para qué? En realidad, no es necesario y sería mucho más fácil si desde el principio el paciente entendiese a la perfección qué se le está diciendo.
De esta manera crearíamos unos pacientes más activos, empoderados y con ganas de preguntar y saber sobre su enfermedad. Porque al final, este paternalismo sanitario no ayuda a que el paciente quiera cuidarse y manejar su patología apoyándose exclusivamente en su médico o farmacéutico. Y es lógico… ¿Quién se queda tranquilo con algo que no ha entendido? Ya te lo digo yo: nadie.
Lo que un paciente quiere es conocer qué le pasa, controlar en la medida de lo posible su salud y poder ponerle solución o prevenir una futura patología. No hay más. Solo buscan el bienestar con su cuerpo y su mente. Porque no olvidemos esto último, ella es la que no entiende y la que hace que actúes poniendo en el buscador: Remedios para la Fibrosis Quística.
A mí me ha pasado. Llevo 6 años en Instagram como @bonolalafq y no puedo decir exactamente el número de pacientes que me han mandado un mensaje privado, no solo para contarme su historia, sino para preguntarme dudas médicas o para valorar o interpretar resultados de pruebas. Ahí es cuando yo me pregunto qué se está haciendo mal para que tantas personas recurran a mí con esta desesperación. Yo, una paciente sin estudios en medicina, que solo habla desde su experiencia. Quizás les genero confianza y por eso me preguntan a mí, y no a su médico o farmacéutico. Yo utilizo un lenguaje para tontos. Y lo digo así, porque es como a mí me gusta que me expliquen las cosas. Yo necesito entender, no que los demás sepan que entiendo. Son dos cosas diferentes y en la segunda solo alimentaría a mi ego.
Por eso creo en la importancia de romper con ese paternalismo, de hablar, de explicar, de escuchar al paciente. Porque eso es otro punto importante, el no tratarnos a todos por igual, porque por suerte o por desgracia, no lo somos. Cada uno tiene unos síntomas, lo vive de una manera determinada, nace en un entorno socio-económico específico… Y no digo que el médico o farmacéutico tenga que hacer un estudio sociológico del paciente antes de entrar a consulta. Pero sí que sea más humano, más cercano y que entienda que a quién tiene delante es a un paciente que siente miedo porque no sabe lo que le pasa y no puede controlar su cuerpo y sus síntomas.
Y todo esto, no solo tendría resultados en el paciente. También se podría ver reflejado en el porcentaje de inversión necesaria en seguridad social. Un paciente que conoce, que se informa y se empodera, es un paciente que no colapsa urgencias por cualquier motivo o que no enferma constantemente porque sabe qué tiene que comer o cómo, cuándo y porqué debe tomarse la medicación. Que se dedica tiempo a sí mismo, que acude a ayuda psicológica, que descansa…
Al final los beneficios son muchos y la responsabilidad no cae sobre el profesional sanitario de manera exclusiva. Se reparte el compromiso. El profesional explica y comprende al paciente a nivel holístico. El paciente actúa, se cuida y confía en la palabra del sanitario sin necesidad de buscar en fuentes que le pueden hacer peligrar su vida. Aunque podría continuar hablando de la necesidad de que ese personal sanitario esté en internet proporcionando información verídica para que los pacientes, a la hora de consultar, no caigan en las manos de bulos o información errónea. Pero eso daría para otro editorial.
Por eso soy fiel defensora de que el paternalismo no ayuda, pero en nada. Ni en los profesionales sanitarios, ni en mí como copywriter. Saber explicar y simplificar un mensaje no es más que acercarnos al otro y hacernos entender. Y no por eso perder la profesionalidad o el estatus como tal. De esta manera todos estarán contentos y conseguirán aquello que buscaban: mejorar su salud.