INTRODUCCIÓN
Una úlcera corneal es una lesión en la córnea que requiere una intervención oportuna, representa una amenaza para la función visual, por lo tanto, podemos considerar una urgencia oftalmológica.
La prevalencia varía dependiendo de la zona geográfica, probablemente debido a las diferencias étnicas, territoriales o socioeconómicas. Posee una incidencia de 1,5-2 millones de casos a nivel mundial1. Su etiología es muy variada: traumatismos, síndrome Sjorgen, etc. aunque la causa principal es de tipo infeccioso (bacterianas, virales y micóticas).
Los principales síntomas son: dolor, enrojecimiento ocular y fotofobia. En cuanto al tratamiento, dependerá del agente causal. Se debe iniciar cuanto antes para no acarrear importantes daños y/o secuelas; por lo que es considerada una urgencia2.
A continuación se expondrá un caso clínico de una úlcera corneal complicada debido a una infección fúngica, se relata la clínica y los tratamientos que se llevaron a cabo. Se escogió este caso debido a la alta incidencia de este tipo de patología.
DESCRIPCIÓN CASO CLÍNICO
Mujer de 42 años de edad que acudió al Servicio de Urgencias de su Hospital por dolor intenso en el ojo derecho sin pérdida de agudeza visual. Tras la exploración se observó un eritema en el párpado superior con cierta irritación, por lo que se diagnosticó como conjuntivitis aguda. El tratamiento fue una gota de colirio de tobramicina 0,3% cada 8 horas hasta remisión de síntomas, procediendo con alta médica.
Al mes siguiente, volvió a Urgencias debido a un enrojecimiento del ojo derecho, sin fiebre y sin signos sépticos. Tras una exploración con lámpara de hendidura, se utilizó un colirio de fluoresceína 20 mg/ml para diagnosticar irregularidades en la córnea (Figura 1). Se observó la presencia de al menos 8 dendritas, hallazgo que indica la presencia de una queratitis herpética. Se pautó como tratamiento pomada oftálmica de aciclovir 30 mg/g, una aplicación cada 5 horas. Se citó a la paciente al día siguiente en la consulta externa de oftalmología para una valoración más detallada.
En la consulta se solicitó una analítica completa, con un hemograma normal y una serología: negativa para Treponema Pallidum. Se realizó la técnica de enzimoinmunoanálisis para detectar virus herpes simple con resultado negativo. Se realizó la técnica inmunoensayo quimioluminimétrico para virus hepatitis B, virus inmunodeficiencia humana y toxoplasma gondii con resultado negativo.
Al finalizar el mes de tratamiento, acudió a la consulta del Servicio de Oftalmología por una uveítis secundaria. Se pautó 1 gota de colirio tobramicina 3 mg/ml con dexametasona 1 mg/ml y de colirio ciclopentolato 5 mg/ml cada 6 horas.
A la semana siguiente, aún con clínica se optó por un tratamiento más agresivo: cefuroxima 1mg/0,2ml inyección intracamerular y colirio de anfotericina B 0,5% en quirófano. Como mantenimiento, la aplicación de una gota de colirio tobramicina 3 mg/ml y colirio voriconazol 10 mg/ml cada 4 horas, preparados por el Servicio de Farmacia en una cabina de flujo laminar horizontal manteniendo una esterilidad en todo momento3,4. Figura 2.
Tras varias semanas sin mejora, fue necesario su ingreso para una vigilancia más estrecha e intensificar el tratamiento con medicamentos de amplio espectro: posaconazol 100mg/12h intravenoso, lagrimas artificales a demanda, povidona yodada 10%/12horas, 1 gota/hora colirio natamicina 5%, 1 gota/2 horas clorhexidina 0,02% y 1 gota/2 horas anfotericina 0,5% fórmulas magistrales preaparadas por el Servicio Farmacia5. Figura 2.
Tras una leve mejoría ocular, se detecta en un cultivo hifas hialinas características de las infección por Fusarium. Con este hallazgo y una mala tolerancia de la paciente a natamicina se cambió a colirio voriconazol 10 mg/ml y colirios reforzados vancomicina 50 mg/ml y ceftazidima 50 mg/ml, preparados por el Servicio Farmacia5.
A los 10 días de tratamiento, se observó una disminución de la úlcera pero aún perforada, sin hipopion. Se solicitó al Servicio de Farmacia la preparación de colirio de anfotericina B 0,5% como tratamiento de mantenimiento durante un mes, se colocó una membrana amniótica para resolver la perforación corneal y favorecer cicatrización de la úlcera.
Los días posteriores a la cirugía la paciente presentó mejoría clínica hasta que se procedió al alta hospitalaria, con una cita de revisión.
CONCLUSIÓN
La presencia de este tipo de complicaciones debido a infecciones oculares es muy frecuente a diario en las consultas, pero con un abordaje multidisciplinar de los Servicios de Oftalmología y Farmacia es posible un tratamiento adecuado para evitar posibles agravamientos tanto a nivel ocular como incluso sistémico.