Existe extensa bibliografía sobre la utilización de casos clínicos para la enseñanza de la medicina como parte del aprendizaje basado en problemas [1,2].
La rotación por cirugía de la práctica final obligatoria en nuestra facultad es la etapa final de la carrera de Medicina, donde se enfatiza el ‘saber hacer’ y donde el estudiante termina de adquirir competencias inherentes al abordaje del paciente quirúrgico [3].
La pandemia por COVID-19 nos obligó, ante la imposibilidad de realizar actividades presenciales, a generar actividades virtuales para suplir aquéllas.
Teniendo en cuenta la propuesta del uso de herramientas virtuales, de la implementación del aprendizaje basado en problemas y de la necesidad de interacción virtual con docentes en tiempo real (debiendo éstos vencer la resistencia al uso de nuevas tecnologías) [4], desarrollamos una actividad, junto con el Departamento de Educación Mediada por Tecnología, para alumnos que cursan cirugía en la práctica final obligatoria [5].
Se realizaron ocho reuniones virtuales sincrónicas (a través de plataforma Zoom) de dos horas de duración, con la presentación de un caso clínico quirúrgico por reunión (presentación, resolución y desenlace en el mismo encuentro). Cursaron un total de 85 estudiantes, divididos en dos grupos (37 en la primera mitad y 48 en la segunda mitad de 2020).
El uso de casos clínicos permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos en el contexto real de la práctica clínica profesional y usar sus habilidades analíticas y de observación, escucha, diagnóstico y toma de decisiones [1].
Siguiendo a Kim et al [2], nos planteamos cuál debía ser la mejor forma de presentar el caso clínico. Según ellos, los atributos que debe tener una presentación de caso clínico son: que sea relevante, que tenga realismo, que sea atractiva y que plantee un desafío, para llegar a ser instructiva. A su vez, desarrollan para cada uno de esos atributos distintas estructuras y contenidos, y hacen consideraciones sobre el proceso de construcción del conocimiento, la evaluación, la retroalimentación y el material didáctico.
Ya precisada la población destino (estudiantes avanzados de la carrera), definimos el objetivo de la actividad: enfrentar al estudiante a una situación clínica real, obligándolo a tomar conciencia de sus fortalezas y debilidades con respecto al abordaje inicial del paciente, el uso de métodos complementarios de diagnóstico, y las habilidades para llegar a un diagnóstico correcto y para indicar una conducta terapéutica adecuada.
El caso clínico presentado en cada reunión fue un caso quirúrgico real, con datos auténticos (paciente recibido, estudiado y resuelto por el cirujano docente). Cada caso fue debidamente contextualizado (asistencia en la sala de emergencias, en la unidad de terapia intensiva o en consulta externa). Usamos presentaciones de diapositivas como soporte visual, además de archivos de sonido y vídeos cuando la situación lo requirió.
Los datos del caso clínico se fueron proporcionando a partir de la solicitud de los estudiantes (exposición gradual). El docente estimuló (en tiempo real) la búsqueda de información a fin de simular un interrogatorio, mantener el interés del alumno y asistirlo en la interpretación e integración de los datos. Si bien se usaron algunos distractores, se evitó abusar de ellos a fin de no confundir al alumnado. Asimismo, en algunas oportunidades se ocultaron datos o se alteró su cronología, para generar situaciones desafiantes para el intelecto de los cursantes.
Para generar más realismo, en algunos de los casos se incorporaron diferentes miradas o perspectivas según las especialidades médicas intervinientes (emergentólogos, intensivistas, médicos clínicos o médicos que derivan) y también la postura de los familiares del paciente atendido (lo que agregaba una cuota de dramatismo a la situación planteada).
Se mostró permanentemente el desenlace de las respuestas construidas por los estudiantes cuando éstas no eran las adecuadas (por ejemplo, tratar de forma ambulatoria a un paciente que debería haber sido intervenido quirúrgicamente).
Se eligieron cuadros sindrómicos de relativa frecuencia en la práctica asistencial del cirujano general de nuestra región (hemorragia digestiva baja, quiste hidatídico hepático, tumor del apéndice cecal, abdomen agudo isquémico, oclusión intestinal, abdomen agudo inflamatorio, trauma abdominal cerrado y absceso perianal). De manera asincrónica, se proporcionó bibliografía complementaria para profundizar en los temas tratados en la plataforma virtual de la Facultad de Ciencias Médicas.
Al final de la actividad se les solicitó a los alumnos que evaluaran cuestiones relacionadas con la metodología utilizada respondiendo una encuesta semiabierta, anónima y voluntaria. La respuesta fue del 100% (85). Sus respuestas fueron las siguientes: ‘Utilidad del curso’: muy útil, 81,2%; útil, 18,8%. ‘Rol orientador del docente’: muy bueno, 92,9%; bueno, 7,1%. ‘Calidad estética de las presentaciones (presentación con diapositivas, archivos de sonido, vídeos)’: muy buena, 82,4%; buena, 16,5%. ‘Manejo de la plataforma Zoom por parte del docente’: muy bueno, 89,4%; bueno, 9,4%. ‘Temas elegidos (cuadros sindrómicos)’: muy bien elegidos, 54,1%; bien elegidos, 43,5%. ‘Conocimiento del docente de los temas desarrollados (componente científico-técnico)’: domina ampliamente los temas expuestos, 89,4%; domina los temas expuestos, 10,6%. ‘Actitudes del docente a cargo (componente pedagógico didáctico, estrategias y métodos de enseñanza)’: se desempeña muy bien como docente, 88,2%; se desempeña bien como docente, 11,8%. ‘Manejo general de las nuevas tecnologías utilizadas por el docente’: muy bueno, 85,9%; bueno, 12,9%.
Con opción a respuesta abierta, se interrogó sobre las debilidades del curso. Si bien surgieron situaciones que se deberían mejorar (problemas de conectividad y de equipamiento -lo que coincide con Bernal Escoto [6]- y el inconveniente de un elevado número de alumnos por reunión), ninguna de las objeciones estuvo relacionada con la modalidad y la estructura elegida para la presentación del caso clínico.
Se consultó, además, sobre la autopercepción de los estudiantes de sus habilidades para el abordaje inicial del paciente, para el uso de estudios complementarios, para llegar a un correcto diagnóstico y para indicar y defender racionalmente una conducta terapéutica inmediatamente finalizada la discusión de cada caso y los resultados fueron, en general, alentadores. Estos resultados serán motivo de otra comunicación.
No existe una forma única de presentar un caso clínico. Esta metodología debe adaptarse según el marco de referencia [2], y son fundamentales los objetivos perseguidos y el nivel de formación de los destinatarios. Adquiere especial relevancia el papel orientador del docente. Además, en este caso puntual, debimos lograr adaptar esta actividad efectivamente a la virtualidad. La manera propuesta de llevar a cabo este curso logró un elevado nivel de aceptación en nuestros estudiantes.