La realización de eventos científicos estudiantiles en Cuba ha sido durante mucho tiempo la manera que han tenido los estudiantes de pregrado de reunirse y presentar los resultados de sus investigaciones.

La calidad de estos eventos nunca fue cuestionable, debido a que en su totalidad eran presenciales y los procesos se realizaban de la manera más transparente posible, además de mencionar que la cantidad de eventos era restringida y cada universidad médica llevaba consigo la realización de un evento propio, auténtico y de una ciencia estricta que no era igual a ningún otro evento de otra universidad cubana.

La llegada de la COVID-19 al territorio nacional provocó múltiples transformaciones que involucraron diferentes esferas, dentro de las cuales la científica desempeñó un papel medular. Disímiles fueron las afectaciones causadas en este sentido, pero, sin duda alguna, la reducción significativa del número de eventos presenciales planificados para el período comprendido entre 2020 y 2021 tuvo un impacto negativo en el fortalecimiento y el desarrollo científico estudiantiles tanto a corto como a largo plazo, situación que motivó la búsqueda de alternativas factibles para contribuir al intercambio del movimiento investigador de diferentes latitudes nacionales y foráneas. Se potenció así una modalidad que, aunque en el resto del mundo no era una novedad, para los jóvenes investigadores cubanos constituía una llamativa opción: la virtualización científica. Referente a lo mencionado, el número de eventos presenciales se redujo a 0, producto de la crisis sanitaria provocada por el nuevo coronavirus; sin embargo, los eventos virtuales fueron adquiriendo mayor popularidad con el paso del tiempo y lograron destacar por la diversidad de temáticas que abordaban y por su número.

Esta nueva práctica dotaba al participante de múltiples beneficios, ya que, desde la comodidad de su hogar y a través de cualquier dispositivo con conexión a internet, podía acceder a un volumen de información considerable y de igual forma intercambiar con otros investigadores los resultados de sus estudios; pero tan alta fue la incidencia e impacto de eventos estudiantiles en modalidad virtual realizados que resulta oportuno plantear la siguiente pregunta: ¿cuál ha sido el grado de preparación, arbitraje y calidad con los que se han concebido estos espacios?

Al igual que los eventos presenciales, los virtuales cuentan con un comité científico responsable de aceptar o rechazar las ponencias propuestas por los autores, y reside dentro de las obligaciones de este comité velar por que dichas ponencias cumplan con los pilares básicos de la investigación científica, que son los mismos que deben estar concebidos dentro de las normas de presentación exigidas por el evento.

El Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud, a través de sus respectivos consejos provinciales, es el encargado de coordinar, asesorar y controlar las actividades científicas que se desarrollen en el sector de la salud. Los capítulos provinciales de las diferentes sociedades interesados en efectuar un evento virtual de alcance territorial, nacional o internacional deben contar con la aprobación de la sociedad a la que pertenecen y su propuesta ha de ser evaluada por la comisión de eventos subordinada a los consejos científicos provinciales [¹]; sin embargo, ¿realmente se respetan y cumplen estos pasos previos a la realización de los eventos? ¿Desempeña la universidad de ciencias médicas el papel rector que le corresponde a la hora de controlar el trabajo de la comisión científica del evento a través de los mecanismos que posee para ello?

Son interrogantes que ponen en jaque la factibilidad de la virtualización de estos espacios. Si bien es cierto que la era digital ha llegado para facilitar el desarrollo y el progreso, existen aristas que no pueden descuidarse y aún menos subestimarse, pues, cuando se trata de la ciencia, todo adquiere un carácter más circunspecto. Es responsabilidad de las direcciones de ciencia tecnología e innovación de las universidades médicas, junto con los especialistas de los centros de información, fomentar en los estudiantes de pre- y posgrado la realización de una ciencia sana, auténtica e innovadora, libre de fraude y con el objeto de aportar en lugar de sustraer.