Sr. director:
Hemos leído con interés la Guía de la exploración venosa de los miembros inferiores del CDV de la SEACV (1) , cuyo objetivo principal, es repasar la terminología anatómica y la exploración venosa “tipo”, ambos conceptos ya bien establecidos desde la publicación del documento de consenso de la Unión Internacional de Flebología en el año 2006 (2,3). Celebramos la incorporación del estudio venoso abdominal necesario en general y particularmente en la insuficiencia venosa pélvica.
La carta que escribimos viene motivada por el hecho de que un cirujano vascular no debería limitarse a realizar una descripción de los hallazgos anatómicos, puesto que sin la correspondiente interpretación hemodinámica adjunta no tienen mayor significado. ¿De qué nos vale saber el nombre propio o anatómico de una vena perforante sin saber si se trata de un punto de fuga, un punto de entrada o de reentrada? Y para poder interpretarla deberíamos conocer el desarrollo de los shunts veno-venosos y las maniobras que desencadenan su activación. Por otra parte, se echa de menos una sistematización de la compleja anatomía venosa, estableciendo el carácter arboriforme de la circulación venosa profunda y reticular de la circulación venosa superficial (redes venosas).
Sin querer entrar en puntualizar la Guía, el comentario de la página 27 “el establecimiento de la direccionalidad es el principal argumento para hablar de reflujo e introducir el concepto de insuficiencia venosa” nos parece una reducción a la simplicidad que no deberíamos promocionar por escrito. Por mencionar dos situaciones concretas: los shunts veno-venosos vicariantes, establecidos con frecuencia en una situación de trombosis venosa profunda tienen como parcicularidad la dirección de flujo centrípeta, y es evidente que se desarrollan en una situación de insuficiencia venosa aguda. Por otra parte, una vena safena cuyo reflujo no se origine en un punto de fuga, con drenaje diastólico al sistema venoso profundo por perforante de entrada (shunt veno-venoso tipo 0 [4]) no comporta insuficiencia venosa. Es decir, puede existir insuficiencia venosa sin reflujo y reflujo sin insuficiencia venosa.
Otro de los aspectos controvertidos de la Guía que induce a una cierta confusión, es mezclar, el motivo por el cual se realiza. No es lo mismo el diagnóstico de una trombosis venosa profunda que el de una insuficiencia venosa crónica. La posición del paciente y el protocolo de la exploración son distintos. Sí creemos, al contrario que los autores, que el estudio del flujo en la TVP aguda y posflebítica tiene interés.
Finalmente, un aspecto a considerar es el valor de la respuesta a las maniobras de compresión y descompresión manuales. Si bien son útiles en el diagnóstico de la trombosis venosa profunda (onda A), debemos considerar su valor limitado en el caso de la circulación venosa superficial por inducir sobre la misma falsos fenómenos de bomba. Ello es importante en la evaluación de las varices posflebíticas, y es preferible en estos casos la utilización de la maniobra de Paraná.