El tratamiento quirúrgico de las infecciones aórticas es un desafío muy importante para el cirujano vascular. Aunque las revascularizaciones pueden hacerse in situ o extraanatómicas y con diversos materiales (venas profundas autólogas, homoinjertos criopreservados, dacrón impregnado en plata o en rifampicina, etc.), estas cirugías comportan un grave riesgo para el paciente. Uno de los grandes retos es la disponibilidad de material sustitutivo adecuado, especialmente en las reconstrucciones aórticas in situ, que es la modalidad preferida siempre que sea posible y el grado de infección lo permita.
Recientemente se han publicado experiencias con el uso de xenoinjertos (tubos de pericardio bovino o injertos biosintéticos de Omniflow) (1-3) y hay grupos quirúrgicos en nuestro país que los han empleado con resultados satisfactorios. En particular, la alta resistencia a la infección del pericardio bovino combinado con la alta permeabilidad y las bajas tasas de reintervención lo convierten en un buen material sustitutivo, si bien su aplicación requiere de un segundo equipo quirúrgico que se dedique a la preparación tubular del material.
Otra alternativa, en caso de revascularización de ramas arteriales, es el injerto de Omniflow constituido por una matriz de colágeno sobre una malla de poliéster. Aunque este material también se ha propuesto para áreas contaminadas, la resistencia bacteriana in vitro de este material no está exenta de colonizaciones (4), si bien ha mostrado una buena resistencia a la infección.
En esta nota técnica se muestra el diseño de una prótesis bifurcada con dos injertos de Omniflow para la colocación en el sector aortoilíaco y se acompaña de algunas imágenes que pueden ayudar a su diseño (Figs. 1 -5). No obstante, son necesarios resultados sólidos a largo plazo que se publiquen antes de recomendar su uso generalizado.