Sr. Editor:
Recientemente hemos leído con gran interés el artículo titulado "Características maternas e infantiles asociadas a obesidad en lactantes menores de un año de edad del norte de México" 1 de autoría de Cárdenas Villareal y cols., el cual consideramos que brinda un aporte importante al conocimiento y la epidemiología de la obesidad en población infantil. El estudio reporta resultados de la percepción de las madres sobre el estado nutricional de sus hijos. Sin embargo, Duarte y cols., en un estudio previo, reportaron que las madres no son capaces de reconocer si su hijo presenta sobrepeso u obesidad e incluso tienden a subestimar el peso 2, y que factores como el bajo nivel educativo y el sobrepeso de las madres incrementan casi tres veces la probabilidad de no reconocer que el niño presenta exceso de peso 2.
Con esta base, nos gustaría comentar algunos aspectos del estudio de Cárdenas Villareal y cols. y proporcionar algunas recomendaciones para estudios futuros sobre la prevención de obesidad en el lactante.
En primer lugar, en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2016, las prevalencias de sobrepeso y obesidad en niñas y niños menores de cinco años fueron del 5,8% y 6,5%, respectivamente 3, comparado con los de la ENSANUT 2012, donde se reportó el 9,7% y el 9,9%. Sin embargo, a pesar de la reducción, no deja de lado las repercusiones a futuro que puede tener en la etapa adulta, aspectos que el estudio no aborda ni discute.
En segundo lugar, el estudio hace uso del cuestionario de recordatorio de 24 horas donde se detalla el consumo de alimentos del día anterior, pero este no debe aplicarse a estudios como el presentado. Una aproximación más exacta requiere de al menos dos recordatorios de 24 horas para que la variabilidad por día sea controlada 4. Finalmente, en este estudio no se ha tomado en consideración la lista de los grupos de alimentos más relevantes que las madres incluyen, ya sea como alimentación complementaria durante los primeros seis meses o en adelante.
Una recomendación para este tipo de estudios es la utilización del cuestionario de comportamiento de alimentación del bebé (BEBQ, por sus siglas en ingles), que comprende 18 preguntas con una escala tipo Likert. Este instrumento ha permitido que en cierta forma las madres perciban mejor las señales de apetito en el niño. A pesar de que el estudio Cárdenas no fue representativo (40 diadas), se sugiere que este se realice en grupos de mayor escala para, así, mejorar sus estimaciones sobre la percepción por parte de las madres 5.
Finalmente, creemos que lo expuesto anteriormente posibilita la implementación de estrategias de prevención en las madres frente a las conductas alimentarias del niño para evitar la subalimentación o la sobrealimentación.