INTRODUCCIÓN
A lo largo de las últimas décadas se han realizado numerosos estudios científicos centrados en evaluar la relación entre los hábitos alimentarios y la salud en diferentes colectivos de edad (1,2). Las evidencias científicas muestran que adoptar unos hábitos alimentarios sanos y equilibrados ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como distintas enfermedades no transmisibles y enfermedades crónicas-degenerativas tales como la diabetes, la hipercolesterolemia, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer (3,4).
El cáncer es la segunda enfermedad con más prevalencias (29,5 %), por detrás de las enfermedades cardiovasculares (33,7 %) (5). Se considera que entre el 29,3 y el 40,6 % de la incidencia de cáncer podría ser prevenible con medidas relacionadas con la dieta, el control del peso y la actividad física (6).
En términos generales, la nutrición y el cáncer guardan una estrecha relación desde el punto de vista causal y en la prevención, así como en la tolerancia al tratamiento oncológico y en la supervivencia. Por tanto, la nutrición, como determinante de la composición corporal y del crecimiento, influye en el riesgo de cáncer directamente debido a carcinógenos en los alimentos o indirectamente por la respuesta hormonal y metabólica al crecimiento y la obesidad (7). Concretamente, las dietas con alta densidad calórica y con una elevada proporción de carnes procesadas, alimentos refinados, grasas y alcohol muestran una asociación directa con el incremento del riesgo de desarrollar cáncer de mama, próstata y colon, entre otros. Todo ello, debido principalmente a la acumulación excesiva de grasa corporal, lo cual conduce a una inflamación crónica que causa daño al ADN, originándose así el desarrollo del cáncer (8,9). Algunos autores sugieren que una alimentación rica en frutas y verduras, fibra y antioxidantes muestra una clara relación con una disminución de riesgo de padecer cáncer (10). Sin embargo, no se ha hallado ninguna revisión sistemática que contenga todas las evidencias hasta el momento (11,12).
En concreto, el modelo de dieta mediterránea se caracteriza por un elevado consumo de verduras, hortalizas, legumbres, cereales de grano entero, frutas, frutos secos y una elevada ingesta de aceite de oliva. También se caracteriza por un consumo moderado de pescado, de productos lácteos (quesos y yogures), de bajo consumo de carnes y derivados cárnicos y de un consumo moderado de vino tino durante las comidas (13). Numerosos estudios epidemiológicos evidencian que la dieta mediterránea tiene una influencia beneficiosa sobre la salud y la longevidad, además de un papel favorable en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, mortalidad general y de varios tipos de cáncer. Todo ello se debe a su elevado contenido en antioxidantes, fibra y ácidos grasos poliinsaturados (AGP), los cuales presentan acción antiinflamatoria y antipoptótica, reduciendo el riesgo de sufrir cáncer (14,15).
Por todo lo anteriormente comentado, el objetivo de este trabajo consiste en realizar una revisión bibliográfica de los estudios científicos que centren su investigación en conocer la relación entre el consumo de determinados grupos de alimentos y su función en el aumento y/o la prevención del riesgo de aparición de diversos tipos de cáncer.
MATERIAL Y MÉTODOS
ESTRATEGIA DE BÚSQUEDA
Para la obtención de los documentos se realizaron búsquedas electrónicas en las bases de datos internacionales PubMed, Scopus y Nutrition Reference durante los meses de febrero, marzo y abril de 2017. Las estrategias de búsqueda fueron elaboradas con objeto de encontrar estudios relacionados con el consumo de alimentos o grupos de alimentos y su función en la prevención y/o aumento del riesgo de diversos tipos de cáncer. Dicha estrategia de búsqueda se centró en la combinación de las siguientes palabras clave: neoplasms, cancer, feeding behaviory food habits. Con el objetivo de aumentar la sensibilidad de la estrategia de búsqueda, se realizó una búsqueda usando los tesauros de cada base de datos seleccionada y las palabras clave (en título y abstract) asociados a los términos de búsqueda (Fig. 1).
Para cada uno de los artículos seleccionados se llevó a cabo el programa de lectura CASPe con objeto de analizar de una forma más crítica la evidencia clínica. Las búsquedas electrónicas fueron completadas con búsquedas manuales en revistas internacionales con respecto a su relevancia y frecuencia de publicación. Los abstractsde congresos y la literatura gris fueron excluidos.
CRITERIOS DE INCLUSIÓN
Todos los artículos originales que tenían como objetivo evaluar la influencia de la ingesta de alimentos o grupos de alimentos sobre el desarrollo y/o prevención de los diversos tipos de cáncer en personas mayores de 19 años de edad y escritos en español o inglés fueron incluidos.
CRITERIOS DE EXCLUSIÓN
Se excluyeron aquellos estudios que trataban sobre enfermedades crónicas-degenerativas, estudios con población que hubiera sufrido cáncer, estudios referidos a la lactancia materna, niños, embarazo y/o acciones farmacológicas y muestras aisladas, es decir, aquellos cuya evidencia sobre el determinado grupo de alimentos no sea suficiente como para poder analizarlo e incluirlo en nuestro estudio.
SELECCIÓN DE ESTUDIOS
A través del programa de lectura crítica CASPe se selecionaron aquellos estudios cuyos resultados eran válidos para nuestro objetivo general del estudio. Para ello, dos miembros del equipo investigador (EC y AZ), previamente entrenados para ello, seleccionaron todos aquellos artículos que cumplían con los criterios de inclusión a través de la lectura de los abstracts. En caso de desacuerdo, la decisión se consensuó con el resto de miembros del equipo con la lectura del texto completo. Se procedió a una lectura crítica de los resultados y de sus intervalos de confianza para conocer si dichos resultados eran aplicables a nuestro medio.
EXTRACCIÓN DE LOS DATOS
La extracción de la información la realizaron los mismos investigadores que llevaron a cabo la selección de los artículos originales (EC y AZ). La información extraída se dividió en dos bloques: un primer bloque referido al alimento o grupo de alimentos que se relacionan con el aumento del riesgo de incidencia de cáncer y un segundo bloque referido al alimento o grupo de alimentos que se relacionan con una acción protectora frente al desarrollo del cáncer humano.
Dentro del segundo bloque, los artículos referidos a la dieta mediterránea se clasifican a su vez en cuatro grupos en función de la zona del organismo afectada: la zona del tracto digestivo, del tracto respiratorio, de etiología hormonal y del tracto urinario. Las tablas de síntesis han sido elaboradas a partir de la siguiente información: diseño del estudio, tamaño muestral, rango de edad, alimento/subtipo de alimento, frecuencia/cantidad de consumo, riesgo de cáncer (IC 95 %), resultados finales y otros datos de interés. Dichas tablas recogen la información más relevante de cada uno de los estudios seleccionados, agrupados en cada uno de los bloques previamente mencionados.
RESULTADOS
Tras aplicar los criterios de inclusión, se obtuvieron 2.407 estudios publicados entre 2007 y 2017. Posteriormente, tras leer título y abstractde los mismos se pudo concluir que 1.890 de los 2.407 estudios no cumplían con los criterios de exclusión. Las razones por las que fueron excluidos los 1.890 artículos fueron las siguientes: tratan sobre enfermedades crónicas y cardiovasculares (183); tratan de individuos supervivientes a la enfermedad (194); tratan de lactancia materna, parto y embarazo (230); tratan sobre acciones farmacológicas (188); abordan los temas relacionados con el síndrome de ovario poliquístico (PCOS), los cuales, no son considerados en nuestro estudio (202), no se dispone de acceso a la información del artículo (21); y no se asocian con el objetivo del estudio (872).
De los 517 artículos restantes se encontraron 54 duplicados, por lo que fueron eliminados. Finalmente, de los 463 artículos restantes quedaron excluidos tras leer el texto completo aquellos documentos que trataron muestras aisladas.
Por lo tanto, los estudios incluidos en esta revisión sistemática a través de la búsqueda electrónica fueron un total de 104 artículos. La estrategia de búsqueda se detalla gráficamente en la figura 2.
ALIMENTO O GRUPO DE ALIMENTOS Y AUMENTO DE RIESGO DE CÁNCER
Carnes rojas y cáncer colorrectal
En la tabla 1se muestran los estudios referidos a la carne roja y su asociación con el cáncer colorrectal. Se analizaron un total de 19 estudios (16,18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34-35), de los cuales diez reportaron una asociación positiva (16,20,21,23,25,26,28,30,32,34) mientras que otros seis (18,22,24,27,31,35) no encontraron asociación estadísticamente significativa entre la ingesta total de carne roja y el riesgo de padecer cáncer de colon. Por otro lado, tres estudios analizados no muestran asociación significativa entre la carne roja y el riesgo de padecer cáncer colorrectal; sin embargo, sí hallan asociación entre los subproductos derivados de la carne como la carne picada (OR 2,07; 95 % CI 1,37-3,15) (33), el cerdo y el cordero (RR 1,63; 95 % CI 1,11-2,39 y RR 1,35; 95 % CI 1,07-1,71 respectivamente) (19) y la carne procesada (RR 1,45; 95 % CI 1,12-1,89) (29).
BEBIDAS ALCOHÓLICAS Y CÁNCER DE HÍGADO
En la tabla 2se muestran los estudios referidos a las bebidas alcohólicas y su asociación con el cáncer de hígado. Para ello, se analizaron un total de ocho estudios (36 37 38 39 40 41 42-43), de los cuales siete reportaron una asociación positiva (36,37,39 40 41 42-43) mientras que solamente uno de los estudios analizados (OR 1,77; 95 % CI 0,73-4,27) no encontró asociación estadísticamente significativa entre el consumo elevado de bebidas alcohólicas y el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular (38).
PRODUCTOS LÁCTEOS Y CÁNCER DE OVARIO
En la tabla 3se muestran los estudios referidos a los productos lácteos y su asociación con el cáncer de ovario. Se analizaron un total de once estudios (44 45 46 47 48 49 50 51 52 53-54). De ellos, seis concluyeron que no existe una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de productos lácteos y el riesgo de aparición de cáncer de ovario (45,47,48,50,51,53). Existe un estudio cuyos resultados muestran un factor protector tras la ingesta de lactosa (RR 0,61; 95 % CI 0,35-0,99) (52). Por otro lado, cuatro de los estudios analizados muestran una asociación positiva entre la ingesta de alguno de los productos lácteos analizados y la probabilidad de aparición del dicho cáncer: leche baja en grasa (RR 1,41; 95 % CI 1,14-1,76) y queso duro (RR 1,64; 95 % CI 1,16-2,30) (44), leche y productos lácteos (OR 1,19; 95 % CI 1,04-1,36) (46), leche (OR 1,14; 95 % CI 1,03-1,27) y yogurt (OR 1,65; 95 % CI 1,22-2,23) (49) y leche entera (RR 1,29; 95 % CI 0,60-2,76) (54).
CARBOHIDRATOS, AZÚCARES Y CÁNCER DE PÁNCREAS
En la tabla 4se muestran los estudios referidos a los carbohidratos y azúcares y su asociación con el cáncer de páncreas. Se analizaron un total de diez estudios (55 56 57 58 59 60 61 62 63-64). Ocho de ellos concluyeron que no existe una asociación estadísticamente significativa entre una ingesta elevada de carbohidratos y azúcares y el riesgo de aparición de cáncer de páncreas (55,56,58,60 61 62 63-64). Existen solamente dos estudios en los cuales se ha observado una asociación positiva. El primero de ellos vincula una elevada carga glucémica (RR 1,45; 95 % CI 1,05-2,00) y la ingesta de carbohidratos (RR 1,47; 95 % CI 1,05-2,06) con el riesgo de desarrollo de cáncer de páncreas (59); el segundo, sin embargo, asocia un elevado índice glucémico (OR 1,78; 95 % CI 1,20-2,62) y el consumo de azúcares totales (OR 1,88; 95 % CI 1,24-2,86) con dicho tipo de cáncer (57).
SAL Y CÁNCER DE ESTÓMAGO
En la tabla 5se muestran los estudios referidos a la sal y su asociación con el cáncer de estómago. Se analizaron un total de 15 estudios (17,65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78-79), los cuales diez reportaron una asociación positiva (17,66 67 68 69-70,72,74,75,78), mientras que solamente dos estudios (RR 1,1; 95 % CI 0,6-1,8 y OR 1,06; 95 % CI 0,97-1,16, respectivamente) no encontraron asociación estadísticamente significativa entre un elevado consumo de sal y el riesgo de padecer cáncer de estómago (71,76). Además, otro estudio halla una acción protectora entre la ingesta de productos sin sal y la probabilidad de desarrollo de dicho tipo de cáncer (OR 0,52; 95 % CI 0,33-0,80) (77). Resta por mencionar dos estudios en los cuales, en uno de ellos, solo existe asociación estadísticamente significativa en hombres (OR 169,807; 95 % CI 118,983-240,290), pero no en mujeres (OR 7,973; 95 % CI 0,602-10,560) (65), mientras que en el otro aparece una asociación positiva con el consumo de carne salada y en conserva (OR 2,55; 95 % CI 1,37-4,76) pero no con el pescado salado (OR 1,46; 95 % CI 0,98-1,97) (73).
ALIMENTO O GRUPO DE ALIMENTOS Y DISMINUCIÓN DE RIESGO DE CÁNCER
Té y cáncer de mama
En la tabla 6se muestran los estudios referidos al té y su asociación con el cáncer de mama. Para ello, hemos analizado un total de 13 (79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90-91), de los cuales siete concluyeron que no existe una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de té y el riesgo de aparición de cáncer de mama (79,81,82,84,86,88,89) mientras que solamente cuatro estudios confirman una asociación inversa, en la cual el consumo de té actúa como factor protector frente a la probabilidad del riesgo de aparición de cáncer de mama (80,83,85,87). Además, uno de los estudios analizados presenta una asociación positiva en el consumo del té negro (RR 1,22; 95 % CI 1,05-1,42), que es un producto perjudicial para el desarrollo de dicho cáncer (90).
Finalmente, cabe mencionar un estudio que no presenta asociación estadísticamente significativa entre el consumo de té y la aparición del cáncer de mama a excepción de un consumo superior a tres tazas al día en mujeres menores de 50 años; si es superior, presenta una asociación inversa (OR 0,63; 95 % CI 0,44-0,89) (91).
DIETA MEDITERRÁNEA Y CÁNCER
En la tabla 7se muestran los estudios referidos al consumo de productos propios de una dieta mediterránea y su asociación con el cáncer. Se analizaron un total de 28 estudios (11,46,92 93 94 95 96 97 98 99 100 101 102 103 104 105 106 107 108 109 110 111 112 113 114 114 115-116), divididos en diferentes categorías en función de los órganos afectados: tracto digestivo (cáncer de colon, cáncer de hígado, cáncer de páncreas y cáncer de estómago), tracto respiratorio (cáncer de faringe y cáncer de pulmón), etiología hormonal (cáncer de mama y cáncer de ovario) y tracto urinario (cáncer de próstata y cáncer de vejiga).
De los siete artículos relacionados con el tracto digestivo (92 93 94 95 96 97-98), todos ellos reportaron una asociación inversa entre la adherencia a alimentos propios de la dieta mediterránea y el riesgo de padecer cáncer de colon (92 93-94), hígado (95), páncreas (96) o estómago (97,98). Además, se analizaron cuatro (99-102) artículos referidos al tracto respiratorio (cáncer de faringe [95] y pulmón [100 101-102]) y todos ellos mostraron una asociación inversa con el consumo de alimentos propios de la dieta mediterránea, actuando, de esta forma, como factores protectores frente a la aparición de dichos tipos de cáncer.
Sin embargo, de los 12 estudios vinculados con las hormonas (46,103 104 105 106 107 108 109 110 111 112-113), cinco no encontraron una asociación estadísticamente significativa (103,106,108,110,113) mientras que los otros siete sí que establecieron una asociación inversa entre la ingesta de alimentos propios de la dieta mediterránea y el riesgo de padecer cáncer de mama u ovario (46,104,105,107,109,111,112). Finalmente, en referencia a los estudios relacionados con el tracto urinario (11,114 115-116), ninguno de ellos sostiene la evidencia de que la adherencia a la dieta mediterránea disminuya la probabilidad de aparición tanto del cáncer de próstata como del cáncer de vejiga.
DISCUSIÓN
Los principales hallazgos de esta revisión bibliográfica muestran que un elevado consumo de carnes rojas, bebidas alcohólicas y sal se relaciona con una mayor probabilidad de padecer cáncer de colon, hígado y estómago, respectivamente. Por otro lado, un elevado consumo de lácteos, carbohidratos y azúcares no guarda relación con el aumento del riesgo de incidencia de cáncer de ovario ni de cáncer de páncreas, respectivamente. Respecto al patrón de dieta mediterránea, existe vinculación directa con una menor incidencia de cáncer referido a la zona del tracto digestivo y respiratorio, mientras que, por otro lado, un consumo elevado de té no mostró evidencia suficiente como factor protector frente al cáncer de mama.
CARNES ROJAS Y CÁNCER COLORRECTAL
En concreto, el consumo de carne roja y procesada se ha asociado de manera significativa con un mayor riesgo de cáncer colorrectal (CCR) en diversos estudios observacionales realizados en adultos (117 118-119), por lo que reducir o eliminar su consumo podría prevenir el desarrollo de CCR. Un metaanálisis realizado recientemente (120) también encontró una asociación positiva entre la ingesta de carne roja y el CCR debido al elevado contenido de aminas heterocíclicas presentes en la misma. En el presente estudio se han analizado un total de 19 artículos que relacionan el consumo de carne con el cáncer de colon (16,18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34-35) y que muestran que el consumo de carne aumenta el riesgo de padecer CCR relacionado con un elevada ingesta de carne roja o procesada, especialmente en mujeres (33,121), lo cual coincide con los estudios científicos comentados anteriormente.
BEBIDAS ALCOHÓLICAS Y CÁNCER DE HÍGADO
En cuanto al cáncer de hígado, se conoce que los principales factores de riesgo implicados en el desarrollo de carcinoma hepatocelular (HCC) son la infección persistente con el virus de la hepatitis B (VHB) y el virus de la hepatitis C (VHC) (122). Además de ello, diferentes estudios proporcionan evidencia de que un elevado consumo de alcohol se relaciona positivamente con un mayor riesgo de padecer dicho cáncer hepático primario (123 124-125). El presente trabajo muestra una asociación positiva en la mayoría de los estudios analizados (36,37,39 40 41 42-43) entre el riesgo de padecer cáncer de hígado y un elevado consumo de alcohol y/o bebidas alcohólicas, todo ello englobado dentro de unos hábitos de estilo de vida perjudiciales tales como la obesidad o el tabaco (125,126). Además, cabe mencionar que un consumo moderado de alcohol también muestra asociación estadísticamente significativa en la mayoría de los estudios analizados (36,40,127,128).
CARBOHIDRATOS, AZÚCARES Y CÁNCER DE PÁNCREAS
Respecto al cáncer de páncreas, se ha visto estrechamente vinculado con una mayor prevalencia y tasa de víctimas en pacientes diabéticos tipo 2 (129,130). Un estudio publicado en 2010 por Marta Rossi y Loren Lipworth muestra que las dietas con un elevado índice glucémico y una elevada ingesta de azúcares totales se asocian con la resistencia a la insulina, la cual se ha visto implicada de manera indirecta en la etiología del cáncer de páncreas (57). Sin embargo, existe evidencia contradictoria que desvincula dicha relación (131 132-133). En conjunto, los estudios analizados sobre el consumo elevado de carbohidratos y azúcares asociados a un posible mayor riesgo de padecer cáncer de páncreas no confirman dicha asociación peyorativa, por lo que se descarta la existencia de una evidencia suficientemente consistente que vincule ambos elementos (55,56,58,60 61 62 63-64).
PRODUCTOS LÁCTEOS Y CÁNCER DE OVARIO
Respecto al cáncer de ovario, la evidencia de un papel de la dieta en la prevención de este tipo de cáncer sigue siendo poco concluyente. Se ha demostrado que, en animales, una dieta rica en galactosa presenta una acción tóxica para los ovocitos y que, por ende, el cáncer de ovario puede surgir debido al agotamiento prematuro de dichos ovocitos (134). Aunque muchos estudios han evaluado los productos lácteos (leche, queso y yogurt) como posibles responsables de un aumento en la incidencia del desarrollo de cáncer de ovario en humanos (135,136), la mayoría de ellos presentan resultados controvertidos y contradictorios (137 138-139). En el presente trabajo, los estudios analizados sobre el consumo de productos lácteos asociados a un posible mayor riesgo de padecer cáncer de ovario no confirman dicha asociación, ya que la mayoría de los estudios no muestran una evidencia suficientemente significativa como para afirmar la influencia que posee una elevada ingesta de productos lácteos sobre el cáncer de ovario (45,47,48,50,51,53).
SAL Y CÁNCER DE ESTÓMAGO
Finalmente, en cuanto al último conjunto de artículos científicos analizados que presentan un posible aumento de la incidencia de cáncer, encontramos la ingesta de sal como un probable factor de riesgo para el cáncer gástrico. Esto se debe a que la sal no solo puede dañar directamente el moco gástrico e inducir hipergastrinemia, que conduce a la eventual pérdida de células parietales, sino que, además, se ha visto correlacionada con la infección por Helicobacter pylori(H. pylori), las cuales pueden sinergizar para promover el desarrollo de cáncer de estómago (140). A pesar de ello, numerosos estudios pertinentes han proporcionado resultados heterogéneos y la magnitud de la asociación no se ha cuantificado con precisión (71,141). En el presente trabajo, los estudios sobre consumo de sal confirman un posible mayor riesgo de padecer cáncer de estómago relacionado con una elevada ingesta de sal y/o productos salados, especialmente los productos cárnicos (73). Sin embargo, se ha detectado que el consumo diario tanto de sal como de sodio ingerido de forma moderada no implica un mayor riesgo en el desarrollo de cáncer gástrico (142,143).
TÉ Y CÁNCER DE MAMA
Por otra parte, en relación a los beneficios del consumo de diferentes productos asociados al riesgo de cáncer, encontramos el té y la dieta mediterránea. En primer lugar, el té es generalmente reconocido como seguro por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), ya que dicha bebida está formada principalmente por polifenoles, teaflavinas y tearubiginas, que son sustancias que poseen propiedades antioxidantes y anticarcinogénicas (144). Un metaanálisis realizado recientemente (145) encontró una asociación inversa entre el consumo de té y la recurrencia de cáncer de mama, especialmente del té verde, ya que contiene un mayor número de catequinas con respecto al té negro, además de poseer fuertes efectos en inducir la apoptosis e inhibir el crecimiento de células de cáncer de mama in vitro. En lo que respecta a este estudio, uno de los artículos analizados concluye que un consumo superior a cuatro tazas al día no muestra una probabilidad significativa de una disminución en la incidencia de cáncer de mama (88). En general, la mayoría de los estudios analizados no confirman la asociación protectora entre el consumo de té y el riesgo de aparición de dicho cáncer, por lo que la relación entre ambos elementos sigue siendo poco clara sobre la base de la evidencia actual.
DIETA MEDITERRÁNEA Y CÁNCER
En segundo lugar, seguir un patrón de dieta mediterránea ha demostrado disminuir el riesgo de mortalidad por todas las causas e incidencia cardiovascular, unido a una probable reducción del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 (146). Sin embargo, la evidencia es menos estricta para otras enfermedades metabólicas y para todos los tipos de cáncer. Las conclusiones de este estudio sugieren que ingerir alimentos propios de la dieta mediterránea presenta beneficios y efectos positivos frente a la prevención de aquellos cánceres referidos tanto al tracto digestivo (colon, hígado, páncreas y estómago) como al tracto respiratorio (faringe y pulmón). Por el contrario, no se puede afirmar que los tipos de cáncer afectados por el tracto urinario (próstata y vejiga) o por las hormonas (mama y ovario) puedan ser prevenidos llevando a cabo una alimentación basada en el patrón de la dieta mediterránea. En comparación con nuestro estudio, un metaanálisis llevado a cabo por Lukas Schwingshackl y Georg Hoffmann en 2015 (147), que también relacionó la adherencia a la dieta mediterránea y los diversos tipos de cáncer, difiere de las conclusiones de nuestro trabajo al encontrar, además, un vínculo protector entre el cáncer de mama, el cáncer de próstata y la estrecha adherencia a la dieta mediterránea.
LIMITACIONES DEL ESTUDIO
Este estudio presenta tres limitaciones principales. En primer lugar, aunque no observamos ningún sesgo de publicación o de pruebas estadísticas formales, advertimos que en varios tipos de cáncer analizados el número de estudios publicados ha sido demasiado pequeño para que los resultados sean concluyentes, como ocurre en el caso del cáncer de hígado o del cáncer de páncreas; sin embargo, este hecho se intentó resolver ampliando la estrategia de búsqueda a otras fuentes bibliográficas. En segundo lugar, existen artículos con un tamaño muestral muy pequeño, lo cual puede ser debido a unos criterios de inclusión demasiado estrictos o a la falta de participación de personas desde el inicio de los estudios, restando importancia e interés a los estudios. Por último, existe el sesgo de accesibilidad debido a la dificultad para acceder a los artículos, ya que en concreto 21 artículos han sido excluidos por no poder acceder a la información, a pesar de que se ha intentado encontrarlos en otras bases de datos, en búsquedas manuales e incluso a través del contacto con los autores de dichos artículos.
Por todo ello, es necesario realizar más estudios científicos que centren su interés en conocer de manera más precisa la relación de determinados alimentos con el riesgo y/o la prevención del cáncer. Además de ello, se deberían diseñar nuevos programas de prevención y promoción de la salud, centrados en mejorar los patrones alimentarios de la población.
CONCLUSIÓN
En conclusión, una menor ingesta de carne roja, bebidas alcohólicas y productos salados contribuirá a una reducción en la incidencia del cáncer de colon, cáncer de hígado y cáncer de estómago, respectivamente. Además de ello, llevar una alimentación variada y equilibrada, basada en un patrón de dieta mediterránea, ayuda a prevenir el riesgo de aparición de cáncer referido al tracto digestivo (cáncer de colon, cáncer de hígado, cáncer de páncreas y cáncer de estómago) y al tracto respiratorio (cáncer de faringe y cáncer de pulmón).