Toda forma de escritura tiene un componente creativo y otro artesanal, ambos necesarios por igual. La idea de que la escritura científica es oscura y aburrida no se corresponde con la realidad. Algunos científicos son más leídos que otros porque combinan a la perfección el razonamiento deductivo y lógico con la elegancia en la utilización del lenguaje. Intelectuales de todos los tiempos nos han dejado sus particulares “recetas” creadoras, que hoy serán nuestra excusa para hilvanar algunas recomendaciones prácticas dirigidas a quienes deseen estimular el arte de la escritura.
“Ni un día sin una línea” (Plinio, a su alumno Lucilio).
1. Adquiere el hábito cotidiano de escribir. Hay que hacerlo con constancia, aunque sea sin motivo, una dosis de quince minutos tres veces por semana estaría bien.
“El secreto para comenzar es no comenzar” (Stephen Leackok).
3. No empieces, prosigue. Nada obliga a comenzar el escrito por el principio, se puede hacer por la mitad o por el final, ya lo organizarás más tarde. Lo importante es no perder tiempo ante el folio en blanco.
“Borra muchas veces si quieres escribir cosas dignas de ser leídas” (Horacio).
4. Escribe deprisa y corrige después. Pero no dejes de escribir, así aceptarás mejor la crítica, la corrección de texto, que es el principio del estilo.
“Leer es encontrar algo que va a existir” (Ítalo Calvino).
5. Si te faltan ideas, lee mucho. Especialmente a los clásicos: se trata de asimilar sus procedimientos para mejorar los tuyos.
“¿A quién podría yo imitar para tener genio?” (Teófilo Gautier).
6. Aprende de lo inventado. Superar el complejo de culpabilidad heredado del colegio de que copiar es funesto. Los mayores creadores se han dejado influir por otros.
“Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando” (Pablo Picasso).
7. Acostúmbrate a escribir bajo apremios. Por ejemplo, concretar la primera frase de un texto (la que marca el tono), partir de un titular, de palabras clave, etc.
“Solo yo tengo el derecho de corregir, pues solo puede castigar quien ama” (Rabindranath Tagore).
8. Reescribe cuanto sea necesario. No tengas pereza de escribir una y otra vez la misma idea hasta encontrarle el encaje adecuado en el conjunto del texto. Nadie logra expresar sus pensamientos a la primera.
“Argumentar es dirigir a un interlocutor una buena razón para hacerle admitir una conclusión” (Christian Plantin).
9. Fija bien tu tesis (idea o mensaje principal). En torno ella diversificar los argumentos, en lugar de apabullar al lector con evasiones que perturbarían su atención.
“Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude” (Orson Welles).
10. Personaliza tu lector amigo. Imaginar el prototipo de lectores a los que diriges tu escrito te ayudará a aclarar lo que les quieres decir.