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Ene
versión On-line ISSN 1988-348X
Ene. vol.10 no.2 Santa Cruz de La Palma ago. 2016
La enfermería inconsciente
Zulema Gancedo
Nuestro destina nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Henry Miller
Puedo fingir que no siento nada y entonces sentir que no necesito cuidado
A vueltas con el actual debate presupuestario y su ajuste al déficit en muchas de las comunidades de nuestro país y que obligan a recortar de nuevo, acciones, intervenciones y número de profesionales en salud..., a vueltas con el contexto de máxima crispación profesional y que bien seguro irá creciendo, quizás por el recrudecimiento de la situación, la información inmediata, la valentía de ciertos posicionamientos profesionales del sector, la consciencia de un necesario cambio en el sistema, imperativo más bien, nos obliga a una introspección ante la desconfianza de un futuro incierto.
Las presiones a las que está sometida la profesión en los últimos tiempos son vistas y sentidas como un declive profesional acechado desde distintos puntos. Factores políticos que se traducen en falta de interés por una profesión que aporta valor intangible, con pocos o escasos datos públicos de resultados y que no reclama ni exige la representación lícita, enarbolando su producto, tan valioso como imprescindible.
Más complejo aún, si cabe, es la necesaria comprensión de la sociedad y cómo el contexto socio-cultural, la postmodernidad, el consumismo y el igualitarismo mal entendido, han contribuido de manera importante a su devaluación progresiva y por ello asistimos como una parte de ella, de la sociedad, a ver nuestro reflejo "en presente".
Por otra parte las políticas económicas en salud ante una crisis permanente y de la que solo se dice que afecta a productos finalistas, son medidas de doble faz. Afecta desde luego a nuestra profesión con una contundencia brutal, tal es que el primer elemento en la toma de medidas, es el recorte en forma de no renovación contractual y reajuste de plantillas, entre otras. Un acto de irresponsabilidad, desconocimiento, ninguneo y subestimación del fin que persigue el propio sistema, mejorar la salud de las personas.
Aún más, tenemos que ser conscientes de la pesada carga que introduce la incoherencia entre el discurso y la actuación no solo de políticas y estrategias sanitarias sino también de la propia profesión. Y conscientes también de la paradoja, entre el alto impacto y desarrollo profesional, con oportunidades que esperan y deberían ser asumidas a pesar del contexto poco favorecedor, y la realidad que vivimos en estos momentos y que aparece ya en los medios de comunicación, (estrés, desánimo, limitación de la autonomía, precariedad laboral...)
Recordemos que el compromiso con la profesión y la responsabilidad profesional/corporativa es un deber inherente al ejercicio de la misma y corresponde a un profesionalismo justo y ético, acorde a las necesidades de los ciudadanos. Por tanto, no es válido, ni admisible un papel pasivo ante las circunstancias que atañen y afectan a nuestro colectivo profesional y a la salud de la población.
Nuestro cuerpo doctrinal, "una ciencia dirigida al bien de la humanidad...", no debe permitir ser instrumento de negocio, pacto o pagano por desconocimiento de los otros, o autodesconocimiento, del valor real.