INTRODUCCIÓN
Nuestro deseo de belleza es durar más que su objeto porque, a diferencia de todos los otros placeres, el placer que tomamos en la belleza es inagotable. Con esta frase (atribuida a Kant) comenzamos con el desarrollo de este trabajo, pero bien podría estar colocada al final.
No había tocadores con halógenos encendidos, ni siquiera espejos, pero el primer día en el que, el que seria llamado después por sí mismo Homo sapiens, se miró en una laguna de aguas cristalinas de África y tomó consciencia de sí mismo, empezó la cosmética con toda probabi-lidad. Y es que desde el principio de la humanidad, existe una tendencia a la modificación externa del aspecto. Se considera algo necesario para tener éxito social, bélico o amoroso, en definitiva, para mejorar la autoestima. Para una mejor comprensión de este artículo hay que tener en cuenta la siguiente premisa: el concepto de belleza es una moda que cambia con el tiempo y depende de la tradición cultural y religiosa. Para cuidar la piel y el aspecto, las diferentes civilizaciones han usado y usan productos minerales, de origen animal, plantas y por último, la síntesis química. El impacto económico que genera la necesidad de cuidarse la piel es importante y recae sobre la industria químico-farmacéutica. Según un informe económico sobre el sector, Espana consume anualmente 6435 millones de euros en productos cosméticos, exporta por valor de 2928 millones, asigna 120 millones a I+D+I y emplea de forma directa a unas 35000 personas (ano 2014)1.
En adición a la consideración anterior, recordamos la defi-nición de salud por la Organización Mundial de la Salud: La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enferme-dades. El cuidado adecuado del aspecto externo del cuerpo contribuye a alcanzar ese estado completo de bienestar. De ahí la creciente demanda de información sobre el tema, no sólo por profesionales sanitarios y de otra índole, sino tam-bién por el público en general.
El objetivo de este trabajo es aportar notas históricas sobre el empleo de los recursos vegetales en la elaboración de estos productos, y recoger de forma breve, hechos científicos que nos definen el presente y futuro inmediato del tema.
MATERIAL Y MÉTODOS
Para alcanzar los objetivos marcados en el trabajo hemos consultados bases de datos y páginas webs: WOS, Scopus, Google Scholar, The Plant List, Index Kewensis, Mycobank Index Fungorum y Catalogue of life.
Cuando se introducen descriptores como las palabras claves de este trabajo se puede acceder a cientos de resultados: en Scopus sin acotación temporal y sin discriminar la bús-queda por apartados, obtuvimos los siguientes resultados: 2702 documentos para history cosmetics; 130 para history cosmetics plants; 53 para history cosmetics plants review; con el mismo criterio en WOS: 2345, 151 y 40 documentos respectivamente. Ello nos obliga a fija un criterio de selección, que no es otro que consultar los trabajos del grupo más reducido de Scopus y WOS. En general son trabajos recientes en los que ya se recogen datos sobre trabajos anteriores, pero muchos de ellos no responden a las expectativas de los des-criptores, por lo que no se consideran. Este filtrado lo hemos complementamos con una búsqueda con descriptores en castellano e inglés en Google Scholar, que nos suministró una valiosa información sobre trabajos clásicos y escritos en castellano.
En las páginas webs The plant list e Index Kewensis hemos verificado la autenticidad de los nombres de plantas superiores. Con Mycobank Index Fungorum el nombre de hongos. El nombre de algas y cianobacterias se han confirmado en Catalogue for Life.
RESULATDOS Y DISCUSIÓN
Historia
Las empresas gigantes de la cosmética generan anualmente miles de millones de dólares2 y fueron fundadas en el siglo XX por químicos y farmacêuticos en los Estados Unidos de América y Francia3. Una conocida y actual empresa de cosméticos tuvo su origen en la venta de libros casa por casa, y junto a los libros también vendía colonias fabricadas por un amigo farmacêutico4. Después de la Primera Guerra Mundial, el aspecto de corte atlético se puso de moda por primera vez, y con ello los ojos oscuros, lápiz labial rojo, esmalte de unas rojo y el bronceado, toda una declaración de moda realizada por Coco Channel, como contrapunto a la costumbre secular de mantener la piel pálida. En 1938 por primera vez pasaron algunos cosméticos a la jurisdicción regulatoria de la FDA5.
Puede decirse que el uso global de los cosméticos data de finales de la II Guerra Mundial, aparece el empleo masivo del jabón en higiene y pasan a la sociedad civil maquillajes y cremas procedentes de pinturas de camuflaje militar y cremas protectoras contra la radiación solar (en 1944, un farmacêutico de Miami Beach, Benjamin Green, desarrolla un protector solar para los soldados del Pacífico Sur)6. Hollywood primero y más tarde la televisión en color actuaron como detonantes, la American Beauty quería parecerse a estrellas de cine como Marilyn Monroe, Grace Kelly, Audrey Hepburn, etc.7
Cinco mil anos antes, los sumerios, asirios y babilonios ex-tirpaban a los demonios de la piel mediante lodo, emplas-tos, ungüentos y plantas: aceite de castor-Ricinus communis L.-, anís-Illicium verum Hook.f.-, belladona-Atropa belladonna L.-, canela-Cinnamomum Schaeff.-, cardamomo-Eletta-ria cardamomum (L.) Maton-, mirra-Boswellia sacra Fluck.-, mostaza-Sinapis alba L.-, etc.3 En el Pariro de Ebers ya aparece el uso de áloe (Aloe barbadensis Mill.) para diversas patologías de la piel8. Los museos de egiptología recogen la importancia de la cosmética9. Se creía que la esencia espiritual de las plantas curativas poseía un poder sobrenatural. Los aceites sagrados utilizados para la momificación fueron el mejor aceite de cedro (Cedrus libani A.Rich.) y el mejor aceite de Libia (Olea europaea L.). Manniche (2009)10 recoge la composición de un aceite corporal de la época egipcia (usado también en la momificación) a base de sésamo (Sesamum indicum L.), ricino (Ricinus communis L.), balanos [Balanites aegyptiaca (L.) Delile], moringa (Moringa oleifera Lam.) y aceite de oliva (Olea europaea L.). Los faraones egipcios hacían poner sobre sus tumbas un ramillete de romero (Rosmarinus officinalis L.) para perfumar su viaje al país de los muertos11, o viaje por la laguna Estigia según la mitologia griega. En la época de Ramsés IX, h. 1100 a. C, el aceite de moringa era considerado como un producto exótico, de lujo que se regalaba a reyes para incluirlo en sus tesoros que han de llevar en las vasijas de las tumbas funerarias para la otra vida. En un ánfora aparece una impronta paleogràfica en la que se puede leer: aceite de moringa y extracto de mandràgora (Mandragora officinalis Mill.)9.
El perfume egipcio más famoso fue el Kyphi [de composición botànica incierta en la que sí se incluía el incienso-Plectranthus madagascariensis (Pers.) Benth]. Kyphi significaba «bienvenida a los dioses» e inducía además a estados hipnóticos. En Heliópolis, la Ciudad del Sol, se quemaban resinas por la maňana, la mirra al mediodía y kyphi al atardecer en honor a Ra, el dios del sol. Los egipcios usaban minerales y plantas para hacer que los ojos parecieran más grandes y brillantes. Al principio usaron malaquita (Cu) para decorar los párpados y más tarde el Kohl: galena (PbS) con trazas de antimonio (Sb)12. Sobre la cara se aplicaban una mezcla de polvo de incienso, cera de abejas, aceite de oliva virgen, resina de ciprés (Cupressus L.) y leche; para teňirse el cabello usaban hojas de henna (Lawsonia inermis L.)13.
Las costumbres egipcias se exportaron a Grecia y Roma. La palabra cosmética procede del griego Kosmetos, que significa buen orden, adorno u ornamento. Los helenos esta-blecieron cánones para la belleza, por ejemplo la Venus de Milo, todo un icono sobre el culto al cuerpo. Se depilaban el cuerpo como signo de juventud y por la noche se aplicaban ungüentos de resinas de ciprés, cedro e incienso. La cara se trataba con acetato de plomo (albayalde) y cinabrio (Hg)12. El perfume se obtenía de esencias orientales y agua de rosas (Rosa spp.). Dioscórides nombra al romero como libanotis coronaria y entre las propiedades que le atribuye como uso externo, es la de tonificar el cuerpo fatigado14.
En Roma se hizo muy popular el higo (Ficus carica L.) a partir de la conquista de Cartago, que mezclado con banana (Musa L.), avena (Avena L.) y agua de rosas, se obtenía una crema facial. El aceite de oliva se empleaba para la limpieza del cuerpo en general y para combatir las arrugas7. Con el plomo blanco (cerusa) se blanqueaban el rostro, con la variedad de plomo rojo (minio) se aplicaban coloretes. A Galeno se le atribuye la invención de la crema fría predecesora de la actual Cold Cream, protectora de la piel [agua de rosas, aceite de almendras-Prunus dulcis (Mill.) D.A. Webbcera de abeja15. Recientemente se han hallado ánforas en yacimientos arqueológicos de Chuisi (Italia) con ungüentos en buen estado de conservación en el que el aceite de moringa es un componente principal16,17. La composición del aceite de moringa (<1% en ácidos grasos poliinsaturados), lo convierte en una base para cosméticos, jabones y perfumes, dado que absorbe el mal olor y es apropiado para atrapar fragancias florales. Junto al aceite de marula [Sclerocarya birrea (A. Rich.) Hochst.], se considera como uno de los aceites ideales en la elaboración de cosméticos18. Estos datos científicos, ya los comprobaron de forma empírica en la antigüedad egipcios, griegos y romanos que importaban el aceite de moringa desde el actual cuerno de África, Somalia y Etiopía.
Los productos cosméticos son parte importante también en la cultura israelí. Anterior a las compras on-line, en las visitas al Mar Muerto, no sólo llamaba la atención el contexto histórico-bíblico del lugar, el hecho de flotar en sus aguas hipersalinas, sino la gran cantidad de compras de productos cosméticos: barros, arcillas y agua. Estos productos se utilizan desde hace miles de aňos para el cuidado y cura de enfermedades de la piel, dado su rica y balanceada com-posición en sales minerales19. Según aparece en la Biblia, a unos 40 km de El Mar Muerto, en Belén de Judea, El Niňo Jesús recibió oro, incienso y mirra de los reyes Magos de Oriente (Mt. 2). Más adelante en la vida de Jesús, María la hermana de Lázaro, le secó los pies con perfume muy caro de nardo [Nardostachys jatamansi (D. Don) DC.] (Jn. 12)20 y en su final, fue ungido con óleos aromáticos, mirra y aloe, amortajado y colocado en el sepulcro (Lc. 24). Sin embargo, el recién estrenado cristianismo convirtió el cuidado de la piel (un órgano muerto) en un pecado, en una de las arti-maňas de Satanás. Se instaló el pudor y la austeridad, se abandonaron baňos y afeites21. La única belleza eran las virtudes del alma. En un texto medieval espaňol se recoge este concepto: atavío y afeite, cuesta caro y miente22.
La historia cuenta la destrucción de la Biblioteca de Ale-jandría en 391, el saqueo de los archivos romanos entre 410 y 476 y la destrucción de los escasos vestigios clásicos en Atenas por Justiniano en 529. Lo que quedaba del saber científico fue más tarde rescatado por los árabes23. Muchas ramas del Islam establecen una serie de reglas básicas relativas a la pureza y limpieza, ya sea en su forma física o espiritual. La regla general se subraya en el Corán: Alá ama a los que se vuelven a Él constantemente y Él ama a quienes se purifican. El médico Abu’al-Qasim Al Zahraw (936-1013 d C) escribió la enciclopedia médica de Al-Tasreef en 30 vo-lúmenes. El capítulo 19 está dedicado a los cosméticos. Al-Zahrawi considera a los cosméticos como una rama de la medicina, a la que llamó Adwiyat al-Zinah (Medicina de la Belleza). En el tratado se recogen los primeros antecedentes de las actuales barras de labios y desodorantes sólidos23.
En Europa, las ciudades decaen y aparecen los castillos y monasterios fortificados. En estos últimos se refugia y preserva el conocimiento. No es hacia el ano 1100 cuando resurge la escuela de medicina de Salerno. Aparece el De Ornatu Mulierum, el primer tratado cosmético per se de la historia, en el que se recogen 96 plantas con uso cosmético ya en el siglo XII, que siguen usándose (no todas de la misma manera) en el siglo XXI24. Paralelamente los árabes traducen las obras clásicas, incluido el Dioscórides, por el monje Nicolás23. Los cruzados traen a Europa el kohl y aparecen las primeras esencias producto de la destilación, proceso atribuido a Avicena25. Perfumes y fragancias que pronto se implantaron en Al-Andalus con la dominación musulmana de la península Ibérica, siendo famosos los perfumistas de Granada25. Hasta 1492, en Espana convivieron durante siglos comunidades judías, musulmanas y cristianas. El influjo de las dos primeras, con sus banos purificadores y sus perfumes, sin duda tuvo influencia en las mujeres cristianas, llegándose a decir más adelante que las mujeres espanolas eran las que más se lavaban y perfumaban de toda Europa21. Esta costumbre ha permanecido de forma secular en Espana. En su Viaje en Espana, madame d’Aulnoy describe de visu cómo se maquillaba una dama de esta época: «Luego cogió un fraseo lleno de colorete, y con un pincel se lo puso no sólo en las mejillas, en la barba, en los labios, en las orejas y en la frente, sino también en las palmas de las manos y en los hombros. Díjome que así se pintaba todas las noches al acostarse y todas las mananas al levantarse; que no le agradaba mucho acicalarse de tal modo, y que de buena gana dejaría de usar el colorete; pero que, siendo una costumbre tan admitida, no era posible prescindir, pareciendo, por muy buenos colores que se tuvieran, pálida como una enferma, cuando se compararan los naturales con los debidos á los afeites de otras damas»
Los conocimientos árabes traspasaron los límites de Espana hasta el sur de Francia. El inicio de la perfumería moderna en Europa lo datamos en Montpellier en el siglo XIV cuando el antiguo libanotnis coronaria, se convierte en «El agua de la reina de Hungría», una disolución hidro-alcohólica de esencia de romero, y usado por la reina consorte de Hungría26.
A través de los siglos, los monasterios han sido lugares de empleo de fitoterapia y cosmética27. Así como con la primera hubo cierta ósmosis entre el clero, los nobles y aris-tócratas con las clases populares, no sucedió así con la cosmética. En los arboretum trataban de aclimatarse especies exóticas28 y se importaban esencias orientales caras como la de vetiver [Chrysopogon zizanioides (L.) Roberty], pachu-lí [Pogostemon cablin (Blanco) Benth.] y benjuí (Styrax L.); productos mediterrâneos como ládano (Cistus ladanifer L.), azafrán (Crocus sativus L.) y bergamota (Citrus x bergamia Risso & Poit.). Con el descubrimiento de América se trajo el bálsamo de Tolú [Myroxylon balsamum (L.) Harms]15.
En Japón, los pétalos de cártamo triturados (Carthamus tinc-torius L.) se utilizaban para pintar las cejas, los bordes de los ojos y los labios, y el polvo de arroz (Oryza sativa L.) para blanquear el color de la cara y la espalda. Las clases altas chinas hicieron un uso abundante de las fragancias durante las dinastías Tang y Ming (sVII-sXVII). Sus cuerpos, banos, ropa, casas y templos fueron perfumadas ricamente. China importó aceite de sésamo con olor a jazmín de la India [Mu rraya paniculata (L.) Jack.], agua de rosas de Persia a través de la ruta de la seda y, eventualmente, compuestos aromá-ticos de Indonesia -clavos [Syzygium aromaticum (L.) Merr. & L.M. Perry], benjuí, jengibre (Zingiber officinale Roscoe], nuez moscada (Myristica fragans M.F. Hott.) y pachulí9. Las mujeres en la India no hicieron uso de jabón, sino que emplearon una crema germicida de cúrcuma (Curcuma longa L.) y el tratamiento compuesto por gramo de harina de trigo (Triticum L.) o cáscara mezclada con leche para eliminar el tejido celular muerto6.
En América, los indios yanomami prácticamente no han tenido, ni tienen, contacto con el resto de las civilizaciones, viven en la Amazonia en el estado de la edad de piedra. Estos indios se pintan la cara con extractos de semillas de bija (Bixa orellana L.) para dar a conocer el momento de madurez sexual o el status de un individuo dentro de la tribu29. Algo similar hacen muchos grupos sociales en las ciudades actuales, las llamadas tribus urbanas.
En la obra del franciscano Bernardino de Sahagún Historia general de las cosas de Nueva Espana, se explica cómo se consideraba que aquellos mexicas que morían yendo a la batalla, no morían, sino que marchaban allí donde estaba el Sol. Por ello eran pintados de un modo muy particular: se les tenía de negro los ojos y de colorado la boca. Se usaban minerales de hierro y plomo así como resinas de origen vegetal: achiotl (Bixa orellana L.) y copalli (resina de la familia Burseráceas)30. Los indios guaraníes también usarían el achiote por su efecto cosmético y antirrepelente31.
El siglo XVI supone el comienzo del Renacimiento, con el que regresan la belleza y el placer. Ya se había inventado la imprenta, acaba de descubrirse América y gracias a Paracelso, la química y los minerales comienzan a usarse como medicina. Espana e Italia son la vanguardia de la belleza europea. En las obras de Cervantes aparecen numerosos vocablos referidos a la cosmética32, reflejo de la cultura y sociedad de la época: tintura de árnica (Arnica montana L.), argentadas (Ag), bujelladas (mezcla de esencias para perfumar el cuerpo), cerilla (mezcla de cera virgen de abejas con diversos ingredientes, generalmente vegetales, usadas por las mujeres como crema de belleza), clarimente [especie de leche o tónico limpiador hecho de zumo de limón-Citus limon (L.) Osbecky agua de cebada -Hordeum vulgare L.-], solimán (Hg y As empleado en la época contra la sífilis y también para preparar un cosmético para blanquear el rostro), albayalde32. Veamos cómo era la cosmética en tiempos de Felipe IV de Espaňa (1605-1665): En un tocador elegante no podían faltar agua de rosas (Rosa spp.) y de azahar (Citrus spp.), jaboncillo de Venecia, aceite de estoraque (Liquidam-bar styraciflua L.), de benjuí, de violetas (Viola L.), de pinones (posiblemente Pinus L.) y de altramuces (Lupinus L.); canutillo de albayalde, solimán labrado para blanquear el cutis, tuétano de corzo, pastillas olorosas, y otros ingredientes guardados en sal-serillas21.
En Europa se populariza el esmaltado de la cara con arsé-nico y plomo8. Estos dos componentes han ido de la mano desde entonces en numerosos preparados (se ha considerado al plomo en sus distintas variantes como el elemento necesario). En general, no solo los reyes sino los ricos y poderosos se blanquean la cara como seňal de distinción: María Estuardo de Escocia, Isabel I de Inglaterra, María Teresa de Austria, Luis XVI y su esposa María Antonieta, Napoleón y Josefina, etc. El plomo puede llegar a producir saturnismo por absorción cutánea, de este fenómeno se dio cuenta en 1760 cuando aparece la primera víctima relevante de la cosmética, la condesa de Coventry8. En Inglaterra las mujeres se limpian la cara con su propia orina, suceso que ya había ocurrido otras veces en la historia, incluso algunos médicos recetan píldoras de arsénico para provocar palidez en la cara, como la de un muerto.
A finales del siglo XVIII se inventa la fabricación industrial del jabón y comienzan a gravarse los cosméticos con im-puestos33. El jabón como lo conocemos actualmente supuso una verdadera revolución que contribuyó a la higiene y cosmética de millones de personas. Anteriormente sólo una minoría de personas tenía acceso a plantas jabonosas, ricas en saponinas y productoras de espuma (Saponaria officinalis L.-jabonera, Quillaja saponaria Molina, Sapindus L., Solanum L.) o ricas en álcalis, cuyas cenizas se usaban en la elabora-ción de jabón (Laminaria J.V. Lamour y Salsola kali L.-barri-lla)34. El término jabón proviene de una leyenda. Supuestamente cerca de Roma estaba situado el monte Sapo, donde accidentalmente se mezclaban grasa de cabra quemada en holocaustos con cenizas de haya (Fagus sylvatica L.), pro-duiéndose una especie de jabón. En Espaňa se empleaba el aceite de oliva rancio para fabricar jabón de Castilla. En Marsella se realizaba un jabón sofisticado aňadiendo lavanda (Lavandua L.)33. El jabón actual es un producto sólido fabricado a partir de un aceite por el proceso de saponifi-cación que necesita el concurso de sosa o potasa. Gracias a la obtención de sosa a partir de la sal común, la cantidad de jabón que se puede elaborar es barata e ilimitada. Los aceites más utilizados son el de oliva, coco (Cocos nucifera L.), palma (Elaeis guineensis Jacq.), girasol (Helianthus an-nuus L.), karité (Vitellaria paradoxa C.F.Gaertn.), etc.34. En este siglo aparece el «perfume» (considerado como tal) más antiguo del mundo, el agua de Colonia o Eau de Toilette. En la corte de Versalles el agua de colonia tuvo un gran éxi-to, preparada originalmente por monjas florentinas como Aqua de Regina (con extractos de bergamota), su fórmula fue adquirida por un boticario italiano que fabricó la fragancia en Colonia en 172925.
Actualidad
Hasta este momento el hombre ha usado los recursos naturales para el cuidado de la piel y su aspecto (las plantas en nuestro caso) de forma empírica, basándose en usos tradicionales y conocimientos etnobotánicos. Desde hace sólo poco tiempo se ha instalado el interés por el buen estado y salud de la piel en sectores mayoritarios de la sociedad, lo ha que ha demandado extractos vegetales selectivos y eficaces35. La piel es la frontera que separa nuestro cuerpo del resto de las cosas. Su elevada enervación la convierte es un órgano sensorial en el que se reflejan los sentimien-tos, las emociones y el estado de salud. El envejecimiento se define como acúmulo de daňos moleculares con el tiempo producidos por las especies reactivas de oxígeno ERO ó ROS en inglés (iones, radicales libres y peróxidos). El en-vejecimiento de la piel «se ve» y tiene como consecuencia una importancia social, que no tiene el envejecimiento de cualquier órgano interno. Por tanto, la preocupación por el envejecimiento cutáneo es diametralmente distinta a la que genera el envejecimiento general del organismo36. Existe un envejecimiento natural o también llamado cronológico, se da con el paso del tiempo y es producto del propio estrés oxidativo celular del organismo37. El envejecimiento acelerado está provocado por diversos factores ambientales (radiación UV, campos electromagnéticos, productos químicos, climatología). En ambos casos se producen las ERO ó ROS que daňan los telómeros de ADN, enzimas y membranas celulares38. Estas y otras consideraciones son fundamentales para entender cuál es el presente y el futuro de los productos para la piel y belleza. Ya no basta con tener buen aspecto, sino retrasar el envejecimiento y evitar la aparición de enfermedades.
La industria química y farmacéutica es consciente y por ello está sometida a presión. De hecho, en los últimos aňos se ha acuňado un nuevo vocablo: Cosmecéutico (cosmético con acción terapéutica)27, que resulta de la intersección de farmacia y cosmética. Paralelamente se establece la integra-ción interdisciplinar de la física, química y biología, por lo que es posible estudiar con más profundidad (y en algunos casos redescubrir) las propiedades de las plantas. Esto es consecuencia de aplicación de técnicas como la cromato-grafía y espectrometría (HPLC, CG-SM, FTIR) y el empleo de extractos de plantas en ensayos in vitro e in vivo.
Ya conocemos algunos mecanismos de acción a nivel molecular de los ERO sobre las distintas capas de piel y también conocemos las estructuras químicas de todo un elenco de antioxidantes potentes39. Las hojas del té verde [Camelia si-nensis (L.) Kuntze] ricas en vitamina C y los polifenoles de la semillas de vid (Vitis vinfera L.), inhiben la peroxidación lipídica35. Los compuestos extraídos de la semilla de café verde (Coffea arabica L.) estimulan la producción de colá-geno y elastina40. Los antioxidantes del pepino (Cucumis sativus L.) inhiben la hialuronidasa y elastasa de la piel41. Los rizomas de jengibre y cúrcuma se usan en preparados anti-aging por su efecto inhibidor la tirosinasa cutánea5. Los extractos de Polypodium leucotomos Hook. (helecho tropical centroamericano) se usan como fotoprotectores por su riqueza en ácido caféico, ferúlico, clorogénico, etc.42.
En la actualidad se buscan productos no tóxicos, hipoaler-génicos43 ya que como antes indicamos cómo durante mucho tiempo se utilizaron como blanqueantes y reafirmantes de la piel productos químicos peligrosos como el mercurio, plomo y el arsénico, hasta que fueron prohibidos por su toxicidad12.
La confianza en estos productos comienza también por el envase, es muy corriente que los nombres botánicos de las etiquetas sean incorrectos o estén mal escritos. Durante la crisis de las «vacas locas» (EEB), la «gripe aviar» (virus H5N1) y otras epizootias, se introdujo en el subconsciente colectivo la idea que los productos de procedencia animal podían ser especialmente daninos35. Estos hechos han desviado la mirada hacia la cosmética verde, bio, ecológica o natural, derivada de las plantas por su supuesta inocui-dad44. En el ano 2007 se introdujo el término fitosoma para definir una nanocompuesto formado por una capa de fos-folípido que rodea a un fitoconstituyente, con una buena absorción por la piel45. También se realizan ensayos con hongos [Fomes officinalis (Will.) Bress.] por su efecto bo-tox46. Hoy día se extraen compuestos de meristemos vegetales (células en estado pluripotente) del manzano común (Malus pumila Mill.) que pueden cultivarse en biorreactores para obtener tejidos vegetales «a la carta» y plántulas, productores de metabolitos secundarios47. Esto todavía resulta una quimera, pero haría posible en muchos casos no esquilmar el medio ambiente para obtener productos. Pensemos lo que está sucediendo con el argán [Argania spinosa (L.) Skeels], un arbusto endémico de Marruecos, con poca capacidad de regeneración, cuya demanda de aceite ha provocado la disminución drástica de los ejemplares48.
No podemos olvidarnos de las enormes potencialidades del mundo marino, de la cosmecéutica marina. En el ecosistema marino viven los organismos más antiguos del proceso evolutivo y por tanto están alejados de los animales terrestres y del ser humano. La pretensión es encontrar nuevos remedios y recursos saludables. Por su propio medio hostil, las potencialidades del mar han sido poco investigadas, pero ahora se ven como una fuente de explotación sostenible y complementaria a la que ofrecen las plantas terrestres. En cosmética, tradicionalmente se han usado macroalgas como excipientes por sus ficocoloides (Chon-drus crispus Stackh., Laminaria saccharina J.V. Lamour.,..). Estas algas ahora se emplean por su riqueza en minerales y aminoácidos en sesiones de talasoterapia. Comienzan a hacerse ensayos para la explotación industrial de microalgas (Chlorella BEIJERINCK) y cianobacterias (Anacystis nidulans P.Richter) como productores de cosmecéuticos. Por otra parte se emplean moluscos (glucógeno), crustáceos (chito-sán), peces (aceites con ácidos grasos esenciales, colágeno y ácido hialurónico) y corales (oligoelementos y sales minerales en alta concentración)49,50. Todo esto constituye una novedosa línea de investigación.
Para finalizar, queremos resaltar que sólo hemos presentado un número limitado de especies vegetales, sin embargo la cantidad de plantas que participan en el cuidado de la piel, cosmética y fragancias es mucho mayor, y su número no deja de crecer: sabal [Serenoa serrulata (Michx.) G.Nicholson]51, grosellero (Phyllanthus emblica L.)38 manzanilla de Castilla (Matricaria chamomilla L.)39, granado (Punica granatum L.)52, mango (Mangifera indica L.)53, centella [Centella asiatica (L.) Urb.]53 y un largo etcétera.
CONCLUSIÓN
El interés por la higiene, las fragancias y la cosmética es un hecho que el ser humano ha tenido a lo largo de la historia, siendo hoy día una realidad que ha penetrado en amplias capas del mundo moderno. Las plantas han sido y son materia prima complementaria para la elaboración de muchos productos que cuidan la piel por ser fuente de fitonutrientes y metabolitos secundarios que la protegen y le dan sa-lud. Además existe el convencimiento de que las plantas son seguras, quizás por su posición en el árbol filogenético.