Introducción
El virus de la gripe es una de las principales causas de infección respiratoria1, cada año infecta a una media de 10-15% de la población2, por lo que se ha convertido en un importante problema de Salud Pública, debido a su elevada mortalidad en pacientes con patologías crónicas y de la tercera edad1.
Los trabajadores sanitarios son más susceptibles que la población general de infectarse con el virus de la gripe, a causa del contacto directo con pacientes y por encontrarse en un lugar de trabajo donde existe riesgo de infecciones nosocomiales, siendo ésta una de las vías de contagio más importante en éste ámbito, pudiendo causar brotes donde se vean implicados tanto pacientes como el personal sanitario3,4.
La gripe es una enfermedad que genera alto gasto sanitario5, por lo que es necesario implementar todas las medidas necesarias para evitar su transmisión, una de ellas es la vacunación antigripal de los trabajadores del ámbito sanitario, que evita el contagio tanto del paciente hacia el personal, como del personal hacia el paciente6.
A pesar de que es conocido lo eficaz de la vacuna, estudios demuestran que aún existe cierto rechazo dentro del personal del ámbito sanitario, entre las razones principales tenemos: miedo a los efectos adversos (20%) y dudas sobre la eficacia vacunal (15%)7,8,9. Una encuesta realizada en el año 2012 a 336 sanitarios de España, señalan por delante de las razones mencionadas anteriormente, el hecho de no considerarse personal de riesgo.
Se estima que el porcentaje de vacunación necesario, para que se pueda generar inmunidad de grupo e interrumpir la transmisión en los centros sanitarios es del 80%10. En EE.UU. para el año 2020, tienen como objetivo una cobertura en sanitarios del 90% dentro del programa Healthy People11. España ha sido modelo por sus altas coberturas vacunales en la población pediátrica, gracias a la encomiable labor de años, de distintos profesionales médicos, enfermeros y responsables de la Salud Pública, por lo que sería deseable que se marcase un objetivo similar en la población del ámbito sanitario.
El objetivo principal del presente estudio, es conocer la cobertura vacunal antigripal entre el personal del Hospital Universitario de Fuenlabrada.
Como objetivos secundarios:
Material y Métodos
Se realizó un estudio descriptivo longitudinal entre el año 2006 y 2015, en el Hospital Universitario de Fuenlabrada, con una población de estudio de 15.056 trabajadores; 12.253 sanitarios (médicos, personal de enfermería, técnicos, auxiliares de enfermería) y 2.803 no sanitarios (celadores, administrativos, limpieza, cocina…), de ésta población se tomó como muestra los trabajadores que fueron vacunados de la gripe.
Entre las variables a estudio del personal vacunado están:
La campaña de información de vacunación antigripal dirigida al personal fue homogénea para las diez temporadas estudiadas, y consistió en la publicación en el sistema informático interno de la institución de un llamamiento a la vacunación antigripal, horarios y lugar de vacunación, y como excepción en 2014 y 2015 se ofreció vacunación sin horario.
La vacuna se administraba y se registraba en el Sistema SISPAL en el Servicio de Salud Laboral del Hospital y se asignó un día para vacunar en el Centro de Especialidades.
Se emplearon como fuentes de información los datos registrados (2006- 2015) en el sistema de registro de la Comunidad de Madrid; SISPAL (Registro de personas vacunadas por tipo de vacuna y lugar de administración, Gestión de vacunas, Permisos de Residencias y Centros Externos) y de las bases de datos de RRHH del propio Hospital de Fuenlabrada.
Se calculó el índice de cobertura vacunal para la población total de trabajadores y para distintos subgrupos de estudio (según fueran sanitarios y no sanitarios:
Indice de cobertura vacunal = número de personas vacunadas/número total de la población considerada x 100.
Se diseñaron bases de datos Excel para registro y gestión, así como gráficos descriptivos.
Resultados
Se han analizado un total de 15.056 trabajadores en diez temporadas de campaña vacunal obteniendo un Índice general de cobertura vacunal de 18,25%; de un total de 2.749 vacunados.
La cobertura vacunal total fue mayor en el año 2009 lo que se puede explicar por presentarse ese año la epidemia de Gripe A (H1N1), observándose un Índice de vacunación fue 38,36%. Y el año con el más bajo registro vacunal fue el 2007, con un Índice de 13,95%.
Por categorías profesionales el personal no sanitario se vacuna más (25,64%) que el personal sanitario (17,00%). Por rango de edades, se vacunan más entre los 41-50 años y menos entre los menores e iguales a 30 años.
En las Figuras 1 y 2 aparecen las coberturas de vacunación antigripal para el total del personal hospitalario, donde se observa que en el año 2009 aumenta el porcentaje de cobertura alcanzando un 21% del índice total.
Se observa que el índice de cobertura se mantiene estable entre los años 2010-2015.
En las Figuras 3 y 4 se muestran los resultados para el grupo de personal del hospital: personal sanitario/no sanitario. Demuestra que el personal no sanitario presenta mayor aceptación a la vacunación antigripal que el personal sanitario con unos resultados de 25,64% frente a un 17% de índice de cobertura. A excepción del año 2009 (Gripe A) donde se presentó mayor índice de cobertura vacunal en los trabajadores sanitarios respecto a los sanitarios.
En la Figura 5 muestra los resultados obtenidos para sujetos clasificados por rango de edad, observándose mayor incidencia de cobertura vacunal del año 2006 al 2009 en el rango de edad comprendida entre 31-40 años, y desde el 2010 al 2015 en el rango de edad comprendida entre 41-50 años.
Discusión
Existen numerosas evidencias científicas que hacen incuestionable la recomendación de vacunación frente a la gripe en el personal sanitario. Las más importantes se resumen y agrupan a continuación en tres argumentos fundamentales:
1. El argumento de necesidad (la autoprotección en un colectivo más expuesto). “Medice, cura te ipsum”. Sanitario, cúrate a ti mismo.
Numerosos estudios de encuestas a sanitarios coinciden en señalar la autoprotección como el principal motivo para vacunarse, incluso muy por delante de la protección del paciente7,8,12,13,14.
2. El argumento de ética (la conciencia de posible fuente transmisora para pacientes en los que la gripe puede expresarse con mayor gravedad y ser causa de muerte con mayor frecuencia). “Primum non nocere”. Primero, no hacer daño (Hipócrates).
Se estima que el 30-50% de los casos de gripe pueden ser asintomáticos por lo que muchos sanitarios siguen trabajando sin saber que pueden estar transmitiendo la gripe a los pacientes y compañeros próximos15,16.
3. El argumento de ejemplaridad (el convencimiento científico de su utilidad y seguridad por el sanitario aporta confianza) “Docendo discimus”. Aprendemos enseñando (Séneca).
Nuestra propia vacunación no solo evitará que enfermemos y transmitamos la gripe a nuestros pacientes, como se ha expuesto en los dos apartados anteriores, sino que nos ayudará a conocer mejor esta herramienta preventiva y nos mentalizará a nosotros mismos para tenerla presente a la hora de su recomendación. Por otro lado, nuestro ejemplo servirá a la población general para tomar conciencia sobre la importancia de la vacunación y aumentar la confianza en ella así como en nosotros mismos pues, en un reciente estudio, hasta el 85% de las personas encuestadas consideraba que la vacunación del personal sanitario protege a los pacientes12.
A pesar de la amplia indicación de vacunación sistémica entre el colectivo sanitario, las coberturas alcanzadas suelen ser bajas, oscilado entre un 13,95 y un 17,02%17.
En el año 2009 hemos observado un aumento de la cobertura vacunal de gripe, lo que pensamos que está influenciado por la epidemia de gripe H1N1 que concienció a los trabajadores a tener más prevención.
Limitación del estudio: no se estudia la eficacia de la vacunación antigripal en la población de trabajadores del H.U.F sino la cobertura vacunal.
La modificación en la estrategia de vacunación, generando mayor adherencia del profesional, una educación específica y facilitando horarios y acudiendo a sus unidades sin necesidad de desplazamiento del personal, ayudará significativamente al aumento de la aceptación vacunal.
Además es preciso efectuar análisis específicos de las incapacidades temporales por gripe y su impacto en el hospital, para así poder mejorar las técnicas de captación.