Introducción
Los profesionales de enfermería constituyen cuantitativamente la mayor fuerza de trabajo en los sistemas de salud de casi todos los países del mundo. Sin embargo, su importancia no parece ser suficiente para determinar trabajadores satisfechos, puesto que existe de manera global un nivel de satisfacción laboral que resulta alarmantemente bajo -un fenómeno cuantificado por algunos estudios en el 50%1 de las enfermeras encuestadas-, hasta el punto de que llega a erigirse como el primer motivo de abandono de la profesión2. Sin pretender entrar en detalles, entre las principales fuentes del problema se incluirían la falta de personal, la habitual elevada presión asistencial y un lastre histórico de la profesión relacionado con las escasas posibilidades de reconocimiento social y promoción1; a lo que se podría añadir algunos de los motivos que en este estudio se plantean.
Insertos en este desalentador contexto, dentro de los profesionales de enfermería en España hay un personal cuyos contratos laborales -bajo el pretexto de dar respuesta a necesidades de forma rápida y con un menor coste3- resultan especialmente gravosos en términos personales, dada la especial precariedad de sus condiciones: hablamos de los conocidos como “contratos volantes” o contratos “pool”.
Entre los principales hándicaps de este tipo de relaciones contractuales se encontrarían que sus funciones, sus turnos y sus lugares de trabajo no están definidas de antemano, por lo que sus atribuciones se limitan a cubrir las necesidades que surgen a corto plazo en los distintos servicios hospitalarios.
Así las cosas, el resultado final no puede ser otro que el de un entorno de trabajo de incertidumbre, de falta de control sobre la actividad laboral, de imposibilidad de establecer relaciones con los compañeros de trabajo y de un aumento de la presión laboral como consecuencia de la carga psíquica derivada de estar “continuamente preparado para todo”.
Condicionantes, todos ellos, que parecen estar en poca sintonía con las recomendaciones del Consejo Internacional de Enfermería que ha señalado la imperante necesidad de entornos de trabajo positivos en los sectores de salud como requisito imprescindible si lo que se quiere garantizar la seguridad de los pacientes4, el bienestar de los profesionales de la salud5 y la disminución de los niveles del Síndrome de agotamiento profesional o Burnout.
Precisamente, establecer si pudiera existir una relación entre este tipo de contratos con esta última condición y, en caso positivo, con una posible afectación de la vida cotidiana que redunde en la satisfacción laboral y en la posibilidad del abandono laboral, constituye el objetivo principal de nuestro trabajo. Un objetivo construido bajo la hipótesis de que si no se cumplen con las recomendaciones de El Consejo Internacional de Enfermería -como así parece ocurrir en este tipo contratos-, un buen número de profesionales de enfermería, sometidos a este tipo de contratos, podrían estar en claro riesgo de sufrir agotamiento profesional con las consiguientes consecuencias de afectación de la vida diaria y de falta de apego al trabajo.
A este respecto, la literatura científica aporta buenos ejemplos acerca del Burnout o agotamiento profesional en trabajadores con contratos estables, que están física y emocionalmente agotados6 y que trabajan en unidades muy específicas como Cuidados Intensivos de neonatos7 y adultos8, Oncología9, Urgencias y Emergencias10), Hemodiálisis11… pero, sin embargo, no se han encontrado estudios dentro del ámbito de la enfermería sobre trabajadores con contratos como los aquí descritos.
Sobre la base de esta carencia, el estudio que hemos llevado a cabo y que aquí presentamos, pretende aproximarse a las relaciones entre las tres condiciones: contratos precarios, aparición del Síndrome de agotamiento profesional o Burnout y su relación con la calidad de vida y la insatisfacción laboral, sobre la sospecha inicial de una relación positiva en virtud de las conclusiones de estudios previos en entornos similares12.
Métodos
Participantes
Los sujetos de estudio seleccionados fueron enfermeros que en el momento del estudio debían presentar el requisito de haber trabajado al menos un mes en su carrera profesional como enfermeros con contratos de tipo “volante” o “pool”. En el momento de la toma de la muestra consideramos como irrelevante si los mismos estaban en activo o parados, por lo que el estudio abarcaba referencias al presente y al pasado del individuo.
En la tabla 1 se indican las características de la muestra, cuyo tamaño muestral fue de 216 enfermeros de edades comprendidas entre los 22 y 61 años. Al tiempo, se adoptaron los siguientes criterios de exclusión: no haber trabajado nunca como enfermero “volante” y no cumplimentar en su totalidad la encuesta facilitada.
Protocolo
Se llevó a cabo un estudio observacional, descriptivo y de carácter transversal. La recogida de datos se inició en diciembre de 2015 y finalizó en enero de 2016. Los participantes contestaron de forma telemática y auto-administrada a dos instrumentos en una misma encuesta: uno de ellos fue un cuestionario de elaboración propia que intentó aproximarse a las significaciones del problema y a las posibles consecuencias sobre la vida diaria y la satisfacción laboral. Para ello, se incluyeron 2 preguntas sobre cuestiones demográficas como fueron, la edad y los años de finalización de la carrera. Y otras 6 preguntas sobre aspectos más subjetivos relacionados con este tipo de contratos y sus efectos. Nos interesamos por aspectos directamente relacionados con la vida cotidiana y la insatisfacción en el trabajo tales como “cambios de humor”, “cambio en la calidad de sueño”, “percepción de ansiedad”, “percepción de depresión”, “miedo al inicio del turno” y “planteamiento de cambio de profesión”. Para homogenizar la muestra, dada las características del estudio, las posibles respuestas se limitaron a opciones de respuesta de carácter dicotómico - seleccionando “si” o “no”-.
En segunda instancia, el otro instrumento utilizado apuntaba directamente hacía la posible relación con el Síndrome de Burnout, para lo que se utilizó el cuestionario validado Maslach Burnout Inventory (MBI) en su versión española. El MBI consta de 22 ítems y fue diseñado para valorar tres aspectos fundamentales del Síndrome de Burnout: agotamiento emocional (AE), despersonalización (DP) y realización personal (RP).
En el cuestionario, la escala mide cada ítem en un rango de 0 (nunca) a 6 (siempre), debiendo los participantes contestar según la frecuencia con la que experimentaban las sensaciones: nunca (0), pocas veces al año (1), una vez al mes (2), unas pocas veces al mes (3), una vez a la semana (4), pocas veces a la semana (5) y todos los días (6). Como puntos de corte se siguieron los criterios marcados por Portero y Vaquero 1. De este modo se consideraron los siguientes puntos de corte: puntuaciones en agotamiento emocional entre 15 y 24 (<15 bajo, 15-24 medio y >24 elevado). Respecto a despersonalización se consideraron valores entre 4 y 9 (<4 bajo, 4-9 medio y >9 elevado). Por último, en contrapartida, la escala de realización personal funciona de manera opuesta a las dos anteriores, por lo que se valoraron puntuaciones entre 33 y 39 (<33 elevado, 33-39 medio y >39 bajo).
Sobre esta base, altas puntuaciones en las subescalas de agotamiento emocional y de despersonalización, y bajas puntuaciones en la subescala de realización personal sería el reflejo de presencia de Burnout. Un grado medio sería reflejo de puntuaciones medias en las tres subescalas. Mientras que la presencia de bajas puntuaciones en las subescalas de cansancio emocional y despersonalización, y de altas puntaciones en la de realización personal serían indicativas de un bajo grado de Burnout.
Análisis estadístico
Tras la recogida de datos se procedió a su almacenamiento y análisis con el programa estadístico SPSS versión 22.
En primer lugar, se realizó un análisis descriptivo de las variables contenidas en el cuestionario MBI aportando la media, la desviación típica y el intervalo de confianza al 95%. Posteriormente se realizó un análisis de asociación mediante el test Chi-cuadrado para tablas de contingencia en el que se buscó la asociación entre las variables de percepción personal y los diferentes niveles de las variables principales del MBI. Se estableció un valor de p≤0,05 para considerar la asociación estadísticamente significativa.
Se recogieron de forma correcta y completa un total 216 encuestas que como ya se ha comentado pasaron a formar parte de la muestra de estudio.
Resultados
Al valorar los datos, se obtuvieron los siguientes resultados: En la (Tabla 1) se pueden observar los datos sociodemográficos que muestran una media de edad de los participantes de 31,56 años y una media de 8,32 años desde que finalizaron sus estudios en enfermería.
En la Tabla 2 se muestra la descripción de las dimensiones del cuestionario MBI, observándose que la muestra estudiada se encuentra en un nivel medio de agotamiento emocional (23,35±11,42), oscilando sus valores entre 0 y 54. Por su parte, en el caso de la despersonalización se observó un nivel elevado (10,70±6,33), siendo la puntuación mínima obtenida 0 y la máxima 29. Por último, se encontró un nivel elevado de realización personal (31,63±9,25), con valores mínimos de 2 y máximos de 48.
Por su parte, en la (Tabla 3) se muestran los resultados de la asociación realizada entre el agotamiento emocional y las variables planteadas para la valoración de la vida cotidiana y su relación con la satisfacción laboral. En ella, se observa una asociación estadísticamente significativa con el cambio de humor (p<0,001), la percepción de ansiedad (p=0,05), la percepción de depresión (p<0,001) y el planteamiento de cambio de profesión (p<0,001). En todas las variables mencionadas la mayoría de los encuestados responden afirmativamente y de éstos, la mayoría (50,6%, 45,2%, 52,9% y 63,5% respectivamente) presentan un nivel elevado de agotamiento emocional.
Los valores están expresados en datos absolutos (porcentaje). *Presenta valores inferiores a la frecuencia esperada.
En cuanto a la (Tabla 4), los resultados mostrados indican una asociación estadísticamente significativa entre aquellos que contestaron afirmativamente a la pregunta sobre el cambio de humor (p=0,001), y de éstos, la mayoría (58,3%), se corresponden con una puntuación elevada en la escala de despersonalización.
Los valores están expresados en datos absolutos (porcentaje). *Presenta valores inferiores a la frecuencia esperada.
Por último, la (Tabla 5) revela una asociación estadísticamente significativa entre cambio de humor (p<0,001), percepción de depresión (p<0,001) y planteamiento de cambio de profesión (p<0,001). Entre los encuestados que respondieron afirmativamente a estas preguntas, la mayoría (56,7%, 55,1% y 69,2% respectivamente) se corresponde con un nivel elevado en la puntuación de realización personal.
Discusión
El presente estudio se planteó con el objetivo de encontrar una posible relación entre el Síndrome de Burnout y el personal de enfermería contratado en condiciones que no se ajustan, por las funcionas asignadas, con las estipuladas por consenso en el Consejo Internacional de Enfermería; y más en concreto, con los contratos conocidos en España como contratos tipo “pool” o contratos “volante”. Con una hipótesis de partida en una asociación positiva entre los dos conceptos, se decidió además incluir una hipótesis añadida bajo la sospecha de que un resultado positivo también podría tener una asociación con la insatisfacción laboral tan presente en el colectivo enfermero.
Finalizado el estudio, se han observado niveles medio-elevados en las dimensiones del cuestionario Maslach Burnout Inventory.
Así, las puntuaciones medias sitúan a la muestra en un nivel medio en la escala de agotamiento emocional; en un nivel elevado en la escala de despersonalización y en un nivel elevado de realización personal.
La comparación de las medias en todas las dimensiones del desgaste profesional con otros estudios realizados en enfermeros que trabajan en unidades específicas son similares respecto a algunos de ellos13,14,15,16 e incluso superiores respecto a otros11, lo que sin duda puede encontrar su causa en las gravosas características propias del perfil de los enfermeros “volante”/“pool”.
Al tiempo, en el estudio de la asociación entre la vida cotidiana/insatisfacción laboral y las dimensiones del MBI, se ha observado una asociación estadísticamente significativa, lo que sugiere que este tipo de relaciones contractuales aumentarían no solo la presencia del Síndrome de Burnout, sino también el riesgo de posible abandono del trabajo en una profesión ya de por sí muy lastrada por este fenómeno.
En relación a ello, se ha encontrado una asociación significativa entre el cambio de humor y el nivel de agotamiento emocional.
Otra asociación significativa se ha encontrado entre quienes han percibido sentimientos de depresión y a su vez tienen una puntuación elevada en agotamiento emocional. Un hecho que por otra parte no es nada novedoso, puesto que hay un gran solapamiento entre los síntomas del Burnout, la dimensión de agotamiento emocional y los síntomas de depresión17. Algunos estudios, incluso se han aventurado a demostrar la disminución de los niveles de Burnout al tratar la sintomatología depresiva18.
Igualmente, se ha encontrado relación entre elevados niveles de despersonalización y la aparición cambios de humor que se comportarían como un antecedente de despersonalización, ya que ambas variables tienen un componente actitudinal, produciéndose un proceso cíclico entre la satisfacción laboral y el desarrollo de actitudes de despersonalización en el trabajo19.
Entre quienes contestaron afirmativamente y tienen elevada puntuación en agotamiento emocional y una baja realización personal también existe una asociación estadísticamente significativa.
Como posibles limitaciones de este estudio, y en vista de aproximaciones futuras, sería interesante recabar más datos sobre hábitos de vida de los participantes, como podrían ser, hábitos de tabaquismo/alcoholismo, la realización de actividad física cotidiana u otros parámetros que aportasen más información para poder disponer de un conocimiento exhaustivo del estado de la muestra y del comportamiento de ésta.
En conclusión, este estudio confirma como positiva la relación hipotetizada entre el Síndrome de Burnout y el personal de enfermería contratado en condiciones de precariedad con contratos como los aquí descritos, apareciendo niveles preocupantes de agotamiento emocional (AE), realización personal (RP) y despersonalización (DP).
A su vez se han podido observar asociaciones estadísticamente significativas entre puntuaciones elevadas en las diferentes esferas del síndrome y aspectos de la vida personal de los enfermeros estudiados, lo que estaría influyendo en los sentimientos de insatisfacción personal y aumentando las posibilidades de incidencia sobre el abandono profesional.
En consecuencia, con lo indicado, el Burnout en el personal de enfermería con contratos tipo “pool” o “volante” es una realidad que debe ser investigada y no silenciada, pudiendo ser importante establecer un plan de choque para prevenir y disminuir sus niveles en el medio hospitalario no sólo en los profesionales de enfermería en general, sino también en los enfermeros “Pool” en particular.
Los motivos parecen claros y la importancia de las consecuencias también: en primer lugar, los efectos negativos que este síndrome provocaría en las instituciones, el personal y, por ende, en los pacientes, objetivos esenciales de todo sistema de salud. En segundo, los altos índices de abandono laboral entre el personal de enfermería, que por si solos justificarían actuaciones preventivas que deben ir encaminadas a atajar la situación.