Introducción
La pandemia por COVID-19 ha impactado de forma transversal en los servicios de salud con altas tasas de infección en los profesionales sanitarios, especialmente aquellos que han trabajado en primera línea1,2. Ni las instalaciones ni el personal estaban preparados para las dimensiones de una pandemia como la vivida, lo que provocó una gran exposición al riesgo de transmisión de la COVID-19 en los profesionales sanitarios3.
Las organizaciones sanitarias se tuvieron que enfrentar a multitud de retos de índole muy diversa. La falta de recursos profesionales y materiales, así como la atención masiva de personas que requerían asistencia sanitaria inmediata, en hospitales y en centros de atención primaria, provocaron el colapso del sistema sanitario4. Otro reto a abordar fue la falta de equipos de protección individual (EPI) ante un elevado riesgo de exposición a la COVID-19 en el lugar de trabajo5,6.
Uno de los mayores riesgos a los que estuvieron expuestos los profesionales sanitarios fueron las infecciones no diagnosticadas o subclínicas7. La urgencia e inmediatez necesaria en la atención sanitaria, la falta de formación en el uso de EPI y, en algunas ocasiones, plantillas insuficientes de personal, así como la falta de procedimientos, circuitos y retraso en el diagnóstico de la COVID-19 en la primera ola de la pandemia, contribuyeron también a la transmisión entre los profesionales sanitarios. No obstante, la publicación continua de evidencia ayudó a adaptar y focalizar los procedimientos y protocolos que guiaban la práctica clínica8. Las autoridades sanitarias y equipos directivos supieron pasar de la información a la acción desarrollando políticas y programas que trataron de forma transversal la seguridad tanto de los pacientes como de los profesionales9,10.
Debido a esta situación especial dónde el riesgo de exposición a la infección era muy alto, se planteó como objetivo identificar los factores asociados a la presencia de la COVID-19 en profesionales sanitarios de un hospital universitario durante la primera ola de la pandemia.
Material y Métodos
Se diseñó un estudio transversal a través de una encuesta online ad hoc dirigida a todos los profesionales sanitarios que habían trabajado activamente en el Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda entre el 11 de marzo y el 21 de junio de 2020. La encuesta fue elaborada por un grupo de expertos de diferentes ámbitos (Investigación en cuidados, Calidad asistencial, Prevención de riesgos laborales, Dirección del hospital, Formación, Psiquiatría, Medicina preventiva, entre otros), se validó en aspecto y contenido, se realizó el pre-test cognitivo y se pilotó antes de su difusión. Se utilizó una plataforma protegida y segura del entorno web de la App Formación Sanidad Madrid como ubicación de la encuesta que permitía que se respondiera a través del móvil u ordenador. La encuesta epidemiológica se difundió mediante correo electrónico a todo el listado de trabajadores del hospital desde la Unidad de Comunicación (todas las unidades y servicios del hospital, tanto asistenciales como no asistenciales), a través de la propia App y mediante comunicado interno en la intranet del centro, principalmente. La difusión se inició el 14 de julio hasta el 3 de septiembre de 2020, realizando varios recordatorios.
La plantilla constaba de 2447 trabajadores al inicio de la pandemia (antes de aumentar las plantillas con contratos específicos COVID-19). Se realizó el cálculo del tamaño muestral necesario para un nivel de confianza del 95%, una frecuencia esperada del 33,33% (es decir, se consideraba que 1 de cada 3 profesionales se podía haber infectado) y con una precisión del 3%, resultando 684 sujetos de estudio.
La encuesta epidemiológica para los trabajadores del hospital estaba formada por 99 ítems, de los cuáles 90 eran preguntas cerradas y 9 abiertas. Estaba dividida en 5 bloques y presentaba dos itinerarios diferentes: uno para trabajadores con signos y síntomas COVID-19 y otro para trabajadores sin signos y síntomas COVID-19.
Las unidades/servicios asistenciales se categorizaron en función del riesgo de exposición para los trabajadores frente a la COVID-19. Se agruparon las unidades de hospitalización, de cuidados críticos, las urgencias, paritorios y quirófanos en unidades/servicios de alto riesgo. Los servicios de diálisis, hospital de día médico, consultas, radiología y equipos de soporte como unidades/servicios de riesgo medio. Por último, se agrupó como unidades de bajo riesgo a los laboratorios (microbiología, otros), los servicios centrales, los servicios de gestión y administración, las unidades de formación continuada, calidad asistencial y la dirección del centro, así como las unidades de investigación, la sociedad concesionaria, el servicio de prevención de riesgos laborales y el de medicina preventiva. En los casos en los que el profesional había trabajado en varias unidades/servicios, se priorizó aquella de mayor riesgo de exposición.
Las variables cualitativas se describieron mediante frecuencias absolutas (n) y relativas (%) y las cuantitativas mediante media y desviación estándar (DE). Se realizó un análisis bivariante que permitió identificar las variables implicadas en la COVID-19, empleando el test chi-cuadrado para las variables cualitativas y la prueba t de Student para las cuantitativas. Se realizó una regresión logística binaria cuya variable dependiente fue la presencia de signos y síntomas COVID-19 para identificar de forma independiente los posibles factores asociados a la COVID-19 en los profesionales sanitarios. Se estimaron las odds ratio (OR, razón de ventajas) junto a su intervalo de confianza al 95%. Se utilizó la prueba de Hosmer-Lemeshow para analizar la bondad de ajuste del modelo. Se analizaron los datos con el programa estadístico SPSS en su versión 28 y se tomó el valor de p<0,05 como significación estadística.
El estudio se desarrolló de acuerdo a la Declaración de Helsinki para la investigación con seres humanos11, y a la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales12. Se contó con la aprobación de la Dirección del hospital y el Comité Ético de Investigación del medicamento del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda (Madrid, España) consideró que el estudio cumplía con los requerimientos éticos adecuados para su desarrollo.
Resultados
Participaron 728 profesionales sanitarios. El 81% (n=588) fueron mujeres, la media de la edad fue de 43,0 (11,4) años. Entre los profesionales hubo una mayor participación de enfermeras (41,3%; n=301), facultativos (24,5%; n=178) y técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) (15,8%; n=115). Predominó el tipo de trabajo asistencial (83,1%; n=605), en área asistencial COVID-19 (75,9%; n=459) y en unidades de riesgo de exposición alto (75,0%; n=546). En cuanto a los antecedentes personales un 29,0% (n=211) refirió patología previa y un 31,6% (n=230) factores de riesgo (Tabla 1).
Desarrollaron signos y síntomas de la COVID-19 266 (36,5%) profesionales sanitarios. Las características sociodemográficas y laborales fueron similares en los profesionales sanitarios que presentaron signos y síntomas de COVID-19 y los que estuvieron asintomáticos, excepto en las variables tipo de trabajo (86,8% frente al 81,0%; p=0,041) y la exposición relacionada con los espacios y la organización (37,4% respecto al 23,7%; p=0,001). Asimismo, se observaron diferencias, sin llegar a ser estadísticamente significativas, en la exposición por falta de recursos (56,1% respecto al 47,1%; p=0,051). Por otro lado, se observaron diferencias estadísticamente significativas respecto a la presencia de patología previa (33,8% frente al 26,2%; p=0,029) y diagnóstico de asma (13,9% frente al 8,9%; p=0,034) (Tabla 2).
En el análisis multivariante se incluyeron cinco factores independientes de desarrollar signos y síntomas de la COVID-19, cuyas odds ratio informan de que hubo una mayor probabilidad de presentar signos y síntomas si los profesionales estuvieron expuestos en base a espacios, organización o falta de recursos, si eran mujeres, trabajaban en área asistencial o presentaban asma. No obstante, atendiendo a la significación estadística de las variables del modelo, se puede afirmar que los profesionales sanitarios que trabajaron en el área de trabajo asistencial presentaron el doble de probabilidad de desarrollar signos y síntomas de COVID-19 (p=0,027), y los expuestos por espacios y organización 2,13 veces más (p=<0,001) (Tabla 3). La prueba de Hosmer-Lemeshow presentó un valor de p=0,817 por lo que no se rechazaba la hipótesis nula y se afirmó que lo que se observa se ajusta a lo esperado bajo este modelo.
Discusión
La muestra del estudio fue mayoritariamente femenina, formada por profesionales cuya actividad laboral se desarrolló en áreas asistenciales, en unidades de atención a pacientes diagnosticados de COVID-19 y con alto riesgo de exposición13. Las enfermeras fueron la categoría profesional más representada, coincidiendo con otros estudios14, así como con los datos publicados por la OCDE15 y la OMS16.
Los profesionales sanitarios del hospital que trabajaron en áreas asistenciales presentaron mayores cifras de infección. Esto estaría relacionado con el riesgo que supuso la atención directa a pacientes infectados al inicio de la pandemia17. Se desconocía el mecanismo de transmisión, hubo escasez de material y de personal, las instalaciones no estaban adaptadas a una crisis sanitaria como la COVID-19 y no se disponía de vacunas que protegieran de la enfermedad18,19. Esta situación precisó una rápida actuación e implantar medidas de seguridad en las áreas asistenciales, en primer lugar, debido a la urgencia epidemiológica y la necesidad de proteger tanto a los profesionales sanitarios como a los pacientes. No obstante, se fueron adaptando todas las áreas del hospital en función de las diferentes necesidades y fases a lo largo de toda la pandemia.
La primera ola pandémica se caracterizó por la falta de planificación y organización lo que provocó un aumento del riesgo de exposición entre los profesionales20. Asimismo, en este estudio la exposición por falta de planificación de circuitos, espacios y organización fue el factor que se relacionó con la presencia de COVID-19 en los profesionales sanitarios. Otros autores indicaron como responsables de la transmisión, además de lo mencionado, el riesgo de exposición por contacto con personas infectadas o con sospecha de estarlo21 y también la exposición por la falta de recursos tanto materiales, físicos como humanos6. Esta diferencia de resultados puede estar relacionada con la rápida actuación del hospital para diseñar e implantar las medidas de seguridad para proteger a los profesionales. De tal forma que las causas de exposición disminuyeron y los profesionales sanitarios estuvieron más protegidos en su lugar de trabajo.
Entre los factores de riesgo relacionados con la COVID-19 se encuentran la obesidad22 o el tabaquismo23, así como la presencia de enfermedades respiratorias24. En esa misma línea, se encontraron diferencias en el desarrollo de signos y síntomas de COVID-19 entre los profesionales sanitarios con patología previa y en especial en aquellos que padecían asma.
Haber trabajado en áreas asistenciales durante la primera ola pandémica fue un factor asociado al desarrollo de signos y síntomas de COVID-19 entre los profesionales sanitarios del hospital1,2. Es lógico que aquellos profesionales con mayor contacto con el paciente enfermo al inicio de la pandemia presentaran una mayor probabilidad de contagio, ya que muchos profesionales sanitarios priorizaron la atención urgente de los pacientes incluso exponiéndose al riesgo de infección25, ya que se trató de una situación súbita, desproporcionada y desconocida por todos.
La exposición relacionada con los espacios fue otro de los factores asociados a la COVID-19. Esta transmisión del virus se produjo al compartir los espacios y entornos comunes con compañeros o personas que no se sabía si estaban infectadas. Esta misma situación se ha encontrado en hospitales y centros sanitarios relacionada con la rápida transmisión del virus y el contacto cercano con los compañeros de trabajo26, especialmente durante la primera ola pandémica cuando no se conocía muy bien la enfermedad ni la transmisión de esta.
Este trabajo presentó una serie de limitaciones, como es el diseño transversal que impide determinar la causalidad de las asociaciones o el empleo de una muestra no aleatoria. Al tratarse de una encuesta de cumplimentación voluntaria de forma retrospectiva sobre lo que ocurrió en la primera ola de la pandemia, puede aparecer un sesgo de memoria en los profesionales sanitarios minimizando la exposición al riesgo de la COVID-19. El periodo de estudio se centró en la primera ola pandémica caracterizada por una gran afectación tanto a la población en general y a los profesionales sanitarios en particular. Sin embargo, el estudio también presenta una serie de fortalezas como es el tamaño muestral (N=728), el tipo de estudio se consideró adecuado para responder al objetivo planteado y se utilizó una encuesta diseñada por un grupo de expertos, validada en aspecto y contenido, realizando pre-test cognitivo y pilotaje previamente a la difusión de la encuesta.
Este trabajo se puede continuar con el estudio tras la pandemia del impacto que esta ha supuesto en la salud de los profesionales sanitarios, así como la variación del riesgo de exposición entre las diferentes olas pandémicas y hasta el final de la misma. Además, la información que proporciona este estudio es de gran interés para el diseño de futuros programas de planificación sanitaria, así como para organizar la preparación y respuesta hospitalaria ante futuras amenazas, a la vez que se garantiza la seguridad de los profesionales y los pacientes.
Para concluir, destacar que los resultados de este estudio muestran los inicios de la pandemia en un hospital universitario de alta especialización. La falta de planificación ante una situación de tal dimensión afectó a todas las instituciones sanitarias; sin embargo, este trabajo muestra prevalencias de infección entre los profesionales sanitarios de áreas asistenciales menores que los que trabajaron en áreas no asistenciales. Esta objetiva la importancia para el hospital de abordar la seguridad tanto del paciente como del profesional, desplegando diferentes programas y protocolos de actuación.