INTRODUCCIÓN
Las enfermedades cerebrovasculares son disfunciones que afectan temporal o permanentemente el flujo sanguíneo. Contribuyen a la mortalidad en el mundo, siendo esta enfermedad, el accidente cerebrovascular (ACV), la segunda causa de muerte desde hace 16 años 1. Hace décadas y en diferentes lugares, las enfermeras consideran esta patología un tema importante para investigación 2. Los factores de riesgo no modificables se refieren a la progresión de la edad o al patrimonio genético. El ACV contextualizado en la edad, tiene expresiones variadas en los perjuicios inmediatos y futuros para la persona. Es referido como poco común en adultos jóvenes (i.e., 10-15%) registrando todavía en el rango etario 45-49 años diferencias de incidencia que varían entre 5% y 20% 3. No obstante, en adultos jóvenes la mortalidad es elevada y la morbilidad es acompañada de angustia, debido a las secuelas con las que se enfrentan en la fase más productiva de la vida 3 4 5. En las mujeres, los factores específicos asociados al embarazo, puerperio, al uso de anticonceptivos o pre-climaterio, incrementan el riesgo 5 6. Considerándose la genética ubicada en factores étnicos, los riesgos más grandes se encuentran en las mujeres negras no hispánicas versus riesgos menores en las caucasianas 6. Si hasta los 35-44 años los individuos del sexo masculino presentan una mayor prevalencia, alrededor del rango 45-54 años, se vuelve superior en las mujeres 4.
Los factores modificables, por su lado, se manifiestan de múltiples formas en las conductas no saludables, que traducen el nivel de educación 6. Se destacan la hipertensión, diabetes, tabaquismo, obesidad, dislipidemias, inactividad. Otros comportamientos abusivos como el del alcohol, la sal, el azúcar, pueden potencializar los anteriores 5 7 8. Otros aspectos, tales como nivel o la posición socioeconómica, influyen sobre algunos factores modificables, mostrando una asociación inversa con la incidencia y mortalidad del ACV 9 10.
En Portugal el ACV también es la segunda causa de muerte. Pero en el Sur, en el Alentejo, la situación es más grave, tanto en la mortalidad (57.2/100.000 hab), como el la morbilidad 11. En el Alentejo, el tabaquismo muestra valores más elevados, en comparación con los datos del país, en cualquier grupo etario 12. En cuanto al exceso de peso, éste es menos frecuente en comparación con otras regiones, pero la prevalencia de la HTA y la diabetes es la más elevada del país 13 14 15 16.
El reconocimiento inmediato del ACV, la precocidad del auxilio y el direccionamiento de la persona para una unidad de salud, en un espacio de tiempo de hasta 3 horas, puede ofrecer un desenlace diferente al problema. En Portugal la Dirección General de la Salud (DGS), considera relevante la educación para la salud, donde se incluye el reconocimiento por parte de la población de las señales de alarma de las situaciones amenazadoras, así como la activación Vía Verde ACV pre-hospitalaria. La Via Verde ACV es una estrategia organizada para la atención de pacientes con sospecha de padecer ACV en curso. Está reglamentada por la DGS. La Vía Verde ACV es activada por el número de emergencia sanitaria (112) que envía los medios y traslada a la persona al hospital más próximo que cuente con una Unidad de ACV, ya que la atención precoz puede revertir un ACV en curso. Aparte de los recursos relacionados con los servicios de salud y la atención inmediata por los testigos, es fundamental el reconocimiento por parte del paciente de los signos o síntomas del evento. El conocimiento sobre tal cuestión puede ser adquirido a través de programas educativos. Algunos estudios muestran que, en los grupos de riesgo, la información aportada permanece cerca de cinco años 17. Los programas centrados en los grupos específicos son más eficaces. El diseño depende de los factores de riesgo, el contexto y de la propia metodología.
En el Alentejo no se ha estudiado el conocimiento sobre el ACV en adultos jóvenes. No existe una referencia estándar a partir de la cual se pueda tener un entendimiento global de la preparación de los ciudadanos para evitar o intervenir en una situación de ACV. Tampoco las necesidades de información están identificadas. Si existiera conocimiento se crearían condiciones para tomar las decisiones más adecuadas en un espacio de tiempo corto. Considerando el lugar que los adultos jóvenes ocupan entre las generaciones de sus padres y de sus hijos, se realiza el estudio actual, que mira a analizar sus conocimientos sobre las señales y síntomas, así como la rapidez de auxilio ante un episodio de ACV.
METODOLOGÍA
Estudio cuantitativo, descriptivo transversal. Los participantes son un muestreo de ciudadanos adultos. La captación de la muestra se obtuvo a partir de los padres/madres de niños que están escolarizados en la enseñanza básica. Los criterios de inclusión propuestos fueron: vivir en la ciudad de Évora, tener menos de 60 años. Se excluyeron las Figuras parentales que no viven en la misma casa que el niño.
La selección recayó sobre este grupo, dado que los padres se encuentran en la franja de los adultos jóvenes y simultáneamente conviven en la familia 3 generaciones (hijos, padres, abuelos) De un total de 607 niños, se estimó 1214 Figuras parentales. Aplicándose el criterio de Krejce y Morgan 18, se estimó 300 sujetos. Para compensar pérdidas se entregó un 20% más de cuestionarios, un total de 360. Se devolvieron totalmente rellenados, 338. Se retiraron del estudio ocho abuelos que son responsables de educación. El estudio recae sobre 330 participantes.
En la encuesta había cuatro secciones: a) variables sociodemográficas (edad, sexo, nivel de educación, b) variables de conocimientos sobre el ACV (i.e., señales, síntomas, condiciones y patologías asociadas), c) variables de riesgo de ACV reconocidos por los participantes (i.e., diabetes, hipertensión, obesidad, hipercolesterolemia, enfermedad cardíaca, tabaquismo) y d) variables de las señales de instalación de ACV (i.e., pictograma Cincinnati) y opciones de auxilio ante una persona con sospecha de ACV.
A partir de las variables de conocimientos del riesgo, de la lista de posibles enfermedades desencadenantes y de las señales de instalación, se constituyó la variable principal: Conocimientos sobre ACV, basado en estudios anteriores 19 20. La puntuación de la variable principal variaba de 0 a 30 puntos. Se obtuvo a través de la suma, considerando en las 30 preguntas las afirmaciones correctas.
Para el análisis de datos se utilizó el IBM-SPSS®, versión 22. Para caracterización del muestreo se utilizó la estadística descriptiva. Debido a la no normalidad de la distribución en la variable principal (K-S=.123; df=330; p=.000) son utilizadas pruebas no-paramétricas.
El proyecto fue enviado al Centro de Investigación en Ciencias y Tecnologías de la Salud de la Universidad de Évora (CICTS), obteniendo un parecer positivo de la Comisión de Ética de la Universidad (i.e., registro nº49278; parecer nº15043). Junto de la Dirección Regional de Educación del Alentejo se obtuvo permiso para acceder a las escuelas. Se solicitó la colaboración de los profesores para contactar con las Figuras parentales y para la entrega y recogida de los cuestionarios. El cuestionario se entregó, en sobre opaco y cerrado, a los participantes y se solicitó el respectivo consentimiento escrito, con garantía de anonimato y confidencialidad. A las dos semanas todos los cuestionarios estaban cumplimentados
RESULTADOS
Participaran 147 hombres (44.5%), 183 mujeres (55.5%), con edades comprendidas entre 30 y 55 años (M=42.25; DP=5.00), sin embargo 15 personas no escribieron la edad. Considerando los 170 participantes que reconocen, en su propia persona, factores de riesgo, a través de análisis de respuestas múltiples, se observa que hay 243 referencias a factores de riesgo. El tabaquismo, la hipertensión y la hipercolesterolemia son los más referidos (Tabla 1).
Analizando separadamente hombres y mujeres, se observa que el tabaquismo es el más referido por los dos sexos. En segundo lugar, el mayor riesgo percibido para los hombres es la hipertensión (32 veces expresado, 25.4% del sexo masculino), sin embargo, para las mujeres es la hipercolesterolemia (32 veces expresado; 27.4% del sexo femenino).
En los 96 fumadores, el consumo diario varía entre 2 y 40 cigarros, con una moda de 10 (n=22; 23.4%). Relativo a la hipertensión, son 41 (12.9%) los participantes que toman terapéutica, teniendo edades comprendidas entre los 31 y 50 años (M=44.38; DP=4.28).
La casi totalidad de los participantes ya oyeron hablar de los ACV (n=324; 99.1%). Las fuentes donde obtuvieron la información están referidas en la Tabla 2, destacándose la televisión y los amigos. La familia es la segunda menor fuente de información.
Para la mayoría de las personas (n=309; 94,5%) el ACV se puede prevenir, pero no se puede curar (n=189; 58.3%). La mayor parte de los participantes consideran que los servicios de salud informan poco sobre el ACV (n=207; 64.7%).
La variable principal expresa un nivel de conocimientos sobre el ACV, que varía entre los 16 y 30 puntos, con media de 23.55 (DP=2,58). No se observa ninguna diferencia significativa entre los hombres y las mujeres (U=13522.50; NMas=147; NFem=183; p=.933).
En lo que respecta al conocimiento sobre el ACV, concretamente en lo relativo a la posición en la que debe ser colocado el paciente (sentada, puesta de lado, no sabía que hacer), se verifica, en la comparación por pares, que los participantes que lo colocarían de lado poseen un nivel de conocimiento más elevado. Esto es, a través de un test Kruskall-Wallis, se verifican diferencias significativas en los conocimientos, en por lo menos, uno de los grupos (H(2)=8.406; p=.015). En las múltiples comparaciones de las ordenes de Dunn se constata que los participantes que no sabían lo que hacer, tenían puntuaciones significativamente más bajas comparativamente a los participantes que acostaban a la víctima en posición lateral o que la sentaban. Sin embargo, por término medio, la ordenación de los conocimientos de aquellos que sentarían a la víctima es superior comparativamente a aquellos que elegirían por el decúbito lateral (Figura 1).
Realizándose el análisis de los conocimientos en el cuidado relacionado con la respiración, se constata a través del test Kruskall-Wallis que existen diferencias significativas (H(2)=11.287; p=.004). En las múltiples comparaciones de las ordenes de Dunn, los participantes que no sabían lo que hacer, presentan un score de conocimiento significativamente más bajo que aquellos que mandaban toser (Figura 2).
A través de un test Kruskal-Wallis para muestras independientes, se observó que existían diferencias significativas en relación al nivel de conocimiento de los participantes (H(2)=10.378; p=.006) cuando se consideran, los tres grupos de opciones (i.e., llamar al número de emergencia, llamar al 115, no saber qué hacer). De hecho, son las personas que llamarían al 115 (antiguo número de urgencias), aquellas que tienen conocimientos más elevados En las múltiples comparaciones de las ordenes de Dunn, se constata que los participantes que no sabían lo que hacer, presentan un score de conocimientos significativamente más bajo comparativamente a los grupos que llamarían para al 115 o al 112. Sin embargo, el término medio de ordenaciones de los conocimientos de los participantes que llamarían al 112 es más bajo comparativamente a aquellos que llamarían al 115 (Figura 3).
DISCUSIÓN
Como adultos jóvenes, es relevante que más de la mitad reconozca en sí mismo factores de riesgo para el ACV. Esto concuerda con los autores que afirman la tendencia creciente de la patología en esta franja etaria 5. Hay por ventura, baja percepción de susceptibilidad. Algunos comportamientos perjudiciales, como el tabaquismo, son adquiridos frecuentemente en la adolescencia y es difícil abandonarlos. De hecho, los fumadores poseen de 2 a 4 veces mayor riesgo de padecer ACV, a lo largo de su vida, que los no fumadores o los exfumadores desde hace más de 10 años 21.
La hipertensión, como segundo factor de riesgo y el más referido por los hombres, era algo esperable, concordando con estudios anteriores 2 8. Los datos son concordantes con los reportes de la DGS referentes a la región del Alentejo 8. No menos importante como factor de riesgo, es la hipercolesterolemia, con mayor tendencia en el sexo femenino, confirmando los datos locales 22. Los resultados anteriormente descritos sugieren que el riesgo en los participantes es elevado ya que los factores son prevalentes cerca de los 53-60 años 17. La similitud entre los perfiles de los participantes en relación a los datos de otros estudios, apunta a la probabilidad de un riesgo incrementado en los jóvenes adultos locales. Así como en otros estudios, las variaciones regionales de riesgo deberían ser objeto de programas de intervención de carácter urgente 23. De hecho, los riesgos no están aislados, se presentan en simultáneo, pudiendo ser agravados o potencializados.
En controversia a los comportamientos de riesgo, el conocimiento sobre el AVC es elevado. Parece contribuir a este conocimiento, la intensidad del mensaje televisivo. La accesibilidad a la televisión posibilita la emisión-recepción de mensajes intensos favoreciendo la incautación 20. Así mismo, a pesar del conocimiento sobre el ACV, la presencia de los comportamientos de riesgo, da indicios de sub-valorización. Estos resultados van al encuentro de estudio de revisión, donde se encuentran resultados mixtos de la eficacia de las intervenciones educativas, con variaciones según los diferentes factores 24. La posibilidad de tratamiento del ACV es desconocida por la mayoría de los participantes, hecho indicado anteriormente 20, pero la posibilidad de cura puede incitar, la necesidad de aprender como asistir a personas con ACV en evolución. En el estudio actual, se constata una serie de desconocimientos sobre lo que hacer, pues hay participantes que no sabrían colocar al paciente para prevenir la obstrucción de la vía aérea, no evaluarían la condición respiratoria ni llamarían al número de emergencias 112. Estos hechos predisponen a la incapacidad del paciente que se evitaría, si fuera llevado a urgencia hospitalaria para ACV. Los individuos más conocedores de la patología, por otro lado, realizarían la atención y la asistencia, pero con actitudes no recomendadas (i.e., sentar a la víctima; mandar toser). Estos aspectos, incrementados por llamar al número de teléfono incorrecto, redundarían en ayuda ineficaz. Curiosamente, son los participantes con un nivel de conocimiento intermedio que actuarían más correctamente en la postura, ventilación y contacto telefónico 25.
Los resultados sugieren que es importante y urgente la información. Revelan que el conocimiento de la actuación segura debe ser enseñado. Además, el entrenamiento de los adultos es urgente, por el impacto que tiene en la mortalidad y en la morbilidad asociada al ACV. En realidad, los programas de educación sobre señales y síntomas del ACV y actuación prehospitalaria son eficaces. Importa el reconocimiento rápido, como acudir rápido al hospital con adecuada manipulación del paciente 2 26.
Algunas limitaciones del estudio actual se deben al tipo de muestra sin posibilidad de generalizar los resultados. El único momento, de recogida de datos, impide el seguimiento de los participantes. La utilización de medidas estandarizadas es también una fragilidad del estudio actual, reconocida en revisión de literatura 24 27.
Sugerencias:. Sería útil la realización de estudios más grandes sobre los factores de riesgo de las patologías cardio-cerebro-vasculares. El desarrollo de un programa educativo, con valoraciones consecutivas antes y después, que permitiesen la adquisición de conocimientos y entrenamiento de competencias. El esTablecimiento de asociaciones entre la Escuela y las unidades de salud poden concretar estas ideas en proyectos útiles para la comunidad.
CONCLUSIÓN
De estos resultados, se deduce que se observa una brecha entre los comportamientos de preservación de la salud y el nivel de conocimientos sobre el ACV. Se revelan dos grandes necesidades en la población, una sobre la necesidad de concienciar para el equilibrio entre comportamientos y riesgos y otra en la capacidad para actuar con seguridad y eficacia ante una persona con ACV en curso. Pacientes y profesionales de la salud pueden contribuir con estrategias efectivas para promover comportamientos saludables Días conmemorativos o las ferias de salud son ejemplos de eventos donde se puede discutir el comportamiento para mejorar la gestión de la calidad de vida