Introducción
Una de las medidas que adoptaron los países para el control de la COVID-19 fue la implementación de confinamientos domiciliarios. Según la evidencia, el confinamiento tiene consecuencias sobre la salud, como mayor inactividad física, aumento de los trastornos alimentarios1 y empeoramiento de la salud mental2. Estos efectos están relacionados con determinantes del área social y económica de las personas, generando un impacto diferencial según ejes como el sexo, la edad o la clase social3,4. Globalmente, las mujeres se han visto más afectadas por las medidas implementadas para contener la pandemia3,5. Por ejemplo, se han reportado un aumento de la violencia de género durante el confinamiento, una mayor tasa de desempleo y una mayor preocupación por contraer la COVID-192. En países de Latinoamérica, además, hay que considerar que las mujeres tienen mayor presencia en el sector laboral informal y menor capacidad para hacer frente a los problemas socioeconómicos, y además son las responsables principales de la mayoría de los trabajos relacionados con el cuidado en el hogar6.
En el caso de Chile, el país declaró el confinamiento generalizado el 26 de marzo de 2020, incluido el cierre de colegios, que se mantuvieron sin actividad presencial por 18 meses7. El confinamiento se dio en medio de un contexto sociopolítico complejo, marcado por protestas nacionales como síntoma de un descontento social por las malas condiciones socioeconómicas, producto de un modelo neoliberal heredado de la dictadura de Pinochet8. Estas protestas se dieron en el espacio público y debieron ser suspendidas por el confinamiento8, que consistió en restringir el libre movimiento, salvo para realizar compras de alimentos o trabajos vinculados a los servicios de salud y de emergencias9. Además, se estableció un mecanismo de control para las salidas del domicilio, estando acotadas a dos semanales mediante un permiso que otorgaba la policía10. A partir del 19 de julio de 2020 se comenzó con el plan «Paso a paso», que diferenció el tipo de restricciones según las características epidemiológicas de cada territorio10.
Los efectos del confinamiento en la capital del país han mostrado una alta presencia de preocupación y ansiedad, siendo mayor entre las mujeres11. La salud autopercibida, la cual está relacionada con la salud mental12, es un indicador de salud de las personas (en relación con la calidad de vida, las enfermedades clínicamente diagnosticadas y la función física), de la utilización de servicios sanitarios y de la mortalidad13. Así mismo, en la salud autopercibida se observan distintos patrones por género y posición socioeconómica. La salud autopercibida de las mujeres también está relacionada con la mayor carga de enfermedad que padecen14. Además, según la clase social, la inseguridad laboral, entre los hombres, y la responsabilidad del trabajo doméstico, entre las mujeres, se relacionan con una peor salud autopercibida15. Por lo tanto, resulta relevante analizar los efectos del confinamiento en la salud autopercibida desde una perspectiva de género debido a su potencialidad de explicación e interpretación de las inequidades16. El objetivo de este estudio es analizar los factores sociales asociados a la salud autopercibida durante el confinamiento en la población residente en Chile según la perspectiva de género.
Método
Tipo de estudio y recogida de datos
Estudio transversal realizado en personas de 18 años o más que vivían en Chile durante el confinamiento por la COVID-19. Los datos se obtuvieron mediante una encuesta online aplicada entre el 17 de mayo y el 17 de agosto de 2020. El 98,3% contestaron el cuestionario antes del inicio del plan «Paso a paso». Los datos del estudio se recogieron y gestionaron utilizando las herramientas de captura de datos electrónicos SurveyMonkey® (alojadas en la Fundació Institut Universitari per a la Recerca a l'Atenció Primària de Salut Jordi Gol i Gurina, Barcelona, España).
Muestreo
El reclutamiento se realizó a través de plataformas online y redes sociales utilizando técnicas de muestreo por conveniencia y de bola de nieve. El cuestionario fue creado inicialmente por un equipo de investigación en España y se adaptó al contexto chileno. Se realizó un estudio piloto y se introdujeron modificaciones para facilitar su comprensión e interpretación. Los criterios de inclusión fueron tener 18 años o más y vivir en Chile. Asumiendo un riesgo alfa del 5%, un riesgo beta del 20% y una odds ratio [OR] de 1,3, se consideró que era necesario reclutar un mínimo de 1841 participantes. Se utilizó el software PASS para el cálculo del tamaño de la muestra y la potencia (PASS 15 Power Analysis and Sample Size Software, 2017). Se analizaron las encuestas que las personas completaron con un mínimo del 50%. Para abordar los posibles sesgos debidos a las variables cuya información faltaba se realizó una imputación múltiple mediante ecuaciones encadenadas con 50 conjuntos de datos imputados17. Las estimaciones de cada conjunto de datos imputados se combinaron siguiendo las reglas descritas por Rubin18. Para disminuir los sesgos en las estimaciones, se ponderó la muestra por la distribución de edad y el nivel de educación extraídos del Censo 2017 de Chile19.
Variables
La variable dependiente fue la salud autopercibida, con cinco opciones de respuesta en una escala Likert, la cual luego fue dicotomizada en buena salud autopercibida (muy buena y buena) y mala salud autopercibida (regular, mala y muy mala). Como variables independientes se incluyeron las características sociodemográficas: edad, educación finalizada y pertenencia a pueblos originarios (entendida como aquellas personas que mantienen y defienden su identidad étnica diferenciándose de la cultura colonial20). Las variables relacionadas con las condiciones materiales y socioeconómicas fueron la situación laboral, el cambio en la situación laboral, le tenencia de la vivienda, el tamaño de la vivienda (m2) y la percepción de vivir en una vivienda adecuada para el confinamiento. En cuanto a los factores psicosociales, se incluyeron las variables apoyo social, convivencia con personas dependientes, preocupación por la convivencia en el hogar y experimentar violencia en el hogar. Se analizaron comportamientos orientados a la salud con las variables consumo de tabaco, consumo de alcohol, consumo de ansiolíticos o antidepresivos, consumo de drogas ilegales y actividad física. Se exploraron también las experiencias relacionadas con la COVID-19, como haber tenido el diagnóstico y convivir con personas con síntomas o diagnóstico de la enfermedad. Finalmente, se incluyó una variable relacionada con el grado de acuerdo con las medidas implementadas por el gobierno respecto a la pandemia.
Análisis estadístico
Se realizó un análisis descriptivo de las variables y se compararon las diferencias entre hombres y mujeres utilizando el test de ji al cuadrado. Se construyeron modelos de regresión logística multivariante para evaluar la asociación entre las variables independientes con la salud autopercibida. Se calcularon las OR ajustadas (ORa) con un intervalo de confianza del 95% (IC95%). El nivel de significación estadística se estableció en 0,05. Los análisis se estratificaron por sexo. Se excluyeron del análisis las personas que tenían una identidad no binaria o que se identificaban con otras categorías (n = 41). Todos los análisis se realizaron con el programa Stata 15.1.
Resultados
Se incluyeron en el estudio 5981 personas, de las cuales el 63,9% eran mujeres. En las tablas 1 y 2 se describen las características de la población de estudio ponderada (los datos sin ponderación pueden consultarse en la tabla I del Apéndice online). Tanto los hombres como las mujeres forman parte mayoritariamente del grupo de edad de 31-50 años, y el 29,7% tienen estudios universitarios. El 29,6% de las mujeres y el 19,2% de los hombres reportaron mala salud autopercibida (p <0,001).
Variables | Hombres | Mujeres | pa | ||
---|---|---|---|---|---|
n | % | n | % | ||
Salud | |||||
Salud autopercibida | |||||
Buena | 1631 | 80,8 | 2582 | 70,4 | b |
Mala | 386 | 19,2 | 1085 | 29,6 | |
Sociodemográficas | |||||
Edad | |||||
18-30 años | 644 | 30,5 | 966 | 25,8 | b |
31-50 años | 756 | 35,7 | 1388 | 37,1 | |
51-64 años | 483 | 22,8 | 834 | 22,3 | |
65 años o más | 232 | 11 | 558 | 14,9 | |
Educación | |||||
Primaria | 527 | 24,9 | 979 | 26,1 | |
Secundaria | 954 | 45,1 | 1654 | 44,2 | |
Universitaria | 633 | 30 | 1113 | 29,7 | |
Pueblo originario | |||||
No | 1882 | 89 | 3293 | 87,9 | |
Sí | 233 | 11 | 453 | 12,1 | |
Condiciones materiales | |||||
Situación laboral | |||||
Trabajo con contrato | 1136 | 54,1 | 1387 | 37,6 | b |
Trabajo autónomo | 389 | 18,5 | 844 | 22,9 | |
Informal/jubilado/estudiante | 504 | 24 | 1101 | 29,9 | |
Trabajos domésticos | 15 | 0,7 | 286 | 7,8 | |
Desempleo | 55 | 2,6 | 68 | 1,8 | |
Cambio en situación laboral | |||||
Ha mejorado | 77 | 3,7 | 52 | 1,4 | b |
Está igual | 677 | 32,1 | 1492 | 40 | |
Ha empeorado | 1353 | 64,2 | 2183 | 58,6 | |
Tenencia vivienda | |||||
Propia (sin deudas) | 690 | 39,4 | 1211 | 36,2 | c |
Propia (con deudas) o alquilada | 1062 | 60,6 | 2137 | 63,8 | |
Tamaño vivienda | |||||
Menos de 50 m2 | 568 | 27,1 | 876 | 23,5 | c |
De 50 a 80 m2 | 665 | 31,7 | 1299 | 34,8 | |
Más de 80 m2 | 864 | 41,2 | 1557 | 41,7 | |
Percepción vivienda adecuada | |||||
Mucho/bastante | 901 | 48,7 | 1478 | 44 | c |
Moderada | 948 | 51,3 | 1881 | 56 | |
Poco/nada | 1000 | 47,7 | 1980 | 54 | |
Condiciones psicosociales | |||||
Apoyo social | |||||
Sí | 590 | 28,2 | 921 | 25,1 | b |
No | 507 | 24,2 | 768 | 20,9 | |
Vivir con personas dependientes | |||||
No | 1771 | 88,1 | 3031 | 84,4 | b |
Sí | 238 | 11,9 | 560 | 15,6 | |
Preocupación por convivencia | |||||
No | 392 | 21,3 | 851 | 25,4 | c |
Sí | 1453 | 78,7 | 2504 | 74,6 | |
Violencia en el hogar | |||||
No | 1621 | 87,6 | 2795 | 83 | b |
Sí | 230 | 12,4 | 571 | 17 |
aSignificación estadística entre hombres y mujeres derivada de la prueba de ji al cuadrado.
bp <0,001.
cp <0,05.
Variables | Hombres | Mujeres | pa | ||
---|---|---|---|---|---|
n | % | n | % | ||
Conductas y hábitos | |||||
Consumo de tabaco | |||||
No consumo/sin cambios | 1394 | 76,9 | 2615 | 80 | b |
Disminución | 152 | 8,4 | 413 | 12,7 | |
Aumento | 266 | 14,7 | 241 | 7,4 | |
Consumo de alcohol | |||||
No consumo/sin cambios | 1220 | 67,1 | 2434 | 74,7 | b |
Disminución | 410 | 22,6 | 489 | 15 | |
Aumento | 188 | 10,4 | 335 | 10,3 | |
Consumo de psicofármacos | |||||
No consumo/sin cambios | 1667 | 91,7 | 2929 | 89,6 | c |
Disminución | 14 | 0,8 | 37 | 1,1 | |
Aumento | 137 | 7,5 | 303 | 9,3 | |
Consumo de drogas ilegales | |||||
No consumo/sin cambios | 1548 | 85,2 | 3065 | 93,9 | b |
Disminución | 178 | 9,8 | 90 | 2,8 | |
Aumento | 92 | 5,1 | 110 | 3,4 | |
Actividad física | 717 | 39,4 | 1542 | 47,3 | b |
No realización/sin cambios | |||||
Disminución | 904 | 49,7 | 1287 | 39,5 | |
Aumento | 199 | 10,9 | 434 | 13,3 | |
Salud y COVID-19 | |||||
Diagnóstico de COVID-19 | |||||
No | 2047 | 98,9 | 3638 | 97,4 | b |
Sí | 24 | 1,1 | 98 | 2,6 | |
Conviviendo con persona COVID-19 | |||||
No | 1765 | 85,7 | 3248 | 87 | |
Sí | 295 | 14,3 | 484 | 13 | |
Medidas de gobierno | |||||
Grado de acuerdo con gestión | |||||
De acuerdo | 239 | 13,1 | 501 | 15,3 | |
Ni de acuerdo ni en desacuerdo | 60 | 3,3 | 131 | 4 | |
En desacuerdo | 1528 | 83,6 | 2645 | 80,7 |
aSignificación estadística entre hombres y mujeres derivada de la prueba de ji al cuadrado.
bp <0,001.
cp <0,05.
En la Tabla 3 (hombres) y la Tabla 4 (mujeres) se muestran las asociaciones de mala salud autopercibida con las variables de estudio. Respecto a las variables sociodemográficas, se observa, en relación con la edad, que en las mujeres hubo una tendencia al empeoramiento de la salud autopercibida a medida que aumentaba la edad (p <0,001), en especial entre las del rango de 51-64 años, quienes presentaron mayor riesgo de mala salud autopercibida (ORa: 4,19; IC: 2,38-7,38). Respecto al nivel educativo, destaca el riesgo de mala salud autopercibida en los hombres con educación secundaria (ORa: 2,81; IC: 1,32-5,98), mientras que, en las mujeres, tener nivel de educación universitaria fue un factor protector para tener buena salud autopercibida (ORa: 0,60; IC: 0,38-0,96). La pertenencia a un pueblo originario fue un factor protector en los hombres (ORa: 0,59; IC: 0,36-0,97).
Variables | ORa (IC95%) |
---|---|
Sociodemográficas | |
Edad | |
18-30 años | 1,00 |
31-50 años | 0,86 (0,49-1,50) |
51-64 años | 0,84 (0,49-1,44) |
65 años o más | 1,18 (0,66-2,12) |
Educación | |
Primaria | 1,00 |
Secundaria | 2,81 (1,32-5,98) |
Universitaria | 1,80 (0,79-4,10) |
Pueblo originario | |
No | 1,00 |
Sí | 0,59 (0,36-0,97) |
Condiciones materiales | |
Situación laboral | |
Trabajo con contrato | 1,00 |
Trabajo autónomo | 1,65 (1,11-2,45) |
Informal/jubilado/estudiante | 1,53 (0,95-2,48) |
Trabajos domésticos | 0,71 (0,13-3,92) |
Desempleo | 1,39 (0,65-2,98) |
Cambio en situación laboral | |
Ha mejorado | 1,00 |
Está igual | 1,93 (0,35-10,62) |
Ha empeorado | 2,50 (0,45-13,85) |
Tenencia vivienda | |
Propia (sin deudas) | 1,00 |
Propia (con deudas) o alquilada | 1,45 (0,74-2,85) |
Tamaño vivienda | |
Menos de 50 m2 | 1,00 |
De 50 a 80 m2 | 0,94 (0,60-1,48) |
Más de 80 m2 | 1,06 (0,64-1,74) |
Percepción de vivienda adecuada | |
Mucho/bastante | 1,00 |
Moderada | 2,19 (1,55-3,11) |
Poco/nada | 1,89 (1,20-2,97) |
Condiciones psicosociales | |
Apoyo social | |
Sí | 1,00 |
No | 2,05 (1,13-3,73) |
Vivir con personas dependientes | |
No | 1,00 |
Sí | 1,59 (1,14-2,21) |
Preocupación por convivencia | |
No | 1,00 |
Sí | 1,66 (1,04-2,63) |
Violencia en el hogar | |
No | 1,00 |
Sí | 1,97 (1,10-3,53) |
Conductas y hábitos | |
Consumo de tabaco | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 0,83 (0,46-1,52) |
Aumento | 0,94 (0,51-1,73) |
Consumo de alcohol | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 1,16 (0,79-1,72) |
Aumento | 0,76 (0,44-1,31) |
Consumo de psicofármacos | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 0,33 (0,03-4,02) |
Aumento | 4,22 (2,33-7,64) |
Consumo de drogas ilegales | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 0,44 (0,23-0,86) |
Aumento | 0,90 (0,43-1,88) |
Actividad física | |
No realización/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 0,71 (0,47-1,08) |
Aumento | 0,88 (0,42-1,85) |
Salud y COVID-19 | |
Diagnóstico de COVID-19 | |
No | 1,00 |
Sí | 2,75 (0,85-8,92) |
Conviviendo con persona COVID-19 | |
No | 1,00 |
Sí | 0,75 (0,43-1,30) |
Medidas del gobierno | |
Grado de acuerdo con gestión | |
De acuerdo | 1,00 |
Ni de acuerdo ni en desacuerdo | 1,50 (0,44-5,15) |
En desacuerdo | 2,80 (1,38-5,69) |
IC95%: intervalo de confianza del 95%; ORa: odds ratio ajustada.
Los modelos fueron ajustados por edad, educación, situación laboral, cambio en la situación laboral, tenencia de la vivienda, tamaño de la vivienda, percepción de adecuación de la vivienda para el confinamiento, apoyo social, convivencia con personas dependientes, preocupación por la convivencia en el hogar, violencia en el hogar, consumo de tabaco, consumo de alcohol, consumo de ansiolíticos o antidepresivos, consumo de drogas ilegales, actividad física, diagnóstico de COVID-19 y convivir con personas con síntomas o diagnóstico de COVID-19, y medidas adecuadas del gobierno respecto a la pandemia.
Variables | ORa (IC95%) |
---|---|
Sociodemográficas | |
Edad | |
18-30 años | 1,00 |
31-50 años | 2,01 (1,15-3,50) |
51-64 años | 4,19 (2,38-7,38) |
65 años o más | 3,05 (1,80-5,19) |
Educación | |
Primaria | 1,00 |
Secundaria | 0,85 (0,56-1,27) |
Universitaria | 0,60 (0,38-0,96) |
Pueblo originario | |
No | 1,00 |
Sí | 1,04 (0,71-1,51) |
Condiciones materiales | |
Situación laboral | |
Trabajo con contrato | 1,00 |
Trabajo autónomo | 0,68 (0,43-1,06) |
Informal/jubilada/estudiante | 2,11 (1,43-3,12) |
Trabajos domésticos | 0,95 (0,56-1,62) |
Desempleo | 0,72 (0,31-1,67) |
Cambio en situación laboral | |
Ha mejorado | 1,00 |
Está igual | 0,89 (0,37-2,11) |
Ha empeorado | 1,15 (0,50-2,66) |
Tenencia de vivienda | |
Propia (sin deudas) | 1,00 |
Propia (con deudas) o alquilada | 1,19 (0,82-1,72) |
Tamaño vivienda | |
Menos de 50 m2 | 1,00 |
De 50 a 80 m2 | 1,03 (0,72-1,47) |
Más de 80 m2 | 0,43 (0,29-0,65) |
Percepción de vivienda adecuada | |
Mucho/bastante | 1,00 |
Moderada | 0,76 (0,54-1,09) |
Poco/nada | 2,63 (1,84-3,76) |
Apoyo social | |
Sí | 1,00 |
No | 2,34 (1,32-4,16) |
Vivir con personas dependientes | |
No | 1,00 |
Sí | 0,91 (0,71-1,17) |
Preocupación por convivencia | |
No | 1,00 |
Sí | 1,38 (1,04-1,83) |
Violencia en el hogar | |
No | 1,00 |
Sí | 1,16 (0,76;1,78) |
Conductas y hábitos | |
Consumo de tabaco | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 0,84 (0,50-1,40) |
Aumento | 1,07 (0,62-1,85) |
Consumo de alcohol | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 1,27 (0,86-1,87) |
Aumento | 1,08 (0,72-1,61) |
Consumo de psicofármacos | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 1,27 (0,48-3,38) |
Aumento | 2,07 (1,34-3,20) |
Consumo de drogas ilegales | |
No consumo/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 1,05 (0,46-2,39) |
Aumento | 0,94 (0,41-2,13) |
Actividad física | |
No realización/sin cambios | 1,00 |
Disminución | 1,24 (0,91-1,69) |
Aumento | 1,21 (0,81-1,83) |
Salud y COVID-19 | |
Diagnóstico de COVID-19 | |
No | 1,00 |
Sí | 0,21 (0,04-1,15) |
Conviviendo con personas COVID-19 | |
No | 1,00 |
Sí | 1,25 (0,85-1,84) |
Medidas del gobierno | |
Grado de acuerdo con gestión | |
De acuerdo | 1,00 |
Ni de acuerdo ni en desacuerdo | 0,63 (0,23-1,69) |
En desacuerdo | 1,82 (1,12-2,94) |
IC95%: intervalo de confianza del 95%; ORa: odds ratio ajustada.
Los modelos fueron ajustados por edad, educación, situación laboral, cambio en la situación laboral, tenencia de la vivienda, tamaño de la vivienda, percepción de adecuación de la vivienda para el confinamiento, apoyo social, convivencia con personas dependientes, preocupación por la convivencia en el hogar, violencia en el hogar, consumo de tabaco, consumo de alcohol, consumo de ansiolíticos o antidepresivos, consumo de drogas ilegales, actividad física, diagnóstico de COVID-19 y convivir con personas con síntomas o diagnóstico de COVID-19, y medidas adecuadas del gobierno respecto a la pandemia.
Respecto a las condiciones materiales, se observa que las situaciones laborales de realizar trabajo informal, ser estudiante o jubilado/a estuvieron relacionadas con mala salud autopercibida en las mujeres (ORa: 2,11; IC: 1,43-3,12), en tanto que en los hombres se asoció a ser trabajador independiente (autónomo) (ORa: 1,65; IC: 1,11-2,45). Para todas las personas, percibir que la vivienda era poco o nada adecuada para el confinamiento se asoció con una mala salud autopercibida (hombres ORa: 1,89, IC: 1,20-2,97; mujeres ORa: 2,63, IC: 1,84-3,76), en tanto que solo en el caso de las mujeres fue un factor protector vivir en viviendas de más de 80 m2 (ORa: 0,43; IC: 0,29-0,65).
En relación con las condiciones psicosociales, destaca que no tener apoyo social estuvo asociado a tener mala salud autopercibida (hombres ORa: 2,05, IC: 1,13-3,73; mujeres ORa: 2,34, IC: 1,32-4,16) y tener mayor preocupación por la convivencia con los miembros del hogar (hombres ORa: 1,66, IC: 1,04-2,63; mujeres ORa: 1,38, IC: 1,04-1,83). En el caso de los hombres, también es riesgo de mala salud autopercibida convivir con personas dependientes (ORa: 1,59; IC: 1,14-2,21), así como reportar violencia en el hogar durante el confinamiento (ORa: 1,97; IC: 1,10-3,53).
Respecto a las conductas orientadas a la salud, el consumo de psicofármacos fue un factor de riesgo de mala salud autopercibida tanto en hombres (ORa: 4,22; IC: 2,33-7,64) como en mujeres (ORa: 2,07; IC: 1,34-3,20). La disminución del consumo de drogas ilegales fue un factor protector en los hombres (ORa: 0,64; IC: 0,23-0,86). No se observaron asociaciones significativas en las variables relacionadas con la COVID-19.
Por último, las personas que estaban en desacuerdo con las medidas de gestión del gobierno para el control de la COVID-19 tuvieron más riesgo de mala salud autopercibida (hombres ORa: 2,80, IC: 1,38-5,69; mujeres ORa: 1,82, IC: 1,12-2,94).
Discusión
Nuestros resultados muestran que existen factores tanto sociales como económicos y relacionados con la convivencia que se asociaron con la salud autopercibida durante el confinamiento por la COVID-19 en Chile, con diferencias según el sexo. Según nuestros hallazgos, las mujeres tienen peor salud autopercibida que los hombres. Globalmente, la mala salud autopercibida estuvo asociada a la situación laboral, a percibir la vivienda inadecuada, a no tener redes de apoyo, a reportar preocupación por la convivencia con los miembros del hogar, a consumir psicofármacos y a estar en desacuerdo con las medidas del gobierno. Para las mujeres en particular, la mala salud autopercibida se relacionó con la edad, tener trabajo informal y ser jubilada o estudiante, mientras que fue un factor protector tener estudios universitarios y vivir en una vivienda con más de 80 m2. En el caso de los hombres, la mala salud autopercibida, además, estuvo asociada a tener estudios secundarios, trabajar como independiente (autónomo), convivir con personas dependientes y reportar violencia en el hogar, mientras que fue un factor protector pertenecer a un pueblo originario y disminuir el consumo de drogas ilegales.
En cuanto a la peor salud autopercibida en las mujeres, estos resultados concuerdan con los de estudios previos21. Existe abundante literatura que muestra que las mujeres suelen tener peores condiciones sociales de vida y acuden más a los servicios sanitarios, y tienen más diagnósticos de enfermedades, pero más baja mortalidad que los hombres22. De hecho, se ha observado que, durante la pandemia, la mortalidad ha sido mayor en los hombres23. Esto se ha explicado porque existen comportamientos socioculturales en ellos que llevan a presentar más enfermedades en estadios avanzados que pueden verse agravadas cuando contraen la infección por el SARS-CoV-224. La peor salud autopercibida de las mujeres puede deberse en parte a que ellas son quienes asumieron mayores responsabilidades dentro de las dinámicas del hogar, sumado al trabajo productivo25. No obstante, los hombres que convivían con personas dependientes tuvieron mayor riesgo que las mujeres de tener una mala salud autopercibida. Esto va en la línea de un estudio realizado en España, en el cual convivir con menores de edad estaba asociado a padecer síntomas de ansiedad en hombres y mujeres, con una asociación mayor en los hombres2. Esto puede atribuirse a que las mujeres suelen estar más habituadas a convivir con personas dependientes y a dedicarse a los trabajos de cuidado por los roles tradicionales de género.
Respecto a la edad, nuestros resultados muestran un mayor riesgo de mala salud autopercibida en las personas mayores, en particular entre las mujeres. Esto coincide con estudios previos realizados en Chile, en los que se ha visto que la salud autopercibida empeora a medida que avanza la edad21. Se ha observado el efecto que produce la disminución de las interacciones sociales y pertenecer a un grupo con especial riesgo de contraer la COVID-19, asociándolo a un empeoramiento de la calidad de vida y a un aumento de la soledad y la depresión4. Además, resulta relevante el mayor riesgo de mala salud autopercibida en el caso de las mujeres de 51-64 años. En este intervalo de edad, las mujeres suelen ser responsables de una doble carga de cuidado: de sus hijos/as y de sus padres/madres mayores26. Esto podría explicar que estas mujeres se vean especialmente expuestas a tener una peor salud autopercibida durante el confinamiento. Tales resultados difieren de los de estudios realizados en otros contextos, en los que se ha reportado un mayor empeoramiento tanto de la salud autopercibida27 como de la salud mental en las personas jóvenes2.
En las mujeres se observó que las que tenían estudios universitarios presentaban mejor salud autopercibida, lo cual puede estar relacionado con vivir en mejores condiciones materiales. Por otra parte, las mujeres que se dedicaban a trabajos informales, eran jubiladas o estudiantes tuvieron más riesgo de mala salud autopercibida. Estos resultados se pueden explicar porque el grupo de mujeres que se encuentra en la periferia del mercado activo formal están más precarizadas, lo cual se agravó durante el confinamiento. En los hombres, el riesgo de presentar una mala salud autopercibida se asoció con tener educación secundaria y trabajar como autónomos. Esto podría explicarse por la relación que existe entre el género y las oportunidades laborales, así como por el impacto que pueden tener las responsabilidades y vulnerabilidades económicas durante la pandemia, sobre todo cuando se carece de ayudas por parte del Estado28. Todo lo anterior pone de manifiesto la necesidad de abordar temas de género con otras inequidades sociales.
Respecto a la vivienda, una peor salud autopercibida se relacionó, tanto en hombres como en mujeres, con vivir en una vivienda inadecuada y de menor tamaño. Otros estudios han hallado que la vivienda deficiente se asocia con un mayor riesgo de síntomas depresivos durante el encierro29, posiblemente porque la vivienda se convirtió en el lugar de trabajo, escuela y, en ocasiones, espacio de aislamiento y de cuidados sanitarios. En el caso de Chile, además cumplió un rol fundamental por el cierre de las instituciones educativas durante un tiempo prolongado7. Esto agregó a la carga habitual de trabajo de los hogares todo lo relacionado con el cuidado y el acompañamiento escolar a infantes y jóvenes. Por otra parte, vivir en lugares con más espacio, sobre todo para las mujeres, y percibir una vivienda adecuada, fueron factores protectores para tener una buena salud autopercibida. Esto permite valorar que las características de la vivienda se comportan como una figura que protege30. Por tanto, sería necesario reflexionar de qué forma una medida homogénea, como el confinamiento, tiene impactos diferenciales según las condiciones materiales de vida de la población.
Al analizar los factores psicosociales, tanto en hombres como en mujeres, la falta de apoyo social estuvo asociada a peor salud autopercibida. El acceso a redes de apoyo propicia instancias de interacción social, evita comportamientos de riesgo y protege contra el aislamiento social; así mismo, proporciona ayuda material y emocional para lidiar con estresores de la vida31. Por lo tanto, en un contexto donde el Estado provee ayudas deficitarias hacia la población, el apoyo social es fundamental32. Los estudios realizados en Chile durante la pandemia han revelado que las redes sociales y de solidaridad fueron fundamentales para el apoyo entre las comunidades, como ha sido el cuidado mutuo a través de la generación de «ollas comunes» en sectores socioeconómicamente más desfavorecidos33.
En relación con los comportamientos orientados a la salud, el aumento del uso de ansiolíticos y antidepresivos se asoció a tener peor salud autopercibida, tanto en hombres como en mujeres. Esto cuestiona el papel de los psicofármacos como medida de afrontamiento ante problemas de salud mental cuyas raíces son de orden social34. También, entre los hombres, se observó que la disminución del consumo de drogas ilegales fue un factor protector de mala salud autopercibida, lo cual puede estar relacionado con que un sector de hombres pudo aumentar el autocuidado durante el confinamiento. Por otro lado, nuestro estudio no mostró un beneficio entre tener mejor salud autopercibida y el aumento de la actividad física, a diferencia de otras investigaciones35. Sobre ello podría ser interesante profundizar en futuros estudios con metodología cualitativa.
Este estudio presenta algunas limitaciones. La encuesta, al ser realizada online, logró llegar mayoritariamente a personas con más acceso a herramientas digitales y con mayor nivel educativo. Sin embargo, para subsanar el problema de la representatividad, se utilizó un sistema de ponderación específico. Además, el no haber contado con datos sobre salud autopercibida de la población después del estallido social y previo al confinamiento limita comparar el impacto de los diferentes eventos que estaba viviendo la población del país. Entre las fortalezas del estudio, destaca por ser uno de los primeros que explora, de manera estratificada por sexo, el impacto del confinamiento por la COVID-19 en Chile y Latinoamérica, lo que permite valorar la necesidad de realizar intervenciones de acuerdo con una perspectiva de género.
En conclusión, el impacto social del confinamiento es peor en las mujeres y en las personas mayores. La peor salud autopercibida se relaciona principalmente con la situación laboral, la falta de apoyo social, las inadecuadas condiciones de la vivienda, el consumo de psicofármacos, la convivencia con personas dependientes y la percepción de medidas gubernamentales inadecuadas para gestionar la pandemia. Resulta necesario comparar estos resultados con los de otros países de la región, teniendo en cuenta la realidad socioeconómica y la gestión política de la pandemia. Además, se recomienda que, desde las políticas públicas, se consideren intervenciones de apoyo para los factores que empeoran la salud autopercibida, como tener una situación socioeconómicamente precaria, las condiciones de la vivienda y la carga del trabajo de cuidados, asumida principalmente por las mujeres.
¿Qué se sabe sobre el tema?
El confinamiento por la pandemia de COVID-19ha tenido un efecto diferencial sobre la salud según la perspectiva de género. Destacan la peor salud mental en las mujeres y la mayor mortalidad en los hombres.
Declaración de transparencia
La autora principal (garante responsable del manuscrito) afirma que este manuscrito es un reporte honesto, preciso y transparente del estudio que se remite a Gaceta Sanitaria, que no se han omitido aspectos importantes del estudio, y que las discrepancias del estudio según lo previsto (y, si son relevantes, registradas) se han explicado.