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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versão On-line ISSN 2340-2733versão impressa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.36 no.129 Madrid Jan./Jun. 2016

 

ARTÍCULOS

 

Psicoanálisis, ¿ciencia o pseudociencia? De Popper a Ricoeur, y de Freud a Modell

Psychoanalysis, science or pseudoscience? From Popper to Ricoeur, and from Freud to Modell

 

 

Héctor Hueso Holgadoa y Fanny Cuervo Díazb

a Unidad de Salud Mental de la Vera-Icod (Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Tenerife), España.
b Servicio de Urgencias Pediátricas Dr. Jaime Cháves Hernández. Santa Cruz de Tenerife, España.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Más de cien años de literatura en torno al psicoanálisis parece que no han sido suficientes para ponernos de acuerdo en la naturaleza epistemológica del psicoanálisis y si éste puede considerarse una ciencia o no, dado que por sus características y ámbito de investigación tiene fronteras permeables entre ciencia, filosofía y hermenéutica. Nos proponemos revisar los conceptos de ciencia, desde el positivismo de Popper hasta la hermenéutica de Dilthey y Ricoeur, así como considerar algunas posturas epistemológicas que se han sostenido dentro del propio psicoanálisis. Coincidimos con Modell en que el planteamiento epistemológico que hace más justicia al psicoanálisis es el "principio de la complementariedad" (entre ciencia y hermenéutica), propuesto en la física atómica por Niels Bohr.

Palabras clave: psicoanálisis, filosofía, epistemología, ciencias sociales, comprensión.


ABSTRACT

Over a hundred years of literature on psychoanalysis seem not to have been enough to agree on the epistemological nature of psychoanalysis and whether it can be considered a science or not, since its characteristics and scope of investigation has permeable boundaries between science, philosophy and hermeneutics. We propose to review the concept of science from Popper's positivism to the hermeneutics of Dilthey and Ricoeur, and we also consider some epistemological positions that have been held within psychoanalysis. We agree with Modell that the epistemological approach which best justifies psychoanalysis is the "complementarity principle" between science and hermeneutics as proposed in atomic physics by Niels Bohr.

Key words: psychoanalysis, philosophy, epistemology, social sciences, understanding.


 

Introducción

"QUÉ DISTINGUE al conocimiento de la superstición, la ideología o la pseudo-ciencia? La Iglesia Católica excomulgó a los copernicanos, el Partido Comunista persiguió a los mendelianos por entender que sus doctrinas eran pseudocientíficas. La demarcación entre ciencia y pseudociencia no es un mero problema de filosofía de salón; tiene una importancia social y política vital", decía el matemático y filósofo de la ciencia Imre Lakatos (1).

La duda respecto de la naturaleza epistemológica del psicoanálisis y respecto a si puede considerarse ciencia o no se debe a dos cuestiones. Por una parte, a las resistencias contra el psicoanálisis -a las que nos hemos referido en otro artículo (2)-y, por otra, a la naturaleza mixta tanto de su metodología e instrumentos, como de sus objetos y fines. Es evidente que el psicoanálisis no se parece a otras especialidades médicas (como tampoco la psiquiatría). Entre otras cosas, porque atienden otras facetas de lo humano y porque mucho depende del concepto de ciencia y del concepto de psicoanálisis que sean utilizados. Por tanto, no debería extrañar que se cuestione la cientificidad del psicoanálisis, ya que tampoco muchos tienen claro que ya no está vigente el concepto positivista de ciencia que se sostenía en la época de Popper y Freud.

 

El problema de la relación de Freud con la ciencia y la filosofía

Freud ha sido en parte responsable de esta polémica porque, basándose en el positivismo en que se formó, insistió en defender que el psicoanálisis era una ciencia natural, lo cual es prácticamente imposible utilizando la visión estrecha de los positivistas del círculo de Viena, quienes consideraban que sólo podía llamarse ciencia cuando se parte de observación de hechos a los que se aplica metodología inductiva-deductiva, para hacer una hipótesis que se confirma o refuta con pruebas y experimentación.

Por supuesto, Freud se percataba de que el objeto de su investigación (lo psíquico y lo inconsciente) no era el típico de las ciencias de la naturaleza, pero estaba convencido de que el modo epistémico de tratar el objeto podía ser el mismo que el de éstas y rechazaba la vertiente filosófica. Así, a través de su obra, al referirse a la filosofía "nos encontramos con un discurso tornadizo, múltiple y, por último, ambivalente" (3). Paul-Laurent Assoun, psicoanalista y profesor en la Universidad de Paris VII, ha sido muy elocuente al señalarlo en un excelente libro en el que revisa exhaustivamente la contradicción freudiana, representada por sus múltiples referencias de filósofos, así como su continua insistencia en haber tratado de evitar ser influido por éstos, y en el que describe los motivos que impulsaron a Freud a mantener distancia con la filosofía.

A algunos de estos motivos podríamos llamarles de orden táctico o estratégico y de ellos está llena la historia de la ciencia, siempre influida por subjetividades humanas, como han hecho notar Lakatos, Kuhn y Feyerabend. En este sentido, Freud consideraba peligroso el intento de introducir la filosofía en el psicoanálisis, dado el desprecio del movimiento cientificista alemán hacia la filosofía, y, sobre todo, la de Hegel. Así, en el Congreso de 1911 objetó el intento de introducir a Hegel que hizo James J. Putnam, uno de los fundadores de la Sociedad Norteamericana de Psicoanálisis (4).

Assoun recuerda que, en su autobiografía, Freud dijo que las coincidencias del psicoanálisis con la filosofía de Schopenhauer y de Nietzsche no podían atribuirse a su conocimiento de éstos, porque los había leído en un momento tardío de su vida para conservarse libre de toda influencia (5). Y lo repitió en dos reuniones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1908 en las que se discutieron textos de Nietzsche, estando presentes dos conocedores de su obra como Adler y Rank. Pero, como apunta Assoun, esto no resulta del todo creíble, pues Rank se había incorporado al círculo de Freud en 1902 y seguramente le puso al tanto de sus semejanzas con dichos filósofos. Además, en La interpretación de los sueños (1900), Freud citó una frase de Nietzsche aún cuando, ese mismo año, en una carta a Wilhelm Fliess, le contaba que había adquirido la obra de Nietzsche pero se resistía a leerla (6). Y todo esto sin entrar en la influencia que pudo tener sobre Freud Lou Andreas Salomé, íntima amiga de Nietzsche.

El trabajo de Assoun es extenso, metódico, documentado y no hace miramientos con la idealización, de modo que a él nos remitimos para no detenernos en este punto y poder continuar con la ubicación del psicoanálisis entre las ciencias.

 

Definición y clasificación de las ciencias

A partir de la aparición de la ciencia moderna se propusieron diversas clasificaciones de ésta, y ello se debe no sólo a la pluralidad de criterios y objetos a los que atienden, de métodos e instrumentos y fines prácticos que se proponen, sino también a que las ciencias son constructed históricos que cambian según la época, contexto y los valores éticos, políticos, económicos, etc.

Una de las clasificaciones más utilizadas es la que propuso en 1955 el epistemólogo positivista alemán Rudolf Carnap (uno de los principales representantes del Círculo de Viena). Clasificación sobre la cual se han hecho posteriormente algunas modificaciones no muy relevantes y que, sintetizando, resulta como sigue:

1) Ciencias formales: como la lógica y la matemática, que no se ocupan de hechos concretos y, por tanto, la verdad o falsedad de sus proposiciones no se obtiene de la experiencia.

2) Ciencias empíricas o fácticas: que se ocupan de hechos y, por tanto, la verdad o falsedad de sus proposiciones se obtiene de la experiencia. Éstas se dividen en ciencias naturales y ciencias sociales:

2a) Ciencias naturales: que estudian la naturaleza. Son la biología, la química, la física, la astronomía, la geología, la fisiología, la genética y otras.

2b) Ciencias sociales: que estudian al ser humano, su cultura y su sociedad, y cuyo método depende de cada una de ellas. Son la sociología, la historia, la psicología, el derecho, la antropología, la economía, la administración, la ciencia política, la demografía y otras.

Abordaremos dos tipos de epistemologías paradigmáticas. Por una parte, la comprensión hermenéutica, propia de las ciencias sociales y que está representada por un grupo de pensadores entre los que se encuentran Dilthey, Habermas y Ricoeur. Y por otra parte, la explicativa, más positivista y más propia de las ciencias naturales, que está representada, entre otros, por Popper y Grünbaum. Comenzaremos con estos últimos por razones expositivas, ya que sus definiciones de ciencia son de las más invocadas para descalificar al psicoanálisis.

 

Karl Popper y la epistemología postpopperiana

Karl Popper nace en Viena en 1902, y, por tanto (como Freud), inmerso en el positivismo o empirismo lógico de su época. Así, una de las ideas fundamentales que propuso Popper fue retomar los conceptos usados por Charles Peirce de "falibilismo", "refutación" y de "falsación como opuesto a verificación". En base a estos, propuso la demarcación de lo que llamó pseudociencia (como la filosofía, el psicoanálisis, el marxismo y la religión) de lo que podía definirse como ciencia, que para él era sólo aquello que pudiera ser "refutable" o "falsable".

Popper, aunque sólo dedicase unas veinticinco páginas al psicoanálisis, ha sido constantemente invocado por aquellos que acusan al psicoanálisis de no ser científico por no ser falsable. Sin embargo, sí lo consideraba una "interesante metafísica psicológica", y le otorgaba, como a otras metafísicas, cierto grado de verdad. No sólo no estaba contra la metafísica, sino que sostuvo las tesis siguientes: a) las metafísicas tienen sentido; b) algunas de ellas han constituido históricamente programas de investigación y, al crecer el saber de trasfondo, se han transformado en teorías controlables; c) desde el punto de vista psicológico, la investigación se vuelve imposible sin la fe en ideas de naturaleza metafísica; d) las metafísicas son criticables, aunque no sean falsables (7-8). Como ha señalado O'Neil, Popper no dudaba de la importancia de mucho de lo que planteaban los psicoanalistas y que podría tener su lugar en una ciencia psicológica que algún día fuera comprobable (9).

Adolf Grümbaum escribió mucho más que Popper cuestionando la cientificidad del psicoanálisis, en especial por no utilizar el modelo experimental que según él caracteriza a la ciencia. Pero, para comprender la causalidad de la neurosis, utilizó dos patrones equivocados: el modelo de la tuberculosis (causada por el bacilo de Koch); y el de la causalidad mecánica, según el modelo de la bola de billar que se mueve cuando otra la impacta. Estos modelos de causalidad constituyen un error clínico y lógico porque, como ha señalado el psicoanalista argentino Jorge Ahumada, Grünbaum ignora las diferencias en la naturaleza de los objetos y los métodos de estudio, y porque su versión de la causalidad rige en sistemas cerrados mecánicos, no en los sistemas abiertos adaptativos de los seres vivos. Ahumada cita a Bateson, quien señaló que los seres vivos no se rigen por la ley del comportamiento lineal como las bolas de billar. Bateson lo ejemplificó con la reacción de un perro cuando se le da una patada: este puede esquivar la patada, tirarse al suelo, morder o hacer otras cosas, según su carácter y su historia. Además, a causa de sus inferencias, la respuesta a la segunda patada puede ser diferente a la primera (10).

Otras críticas a Popper vinieron de sus propios discípulos, los llamados epistemólogos postpopperianos como Kuhn, Feyerabend, Lakatos, Laudan, Agassi, Bartley o Watkins. Thomas Kuhn le objetó su estrechez de criterios ya que pocas veces los científicos actúan en base al falsacionismo. Según Kuhn, la ciencia avanza a través de "paradigmas", que son teorías científicas universalmente aceptadas (e incluso paradigmas metafísicos); en su opinión, son múltiples las razones que producen el cambio de paradigma, y no siempre son racionales ni científicas, pues, por ejemplo, pueden depender de idiosincrasias autobiográficas y personales, de la nacionalidad o la reputación del innovador y sus maestros (8,11).

Imre Lakatos, por su parte, también objetó a Popper que la historia de la ciencia no sigue el criterio falsacionista, ya que nunca se han desechado teorías por predecir hechos no confirmados. Para Lakatos, la ciencia es una competencia entre programas rivales de investigación y, aunque señaló que el psicoanálisis no anticipa nuevos hechos ni cumple el criterio de refutabilidad, dijo que tampoco lo hace la dinámica ni la teoría de la gravitación de Newton (11).

Paul Feyerabend fue aún más radical al decir que no existe ningún método general para ampliar o examinar nuestro conocimiento, y que la única descripción del progreso científico es que "todo sirve". Su epistemología ha sido calificada de anarquista, pues ha señalado que no existen normas metodológicas que no hayan sido violadas y que incluso las violaciones son necesarias para el progreso (8).

En una línea algo parecida, el filósofo de la ciencia Larry Laudan y pragmatistas como Rorty y Putnam consideran que la simple acumulación de confirmaciones empíricas no constituye por sí misma un mecanismo de avance científico. Creen que la ciencia se propone de manera fundamental la solución de problemas y, ya que no tenemos un criterio de verdad ni un criterio consistente de verosimilitud, entonces una teoría es mejor que otra si resuelve más problemas. Asimismo, como señalan Safran y Messer, en las ciencias naturales se reconoce que son necesarias las teorías múltiples y contradictorias para captar los diferentes aspectos de los fenómenos subyacentes, y que una determinada teoría capta algunos de sus aspectos a expensas de otras. Más aún, los filósofos de la ciencia contemporáneos consideran que la ciencia evoluciona más por medio del pluralismo metodológico que por un grupo uniforme de procedimientos y criterios (12). Esta idea de pluralismo y complementariedad ha sido destacada desde la física atómica por Niels Bohr, quien estableció una analogía entre complementariedad en física y en psicología (13).

 

Dithey: La explicación y la comprensión

Llegados a este punto, debemos abrir un paréntesis para explicar el concepto de hermenéutica y su relación con la ciencia, y en especial, como veremos, con las ciencias sociales. En este sentido, tradicionalmente la hermenéutica (interpretación del sentido de los textos), pasando por San Agustín y Lutero, se había centrado en la Biblia. Es a partir de las ideas de Kant que florece la hermenéutica, así como surge de su teoría de la subjetividad, hacia finales del siglo XIX, el historicismo con su relativización del saber al contexto de una determinada época (14).

Básicamente, la idea que sostenía el historicismo era que el objeto del conocimiento histórico es la individualidad de los productos de la cultura humana (mitos, leyes, costumbres, valores, obras de arte, filosofías, etc.), individualidad que se opone al carácter uniforme y repetible de los objetos de las ciencias naturales (15). De entre el grupo de los historicistas alemanes destacó Wilhelm Dilthey con su distinción entre ciencias naturales y ciencias del espíritu (o sociales y humanísticas). Las ciencias naturales se dedican a lo general y a las regularidades, y sus hechos se presentan desde el exterior, de manera que "explican" sus mecánicas y causas. Las ciencias del espíritu, en cambio, se dedican a lo singular e individual, y sus hechos se presentan desde el interior, por lo que su método es la "comprensión" y el "revivir", pero una comprensión para la que hay que estar inmerso, esto es, actuar desde dentro del campo; porque comprender es, dice Dilthey "un encuentro del 'yo' en el 'tú'" (15). En otras palabras, tal como hace el psicoterapeuta, el sociólogo o el antropólogo sólo pueden estudiar al individuo, sus textos, su cultura y su historia teniendo presentes sus propios valores, conceptos y prejuicios para así empatizar, revivir y comprender los del objeto.

Dilthey, entre otros, lo que rescata es la idea de que las ciencias del espíritu tienen que atender aspectos que no son relevantes para las ciencias naturales, como los valores, las motivaciones (conscientes o inconscientes), los impulsos, los deseos, etc., y trató de establecer la hermenéutica y la comprensión como el método propio de las ciencias del espíritu, intentando desarrollar una metodología que diera categoría científica a éstas, aunque no logró concluir esta empresa (16).

Siguiendo esta estela, pero ya en la actualidad, Hilary Putnam -un influyente matemático, filósofo de la ciencia y filósofo pragmático norteamericano, que ha sido profesor en las universidades de Princeton, MIT y Harvard- se fue desprendiendo de la lógica positivista de su maestro Rudolf Carnap por considerar que no se puede reducir el conocimiento a la ciencia y que el humano es muy complicado para formalizarlo científicamente. Putnam considera que el entendimiento ganado por medio de "ponernos en el lugar del otro" (comprensión o empatía) es esencial en la formulación del conocimiento práctico (17). Con él concuerda Rorty: "Putnam nos apremia a que renunciemos a la idea de que las ciencias naturales tienen un 'método' distintivo, un método que convierte a la física en un mejor paradigma de la racionalidad que, por ejemplo, la historiografía o la jurisprudencia" (18).

 

Paul Ricoeur: El psicoanálisis y los filósofos de la sospecha

Como señalamos antes, un filósofo citado con el propósito de descalificar al psicoanálisis ha sido Paul Ricoeur, quien denominó a Freud, Marx y Nietzsche los "filósofos de la sospecha". Si bien para él el psicoanálisis no era ciencia sino una disciplina histórica y hermenéutica, su calificación de filósofos de la sospecha era precisamente eso, una calificación, no una descalificación como algunos pretenden al citarlo. Para demostrarlo citaremos ampliamente fragmentos del capítulo "El conflicto de las interpretaciones" incluido en el volumen Freud: una interpretación de la cultura (19).

Ricoeur se proponía la construcción de una gran filosofía del lenguaje y, como no renegaba de su condición de cristiano protestante, pensaba que creer era "escuchar la interpretación". Por tanto, su propuesta principal era "la interpretación como restauración del sentido", a la cual oponía "la interpretación según la escuela de la sospecha" (la de Marx, Nietzsche y Freud). Pero esta oposición no es una descalificación de los filósofos de la sospecha; por el contrario, destacó la complementariedad de ambas interpretaciones. Podemos identificar a la primera como una hermenéutica clásica (similar a la de los textos bíblicos) y la de la sospecha como una nueva hermenéutica (la de la falsa conciencia, o sea, aquella en la que la conciencia no coincide con el sentido oculto). Así, señaló que hay una "fórmula negativa bajo la cual se podría colocar a estos tres ejercicios de la sospecha, la 'de la verdad como mentira'". Ricoeur lo explica señalando que, aunque Descartes enseñó que las cosas son dudosas, no dudaba de la propia conciencia. En cambio, desde Nietzsche, Marx y Freud se pasó de la duda sobre la cosa a la duda sobre la conciencia (19). Pero, dice Riccur, también tienen una fórmula positiva: "no son tres maestros de escepticismo [...] los tres despejan el horizonte para una palabra más auténtica, para un nuevo reinado de la Verdad, no sólo por medio de una crítica 'destructor' sino mediante la invención de un arte de interpretar [...]. A partir de ellos, la comprensión es una hermenéutica: buscar el sentido, en lo sucesivo, ya no es deletrear la conciencia del sentido, sino descifrar sus expresiones [.]. La categoría fundamental de la conciencia, para los tres, es la relación oculto-mostrado o, si se prefiere, simulado-manifiesto [...]. Lo esencial es que los tres crean, con los medios a su alcance, es decir, con y contra los prejuicios de la época, una ciencia mediata del sentido, irreductible a la conciencia inmediata del sentido. Lo que los tres han intentado, por caminos diferentes, es hacer coincidir sus métodos 'conscientes' de desciframiento con el trabajo 'inconsciente' de cifrado, que atribuían [respectivamente] a la voluntad de poder, al ser social, al psiquismo inconsciente [...]. Los tres, finalmente, lejos de ser detractores de la 'conciencia', apuntan a una extensión de la misma [.]. Lo que quiere Freud es que el analizado, haciendo suyo el sentido que le era ajeno, amplíe su campo de conciencia, viva mejor y finalmente sea un poco más libre y, de ser posible, un poco más feliz" (19).

Como puede verse en este texto y otros de los años setenta, para Ricoeur el psicoanálisis, más que ciencia, era una disciplina hermenéutica e histórica. Sin embargo, el profesor de psiquiatría clínica de la Universidad de Yale, James Phillips, señala que Ricoeur, en su artículo tardío de 1981, "La cuestión de la prueba en los escritos de Freud", distingue el método psicoanalítico tanto de la hermenéutica pura como de la ciencia natural y considera que su metodología es mixta e involucra la comprensión causal y la no causal: "la praxis psicoanalítica requiere una teoría en la que la psique sea representada tanto como un texto a ser interpretado, como un sistema de fuerzas a ser manipuladas [...]. En resumen, la práctica nos fuerza a pensar de manera conjunta en significados y fuerzas en la teoría" (20).

 

Explicación y comprensión en psicoanálisis: Klimovsky, Lorenzer y Modell

En una línea similar al planteamiento de complementariedad entre hermenéutica y ciencia del Ricoeur de 1981, Gregorio Klimovsky, renombrado matemático, filósofo y epistemólogo argentino, hizo una aproximación al psicoanálisis que vale la pena revisar detenidamente (21).

Klimovsky aborda el problema de la naturaleza lógica de la interpretación en psicoanálisis, en la cual, dice, se superponen tres fenómenos que siempre coexisten: el explicativo, el semiótico y el instrumental.

1) Aspecto explicativo o vertiente gnoseológica de la interpretación, según el cual, una interpretación es una teoría acerca de lo que hay detrás de un fenómeno manifiesto; una hipótesis sobre la que puede estar equivocado o acertado. Y distingue dos tipos de interpretaciones (de un modo que recuerda a la división de las ciencias de Dilthey): a) Interpretación-lectura, y b) Interpretación-explicación.

1a) Interpretación-lectura: en la que el material latente es leído a través del material manifiesto, donde leído quiere decir detectado a través de una ley. Klimovsky explica que hay teorías que son puramente empíricas y construyen sus hipótesis sobre material detectable y observable, como es el caso de la teoría de la evolución de Darwin, pero no de la genética, la química o el psicoanálisis. En estas últimas, dice, "hay un salto gnoseológico tan grande como el que acomete el químico cuando deja de hablar del color del papel tornasol y se pone a hablar de la órbita de los electrones en la estructura atómica y del desplazamiento de estos en sus órbitas. [...] En ciencia existen muchos procedimientos para acceder a lo que no es directamente visible o epistemológicamente directo. Un tanto metafóricamente, pero no mucho, podríamos decir que el microscopio y el telescopio son algo así, porque permiten técnicamente llegar a observar lo que no es directamente observable, lo que no está empíricamente dado. Sin embargo, para observar mediante el microscopio o el telescopio es necesario tener previamente una teoría. Si no hubiera una teoría podría uno reaccionar como muchos colegas de Galileo: no queriendo observar nada mediante ese instrumento, que para ellos -debido a sus prejuicios- debía ser mágico, encantado y defectuoso" (21). Klimovsky señala que dicha teoría es la óptica, cuyas leyes correlacionan lo que está del lado del ocular con lo que está del lado del objetivo, haciendo así un símil con la forma en que el psicoanálisis "mira" y "lee" tras lo manifiesto.

1b) Interpretación-explicación: En este caso, la interpretación es una hipótesis acerca de lo que ocurre en el inconsciente. Pero aclara que, aunque la hipótesis haya tenido buenas consecuencias prácticas, clínicas y observacionales, eso no la demuestra como cierta porque de lo falso se puede deducir lo verdadero.

2) Aspecto semiótico: la interpretación busca los significados de símbolos y signos; es un acto de asignar significado, y la labor se parece a la de un lingüista o un semiólogo. Considera que el material manifiesto tiene con el material latente tanto relaciones "legales" (o sea, correlaciones o relación de causa y efecto) como relaciones de significación.

3) Aspecto instrumental y terapéutico: la interpretación es una acción con el fin de producir una modificación, entonces, la terapia toma la interpretación como un instrumento, no sólo para conocer al paciente sino como agente de cambio.

Como puede observarse, en el análisis epistemológico de Klimovsky se evidencian tanto aspectos instrumentales y explicativos como aspectos comprensivos y semióticos, con lo cual, basándonos en el aforismo de Dilthey ("a la naturaleza la explicamos, a la vida espiritual la comprendemos"), se combinan los dos modelos: ciencia y hermenéutica.

Esta combinación fue también reconocida por el psicoanalista alemán Alfred Lorenzer en su libro de 1970, pese a que para él lo principal era la vertiente hermenéutica o comprensiva. Lorenzer basó parte de sus ideas en la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, conformada por un grupo de investigadores provenientes del Instituto para la Investigación Social de dicha ciudad entre los que estaban Habermas, Adorno, Fromm, Marcuse y Löwenthal, entre otros. Teniendo en cuenta que estaban influidos por las teorías sociológicas de Marx, para ellos las ciencias sociales, además de "explicar" (como las ciencias naturales) y "comprender" (como la hermenéutica), tenían que "criticar" el fenómeno social para conducir a un mayor grado de libertad del individuo alienado y denunciar las contradicciones de su sociedad. En este contexto, Lorenzer intenta tender puentes entre el psicoanálisis y otras ciencias sociales, puesto que considera al primero como una ciencia social hermenéutica, que utiliza un método mixto entre comprensión, explicación y crítica. Sin embargo, para Lorenzer la forma operativa que es típica del psicoanálisis es la comprensión, y la explicación solo entra secundariamente en el proceso de conocimiento que lleva a la interpretación (22). Esto significa que no concuerda del todo con Klimovsky, pues no cree que la explicación sea fundamental, sino que el método psicoanalítico apunta a una aprehensión del "sentido" de la comunicación verbal, considerando que lo inconsciente es lo excluido de la comprensión porque ha caído fuera de las comunicaciones simbólicas (23). En tal sentido, considera fundamental el concepto de Wittgenstein de "juego del lenguaje", y cree que el inconsciente reprimido y la psicopatología tienen que ver con lo que llama "desimbolización", que es la disgregación de la "unidad del juego del lenguaje" (24). Lorenzer apunta otra complicación: "analista y analizando no sólo están distanciados a causa de la mutilación neurótica del lenguaje, sino también debido a una pertenencia a juegos de lenguaje distintos". Es por ello que considera que, aunque el psicoanalista se asemeja al historiador que devela un texto de una época pasada, no se puede situar sin más en el marco de las ciencias hermenéuticas clásicas, puesto que el psicoanalista interviene, es observador participante, y se incluye en la escenificación que hace el paciente (por vía de la compulsión de repetición y la transferencia) para "restituir un juego de lenguaje destruido" (25). Sintetizando, Lorenzer comparte con el francés Ricoeur y con Habermas la idea de que la psicopatología es la pérdida de la cualidad simbólica del discurso -a lo cual Habermas llama "símbolos privados" o "desgramatizados"- y cree que el psicoanálisis tiene como fin su reestructuración y resignificación hermenéutica (20).

Como vemos, las ideas de los alemanes no están muy alejadas de las de los franceses Ricoeur, Lacan y sus discípulos, como tampoco de las de algunos psicoanalistas norteamericanos, en particular, del grupo de discípulos de David Rapaport (psicoanalista que organizó el grupo de investigación de la Clínica Menninger en Kansas) entre los que estaban Holt, Klein, Gill y Schafer. Estos cuestionaron duramente la metapsicología freudiana y subrayaron que el psicoanálisis, a diferencia de la ciencia natural, se ocupa del sentido y no de la causalidad, razón por lo cual su metodología tendría que ser la del lenguaje y las humanidades, y no la de la ciencia. Con ciertos matices, es lo mismo que piensan Lacan, Miller, Lorenzer, Home, Rycroft, Klauber, Erikson, Waelder y, más recientemente, algunos de los miembros de la llamada two persons psychology (en expresión de Balint), o del psicoanálisis relacional e intersubjetivo norteamericano, representado por Mitchel, Orange, Stolorow, Atwood, Beebe, Lachmann, Fosshage y otros.

Por el contrario, Arnold Modell, profesor de psiquiatría en Harvard y psicoanalista de la Sociedad de Boston, no comparte esta visión lingüística y hermenéutica pura del psicoanálisis y afirma: "Ricoeur entendió que el psicoanálisis era una disciplina hermenéutica, es decir histórica, y negó que existieran hechos observables. Creía que el psicoanálisis no era ciencia. Habermas reconoció la dualidad entre lo histórico y lo científico en psicoanálisis, pero no admitió esta disyunción e intentó combinar o fusionar, en su idea de las "interpretaciones generales", atributos de fenómenos históricos observados desde el interior, con la cualidad de las configuraciones repetidas observadas desde el exterior. Me parece que el intento de Habermas no fue logrado" (26).

Modell piensa que los "hechos" del psicoanálisis no se componen simplemente de palabras ("piénsese en las personas que emplean palabras para no comunicar nada, y que utilizan el discurso para crear distancia, aburrir o distraer"), sino de palabras que llevan una valencia afectiva. De este modo, cree que la empatía y la percepción inconsciente que el analista hace de los afectos del paciente (incluyendo los elementos procedentes de la interacción de transferencia y contratransferencia) son los instrumentos fundamentales de observación en psicoanálisis (27). Así, dice: "En psicoanálisis, la escisión cartesiana entre lo observado y el observador no se puede mantener. Sujeto y objeto de algún modo se interpenetran, de manera que una relación subjetiva yo-tú reemplaza a la relación yo-eso, que es el modo de observación de la ciencia natural [...]. La capacidad de conocer la psique del otro descansa en la más primitiva de las percepciones: la capacidad de conocer el estado afectivo de la madre y, a la inversa, la capacidad de la madre de 'conocer' el estado afectivo de su hijo. En este sentido, la capacidad de conocer el estado afectivo de otro precede a la adquisición del lenguaje y persiste después de ésta. Entonces, afectos y simbolización son inseparables" (28). Este punto de vista coincide con lo que hemos señalado en otro artículo (29) sobre lo que dicen importantes investigadores de la temprana infancia, como Meltzoff, Trevarthen, y Stern, en cuanto a que las formas simbólicas de comunicación están construidas sobre formas presimbólicas que se inician desde el nacimiento y tienden a ser implícitas. Formas de comunicación en parte innatas y en parte adquiridas, y basadas cierta medida en las llamadas "neuronas espejo" (30) o lo que el grupo de Daniel Stern ha llamado "sintonía afectiva" (31).

Modell toma su modelo de Michael Polanyi, un físico, químico y filósofo de la ciencia que cuestionó que la ciencia consistiera en el descubrimiento de leyes naturales impersonales, eternas y ajenas a la pasión del hombre. Polanyi expuso la cualidad de la disyunción como un artificio epistemológico similar al principio de la complementariedad que ha planteado el físico Niels Bohr y según el cual es posible aceptar dualidades fundamentales sin pretender su mutua disolución o reducción; esto es, que un mismo conjunto de sucesos puede presentar variedades de coherencia y niveles de sentido diferentes que son esencialmente disyuntivos. Modell considera que este principio resuelve lo que ha llamado "la paradoja nuclear del conocimiento psicoanalítico": "aunque cada análisis es singular e irrepetible, se supone que las configuraciones semejantes que recurren en esas experiencias singulares consienten las generalizaciones" (32).

Modell considera que hay dos categorías de "hechos" del psicoanálisis, según sea la relación del observador con lo observado: cuando analista y paciente se conjugan en la relación yo-tú, los hechos del psicoanálisis son afines a los de las disciplinas interpretativas, es decir, hermenéuticas. Pero cuando el analista se sitúa también en la posición de un observador externo que busca categorías diagnósticas, categoriza formas de resistencia, individualiza configuraciones recurrentes, etc., retrocede a la posición yo-eso, donde los hechos están pre-estructurados por obra de nuestras preconcepciones teóricas y metapsicológicas, sin las cuales "no podemos empezar a pensar" -Modell está de acuerdo con Feyerabend en que el aprendizaje no va de la observación a la teoría, sino que siempre incluye los dos elementos, por lo que eliminar el conocimiento teórico llevaría al desconcierto (28)-.

Así pues, Modell propone adoptar el principio de la complementariedad, o sea, "aceptar dos concepciones opuestas y contradictorias de la epistemología del psicoanálisis, siendo las dos correctas", esto es: la complementariedad del sentido biológico y el sentido histórico. En tal sentido señala, por ejemplo, que la estructura del carácter representa una amalgama inseparable de lo biológico y lo cultural (32). Habría que agregar que no sólo en la personalidad y sus trastornos se aprecia esta amalgama, pues actualmente el concepto de epigenética (que apunta a la interacción de genes y ambiente) está siendo abordado en casi todas las patologías; por ejemplo, en los trastornos afectivos y en la esquizofrenia, como recientemente han mostrado Stetka y Sariaslan (33).

En este sentido, hay que admitir que la psiquiatría es diferente de otras especialidades médicas, y, si el psicoanálisis no es una ciencia natural, también cabe preguntarse si la psiquiatría alcanza sus requisitos; si se aplicaran los criterios de Peirce y Popper de verificación, falsación y refutación (como se le exige al psicoanálisis) quedaría muy cuestionada mucha de la evidencia supuestamente bien establecida en la psiquiatría. O, mejor aún, cabría preguntarse si habría que concederle validez precisamente por lo mismo que habría que concederla al psicoanálisis: por la naturaleza mixta de su metodología, de sus instrumentos, de sus objetos (la persona y sus vicisitudes) y sus fines, y porque lo mental es inespecífico y heterogéneo.

 

Conclusiones

Hoy en día es difícilmente defendible que el psicoanálisis sea una ciencia natural, como pretendía Freud. Sin embargo, un grupo de relevantes psicoanalistas, como Horacio Etchegoyen, Jorge Ahumada o André Green, insisten en que el psicoanálisis es una ciencia y se resisten a vincularlo a la hermenéutica. Cuanto menos, lo consideran una ciencia empírica y observacional, quizás de tipo social más que natural. Otros, como antes señalamos, consideran que su metodología tendría que ser la de la lingüística y la de las humanidades, pero no la de la ciencia. Entre ellos, aunque con ciertos matices, están Lacan, Miller, Schafer. Y, con un planteamiento mixto, nos encontramos a Lorenzer, Home, Rycroft, Klauber, Erikson, Waelder, Mitchel, Orange, Stolorow, Atwood, Beebe, Lachmann y Fosshage.

Por nuestra parte, coincidimos con el planteamiento de disciplina mixta (el principio de complementariedad) que Modell toma de los físicos Polanyi y Bohr, el cual permite aceptar la existencia de la dualidad epistemológica del psicoanálisis, tanto como ciencia que se ocupa de causas y generalizaciones provenientes de la observación de hechos repetidos (como las resistencias, los mecanismos de defensa, la compulsión de repetición, el principio de placer y realidad, transferencia y contratransferencia, etc.), así como ciencia del sentido, hermenéutica y lingüística, que da cuenta de lo singular e irrepetible de la relación, sin empeñarse en su mutua disolución o reducción; o sea, semejante a la hermenéutica, en tanto se buscan significados verbales (pero también no verbales y afectivos), y semejante a la metodología de otras ciencias empíricas, en tanto se buscan las múltiples causas de la psicopatología y la reestructuración de emociones, concepciones y mecanismos de defensa más flexibles y adaptativos.

Ahora bien, ¿no es esta multiplicidad de concepciones lo que lleva a dudar de si el psicoanálisis es ciencia o pseudociencia? En buena medida, sí. El psicoanálisis no funciona como ciencia natural porque éstas no atienden mucho de lo que respecta al individuo que es el paciente, como tampoco atienden a la relación específica y no generalizable que constituyen analista y analizando. Una relación que se va co-construyendo y significando entre ambos y que, por tanto, no es generalizable ni cuantificable en innumerables aspectos. Una experiencia que, en buena medida, no es comprobable ni refutable (de acuerdo a la concepción popperiana que suelen tener estos términos). Aun así, el psicoanalista Owen Renik, apoyándose en filósofos pragmáticos como Rorty o Putnam, considera que el psicoanálisis es ciencia en tanto trabaja con una "teoría pragmática de la verdad" (34) que se basa en que la interpretación de la resistencia se lleve a cabo como un procedimiento de testeo de hipótesis en el cual las inferencias puedan ser extraídas en conjunto por el paciente y el analista a partir de los hechos de observación al alcance de ambos (35). Un pragmatismo parecido al de la filósofa Fernanda Clavel, quien considera útil el concepto de phrónesis de Aristóteles, que implica "sabiduría práctica" y "prudencia o sensatez"; sensatez que nace de la experiencia y no de la ciencia. Así, Clavel dice que la phrónesis es el tipo de racionalidad práctica que emplea el psicoanalista, pues "es mediante la deliberación que puede ofrecer otro punto de vista al paciente para enfrentar sus conflictos y buscar el cambio" (11).

El psicoanálisis, como también la psiquiatría, tiene que abordar aspectos de lo humano a los que no atiende la ciencia -porque ni es su propósito, ni tendría cómo hacerlo-, como por ejemplo, el sentido de la existencia; el ser y estar en el mundo; los valores; lo ético; lo espiritual y religioso; los deseos y pasiones; el amor y odio; la creatividad e ilusión, y un largo etcétera. Y aborda cada una de estas cuestiones interpretándolas con una perspectiva particular a esa doble vertiente. ¿Por qué, entonces, ese empeño en que el psicoanálisis o la misma psiquiatría sean "científicas" como otras especialidades médicas, si se pierde la cualidad de lo mental, que es lo que las diferencia? Se llegaría así a lo que Jaspers llamó "psiquiatría sin psique". ¿Es que realmente pueden y sobre todo deben ser como la dermatología, la traumatología, la cardiología, la neurología, etc.? No parecen creerlo así algunos de los que han criticado el modelo RDoC (Criterios de Dominio de Investigación, propuesto como plan estratégico del National Institute of Mental Health americano), como Allen Frances (36), Fava (37), Maj (38), Wakefield (39) o Parnas (40).

Tal vez se podría responder con la conclusión de Klimovsky: "si el psicoanálisis se desarrolla como ciencia madura, terminará por encontrar que los modelos que llevan al éxito son los que le son propios y no los que salieron por analogía con los de otras disciplinas [...]. El psicoanálisis se debe integrar a las otras disciplinas científicas subordinándose a las exigencias generales del método, sin por ello abdicar de lo propio que hace a su particular idiosincrasia" (21).

 

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Dirección para correspondencia:
Héctor Hueso Holgado
hhuesoh@hotmail.com

Recibido: 21/09/2014
Aceptado: 28/10/2015

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