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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versão On-line ISSN 2340-2733versão impressa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.43 no.143 Madrid Jan./Jun. 2023  Epub 31-Jul-2023

https://dx.doi.org/10.4321/s0211-57352023000100010 

Artículos

El carácter científico del psicoanálisis: una reconsideración de la argumentación de Freud

The scientific character of psychoanalysis: a reconsideration of Freud's line of argument

Daniel Leserre1 

1Licenciado en Psicología. Doctor en Filosofía. Centro de Estudios Filosóficos Dr. Eugenio Pucciarelli, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Argentina

Resumen:

La discusión respecto al carácter científico del psicoanálisis es continuada y multifacética. En la actualidad, la extensión y variedad de aspectos implicados es aún mayor. En este contexto el presente trabajo plantea una reconsideración de la línea de argumentación de Freud respecto al carácter científico del psicoanálisis. Frente a una visión bastante difundida que concibe la perspectiva científica de Freud como un reflejo del positivismo, el presente trabajo, apoyándose en líneas de investigación recientes, propone la reconsideración de dicha perspectiva de modo más matizado y sostiene que se basa en una argumentación mantenida a través de toda su obra.

Palabras clave: teoría de la mente; psicoanálisis; teoría freudiana; inconsciente; investigación interdisciplinaria

Abstract:

The discussion on the scientific character of psychoanalysis is continuous and multifaceted. Currently the extent and variety of the implied aspects in it has even increased. In this context this article presents a reconsideration of Freud's line of argument regarding the scientific character of psychoanalysis. Against a quite spread view that conceives Freud's scientific perspective as a reflex of positivism, this article, sustained by recent research on Freud, proposes the reconsideration of Freud's perspective in a more exhaustive way and holds that it is based on a line of argument maintained through all his work.

Key words: theory of mind; psychoanalysis; Freudian theory; unconscious; interdisciplinary research

Introducción: el espacio del psicoanálisis

El análisis y discusión de la cuestión de si el psicoanálisis es o no una ciencia o del carácter científico del psicoanálisis comienza prácticamente con el mismo inicio de este y continúa hasta el presente. En el centro de atención de esta discusión aparece en las últimas décadas, tal como se señala reiteradamente, la investigación de la eficacia terapéutica de los tratamientos psicoanalíticos y los criterios para evaluar tal eficacia1,2. Si bien es claro que la discusión sobre el carácter científico del psicoanálisis refiere a este como forma de tratamiento, ello remite igualmente al psicoanálisis como, dicho en términos actuales, teoría del funcionamiento y desarrollo de la mente3. De forma tal que en el centro de la discusión se hallan también preguntas epistemológicas y metodológicas como, por ejemplo, qué se debe entender por investigación en psicoanálisis, el valor lógico de la teoría en la práctica, los marcos epistemológicos para el psicoanálisis y el análisis de los modelos y paradigmas desde los cuales enfocar al psicoanálisis4-6. Ya esta primera y general aproximación da una idea de la complejidad, por su alcance teórico y la extensión y variedad de aspectos implicados, de la cuestión del carácter científico del psicoanálisis. Para una evaluación acorde a tal complejidad se ha propuesto la conveniencia de una consideración que contemple de forma conjunta la investigación científica y la reflexión filosófica7. Se ha señalado, además, que en realidad la cuestión del carácter científico del psicoanálisis aún debe ser desarrollada como análisis sistemático de las críticas que se realizan de este; lo cual debe dar lugar a una identificación, clasificación y evaluación de las diferentes categorías de críticas, cargos o acusaciones efectuadas contra el psicoanálisis como empresa científica8.

En este contexto, el presente trabajo propone para su discusión una reconsideración, entre otras efectivas o posibles, de la argumentación de Freud respecto al carácter científico del psicoanálisis. Una primera e inmediata razón se halla en que, si bien, desde diversos enfoques y evaluaciones, hay consenso en la clara posición de Freud de que el psicoanálisis debía conformarse según el enfoque de la ciencia natural, parece sin embargo que las razones de ello aún hoy no están suficientemente claras9. Hay una línea de interpretación según la cual, en la formulación del psicoanálisis como ciencia natural, Freud, sencillamente, se habría equivocado en la comprensión teórica del psicoanálisis. Esta línea de interpretación se muestra con claridad desde el último tercio del siglo pasado y prosigue prácticamente sin interrupción hasta el presente. Así, la tesis según la cual, al usarlo, Freud subvierte el lenguaje de las ciencias naturales10; p. 207-211 se basa en la idea, presentada de forma reiterada, de que la adopción del enfoque de la ciencia natural obedece al positivismo de Freud, lo que refleja las ideas reinantes en la época11,12. Al sostener para el psicoanálisis el enfoque de la ciencia natural, Freud estaría reflejando una visión cientificista atribuible a la época, posteriormente superada.

Esta interpretación, entonces, puede ser tomada como el punto de partida para la reconsideración de la perspectiva de Freud. Tal interpretación, cuando menos, no tiene en cuenta suficientemente el desarrollo explícito de Freud y la especificidad de sus razones, que, tal como se sostiene en el presente trabajo, se hallan integradas en una argumentación consistente respecto al carácter científico del psicoanálisis, cuyas razones se van desplegando por nudos centrales de reflexión a través de toda su obra. El presente trabajo se propone: reconsiderar la perspectiva de Freud, es decir, su punto de vista y horizonte, respecto al carácter científico del psicoanálisis; sostener que se trata de una argumentación unificada y consistente, mantenida a través de toda su obra; indicar los trazos centrales de su diseño; y sugerir que a partir de ello esta argumentación es cuando menos compatible con la investigación actual respecto a la mente, particularmente, como se muestra en líneas de investigación que conjugan el enfoque psicoanalítico con dicha investigación. Tales objetivos se hallan en conjunción con una de las posiciones sostenidas actualmente respecto al “enfoque epistemológico propio de Freud”13; p.18, el cual muestra “qué bien fundamentada y consistente fue su explicación del psicoanálisis como ciencia”13; p.18.

Según dicha posición, con ello Freud ya habría respondido anticipadamente a la crítica posterior de su propia incomprensión cientificista del psicoanálisis como ciencia natural. Por esta razón, es de vital importancia entender la poco comprendida posición propia de Freud13. A todo ello debe agregarse, a pesar de su obviedad, que la situación actual de las ciencias y la reflexión acerca de ellas no es la misma que en la época de Freud, pero, más que un motivo para descartar por anacrónica la posición de Freud respecto al enfoque del psicoanálisis como ciencia natural como tal, esto parece justamente una razón para reconsiderar el diseño de la argumentación y, en función de ello, evaluar su posible significación en la actualidad.

Desde el Proyecto de una psicología14, donde se bosqueja el primer diseño de una teoría de los procesos psíquicos, hasta el inicio de lo que resultaría la última síntesis teórica del psicoanálisis15, la obra de Freud muestra que la nueva disciplina del psicoanálisis configura su estructuración del conocimiento conforme al enfoque de la ciencia natural. Este enfoque se plasma en la determinación del ámbito propio del psicoanálisis constituido en triple forma. Psicoanálisis “es el nombre de 1) un procedimiento para la investigación de procesos anímicos, que normalmente apenas son accesibles; 2) un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, que se funda en esta investigación; 3) una serie de intelecciones psicológicas, conseguidas por tal medio, que paulatinamente se van amalgamando en una nueva disciplina científica”16; p. 211a. Con ello quedan indicadas las tres dimensiones del psicoanálisis: la de investigación, la terapéutica y la del psicoanálisis como una ciencia general de la mente y no solo de los estados psicopatológicos de esta. Quedan asimismo trazadas las coordenadas que proyectan el espacio propio del psicoanálisis en el sentido que Freud lo diseñó. En este espacio, cada una de estas dimensiones se relaciona con las otras de varias maneras, lo cual sirve para retroalimentar el proceso de investigación, el enfoque terapéutico y el conocimiento amalgamado como disciplina. Así, por ejemplo, la conjunción entre método de investigación y método terapéutico da lugar a la producción de conocimiento que se configura como una nueva disciplina científica. La síntesis lograda en esta triple articulación muestra el diseño original del psicoanálisis en conjunto y delimita con precisión el ámbito en el cual puede y debe desarrollarse, de modo que el enfoque de la ciencia natural configura la indagación y la construcción del conocimiento en el espacio del psicoanálisis así diseñado.

La construcción del psicoanálisis como ciencia

La columna vertebral del psicoanálisis como conjunto de conocimientos psicológicos que se van amalgamando en una nueva disciplina científica radica en ser “una ciencia construida sobre la interpretación de la experiencia”17; p. 142. La construcción del psicoanálisis como ciencia parte de la investigación terapéutica y se desarrolla sobre los lineamientos básicos del proceder científico, el cual, esquemáticamente, se caracteriza por: a) someter “estrictamente a prueba las percepciones de los sentidos, sobre las cuales construye sus conclusiones”18; p.184; b) procurarse “nuevas percepciones inalcanzables con los medios cotidianos”18; p.184; y c) separar “las condiciones de esas experiencias en experimentos intencionalmente variados”18; p.184. El propósito central que alienta el pensar científico es “lograr la concordancia con la realidad, o sea, con lo que existe fuera e independientemente de nosotros”18; p.184. Teniendo en cuenta que “realidad”, en este contexto, adquiere el significado de ser lo “decisivo para el cumplimiento o la frustración de nuestros deseos”18; p.184, el conocimiento psicoanalítico adopta la concepción de la verdad como “la meta del trabajo científico”18; p. 184 y, conforme al nuevo significado de realidad, le imprime su sello propio al determinarla como “concordancia con el mundo exterior real”18; p.184. La comparación y contraste con los sistemas filosóficos sirve como confirmación de lo dicho y para precisar el diseño de la configuración del conocimiento psicoanalítico. La construcción del conocimiento psicoanalítico se diferencia de un sistema filosófico en tanto se orienta a la configuración de un saber caracterizado por la dinámica entre observación y síntesis conceptual: “El psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos, que parte de algunos conceptos básicos definidos con precisión y busca captar con ellos el universo en su totalidad, tras lo cual ya no tiene espacio para nuevos descubrimientos y mejores intelecciones. Más bien se adhiere a los hechos de su campo de trabajo, busca resolver los problemas inmediatos de la observación, sigue tanteando en la experiencia, siempre inacabado y siempre dispuesto a corregir o variar sus doctrinas”16; p. 229.

El trabajo científico como tal se halla “fortalecido en la observación de los procesos naturales”18; p.179. La observación es “el fundamento de la ciencia, sobre el cual todo descansa”17; p.143. La observación es uno de los instrumentos conceptuales centrales disponibles en el enfoque de la ciencia natural que se aplican a la situación clínica diseñada por el psicoanálisis y constituye una de las bases en la conformación de la evidencia clínica. Ello se aplica en el estudio de las neurosis: mientras se intenta influir en ellas “reunimos las observaciones que nos dan una imagen de su procedencia y el modo de su surgimiento”19; p. 109. El ejercicio de la observación muestra que hay conceptos implicados en ella, de lo cual resulta la necesidad de formularlos, pero también la necesidad de referir tales conceptos a subsecuentes observaciones. Los conceptos fundamentales de las ciencias naturales comienzan siendo indeterminados y “solo a través del progresivo análisis del material de observación llegan a ser ricos en contenido y libres de contradicción”20; p. 84-85.

El comienzo de la actividad científica consiste en la descripción de fenómenos que luego son agrupados, ordenados e inscriptos en conexiones, pero “ya en la descripción no se puede evitar aplicar al material ciertas ideas abstractas”21; p.210. Con ello se muestra la necesidad de la síntesis conceptual como la otra parte de la conjunción que constituye, junto a la observación, al psicoanálisis como ciencia construida sobre la interpretación de la experiencia. El papel de los conceptos necesarios en la comprensión de las observaciones se hace particularmente visible cuando, como en el caso de las pulsiones, se prueba “la total inexistencia de una teoría […] que de algún modo nos oriente”17, p. 143. En este caso, “está permitido o, mejor, es obligatorio adoptar para comenzar alguna premisa básica y someterla a prueba de manera consecuente hasta que fracase o se corrobore”17, p. 143. Tales conceptos tienen al comienzo un grado de indeterminación y no puede hablarse de una clara delimitación de su contenido. En este estado su significado se va fijando y delimitando por la remisión repetida al material de experiencia del cual parecen extraídos pero al cual, en realidad, ordenan. Tales conceptos, considerados estrictamente, tienen al comienzo el carácter de convenciones, pero es central que no sean elegidos al azar, sino que estén determinados por relaciones significativas con el material empírico.

Las relaciones de significación entre los conceptos y el material seleccionado por la observación al que se refieren comienzan por ser supuestas antes de que se las pueda conocer y demostrar: “Solo después de la investigación más a fondo del campo de fenómenos en cuestión se pueden también captar más nítidamente sus conceptos científicos fundamentales y modificarlos progresivamente de modo que lleguen a ser utilizables en mayor alcance y, con ello, completamente libres de contradicción. Entonces quizás sea la hora de acuñarlos en definiciones”21, pp. 210-11. Esta dinámica entre observación y síntesis conceptual que caracteriza la construcción del psicoanálisis como forma de conocimiento es expresamente identificable como progreso del conocimiento en la ciencia natural, la cual tampoco tolera rigidez alguna en las definiciones: “Como enseña de modo brillante el ejemplo de la física, también los conceptos fundamentales fijados en definiciones experimentan un constante cambio de contenido”21, p. 11. Estos conceptos fundamentales, como los de materia, fuerza, atracción y semejantes en física, son, respecto a su nitidez y precisión, más bien el resultado del proceso de conocimiento. En este sentido lo culminan y son los conceptos superiores a los cuales se arriba en el proceso de construcción del conocimiento.

Ello permite identificar con claridad cómo el enfoque de la ciencia natural caracteriza expresamente al psicoanálisis como construcción de conocimiento: “Conceptos fundamentales claros y definiciones de nítidos contornos solo son posibles en las ciencias del espíritu en la medida en que estas quieren captar un campo de hechos en el marco de una formación intelectual de sistema. En las ciencias naturales, a las que pertenece la psicología, semejante claridad de los conceptos es innecesaria e imposible”20, p.84. El carácter de ciencia natural posibilita la específica construcción del conocimiento del psicoanálisis como ciencia construida sobre la interpretación de la experiencia. Independientemente de la evaluación de cómo Freud da cuenta de los sistemas filosóficos y de las ciencias del espíritu, dicho carácter permite distinguir el psicoanálisis de ambas formas, precisamente, al remarcar la dinámica propia de la construcción de conocimiento vertebrada por la conjunción entre observación y síntesis conceptual. Esta conjunción constituye la base de la construcción del psicoanálisis como conocimiento. En ella se integran la proposición y clarificación de conceptos, la formulación de los conocimientos, y la validación de estos en tanto son justificados a través de la confirmación y su resultado, la producción de evidencia.

Todo esto como proceso de investigación científica adquiere una identidad propia en la medida en que el contexto del método de tratamiento se aplica a un nuevo dominio, el de los procesos anímicos que normalmente apenas son accesibles. En este contexto, la evidencia es evidencia clínica. En la producción de evidencia como conocimiento y su justificación se halla como rasgo central su carácter clínico; es decir, la justificación de los conocimientos logrados se encuentra en que se muestran válidos en relación con cierto fin, adecuados a una finalidad terapéutica. El paralelismo con la ciencia natural se aplica prácticamente en todo su alcance: “De manera en un todo semejante [a la física] procedemos en el psicoanálisis. Hemos hallado el recurso técnico para llenar los vacíos de nuestros fenómenos de conciencia, y de él nos valemos como los físicos del experimento”19, p. 127. La única excepción expresa es que: “En el análisis uno debe prescindir solo de la ayuda que el experimento provee a la investigación”18, p. 188.

La conceptuación de lo psíquico

Adoptar el enfoque de la ciencia natural para la construcción del conocimiento psicoanalítico quiere decir, frente a otras concepciones posibles como las de los sistemas filosóficos o las ciencias del espíritu, seguir la dinámica propia de conocimiento de una ciencia que se construye sobre la interpretación de la experiencia. Conforme a ello, el psicoanálisis fija un dominio de fenómenos, usualmente denominado “vida anímica”, “alma”, “psique” o “mente”, subrayando que lo “psíquico es algo tan exclusivamente particular que ninguna comparación aislada puede reproducir su naturaleza”22, p. 186. La comprensión de carácter general requerida para adecuarse a la naturaleza de lo psíquico transita, precisamente, por una elaboración del enfoque de la ciencia natural aplicada a este fin.

La aplicación del enfoque de la ciencia natural al conocimiento de la naturaleza de lo psíquico parte del siguiente estado del conocimiento de la vida anímica: “De lo que llamamos nuestra psique (vida anímica) nos son conocidas dos clases distintas de cosas: en primer lugar, el órgano corporal y escenario de ella, el cerebro (sistema nervioso); por otra parte, nuestros actos de conciencia, que nos son dados inmediatamente y a los cuales ninguna descripción puede aproximarnos más. Todo lo que está en el medio nos es desconocido, no es dada una relación entre ambos puntos terminales de nuestro saber”19, p.67. Mientras la discusión respecto a esta suposición fundamental permanece como tal abierta para la filosofía, progresar en su desarrollo como conocimiento es la meta propuesta “cuya justificación se halla en sus resultados”19, p. 67. El desarrollo del conocimiento de lo psíquico discurre, pues, por una doble vía, referida, respectivamente, a cada uno de los puntos terminales indicados: los conceptos de aparato psíquico y actos psíquicos inconscientes.

En relación al órgano corporal y escenario de lo psíquico, Freud propone una construcción conceptual que posibilita dicha investigación de la vida anímica a través de la aplicación a esta del andamiaje de un aparato o sistema óptico: el aparato anímico. Este término técnico es “una representación auxiliar como hay tantas en las ciencias”23, p. 221, configurada en el desarrollo de la investigación psicoanalítica. Conforme a ella, “la vida anímica es la función de un aparato al que atribuimos extensión espacial y montaje de varias partes y al que nos representamos en forma semejante a un telescopio, un microscopio, etc.”19, p. 67. Cada una de estas partes o instancias cumple una función particular y “tienen entre sí una relación espacial fija”23, p. 221, cuyo sentido radica en exhibir la secuencia regular de las funciones. Se trata de un instrumento inicialmente rudimentario y, como tal, sujeto a revisión.

El segundo punto terminal de la vida anímica está constituido, como dijimos, por los actos conscientes. A este segundo punto terminal se refiere la construcción del concepto de actos psíquicos inconscientes, donde se adopta la idea de un “inconsciente anímico”24, p.264 y se procede a “trabajar científicamente con esta premisa”24, p. 264. El punto de partida para este trabajo científico está dado por “el hecho incomparable de la conciencia, la cual resiste a todo intento de explicación y descripción”19, p. 79. La percepción inmediata de la conciencia sabe por experiencia propia directa lo que se mienta con ello. Conforme a ello, los actos conscientes “forman series sin lagunas, cerradas en sí mismas, de forma tal que no habría nada más que hacer que aceptar procesos físicos o somáticos concomitantes de lo psíquico”19, p. 80. Frente a ello, la segunda premisa básica del psicoanálisis sostiene “que esos procesos concomitantes […] son lo propiamente psíquico. Para ello ante todo prescinde de la cualidad de la conciencia”19, p.80. Subraya Freud que la idea de estados psíquicos inconscientes había sido ya formulada, “pero de un modo tan impreciso e inasible que no pudo lograr ninguna influencia en la ciencia”19, p. 80. Así, Freud reconoce explícitamente que el carácter inconsciente de lo psíquico había sido sostenido ya como tal por T. Lipps, “pero la ciencia no sabía emplearlo. El psicoanálisis se ha apoderado de este concepto, lo ha tomado en serio, lo ha llenado con un contenido nuevo. Sus investigaciones llevaron al conocimiento de hasta entonces caracteres insospechados de lo psíquico inconsciente, descubrieron algunas de las leyes que lo gobiernan”15, p. 147.

El establecimiento del segundo punto de partida es un paso decisivo: “Mien-tras que la psicología de la conciencia nunca salió de aquellas series con lagunas, [series] evidentemente dependientes de otro lugar, la concepción de que lo psíquico es en sí inconsciente posibilita configurar la psicología como una ciencia natural como cualquier otra”19, p. 80. El concepto de inconsciente remata la determinación científico-natural de lo psíquico y es, simultáneamente, la base conceptual ordenadora del conocimiento de lo psíquico. Desde este punto de vista, lo psíquico se muestra claramente como fenómeno natural. Su complejidad y el desconocimiento que se tiene de ello no suprimen esta condición. Los procesos de los que se ocupa la psicología como una ciencia natural “son en sí tan incognoscibles como los de otras ciencias, químicas o físicas, pero es posible establecer las leyes a las que obedecen, seguir, a lo largo de tramos completos, sus relaciones y dependencia recíprocas, o sea, lo que se designa como comprensión del respectivo ámbito de fenómenos naturales”19, p. 80. Según ello, la psicología configurada como ciencia natural procede como esta y la creación de nuevos conceptos debería ser vista como un posible enriquecimiento del conocimiento. Estos conceptos merecen, “en calidad de aproximaciones, el mismo valor que las correspondientes construcciones intelectuales auxiliares de otras ciencias naturales, y esperan ser modificados, rectificados y recibir una definición más fina mediante una experiencia acumulada y depurada. Por tanto, concuerda en un todo con nuestra expectativa de que los conceptos fundamentales de la nueva ciencia, sus principios (pulsión, energía nerviosa, entre otros), permanezcan durante largo tiempo tan imprecisos como los de las ciencias más antiguas (fuerza, masa, atracción)”19, p. 81.

De esta forma, la argumentación de Freud muestra el itinerario que va de la observación de fenómenos discordantes con el curso de la vida consciente y el reconocimiento de concepciones tradicionales de la idea de inconsciente a la construcción del concepto explicativo central que establece la base y fundamento de la nueva ciencia de lo psíquico, en la cual el concepto de inconsciente unifica la configuración de esta nueva estructura de conocimiento. Así, la determinación de la naturaleza de lo psíquico, esencialmente caracterizada por el punto de vista del inconsciente, configura teóricamente el dominio de investigación del psicoanálisis, es decir, el espacio determinado por la triple articulación de procedimiento de investigación, tratamiento y conocimiento psicológico; fija con ello el concepto articulador central que lo define como disciplina científica; y, a partir de ello, propone una nueva concepción de lo psíquico.

El inconsciente como concepto fundamental del psicoanálisis

La aplicación al dominio de la vida anímica del enfoque de la ciencia natural basado en la idea de que la mente es un objeto como cualquier otra cosa en la naturaleza se sintetiza en la determinación y construcción cognitiva del concepto fundamental del psicoanálisis para Freud, el inconsciente25, cuya discusión respecto a su conceptualización ha sido desde entonces ininterrumpida26. El enfoque de la ciencia natural guía y articula la construcción de este concepto central del conocimiento psicoanalítico. El punto de partida, como dijimos, es la conciencia y el conocimiento que ella puede tener de sí. El enfoque de la ciencia natural se contrapone a este conocimiento inmediato de la conciencia y frente a la certeza de esta desarrolla el conocimiento de lo psíquico más allá de esta apariencia inmediata. El punto de partida de este desarrollo consiste en una doble justificación del concepto de inconsciente que muestra su necesidad y legitimidad como premisa básica del conocimiento psicoanalítico.

El inconsciente es necesario porque los datos que ofrece la conciencia son en alto grado incompletos y están, según la concepción de Freud vista, llenos de lagunas o lugares vacíos. Tanto en la vida psíquica normal (p. ej., actos fallidos, sueños) como en la patológica (p. ej., síntomas obsesivos) aparecen actos psíquicos cuya explicación presupone otros actos de los que la conciencia como tal no sabe, su elaboración permanece oculta para ella. Todos estos actos conscientes “quedarían inconexos e incomprensibles”24, p.265 si uno se empeñase en sostener que la conciencia debe saber todo lo que ocurre en nuestra vida anímica. Por el contrario, si se interpolan los actos inconscientes inferidos, tales actos conscientes se “ordenan en una conexión que se hace evidente”24, p. 265. Es decir, la admisión o suposición de actos inconscientes autoriza a ir más allá de la experiencia inmediata de la conciencia y da lugar a una ganancia en sentido y coherencia. A ello agrega Freud una justificación por el resultado de la admisión del supuesto del inconsciente, ya que sobre él es posible “construir un procedimiento que nos permite influir con éxito sobre el curso de los procesos conscientes para conseguir ciertos fines”24, p. 265. Con ello queda brevemente indicada la necesidad del concepto de inconsciente, frente a lo cual la exigencia de que todo lo que sucede en lo anímico debe ser conocido a la conciencia resulta “una presunción insostenible24, p. 265.

La aceptación del inconsciente como premisa básica es legítima en la medida en que en su establecimiento se sigue la forma de pensar usual en el siguiente sentido. La conciencia nos da el conocimiento de nuestros propios estados anímicos, pero que otro ser humano posea también conciencia no nos es dado de la misma manera. Estos estados anímicos de los otros nos son dados, comparativamente, en forma mediada sobre la base de las exteriorizaciones y acciones perceptibles de ellos, es decir, la conciencia nos permite conocer la otra vida psíquica por analogía. Ahora bien, la conclusión de que los otros poseen conciencia no es igual a la certeza inmediata de la propia conciencia. El psicoanálisis no pide más para el concepto de inconsciente. El psicoanálisis solo exige que este proceso de pensamiento guiado por la analogía se vuelva también hacia uno mismo. En este caso los actos y exteriorizaciones que yo noto en mí y no sé enlazar con el resto de mi vida psíquica tendrían que juzgarse como si pertenecieran a otra persona. Pero ello no lleva a descubrir un inconsciente, sino, en rigor, al supuesto de una conciencia otra, una conciencia segunda que en el interior de mi persona estaría unida a la que me es conocida. Ello ofrece el fundamento para reformular aquel razonamiento aplicado a la persona propia: no nos prueba la existencia en nosotros de una conciencia segunda, sino la de actos psíquicos que carecen de conciencia24, pp. 267-269.

Todo ello, si bien muestra la legitimidad del inconsciente como premisa básica, no llega a su formulación como concepto fundamental del conocimiento psicoanalítico, para lo cual es necesario proseguir el análisis profundizando el enfoque de la ciencia natural: “En el psicoanálisis no nos queda, pues, sino declarar que los procesos anímicos son en sí inconscientes y comparar su percepción por la conciencia con la percepción del mundo exterior por los órganos sensoriales. Y aun esperamos extraer de esta comparación una ganancia para nuestro conocimiento. El supuesto psicoanalítico de la actividad anímica inconsciente nos aparece […] como continuación de la enmienda que Kant introdujo en nuestra manera de concebir la percepción exterior. Así como Kant nos alertó para que no juzgásemos a la percepción como idéntica a lo percibido incognoscible, descuidando el condicionamiento subjetivo de ella, así el psicoanálisis nos advierte que no hemos de sustituir el proceso psíquico inconsciente, que es el objeto de la conciencia, por la percepción que esta hace de él. Como lo físico, tampoco lo psíquico es necesariamente en la realidad según se nos aparece”24, p. 270. Es decir, lo psíquico, en tanto nos es dado en la percepción consciente, es solo una manifestación inmediata cuyo conocimiento debe ser construido y elaborado, tal y como el objeto de la percepción exterior es solo el inicio de la construcción del conocimiento a partir de lo dado en ella. Justo aquí, en la medida en que el concepto de inconsciente es conformado, en forma paralela a como la física lo hace respecto de los objetos de la percepción externa, como un objeto cuyo conocimiento debe ser desarrollado más allá de lo que se nos aparece, se constituye y configura el inconsciente como concepto fundamental del conocimiento psicoanalítico. De este modo, el concepto de inconsciente es formulado como concepto científico.

Frente a la percepción consciente de sí misma, el conocimiento psicoanalítico se desarrolla en la medida en que la mente, siguiendo el enfoque indicado ya en la premisa básica de un aparato psíquico espacialmente extenso, es vista como un fenómeno a analizar como objeto de conocimiento en el mismo sentido en el que lo hace la ciencia natural. Ello permite fundar y construir “la psicología sobre una base análoga a la de cualquier otra ciencia natural, por ejemplo, la física. Aquí, como allí, la tarea consiste en descubrir, tras las propiedades (cualidades) del objeto de investigación dadas directamente a nuestra percepción, algo otro que es independiente de la receptividad particular de nuestros órganos sensoriales y está más próximo al estado de cosas conjeturado”19, p. 126.

Este conocimiento posible está sometido a la condición básica de que todo lo nuevo inferido debe ser traducido nuevamente “al lenguaje de nuestras percepciones, del que nunca podemos liberarnos”19,p. 126. Esta limitación caracteriza esencialmente al conocimiento psicoanalítico, cuya situación al respecto es paralela a la de la física: “Es como si en física dijéramos: si tuviéramos una vista tan aguda encontraríamos que los cuerpos en apariencia sólidos consisten en partículas de tal y cual figura, magnitud y situación recíproca. Mientras tanto, ensayamos acrecentar al máximo la capacidad de operación de nuestros órganos sensoriales mediante recursos auxiliares artificiales”19, p. 126. El resultado para el psicoanálisis como forma de conocimiento es también semejante al de la física. El trabajo científico produce una ganancia respecto a nuestras percepciones sensoriales primarias que consiste en la intelección de nexos y relaciones de dependencia que están presentes en el mundo exterior. El procedimiento en el psicoanálisis es del todo semejante. Tal como vimos, el psicoanálisis llena los vacíos de nuestros fenómenos de conciencia, valiéndose de este recurso técnico “como los físicos del experimento”19, p. 127. También es del todo semejante el resultado, en tanto que por esta vía el psicoanálisis infiere una serie de procesos de por sí incognoscibles, los interpola entre los procesos conscientes y postula “aquí ha ocurrido algo por completo incomprensible para nosotros, pero si ello nos hubiera llegado a la conciencia solo podría haber sido descripto de esta manera”19, p. 127. El conocimiento psicoanalítico de lo psíquico es, pues, posible solo en la exacta medida en que siguiendo el enfoque de la ciencia natural descubre tras las propiedades de lo psíquico, dadas directamente en la percepción consciente, algo otro, más allá de la receptividad sensorial particular de nuestros órganos sensoriales y más próximo al real estado de cosas objetivo conjeturado. El desarrollo del conocimiento psicoanalítico consiste en el pasaje de lo dado como fenómeno en la conciencia en forma inmediata y directa a lo que conforma lo psíquico de modo más integral.

La inscripción en la cosmovisión científica

El enfoque de la ciencia natural se plasma, como vimos, en la determinación del ámbito propio del psicoanálisis constituido en triple forma (investigación, terapéutica y ciencia general de la mente). La argumentación de Freud propone, además de lo visto hasta aquí, una reflexión en conjunto respecto al carácter científico del psicoanálisis en la medida en que elabora una respuesta a la pregunta de si el psicoanálisis conduce a una cosmovisión o concepción del mundo y, en caso afirmativo, a cuál. Con ello confirma el límite y alcance de la triple articulación señalada en tanto distingue, en la óptica de dicha cuestión, cuál es la ruta propia del psicoanálisis y cómo debe desarrollarse. Esto implica una reflexión unitaria respecto al psicoanálisis en cuanto a dónde se integran desde el punto de vista de su carácter de conocimiento científico las tres dimensiones señaladas que configuran el espacio del psicoanálisis. Así, Freud ubica el psicoanálisis en relación con lo que identifica como formas básicas de comprender e interpretar el mundo en su conjunto. Estas formas son comparables en la medida en que pueden valer como cosmovisiones. Las formas de cosmovisión discutidas son: la científica, la religiosa, la filosofía, el arte y las concepciones políticas que dan lugar a cosmovisiones. En el vasto contexto de discusión que abrió este análisis freudiano27, se trata aquí de identificar el núcleo de la explicación e implicaciones de la inscripción del psicoanálisis en la cosmovisión de la ciencia.

Según Freud, una cosmovisión es una construcción intelectual que proporciona un principio o base unitaria en la cual puedan ubicarse y resolverse todos los problemas de nuestra existencia. La creencia en ella proporciona “sentirse seguro en la vida, a qué se debe aspirar y cómo uno puede orientar sus afectos e intereses de la manera más acorde al fin”18, p. 170. La posición desarrollada en el análisis de la pregunta planteada puede ser identificada en la siguiente síntesis: “el psicoanálisis no es capaz de crear una cosmovisión suya propia. No le hace falta; él forma parte de la ciencia y puede sumarse a la cosmovisión científica” 18, p. 197. Es decir, no solo no lo hace de hecho, sino que la creación de una cosmovisión propia queda excluida. Las metas del psicoanálisis como concepción y teoría deben tener en cuenta que este “apenas merece ese grandilocuente nombre [cosmovisión], pues no lo contempla todo, es demasiado incompleto, no pretende unanimidad o cierre alguno ni la construcción de un sistema”18, p. 197.

Conforme a ello, Freud indica cómo el psicoanálisis se suma a, e inscribe en, la cosmovisión científica: el psicoanálisis es una ciencia especial, una rama de la psicología, “una psicología de lo profundo o psicología del inconsciente”18, p. 171. En tanto así, es inapropiado para el psicoanálisis formar una cosmovisión propia, debe aceptar y seguir la cosmovisión de la ciencia. Ahora bien, en primer lugar, la cosmovisión científica se distancia notablemente de la caracterización general de cosmovisión presentada. Comparte con ella “la unicidad de la explicación del mundo, pero solo como un programa cuyo cumplimiento se difiere al futuro”18, p. 171. A no ser por ello, la cosmovisión de la ciencia se caracteriza solo por rasgos negativos a través de la restricción a lo que es cognoscible hasta el momento dado y el rechazo tajante a elementos que sean ajenos a ella. Sostiene que “no hay otra fuente de conocimiento del mundo que la elaboración intelectual de observaciones cuidadosamente comprobadas, es decir, lo que se llama investigación”18, p.171. En la concepción científica, a esta fuente no se le agrega ningún otro principio de conocimiento proveniente de revelación, intuición o adivinación.

El psicoanálisis puede abogar por la cosmovisión científica, ya que “su contribución a la ciencia consiste precisamente en la ampliación de la investigación al ámbito del alma”18, p. 171. Cuando se incorpora en la ciencia la investigación de las funciones intelectuales y emocionales del ser humano y de los animales, nada cambia respecto a la fuente de conocimiento ni al método de investigación. Intuición y adivinación no solo son excluidas como fuentes de conocimiento, sino que ellas revelan ser parte de la base afectiva de las cosmovisiones, compuesta de deseos y demandas, que debe ser separada del conocimiento como tal. La adscripción a la concepción científica debe distinguir y separar la afectividad y el deseo de su resultado en el conocimiento. No es posible permitir la transferencia de esas demandas al dominio del conocimiento. En esta base, constituida por el deseo y la afectividad, se halla la fuente del conflicto entre las cosmovisiones. Se trata de un conflicto de poderes en tanto ellas en general brindan una orientación unitaria y abarcadora de la existencia humana que se vuelve excluyente de otras pretensiones semejantes. Es claro que la discusión así planteada puede ser proyectada filosóficamente, sin embargo, la argumentación de Freud se circunscribe a la concisa indicación de la justificación de la decisión por la cosmovisión científica. Esta se basa y se atiene a la posibilidad de la construcción de conocimiento y el logro de su meta, la verdad. Conforme a ello, “la verdad no puede ser tolerante, no admite compromisos ni restricciones; la investigación considera como propios todos los campos de la actividad humana y no puede menos que criticar sin mira-mientos cualquier invasión ensayada por otro poder”18, p. 173.

El análisis de la inscripción del psicoanálisis en la cosmovisión científica abre, como dijimos, un vasto contexto de discusión. Particularmente, con vistas a su posible repercusión para la actualidad, vale la siguiente breve triple indicación. En primer lugar, respecto a la comparación y contraste con la filosofía, conviene precisar que su finalidad, por obvio que ello pueda resultar, no radica en desarrollar un análisis de la filosofía, sino en establecer la identidad del psicoanálisis como conocimiento a través de la comparación de ciertos rasgos. Desde el punto de vista del método, la filosofía yerra al sobreestimar el valor cognitivo de nuestras operaciones lógicas frente a la observación. Como tal, la filosofía no se opone a la ciencia, se comporta como una ciencia y en parte trabaja con métodos semejantes, pero se aleja de la ciencia en tanto se aferra a la ilusión de poder brindar una imagen del universo coherente y sin lagunas, imagen que, no obstante, forzosamente con cada nuevo progreso de nuestro saber se desmorona. Esto muestra, por contraposición, el carácter provisorio del conocimiento por la ciencia y su concentración en los resultados parciales paso a paso.

En segundo lugar, una conclusión del argumento de la inscripción en la cosmovisión científica es que el único camino para el conocimiento de la realidad exterior a nosotros es el trazado por la ciencia: “El enigma del mundo se devela a nuestra investigación solo lentamente, la ciencia hoy en día no puede dar respuesta a muchas preguntas. El trabajo científico es sin embargo para nosotros el único camino que nos puede conducir al conocimiento de la realidad exterior a nosotros”28, p. 354. El psicoanálisis, en la medida en que forma parte de “una concepción construida sobre la ciencia”18, p. 197, integra como rasgo positivo el “acento en el mundo exterior real”18, p. 197; pero por otro lado solo puede indicar un conjunto de rasgos negativos, entre los cuales se incluyen la modestia respecto de la verdad y el rechazo de las ilusiones. Este acento en el mundo exterior real significa al menos lo siguiente: límite al deseo y apertura asintótica del horizonte de conocimiento, “lo real permanecerá siempre «incognoscible»”19, p. 127.

En tercer lugar, la inscripción del psicoanálisis en la cosmovisión científica tiene un resultado que, si bien es muy general, no por ello debe ser dejado de lado: lo posibilita y restringe como forma de conocimiento. Al inscribir al psicoanálisis en la cosmovisión científica, la argumentación de Freud abre sus posibilidades a la interacción con el desarrollo del conocimiento y, en la medida que lo suma a un conjunto de reglas que lo abarca e incluye, lo limita. La adhesión a la cosmovisión científica significa que hay una remisión básica como cuerpo de conocimiento a otras reglas que el psicoanálisis como tal no establece. Con esto queda excluida la posibilidad de la autofundación. Esto no solo no cierra la discusión de la justificación de sus demandas de conocimiento desde criterios aceptados, sino que la alienta.

Actualidad de la argumentación de Freud: una indicación

Una reconsideración de la argumentación de Freud respecto al carácter científico del psicoanálisis, aun cuando solo sea dentro de los límites de los trazos centrales de su diseño, permite ver que es consistente y que las razones que le sirven de base, tal como puede verse en los pasajes presentados, se van desplegando por núcleos de reflexión a través de sus textos. Respecto a tal carácter, mantiene una línea conceptual integrada por una comprensión plástica de la metodología de la ciencia y metas de conocimiento que, consideradas en conjunto, se sintetizan y rematan en la inscripción del psicoanálisis en la cosmovisión científica.

Freud, al determinar el psicoanálisis como ciencia natural, más que simple-mente reflejar las particularidades de un momento del estado de conocimiento, asume, aplica y proyecta un enfoque y perspectiva cuya meta es el desarrollo del conocimiento y cuya estructuración se orienta por la ciencia como forma de cultura. En consonancia con ello, recientes aportes a la investigación sobre Freud llegan a la bien sustentada afirmación de que “la acusación de que Freud fue un positivista ha llegado a ser monótona. Es demasiado superficial y simplista”29, p. 398. La reconsideración de la argumentación de Freud propuesta en este trabajo forma parte de una amplia discusión y se adhiere a las posiciones que ponen en duda la visión de su concepción epistemológica del psicoanálisis como un reflejo pasivo y mecánico de los supuestos o prejuicios cientificistas o positivistas de la época. La argumentación de Freud apunta a una forma de integración temporal que ubica el psicoanálisis como forma de conocimiento en el decurso de la ciencia en comparación con otras formas culturales como la religión o el arte. En este sentido, “la ciencia es muy joven, una actividad humana desarrollada tardíamente”18, p.187. Ello, asimismo, contribuye a sostener la posible actualidad de la perspectiva de Freud.

A partir de ello, el diseño de Freud puede discurrir con cierta facilidad hacia variadas formas de conexión con el desarrollo posterior de las ciencias hasta la actualidad. Las razones para esta fluida conexión incluyen, tal como hemos visto hasta aquí, lo siguiente: 1) En el marco de una comprensión de la ciencia como una forma cultural reciente en el desarrollo de la humanidad, el enfoque científico-natural asume que el psicoanálisis es parte del proceso de desarrollo del conocimiento científico como tal; 2) La inscripción del psicoanálisis en la concepción científica implica que este, en tanto conjunto de reglas, remite a otro orden de reglas a las cuales se suma, pero no son su resultado. Esto excluye la posibilidad de su autofundación conceptual; 3) El psicoanálisis, gracias a su enfoque basado en la concepción científico-natural, ubica su punto de partida en un estado del conocimiento respecto a la mente humana; 4) Dada su novedad como forma específica de conocimiento, para su construcción se refiere a otras ciencias como formas de estructuración del conocimiento. Es decir, la comparación y contraste respecto a otras ciencias, valgan en general la biología30 y la física31, tienen un papel estructural en la configuración de esta nueva ciencia de la mente; de forma que el psicoanálisis en el diseño de Freud permite, justifica y requiere la conexión de este con el desarrollo posterior del conocimiento. En este sentido, precisamente, la prosecución del rumbo de Freud, la aplicación del enfoque de la ciencia natural a la mente, puede verse, p. ej., en la integración entre psiquiatría, psicología cognitiva y psicoanálisis desarrollada por Kandel13, en los enfoques que apuntan a la conexión entre la ciencia de la mente como objeto con la de la mente como sujeto32 o en la exploración del concepto de inconsciente desde una perspectiva crítica interdisciplinaria entre psicoanálisis y neurociencia cognitiva33.

Según la argumentación vista, el espacio del psicoanálisis se constituye y conforma de acuerdo con el desarrollo del conocimiento. Los ejemplos recién vistos son un testimonio, entre otros, de la actualidad de este carácter. La reconsideración del diseño de la argumentación de Freud muestra su posible actualidad precisamente al señalar la integración del espacio del psicoanálisis en la producción de conocimiento. La reconsideración del diseño de la argumentación de Freud puede servir para indicar la potencia de su propia formulación aun para el presente. Conforme a ello, el psicoanálisis se muestra como una forma abierta de conocimiento de la mente que se relaciona, en forma colectiva e interactiva, con otras formas de conocimiento, igualmente abiertas.

aBasadas en las traducciones de las obras de Freud publicadas (Amorrortu, Biblioteca Nueva), las versiones de los pasajes citados, con la intención de mantener la coherencia con la línea de interpretación de este trabajo, son propias.

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Recibido: 15 de Febrero de 2021; Aprobado: 17 de Abril de 2023

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