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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.78 no.11  Nov. 2003

 

    SECCIÓN HISTÓRICA


UNA SESIÓN EN LA SOCIEDAD OFTALMOLÓGICA 
DE MADRID (1919)

LÓPEZ DE LETONA C1

La Sociedad Oftalmológica Madrileña fue fundada el día 2 de abril de 1914 por los doctores Manuel Márquez Rodríguez y Sanz Blanco y llevó una vida discontinua celebrando sesiones científicas en diversas ocasiones, cuyas referencias solían publicarse en nuestra revista o en otras ocasiones en diversos periódicos médicos de contenido más amplio.

Por ejemplo El Siglo Médico, quien nos informa a través de varios de sus números de todo lo tratado en la sesión que tuvo lugar el día 16 de marzo de 1919.

Presentó allí una curiosa comunicación Buenaventura Carreras Durán, que llevaba por título: «Valor terapéutico de las inyecciones de leche en algunas afecciones oculares».

Antes de analizar los contenidos debemos saber que su autor era catalán, de Girona donde había nacido en 1886 perteneciente a una familia de oftalmólogos que llegan hasta el presente.

Estudia Medicina en Barcelona, especializándose con Victor Morax en París y con Gonin en Ginebra.

Regresa a España y gana en 1927 la cátedra de la especialidad en Cádiz para pasar después a Madrid donde se jubila en 1956. Perteneció a la Real Academia Española de Medicina y fue también destacado miembro de la Sociedad Española de Oftalmología.

Su comunicación de 1919 comienza afirmando que fueron Muller y Thanner en Viena los primeros que utilizaron inyecciones de leche de vaca en determinadas oftalmopatías, sobre todo iritis, queratitis parenquimatosas conjuntivitis de origen gonocócico y coroiditis.

Se emplearon dosis de 5 cc de leche fresca, que se hirvió durante cuatro minutos, inyectándose directamente en la nalga.

Hay otros autores como Pluff, Koengstein o Dimitri que utilizaron también esta terapia, pudiendo igualmente citarse las experiencias de Domec (de Dijon), quien afirmaba haber tratado con éxito ciento veinte casos, o de Garipilair de Montaigne, este último llegó a utilizar la leche en forma de colirio a base de inyecciones subconjuntivales de hasta diez gotas.

Los buenos resultados obtenidos por estos autores, fueron los que llevaron a Carreras Durán a probar el también esta terapia. Recoge a continuación siete casos personales tratados por él con diversos resultados.

La primera paciente vista fue una niña de seis años que presentaba queratitis eccematosa grave con infiltraciones corneales importantes en ambos ojos. Se trató de la manera indicado mediante tres inyecciones cada tres o cuatro días, añadiéndose también atropina y dionina.

El ojo derecho mejoró rápidamente en tanto que el izquierdo tardó algo más en recuperarse.

Fue semejante el segundo caso, diagnosticándose una queratitis impetigosa bilateral grave, se utilizó la terapia anterior añadiéndose «Fomentos» y los resultados según el comunicante fueron buenos.

Los casos siguientes corresponden respectivamente a un niño de ocho años, también con queratitis impetigosa que mejoró notablemente con el tratamiento. Solamente quedó como secuela un leucoma central.

También se curó otro niño algo mayor (diez años) que mejoró casi en su totalidad.

Hubo tres adultos, una mujer de sesenta y cinco años, que presentaba tracoma subcutáneo con pannus, aquí se valieron también del nitrato argéntico, continuando el pannus durante bastante tiempo.

Hubo también otro varón de treinta años con una herida corneal secuente a un traumatismo por un fragmento de piedra, aparte de las tres inyecciones usaron también «Pomada de Cloramina». A los quince días de iniciado el tratamiento el ojo había recuperado casi totalmente su estado natural.

La última observación fue la de un joven de veinticinco años que presentaba una iridociclitis, curó tras el uso de las inyecciones y la atropina.

Hasta aquí la exposición de los casos vistos. Resulta evidente la nula acción terapéutica de las inyecciones lácteas; sin embargo hay un dato curioso: el uso de otros medicamentos, casi siempre dionina y atropina... en realidad los procesos debieron curar de modo natural.

Aun así el comunicante apuntaba varios efectos positivos del tratamiento lácteo: la yugulación del dolor y la fotofobia la reducción de los procesos infiltrativos corneales, acortamiento de los tiempos de curación así como el «Aclaramiento» de los medios oculares.

Señalaba también el comunicante que había visto en ocasiones alguna reacción febril. Igualmente citaba algunas opiniones de los autores citados al principio, Muller pensaba que la acción de la leche se basaba en el aumento de la hiperhemia y la trasudación en el foco inflamatorio, en tanto que Darien comparaba el mecanismo curativo con el de algunos sueros para-específicos que él mismo empleaba frente a determinadas infecciones y que creía poseían efectos fagocitarios.

Siempre que se celebraban este tipo de reuniones solían debatirse las comunicaciones presentadas, intervino en esta ocasión Jesús Basterra Santa Cruz, que era por entonces catedrático de Valencia y vinculado anteriormente al Instituto Oftalmológico de Madrid, tenía noticia de la aplicación de este método y él mismo lo había utilizado sin demasiado éxito en seis ocasiones, cuatro de ellas correspondían a queratitis o conjuntivitis eccematosas, otro de queratitis disciforme y un último de queratitis sifilítica.

Fueron muy relativos los éxitos utilizando incluso en la queratitis disciforme la vía conjuntivas.


1 IOBA. Valladolid. España.

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