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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.79 no.10  Out. 2004

 

CARTA AL DIRECTOR


En los proyectos de I+D+i... ¿quién acredita al evaluador?

In R&D projects... who is vouching for the evaluator?

 

Recientemente hemos participado en distintas mesas redondas sobre temas que implican la participación de evaluadores expertos en determinadas materias (LOPS, Investigación y Desarrollo, Gestión de la Calidad, etc.). Aunque existen instituciones que actúan de buena fe, con criterios basados en gestión del conocimiento, indicadores bibliométricos y de CV, etc., cuando se eligen los evaluadores que van a juzgar proyectos de investigación o de transferencia de tecnologías de otros investigadores, muchas veces se obvian defectos subjetivos tan tremendamente importantes como la animadversión personal y los «amiguismos».

Estos aspectos negativos sólo surgen, evidentemente, cuando el investigador evaluado es un compañero de profesión. Y no sólo es animadversión; muchas veces es afán de impedir otros protagonismos que no sean los propios que, aunque se posean por propios méritos, el afán es «tratar de ser el único», «bloquear a los demás»..., pero «sin dar la cara», aprovechándose del anonimato que el organismo evaluador con el que colaboran les garantiza y que, dicho sea de paso, es lo correcto para mantener su criterio sin problemas.

Pero si hablamos de problemas, es la hora de sacarlos a la luz. La competencia creciente en la práctica privada entre compañeros, el propio desconocimiento de algunas técnicas o futuros descubrimientos en proceso, etc. hacen que se mezclen en su informe aparentemente neutral una serie de factores subjetivos personales y profesionales que deforman el juicio evaluador final de ese profesional. Y muchas veces ni siquiera el investigador conoce que la evaluación negativa se ha producido y no tiene derecho a la réplica.

Mientras que sólo sea una opinión, un juicio a añadir... no hay gran problema, y todavía tendríamos que confiar en la honestidad y seriedad de los compañeros. El problema es que muchas veces, y en proyectos que suponen muchos miles de euros, con personal a contratar o no involucrado que depende de su desarrollo, etc. dicha opinión es vinculante en organismos no dotados de otras mejores opiniones en esa determinada especialidad y, por tanto, pueden rechazarse proyectos de indudable valor. A nosotros nos sucedió con un proyecto relativo a una nueva técnica endoscópica. Y ganó la luz, el saber, frente a los susodichos subjetivismos ya que el evaluador en su ánimo destructivo llegaba incluso a afirmar que la órbita no es una cavidad..., ¡y nos lo concedieron¡

Pero la solución debe ser muy fácil. La SEO, tan constructivamente celosa en otros temas de ámbito ético, debería intervenir y ofrecer a los principales organismos evaluadores, sobre todo a la ANEP, que fuera un comité renovable temporalmente el que hiciera un arbitraje en caso de desacuerdo, tras el derecho a la réplica del investigador, y desconociendo también la identidad del evaluador, y que aportara al menos varios técnicos multidisciplinares en las distintas ramas de la Oftalmología.

La SEO realizaría una gran labor evitando ciertos despropósitos con importante repercusión económica y científica que se producen actualmente y que no son conocidos todavía por muchos o son cínicamente aceptados por otros.

José Fernández-Vigo López,
José M.ª Martínez García
Centro Internacional de Oftalmología Avanzada.
Madrid

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