El balancín. Frederick Morgan, 1898
El londinense Frederick Morgan ha pasado a la historia de la pintura como uno de los máximos exponentes de la representación infantil, si bien no se ciñó en exclusiva a este campo. También fue pintor de animales y de escenas domésticas, siempre a medio camino entre la belleza y lo cursi.
En este cuadro podemos comprobar cómo una disciplinada mamá, sin despeinarse en absoluto, equilibra a tres mocosos en un balancín. La calma de la progenitora, llena de tonos blancos, contrasta con la energía de la chavalada. Hay que destacar, asimismo, la excelente plasmación de la primavera circundante al columpio de marras.