Introducción
La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja actualmente es considerada como un problema de salud pública (European Union Agency for Fundamental Rights, 2014; Organización Mundial de la Salud, 2013). En España, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2015), un 12.5 % de las mujeres mayores de 16 años han sufrido alguna vez en su vida violencia física y/o sexual por parte de sus parejas o exparejas (Novo, Herbón y Amado, 2016). Las cifras oficiales muestran que del total de las denuncias y víctimas mortales, al menos un tercio son mujeres inmigrantes (Instituto para la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, 2015a) y alrededor del 25 % de los condenados por un delito de violencia de género son extranjeros (Carbajosa, Lila, Negredo y Pérez, 2011; Instituto para la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, 2015b).
Una de las medidas implementadas para prevenir este tipo de violencia, es la intervención con los agresores. Sin embargo, las revisiones y meta-análisis realizados hasta la fecha encuentran que los tamaños del efecto de este tipo de intervenciones son pequeños y que, por lo tanto, la evidencia disponible acerca de la efectividad de estos programas es aún limitada (e.g., Arias, Arce y Vilariño, 2013; Babcock et al., 2004; Eckhardt, Murphy, Whitaker, Sprunger, Dykstra y Woodard, 2013). En este sentido, diversos autores plantean que determinados aspectos culturales podrían estar relacionados con resultados pobres en el tratamiento, altas tasas de abandono y reincidencia y baja asistencia a los programas, en concreto en relación a hombres agresores afroamericanos e inmigrantes latinoamericanos (Aldarondo, Kaufman, y Jasinski, 2002; Gondolf, 2004; López-Ossorio, González-Álvarez y Andrés-Pueyo, 2016; Taft, Murphy, Elliott y Keaser, 2011; Waller, 2016). A pesar del elevado número de inmigrantes que son derivados desde el sistema judicial a los programas de intervención con maltratadores (Carbajosa et al., 2011; Fernández-Montalvo, Echauri, Martínez, Azcárate y López-Goñi, 2015), aún es escasa la investigación en este colectivo. Algunos estudios analizan las diferencias entre los agresores españoles y los inmigrantes en variables relacionadas con la violencia hacia la pareja. En esta línea, se ha encontrado que los agresores inmigrantes, en comparación con los españoles, son más jóvenes, tienen más hijos, un mayor nivel de estudios y presentan más pensamientos irracionales sobre la mujer y la utilización de la violencia (Fernández-Montalvo, Echauri, Martínez y Azcárate, 2011). En relación a maltratadores inmigrantes latinoamericanos específicamente y, en comparación con maltratadores españoles, se ha encontrado que mantienen una percepción de la violencia contra la mujer como menos grave, culpabilizan más a la víctima, tienen una actitud de mayor aceptación de la violencia, mayor sexismo benevolente y presentan un mayor consumo de riesgo de alcohol (Catalá-Miñana, Lila y Oliver, 2013; Vargas, Lila y Catalá-Miñana, 2015). En este sentido, diversos autores destacan que el desarrollo de instrumentos específicos de evaluación y de programas de tratamiento adaptados a sus necesidades podrían mejorar los resultados de la intervención en colectivos específicos (Carbajosa, Catalá-Miñana, Lila y Gracia, 2017; Fernández-Montalvo et al., 2011; Folino, 2015). Ante la posibilidad de adaptaciones culturales de los programas de intervención, el desafío reside en determinar si efectivamente los hombres que participan en este tipo de programas se benefician de los mismos (Gondolf, 2012). Para ello, el primer paso es profundizar en el análisis de las diferencias entre agresores inmigrantes y autóctonos en variables relacionadas con la violencia de pareja.
El modelo ecológico con sus distintos niveles – individual, relacional, contextual y social– (Heise, 1998), se presenta como la forma más adecuada de explicar y agrupar las numerosas variables involucradas en la violencia contra la pareja (Cummings, González-Guarda y Sandoval, 2013). Siguiendo este modelo, algunas de las variables destacadas por la literatura científica en el colectivo de inmigrantes latinoamericanos, son: a nivel individual, la juventud, el bajo nivel educativo, el estado civil y el bajo nivel de ingresos (Caetano, Schafer, Clark, Cunradi y Raspberry, 2000; Jasinski, 2001). Factores psicológicos como la impulsividad y la autoestima (Duke y Cunradi, 2011; González-Guarda, Peragallo, Vásquez, Urrutia y Mitrani, 2009). Asimismo, se ha constatado que el abuso de alcohol y drogas se relaciona con una mayor probabilidad de ejercer la violencia contra la pareja (Caetano, Nelson y Cunradi, 2001). Específicamente, en agresores inmigrantes latinoamericanos se han encontrado elevados niveles de consumo de alcohol comparado con los agresores españoles (Catalá-Miñana et al., 2017; Lila, Gracia y Catalá-Miñana, 2017; Lila, Gracia, Catalá-Miñana, Santirso y Romero-Martínez, 2016). Por otra parte, se ha observado mayor presencia de actitudes de aceptabilidad y tolerancia de la violencia contra la pareja en inmigrantes latinoamericanos frente a los españoles (Gracia, Herrero, Lila y Fuente, 2009). A nivel relacional, el incremento en el conflicto en la pareja podría aumentar las probabilidades de violencia. En parejas de inmigrantes, cambios en los roles de género y la independencia económica de la mujer, podrían ser percibidos por el hombre como una amenaza y éste podría utilizar la violencia para retomar el control (Boira, Carbajosa y Méndez, 2016; Duke y Cunradi, 2011; Fernández-González, Calvete y Orue, 2017; Martínez, Catalá-Miñana y Peñaranda, 2016). A nivel contextual, se ha encontrado en maltratadores que la ausencia de participación comunitaria y apoyo social formal predicen el riesgo de reincidencia (Lila, Oliver, Lorenzo y Catalá, 2013).
Asimismo, el apoyo social tendría un rol importante en el ajuste psicológico en los maltratadores (Lila, Gracia y Murgui, 2013). En este sentido, el aislamiento y la falta de apoyo social podrían favorecer las conductas violentas y su mantenimiento en el tiempo. Además, vecindarios empobrecidos, violentos y desorganizados, podrían explicar la relación entre violencia de pareja e inmigración (Cummings et al., 2013). La desventaja social y los barrios con alta concentración de inmigrantes, en España han sido identificados como factor de riesgo de la violencia contra la mujer (Gracia, López-Quílez, Marco, Lladosa y Lila, 2014, 2015; Marco, Gracia, López-Quílez y Tomás, 2015). A nivel social, Erez, Adelman y Gregory (2009) hacen referencia al impacto de las normas que sancionan la violencia contra la pareja en las mujeres inmigrantes. Elementos culturales como una mayor tolerancia al abuso, inaceptabilidad del divorcio y valores tradicionales podrían disminuir las posibilidades de denuncia y aumentar la tolerancia al agresor.
Si bien la población de inmigrantes comparte el estrés asociado al proceso de inmigración, hay que tener en cuenta que es un grupo heterogéneo en el que es necesario considerar la especificidad de la etnia, raza o país para evitar los estereotipos y la simplificación de los resultados (e.g., Vaughn, Salas-Wright, Cooper-Sadlo, Maynard y Larson, 2014). Además, se debe tener en cuenta que la mayoría de la literatura relacionada con la inmigración y la violencia contra la pareja proviene de Estados Unidos y otros países de habla inglesa, por lo que habría que ser precavidos a la hora de extrapolar sus conclusiones a la realidad española (Carbajosa et al., 2011). De esta manera, con el fin de explorar estas cuestiones en el contexto español y con un colectivo específico de inmigrantes (latinoamericanos), el objetivo de este trabajo es analizar si existen diferencias en variables relacionadas con la violencia contra la pareja y agrupadas según el modelo ecológico, en una muestra de hombres maltratadores inmigrantes latinoamericanos, en contraste con maltratadores españoles.
Método
Participantes y procedimiento
Los participantes fueron 517 hombres, condenados con penas inferiores a dos años de prisión por un delito de violencia de género, derivados al Programa Contexto (Programa de Investigación, Formación e Intervención con Hombres Penados por Violencia de género) desde Servicios Sociales Penitenciarios, como medida alternativa a la pena de prisión (para una descripción del programa, ver Lila, Oliver, Catalá-Miñana y Conchell, 2014). El rango de edad estaba entre los 18 y 78 años (M = 39.57, DT = 11.91). La muestra fue dividida en dos grupos, el primero de ellos corresponde al grupo de nacionalidad española y el segundo a los participantes procedentes de países latinoamericanos. De la muestra, 400 usuarios tienen nacionalidad española (77.4 %) y 117 participantes han nacido en algún país latinoamericano (22.6 %). De estos últimos, los más numerosos fueron los ecuatorianos, quienes representaron el 45.3 % (n = 53) del grupo de los latinoamericanos; les siguieron los bolivianos (n = 23, 19.7 %) y los colombianos (n = 17, 14.5 %).
Los datos fueron recogidos en el momento en que los participantes fueron citados por primera vez al programa de intervención. Los usuarios fueron informados sobre la utilización de los datos con fines de investigación, se les garantizó el anonimato y la confidencialidad, y se les solicitó la firma del consentimiento informado.
Instrumentos de medida
Variables individuales: Se recogió información sobre las características sociodemográficas (edad, nivel de estudios, nivel de ingresos, estado civil, situación laboral y nacionalidad); nivel de autoestima a través de la Escala de Autoestima (Rosenberg, 1989); y nivel de impulsividad mediante la Escala de Impulsividad de Plutchik (Adaptación española de Rubio et al., 1998). La consistencia interna de estos instrumentos varió entre .68 y .93.
El consumo de sustancias fue evaluado mediante el instrumento Riesgo de consumo perjudicial de alcohol (α = .75; CAGE; Mayfield, McLeod y Hall, 1974) y la escala de Dependencia de sustancias del Inventario Clínico Multiaxial de Millon III (α = .80; Escala T. MCMI III; versión española de Cardenal y Sánchez, 2007). Las creencias y actitudes relacionadas con la violencia fueron evaluadas mediante la Escala de Percepción de Gravedad de la violencia contra la pareja (α = .72; Gracia, García y Lila, 2011) y los siguientes indicadores: Percepción de frecuencia de la violencia contra la pareja (¿En su opinión cuál es la frecuencia de la violencia doméstica contra la mujer en la sociedad española?), Culpabilización de la víctima (¿En qué grado está de acuerdo con la siguiente afirmación? “Una causa de la violencia de pareja contra la mujer es la conducta provocativa de la mujer”), Aceptabilidad de la violencia (“la violencia contra la mujer es”-desde inaceptable en todas las circunstancias hasta aceptable en todas las circunstancias), Tolerancia hacia la violencia contra la pareja (“¿En qué circunstancias considera usted que una mujer debería denunciar por malos tratos a su pareja?”), y Actitudes ante la denuncia (“¿Qué haría si estando en su casa usted oye que un vecino está pegando a su mujer?”) (Gracia 2014; Martín-Fernández, Gracia, Marco, Vargas, Santirso y Lila, 2018).
Variables relacionales: Respecto a la relación de pareja, el nivel de conflicto fue evaluado mediante la Revised Conflict Tactics Scale (CTS-2; Adaptación española de Loinaz, 2009), con un coeficiente de consistencia interna entre .63 y .86. Para este estudio, se utilizaron los factores violencia física, violencia psicológica y agresión sexual.
Variables contextuales: Los factores contextuales fueron evaluados a través de la Percepción de seguridad en el barrio (¿Cómo se siente usted cuando pasea de noche por su barrio?) (Gracia, Herrero, Lila y Fuente, 2009) y el Apoyo Social Comunitario (ASC) en sus 4 dimensiones; Integración comunitaria, Participación en la comunidad, Apoyo social de los sistemas informales: asociaciones deportivas, de vecinos, parroquia, etc., y Apoyo social de los sistemas formales: centros educativos, Ayuntamientos, centros de salud, etc. (.56 ≤ α ≥ .85) (Gracia y Herrero, 2006).
Finalmente, como variable control se incluyó la Escala de deseabilidad social de Marlowe y Crowne (α = .55; M-CSDS-10; adaptación española de Ferrando y Chico, 2000).
Análisis de datos
Para explorar las diferencias entre los agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles se realizaron distintos análisis de varianza. Las variables dependientes fueron agrupadas según el modelo ecológico. Se hicieron análisis de varianza de un factor (ANOVA) para las variables edad y nivel de ingresos y ji cuadrado (χ²) para estado civil, nivel de estudios y situación laboral. Además, fue incluido el análisis de las diferencias de la variable control deseabilidad social a través de un ANOVA de un factor. Con respecto al resto de variables, se realizaron análisis multivariados de varianza (MANOVA) entre grupos para comprobar si existían diferencias de medias entre agresores españoles e inmigrantes latinoamericanos, controlando el supuesto de igualdad de varianzas. La variable deseabilidad social fue introducida como covariable para controlar su efecto, sin variar los resultados en los MANOVAs.
Resultados
En el nivel individual, se encontraron diferencias significativas entre los agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles en las variables sociodemográficas edad, nivel de ingresos, nivel de estudios y situación laboral. No obstante, en la variable estado civil no se encontraron diferencias significativas. Los participantes españoles tenían más edad, más ingresos, menores niveles de estudios y mayores tasas de desempleo en comparación con los participantes inmigrantes latinoamericanos. El tamaño del efecto y los coeficientes de V de Cramer resultaron ser pequeños. Por último, para la variable control deseabilidad social no se encontraron diferencias significativas (Tabla 1).
Españoles M(DT) | Latinos M(DT) | F | η2 | |
Edad | 40.92 (12.46) | 34.97 (8.31) | 36.154*** | .044 |
Nivel de ingresos | 4.26 (2.5) | 3.55 (1.8) | 11.598*** | .016 |
Deseabilidad social | 7.02 (2.5) | 6.90 (2.42) | .202 | .00 |
***p<.001 | ||||
Españoles % | Latinos % | χ² (gl) | V de Cramer | |
Estado civil | 1.421(1) | |||
Con pareja | 23.1% | 28.4% | ||
Sin pareja | 76.9% | 71.6% | ||
Nivel de estudios completados | 49.99***(3) | .311 | ||
Sin estudios | 9.5% | 3.4% | ||
Primarios | 57% | 26.5% | ||
Secundarios | 25.8% | 54.7% | ||
Universitarios | 7.8% | 15.4% | ||
Situación laboral | 22.652***(1) | .210 | ||
Empleado | 50.4% | 75.2% | ||
Desempleado | 49.6% | 24.8% |
***p < .001.
En cuanto a las características psicológicas evaluadas, impulsividad y autoestima, el análisis multivariado resultó no significativo (Traza de Pillai = .013, F(1, 204) = 1.33, p > .05). Asimismo, los análisis univariados para cada variable dependiente tampoco indicaron diferencias. Para el consumo perjudicial de sustancias, el MANOVA realizado indicó un efecto multivariado significativo para el grupo de nacionalidad, en función de las variables dependientes consumo perjudicial de alcohol y dependencia de sustancias (Traza de Pillai = .113, F(2, 98) = 6.26, p < .01). Los análisis univariados resultaron significativos únicamente para la variable consumo perjudicial de alcohol (Tabla 2).
Españoles | Latinos | ||||
---|---|---|---|---|---|
M | DT | M | DT | F | |
Impulsividad | 28.3 | 5.49 | 27.17 | 4.74 | 2.45 |
Autoestima | 32.27 | 4.07 | 32.83 | 4.23 | 0.04 |
Consumo perjudicial de alcohol | 0.49 | 0.92 | 1.08 | 1.18 | 7.80** |
Dependencia de sustancias | 43.72 | 26.54 | 40.89 | 22.82 | 0.291 |
Gravedad de la violencia | 8.97 | 1.33 | 8.47 | 1.87 | 3.80 |
Percepción de frecuencia de la violencia contra la pareja | 1.82 | 0.75 | 1.76 | 0.76 | 0.27 |
Culpabilización de la víctima | 2.56 | 1.13 | 3.14 | 1.23 | 9.87** |
Aceptabilidad de la violencia contra la pareja | 1.42 | 0.61 | 1.78 | 0.87 | 9.63** |
Tolerancia hacia la violencia contra la pareja | 1.58 | 0.70 | 1.51 | 0.74 | 0.42 |
Actitudes hacia la denuncia | 1.37 | 0.60 | 1.47 | 0.63 | 1.02 |
**p < .01.
En el grupo de variables sobre actitudes y creencias hacia la violencia contra la mujer, los resultados del MANOVA indicaron diferencias significativas entre agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles (Traza de Pillai = .100, F(1, 164) = 2.96, p < .01). También se encontraron diferencias univariadas para las variables culpabilización de la víctima y aceptabilidad de la violencia. Para el resto de variables dependientes no se encontraron diferencias significativas. Los efectos intersujetos muestran que los agresores latinoamericanos mantienen una mayor culpabilización de la víctima y una mayor aceptabilidad de la violencia contra la pareja (Tabla 2).
En relación a las variables pertenecientes al nivel relacional, los resultados del MANOVA indican que en la forma de resolución de conflictos de pareja, no se encontró un efecto multivariado significativo en las dimensiones que informaban sobre violencia psicológica, violencia física y agresión sexual por parte del participante y de la pareja (Traza de Pillai = .140, F(6, 65) = 1.77, p > .05). Únicamente la dimensión agresión sexual por parte de la pareja indicó diferencias significativas en los análisis univariados, no obstante, el estadístico del MANOVA no corroboró estas diferencias (Tabla 3).
Españoles | Latinos | ||||
---|---|---|---|---|---|
M | DT | M | DT | F | |
Violencia psicológica por parte del participante | 10.13 | 18.45 | 8.69 | 14.29 | 0.14 |
Violencia psicológica por parte de la pareja | 11.52 | 23.02 | 19.13 | 34.33 | 1.22 |
Violencia física por parte del participante | 3.11 | 7.88 | 1.47 | 2.36 | 1.43 |
Violencia física por parte de la pareja | 3.47 | 11.06 | 6.5 | 15.91 | 0.88 |
Agresión sexual por parte del participante | 2.63 | 7.48 | 6.38 | 11.32 | 2.75 |
Agresión sexual por parte de la pareja | 2.33 | 7.05 | 8.8 | 14.22 | 5.98* |
Nota.Revised Conflict Tactics Scale (CTS-2);
*p < .05.
Por último, en las variables evaluadas en el nivel contextual relacionadas con el entorno social del participante (apoyo social y percepción de seguridad en el barrio); el MANOVA mostró un efecto multivariado significativo para el grupo de nacionalidad (Traza de Pillai = .146, F(1, 212) = 7.12, p < .001). Las variables dependientes que mostraron efectos univariados significativos fueron las relacionadas con el apoyo social comunitario: integración comunitaria, apoyo social de los sistemas informales y apoyo social de los sistemas formales. Los ANOVAs indican que los agresores inmigrantes latinoamericanos en comparación con los agresores españoles presentan una menor percepción de integración comunitaria, sienten mayor apoyo social de los sistemas informales (asociaciones deportivas, de vecinos, etc.) y también mayor percepción de apoyo social de los sistemas formales (Ayuntamiento, centros de salud, etc.). Para la variable percepción de seguridad en el barrio no se encontraron diferencias significativas (Tabla 4).
Españoles | Latinos | ||||
---|---|---|---|---|---|
M | DT | M | DT | F | |
Integración comunitaria | 3.67 | .77 | 3.22 | .84 | 16.029*** |
Participación en la comunidad | 2.78 | 1.04 | 3 | .096 | 2.725 |
Apoyo social de los sistemas informales | 3.59 | 1.06 | 3.93 | .86 | 6.613* |
Apoyo social de los sistemas formales | 3.63 | .9 | 3.9 | .87 | 4.956* |
Percepción de seguridad en el barrio | 1.71 | .7 | 1.78 | .065 | .502 |
*p < .05;
***p < .001
Discusión
El objetivo de este estudio era comprobar si existe un perfil diferencial entre los grupos de maltratadores españoles e inmigrantes latinoamericanos en los factores de riesgo vinculados a la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja.
Los resultados mostraron en el nivel individual que existen diferencias significativas en las variables sociodemográficas edad, nivel de estudios, nivel de ingresos y situación laboral. Los agresores inmigrantes latinoamericanos eran más jóvenes que los españoles y con niveles educativos mayores. En cuanto al nivel de ingresos, los inmigrantes latinoamericanos mostraron un nivel de ingreso menor que el de los españoles, aunque se encontraban empleados en mayor medida. Estos resultados coinciden con los obtenidos en estudios realizados con agresores inmigrantes de otras nacionalidades y en población inmigrante latinoamericana en general (e.g., Fernández-Montalvo et al., 2011; Yépez, 2014). En la misma línea, diversos estudios han mostrado que la juventud, los niveles educativos bajos, menores niveles de ingresos, el desempleo y la falta de oportunidades relacionadas con la pertenencia a una minoría étnica se asocian a un mayor riesgo de violencia contra la pareja (González-Guarda, Ortega, Vásquez y De Santis, 2010; Jasinski, 2001; Vives-Cases et al., 2014; West, 2005). Además, no se encontraron diferencias significativas en autoestima e impulsividad entre los grupos. Sin embargo, algunos estudios han encontrado que niveles de autoestima excesivamente elevados en maltratadores promueven la externalización de la culpa (Lila, Oliver, Catalá-Miñana, Galiana y Gracia, 2014). Además, en un estudio previo, la impulsividad evaluada en un grupo de latinoamericanos resultó ser un factor de riesgo junto a otras variables para la ocurrencia de violencia contra la pareja (Caetano et al., 2000). Habría que profundizar en el análisis de estas variables para entender la discrepancia entre nuestros resultados y los de estos estudios previos.
En cuanto al consumo de sustancias, se encontraron diferencias significativas en el consumo de alcohol. Los agresores latinoamericanos presentaron más consumo perjudicial de alcohol que los agresores españoles. El mayor consumo de alcohol en agresores inmigrantes latinoamericanos coincide con los resultados obtenidos por el estudio de Catalá et al. (2013), quienes encontraron mayor consumo de riesgo y más conductas problemáticas vinculadas al alcohol en este colectivo. Algunas investigaciones plantean que la presencia de consumo de alcohol se traduciría en un alto riesgo de perpetrar violencia contra la pareja en agresores (Aldarondo et al., 2002; Catalá-Miñana et al., 2017; Guillén, Roth, Alfaro y Fernández, 2015; Lila et al., 2016; Lila et al., 2017; Murphy, Winters, O'Farrel, Fals-Stewart y Murphy, 2005).
En cuanto a las creencias y actitudes hacia la violencia contra la mujer, dos de las variables evaluadas mostraron diferencias significativas entre los agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles: la culpabilización hacia la víctima y la aceptabilidad de la violencia. Los agresores inmigrantes latinoamericanos presentaron mayores niveles de culpabilización hacia la víctima y aceptabilidad de la violencia. Los resultados encontrados coinciden con algunos estudios realizados en población general de inmigrantes latinoamericanos (Gracia et al., 2009).
Con respecto al nivel relacional, no se encontraron diferencias significativas entre agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles en estrategias de resolución de conflictos de pareja. Los resultados se diferencian de los del estudio realizado en Estados Unidos por Aldarondo et al. (2002), en el que analizaron los factores de riesgo de violencia contra la pareja presentes en familias inmigrantes latinoamericanas, encontrando que las familias mexicanas tenían menos conflictos de pareja que las caucásicas. En España, en un estudio que comparó delincuentes comunes y penados por violencia de género, encontró que estos últimos mostraban mayores niveles de agresión psicológica hacia sus parejas (Ruíz-Hernández, García-Jiménez, Llor-Esteban y Godoy-Fernández, 2015).
Las variables contextuales en las que se encontraron diferencias entre los dos grupos estudiados fueron tres de las cuatro dimensiones de apoyo social: integración comunitaria, apoyo social en los sistemas formales y apoyo social en los sistemas informales. Los agresores inmigrantes latinoamericanos mostraron un menor nivel de integración comunitaria y mayores puntuaciones en apoyo social en los sistemas formales e informales comparados con los agresores españoles. El apoyo social en población de agresores ha sido poco estudiado y la investigación se ha centrado principalmente en la relación que tiene con las víctimas (Heise, 1998; Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano, 2002). No obstante, se plantea junto con otras variables como un elemento importante en el ajuste psicológico de los agresores (Lila, Gracia et al., 2013). En cuanto a la percepción de desorden social, diversos estudios proponen la existencia de relación entre vecindarios empobrecidos y desorganizados, inmigración y violencia contra la pareja (Cummings et al., 2013; Gracia et al., 2015). Sin embargo, los resultados de este estudio no encontraron diferencias en la percepción de seguridad en el barrio entre los agresores inmigrantes latinoamericanos y españoles.
Según los resultados expuestos, los maltratadores inmigrantes latinoamericanos en España, podrían acumular más variables vinculadas con la violencia en contraste con agresores españoles, o al menos mostrar características diferenciales. Este hecho supone plantearse si los programas de intervención con maltratadores deberían ser adaptados según sus diferentes características psicosociales y cultura de pertenencia (Carbajosa y Boira, 2013; Catalá-Miñana, Walker, Bowen y Lila, 2014; Ferrer-Perez, Ferreiro-Basurto, Navarro-Guzmán y Bosch-Fiol, 2016; Lila, 2013). En futuros estudios, sería conveniente analizar si estas diferencias implican diferencias en los resultados obtenidos tras el tratamiento.
Como limitaciones de este estudio, encontramos que los datos no son generalizables a población latinoamericana en general. Además, hubiera sido conveniente contar con una muestra de población latinoamericana con representación más equitativa entre países. Sin embargo, representa la realidad en los programas de intervención con agresores en España. En futuros estudios, sería conveniente explorar si estas diferencias encontradas pueden afectar a la eficacia de la intervención y, por tanto, a la reducción del riesgo de reincidencia.
Estos resultados adquieren relevancia debido a su relación con la violencia de pareja y las variables relacionadas con esta. Algunas revisiones sistemáticas han planteado que bajos niveles educativos, desempleo y bajos niveles de ingresos podrían ser variables predictoras de la violencia contra la pareja (Capaldi, Knoble, Shortt y Kim, 2012; Organización Mundial de la Salud/London School of Hygiene and Tropical Medicine, 2010). Por otra parte, variables como el consumo de alcohol, actitudes favorables al uso de la violencia, la participación en la comunidad y el apoyo social pueden influir en el riesgo de reincidencia (Caetano, Ramisetty-Mikler, Wallisch, McGrath y Spence, 2008; Gondolf y Williams, 2001; Lila, Oliver, Catalá-Miñana et al., 2014; Lila, Oliver, Lorenzo et al., 2013). Por esta razón, haber encontrado características diferenciales en estas variables entre agresores españoles e inmigrantes latinoamericanos, es un hecho a tener en consideración para valorar el riesgo de reincidencia y enfocar los programas de intervención con este tipo de población.