INTRODUCCIÓN
El lóbulo hepático de Riedel es una rara variante de la normalidad, que cursa de forma asintomática. Puede dar lugar al diagnóstico de una falsa hepatomegalia y, como consecuencia, a la realización de pruebas innecesarias. Esta entidad se diagnostica a cualquier edad, generalmente como un hallazgo incidental.
CASO CLÍNICO
Se presenta el caso de un paciente varón de 4 años, sin antecedentes de interés, que consulta en el servicio de Urgencias por ingesta de cuerpo extraño. El paciente se encuentra asintomático y presenta una exploración física sin alteraciones. Para localizar el cuerpo extraño se realiza radiografía de tórax-abdomen, encontrándose como hallazgo incidental una hepatomegalia que llega hasta cresta iliaca derecha, no palpable en exploración física a su llegada. Tras rehistoriar dirigidamente al familiar del paciente y reexplorarle, se consulta al servicio de Radiología y se compueba que la imagen objetivada es del lóbulo hepático de Riedel (Fig. 1).
DISCUSIÓN
El lóbulo de Riedel es una variante de la normalidad1,2 3. Se trata de una lengüeta de parénquima hepático dependiente del lóbulo derecho que puede llegar hasta la cresta iliaca, dando la falsa impresión de hepatomegalia.
Su incidencia varía entre el 3-30% dependiendo de los criterios y pruebas diagnósticas empleadas, siendo más frecuentes en mujeres1,4. La edad de diagnóstico es muy variable, ya que suele ser un diagnóstico incidental y no requiere ningún estudio adicional.
En un inicio, Riedel (1888) defendió que esta alteración ocurría en algunos pacientes que presentaban una tracción repetida en esta zona como consecuencia de las adherencias que aparecían en las colecistitis litiásicas, ya que señalaba una aparente desaparición del lóbulo palpable tras la colecistectomía4. A día de hoy su origen sigue siendo desconocido y se postulan dos hipótesis principales: congénito por anomalía en la embriogénesis o adquirido por procesos inflamatorios2,4,5. La teoría que defiende un origen congénito se apoya en una posible alteración durante el desarrollo de cada lóbulo hepático durante la formación del embrión, lo cual puede desembocar en la formación de lóbulos accesorios en posiciones infrahepáticas. En cambio, la teoría que argumenta un origen adquirido se basa en los cambios originados a raíz de inflamaciones repetidas a nivel peritoneal, pélvico o secundario a inflamaciones por intervenciones quirúrgicas de dichas zonas. Además, también hay algunos autores que postulan que esta variante anatómica es secundaria a modificaciones hepáticas que pueden aparecer a lo largo del desarrollo infantil o por alteraciones esqueléticas, como la cifoescoliosis4,5.
La mayoría de los pacientes se encuentran asintomáticos, con exploración abdominal normal y sin alteraciones en las pruebas de función hepática. Raramente puede causar molestias abdominales secundarias a episodios de compresión o torsión extrínseca5. El diagnóstico se realiza como hallazgo casual en pruebas radiológicas, después de realizarlas por un falso diagnóstico de hepatomegalia, tras cirugías o autopsias.
Es importante conocer su existencia para evitar pruebas innecesarias y tenerlo en cuenta en los casos remotos de complicación (torsión, simulando cuadros de abdomen agudo como apendicitis o colecistitis aguda, o malignización/implantes metastásicos)1,5,6. Por tanto, el pronóstico es bueno y, por lo general, no requiere un tratamiento específico.