Recientemente se han relacionado los elevados niveles de contaminación del aire con la inducción de fenómenos inflamatorios tanto a nivel sistémico como tisular. Las enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, reducen la densidad mineral ósea (DMO), lo que lleva a un aumento de la liberación de células inmunes de la médula ósea. El material particulado se asocia a dano oxidativo e inflamación, lo que puede acelerar la pérdida de masa ósea y aumentar el riesgo de fracturas en los adultos mayores. Sin embargo, la asociación entre la polución aérea y la osteoporosis aún no está bien definida en la literatura.
Parece ser que existen otras vías indirectas como, por ejemplo, la vitamina D y la PTH, que también pueden verse alteradas por la contaminación y están implicadas en el remodelado óseo1 2 3 4 5 6 7-8. En primer lugar, la contaminación del aire (micropartículas y ozono) presenta una barrera física a la radiación solar ultravioleta B, contribuyendo, por lo tanto, a una menor producción cutánea de vitamina D2,4,5. Igualmente, un estudio realizado en Estados Unidos9 evidenció la relación entre bajos niveles de PTH en sangre y niveles elevados de micropartículas y carbón en el aire, provocando efectos nocivos indirectos en la masa ósea.
Para apreciar la importancia de estos hallazgos, es necesario tener en cuenta la compleja etiologia de la osteoporosis y su consecuencia de fractura por fragilidad en la población general. La osteoporosis es una enfermedad sistémica. Aproximadamente un tercio de las mujeres y una décima parte de los hombres mayores de 50 anos tienen osteoporosis u osteopenia. La estadística permite calcular que, aproximadamente, una de cada dos mujeres y uno de cada tres hombres mayores de 50 anos sufrirán una fractura por fragilidad durante su vida.
Estos pacientes, tienen una mayor probabilidad de sufrir una segunda fractura, además de desarrollar dolor crónico, mayor dependencia en las actividades básicas de la vida diaria y una reducción en su calidad de vida.
No obstante, en la literatura disponible existen resultados contradictorios. Prada et al.9 defienden en su estudio que la osteoporosis y las fracturas por fragilidad pueden estar relacionadas con la contaminación del aire, ya que las poblaciones en áreas de concentraciones ambientales más altas de partículas menores de 2,5 pm tenían una menor densidad mineral ósea con mayores tasas de ingresos hospitalarios por fracturas. Resultados similares obtuvieron Chang et al.1 en su estudio realizado en Taiwan, donde descubrieron que el aire contaminado con mayores concentraciones de NO2, junto con el monóxido de carbono, aumentaba el riesgo de osteoporosis y fracturas.
Mazzucchelli et al.10 examinan la asociación de los niveles de diferentes contaminantes en el aire sobre la incidencia de fractura osteoporótica de cadera en una región del sur de Europa, detectando una asociación entre SO2 y NO2 e ingresos hospitalarios por fractura de cadera. Por otra parte, en un segundo estudio11, estos mismos autores establecieron que en las épocas del ano con la climatologia más adversa, como el invierno y el otono, se registró un mayor número de casos de fracturas de cadera por fragilidad. Al parecer, este fenómeno se debe a que en estas etapas del ano el ambiente se impregna de niebla y agua de lluvia, y el suelo está mojado, resbaladizo o cubierto con hojas de los árboles, lo que favorece las caídas y, por tanto, las fracturas, especialmente las de la cadera.
Sin embargo, en el artículo publicado en este número de la Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral, Ormeno y Quevedo12 no encuentran asociación estadísticamente significativa entre la contaminación ambiental y la tasa de incidencia de altas hospitalarias por fractura de cadera osteoporótica en Chile. Como fortaleza, su análisis valora más de 8.000 altas hospitalarias durante el ano 2017, y, además, considerando como objetivo principal la fractura de cadera; como debilidad, es un análisis retrospectivo y no valora los hábitos de salud de la población evaluada.
Dada la importancia del problema y los diferentes puntos de vista existentes en la literatura, consideramos necesarios más estudios que establezcan la verdadera relación entre la contaminación del aire y las fracturas osteoporóticas. A fin de cuentas, pertenecemos a un ecosistema y todo lo que lo altere puede tener efectos deletéreos en el fino equilibrio de la vida.