Introducción
En Chile, dentro del ciclo básico de formación de la carrera de odontología, no existen instancias para que el estudiante de primer año interaccione directamente con pacientes o situaciones reales antes de ingresar al último ciclo de enseñanza. Esta situación genera un desafío mayor para el estudiante de cuarto año, que recién ingresa al ciclo clínico: enfrentarse a problemas relacionales en la interacción con el paciente, procedimentales como el desarrollo de las competencias propias de la atención odontológica, así como conflictos vocacionales, como descubrir si está preparado para afrontar el contexto o ambiente real del ejercicio de la profesión.
Los estudiantes ingresan en la carrera de odontología con una idea preconcebida sobre el papel del odontólogo en la salud de las personas y en la sociedad. Sin embargo, esta idea puede modificarse con un acercamiento temprano a un ambiente de aprendizaje clínico simulado, donde observarán y practicarán lo más cercano a la labor real que ejerce el odontólogo y conocerán los distintos ámbitos en que se desempeña. Además, puede tener un impacto positivo, reforzando su vocación, o bien este acercamiento puede ayudarlos a replantear su decisión.
En la Universidad San Sebastián (USS), la asignatura ‘Clínica integrada I' es el curso en el que por primera vez los estudiantes realizan la atención clínica a pacientes y que se ubica en el plan de estudio en el cuarto año de la carrera, que tiene una duración de seis años (12 semestres). Históricamente, la tasa de suspensos de esta asignatura se encuentra alrededor del 35%, lo que sin duda es muy elevado para el nivel de la carrera y muchas de las apreciaciones de los estudiantes suspendidos es que el hecho de estar por primera vez con el paciente genera estrés e inseguridad en su acción; de hecho, son ellos quienes comentan que si tuvieran la posibilidad de interaccionar tempranamente con las actividades clínicas podrían disminuir estos temores y tener un mejor desempeño en este nivel de la carrera. Por ello, analizando esta situación como docentes, nos cuestionamos de qué manera se puede generar una instancia formativa, segura y efectiva en la que los estudiantes de cursos inferiores puedan comenzar a trabajar en el área clínica antes de llegar al cuarto año de la carrera. En nuestra malla curricular, la asignatura ‘Ciclo de integración clínico básico I' (CICB I) se encuentra inserta en el primer año de la carrera de odontología de la USS. Esta asignatura es de régimen anual y se trabaja con grupos pequeños de 8-12 estudiantes, teniendo 12 secciones para el año 2016. El profesor ejerce el papel de tutor, quien orientará la dinámica mientras los estudiantes integran aprendizajes en la resolución de casos clínicos que aborden temáticas relacionadas con las asignaturas del nivel en curso. Es prerrequisito para las asignaturas CICB II y CICB III, que se encuentran en el segundo y tercer año, respectivamente.
Durante mucho tiempo, la necesidad de realizar una práctica libre de riesgos ha sido un tema presente en la formación de los estudiantes del área de la salud. Esto ha impulsado la generación de sistemas de simulación para la práctica de determinadas acciones clínicas, así como simuladores de alta complejidad que buscaban emular una situación clínica real con todos sus factores estresores, de manera que quien participa en ella ocupe todos sus sentidos en el proceso [1].
Los tipos de simuladores más utilizados en odontología corresponden a los fantomas estáticos, clasificados como de tipo 1, de un bajo nivel de fidelidad, y están destinados sólo a la realización y evaluación de determinadas tareas estrictamente procedimentales, que acercan al estudiante la práctica clínica y permiten un aprendizaje estandarizado en situaciones generalmente ideales, pero poco conectadas con la realidad y sin capacidad de feedback o interacción del simulador hacia el operador [2].
La globalización, el poder de la comunicación y la llegada a las aulas universitarias de los nativos digitales han traído consigo una demanda de inclusión de herramientas tecnológicas que favorezcan el aprendizaje y permitan captar la atención en individuos con alta exigencia de tecnología, recursos visuales de alta calidad y definición como consumidores de realidad virtual. En consecuencia, empresas expertas en simulación háptica han optado por la generación de prototipos hápticos para su utilización en la formación odontológica; así, Moog, Dihaptic o Nissin se han transformado en las principales promotoras de esta tecnología.
La USS se adjudicó en 2013 un proyecto con fondos estatales para la mejora de la enseñanza en la educación superior, que llevó por título ‘Articulación curricular e innovación del proceso de enseñanza-aprendizaje'. A través de este proyecto, la Facultad de Odontología logró adquirir cinco simuladores de tecnología háptica para la práctica odontológica (Fig. 1). Dentro del marco del proyecto se realizó una reunión de convergencia donde se acordó la creación de un centro de simulación clínica odontológica que cumpliese con las labores administrativas, logísticas y de investigación para inclusión de esta tecnología como una estrategia didáctica dentro de la malla curricular de la carrera.
La investigación realizada tiene como objetivos:
–Categorizar los diferentes estilos de aprendizaje de los estudiantes del grupo de estudio y control, a través de la encuesta de Honey y Alonso.
–Medir el efecto en la motivación a través de la encuesta MSLQ (Motivated Strategies for Learning Questionnaire), cuando se utiliza la simulación háptica como herramienta de acercamiento temprano a la clínica en estudiantes de primer año de la carrera de odontología en la USS.
Sujetos y métodos
Para la intervención realizada, del total de 160 estudiantes inscritos para el curso de ciclo de integración clínico básico, se seleccionaron al azar 44 estudiantes, divididos en un grupo de estudio (n = 23) y un grupo control (n = 21).
Para el diseño de la planificación anual de las actividades planteadas al grupo experimental se realizó el test Honey-Alonso con el fin de categorizar los estilos de aprendizaje de los estudiantes.
En el grupo de estudio, los estudiantes fueron sometidos a la simulación háptica mediante simuladores de alta fidelidad que involucraban la realidad virtual con la capacidad de feedback de la dureza de los tejidos dentales a través de los receptores táctiles del individuo. A medida que transcurrió el año académico, se realizaron visitas guiadas al centro de salud de la USS, lugar donde los estudiantes de cuarto y quinto año realizan sus prácticas asistenciales en el contexto del desarrollo de las competencias clínicas para obtener el Grado de Cirujano Dentista.
Para poder realizar la medición y comparación del impacto de la intervención realizada, se recurrió a la encuesta MSLQ, a través de plataforma digital utilizando el programa Google Forms, a todos los estudiantes que participaron en el proyecto, tanto los del grupo experimental como los del grupo control. Los resultados se procesaron a través del programa estadístico STATA, realizando el test de Student para su comparación.
Resultados
En relación a la categorización de los estilos de aprendizaje del grupo experimental, se obtuvo que son principalmente reflexivos. Los estudiantes reflexivos tienden a adoptar la postura de observador, que analiza su experiencia desde muchas perspectivas distintas. Recogen datos y los analizan detalladamente antes de llegar a una conclusión. Para ellos, lo más importante es ese proceso de recogida y análisis de la información. Sin embargo, otro gran número de estudiantes son pragmáticos: les gusta probar ideas y técnicas nuevas y así comprobar si funcionan en la práctica, inmediatamente. Son prácticos, apegados a la realidad, les gusta tomar decisiones y resolver problemas (Fig. 2).
Al evaluar el impacto del uso de estrategias didácticas activas y tecnológicas en el desarrollo del programa de la asignatura CICB I a través de la encuesta MSLQ, se obtuvo que en la escala de la motivación, los subcomponentes motivación intrínseca (p = 0,012), autoeficacia (p = 0,044), control de las creencias (p = 0,043) y valor de la tarea (p = 0,000) presentaron diferencias significativas entre el grupo control y experimental. Los subcomponentes orientación extrínseca (p = 0,94) y ansiedad (p = 0,92) no presentaron diferencias significativas tras el análisis estadístico. En cuanto a la escala de las estrategias de aprendizaje, no se obtuvo diferencias significativas en ninguno de los subcomponentes entre el grupo control y el experimental (Tabla).
n | Media | Desviación estándar | ||
---|---|---|---|---|
Motivación intrínseca | Grupo experimental | 92 | 6,01 | 1,22 |
| ||||
Grupo control | 84 | 5,47 | 1,55 | |
| ||||
Autoeficacia | Grupo experimental | 184 | 6,09 | 1,04 |
| ||||
Grupo control | 168 | 5,86 | 1,08 | |
| ||||
Creencia sobre el control del aprendizaje | Grupo experimental | 92 | 6,16 | 1,16 |
| ||||
Grupo control | 84 | 5,77 | 1,36 | |
| ||||
Valor de la tarea | Grupo experimental | 138 | 6,02 | 1,23 |
| ||||
Grupo control | 126 | 5,16 | 1,77 |
Discusión
La educación superior comprende hoy día un proceso activo donde todos los actores que en ella participan, tanto alumnos como profesores, están llamados a generar un ambiente que favorezca y estimule el aprendizaje fuera y dentro de las aulas. El avance hacia la creación de currículo por competencias no sólo ha llevado a generar cambios en el enfoque sobre cómo se evalúa, sino cambios aún más drásticos en el cómo se enseña. Las nuevas generaciones no son los alumnos pasivos del pasado, sino estudiantes que necesitan ser estimulados a través de canales diversos para poder captar su atención y lograr en ellos la transmisión de conocimientos y la generación de estímulos lo suficientemente potentes que los lleven a la búsqueda de nuevos conocimientos y la formulación de nuevas preguntas a lo largo de toda su formación profesional.
La fase de práctica en la carrera de odontología es el tiempo de formación de los estudiantes en contextos de situación profesional laboral real y está centrada en el logro de los desempeños adquiridos durante toda la formación profesional [3].
La simulación busca representar de manera artificial los procesos clínicos reales. En el área de la salud, y específicamente en la odontología, lo que se busca es situar al estudiante en un contexto que asemeje una situación clínica, con el fin de realizar un entrenamiento para la generación de competencias [1,2]. El desarrollo de habilidades psicomotoras resulta de máxima importancia en el campo de la odontología y la simulación permite el desarrollo de acciones a través de patrones de destreza organizados [2]. Sin embargo, la implementación de tecnologías, como la integración de sistemas computarizados a los simuladores, permite desarrollar competencias más específicas y diseñar situaciones de mayor complejidad [4].
Los niveles más altos de simulación han requerido para su correcta implementación la creación de centros de simulación donde se recrean escenarios de la vida profesional y se cuenta con personal entrenado para participar en las actividades a las que se enfrentarán los estudiantes [5].
La háptica es la tecnología de retroalimentación o respuesta táctil que se vale del sentido del tacto de un usuario aplicando fuerzas, vibraciones o movimientos sobre él. La interfaz háptica es un dispositivo que permite al individuo interactuar con el ordenador [6,7] y permite al estudiante combinar y coordinar la actividad visual con las habilidades motoras, lo que es de gran importancia en el desarrollo de las competencias clínicas en odontología [8]. Esto último es importante si se piensa que la mayoría de los estudiantes de odontología tienen un estilo de aprendizaje visual y cinético. La gran ventaja de estos dispositivos hápticos, en comparación con otros procedimientos de realidad virtual, es que permiten al usuario experimentar de forma táctil y de manera más cercana la realidad de los tejidos de la cavidad oral; con esto, el estudiante puede aprender el manejo de ciertos instrumentales odontológicos sin que existan las dificultades propias de un procedimiento real, como la falta de espacio en la cavidad oral o el estrés por encontrarse atendiendo a un verdadero paciente [9].
Un estudio cualitativo que mostraba las razones de los estudiantes de odontología para seleccionar esta carrera, y cómo esto influía en su motivación en el estudio del primer semestre, demostró que los estudiantes se centran primordialmente en su papel profesional futuro, las dimensiones prácticas de la carrera y las condiciones de trabajo como futuros odontólogos. Esto refuerza la necesidad de realizar un acercamiento temprano a la labor clínica en los estudiantes de primer año [10].
La intervención realizada al grupo experimental de los estudiantes de primer año generó una diferencia estadísticamente significativa en la motivación intrínseca en comparación con el grupo control. La importancia de la motivación en el desarrollo de una conducta de aprendizaje está muy bien documentada en la educación general, pero quizás un poco menos en la educación médica, a pesar de ser conscientes de que la motivación constituye un foco importante en la educación en ciencias médicas [11].
Un alto valor de la tarea, como el obtenido por el grupo experimental, se refiere a la percepción del material del curso en temas de interés, importancia y utilidad, es decir, los estudiantes que participaron en la investigación percibieron que el objetivo de aprendizaje declarado era importante para lograr las metas trazadas. Un estudiante motivado intrínsecamente suele seleccionar y realizar actividades por el interés, curiosidad y desafío que éstas le provocan.
Los valores obtenidos para la subescala de la autoeficacia demostraron que el grupo experimental tuvo una buena apreciación personal de la habilidad individual para tener éxito en la tarea, revelando niveles de autoconfianza sobre sus propias habilidades. Esto concuerda con el hecho de que el estudiante esté dispuesto a aplicar un esfuerzo mental significativo durante la realización de la tarea, a comprometerse en procesos más ricos y elaborados, y en el empleo de estrategias de aprendizaje más profundas y efectivas [12].
El control de las creencias se refiere a la confianza que tiene el estudiante en que su esfuerzo por aprender le traerá resultados positivos; se preocupa en la confianza que generan los resultados del esfuerzo personal en contraste con los factores externos, como el profesor. En nuestra intervención, los estudiantes del grupo experimental lograron valores estadísticamente significativos en relación al grupo control, lo que puede traducirse en que el estudiante siente que puede controlar su desempeño académico y desarrollar planes de acción para cumplir las metas trazadas.
En conclusión, el acercamiento temprano a la práctica odontológica proporciona a los estudiantes la posibilidad de conocer y comprender la labor futura en la que se desempeñarán y su papel como profesionales de la salud.
La motivación resulta un pilar fundamental en el aprendizaje de los estudiantes. El desarrollo de subcomponentes de la motivación, como la orientación intrínseca, la autoeficacia, el valor de tarea y el control de las creencias, se vio aumentado tras la utilización de estrategias metodológicas de alta tecnología, como los simuladores hápticos.
La utilización de la simulación háptica como herramienta de aprendizaje es una alternativa que podemos aprovechar teniendo en cuenta las características de nuestros estudiantes, sobre todo en cuanto al manejo de la tecnología.
Los simuladores hápticos pertenecen a una tecnología que se está incorporando con fuerza al proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes de odontología. A su vez, esto abre una brecha en cuanto a la validación de estos instrumentos y la generación de protocolos de evaluación e impacto en los estudiantes.