Al inicio del siglo XXI, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) estaban entre las causas más comunes de enfermedad en el mundo1. Diariamente, casi un millón de personas contraían una ETS, como la causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Aun, excluyendo la infección por el VIH, las ETS eran, y son, un problema de salud pública importante, tanto por la carga de enfermedad que generan, como por las complicaciones y secuelas que producen si no se diagnostican y tratan precozmente.
Esas infecciones dan lugar a síntomas agudos, infecciones crónicas y graves consecuencias al cabo de cierto tiempo, como: infertilidad, embarazo ectópico, cáncer cervicouterino y defunciones prematuras de lactantes y adultos. La presencia de otras ETS como sífilis, chancroide o infección genital por virus del herpes simple aumenta enormemente el riesgo de contraer o transmitir el VIH. Algunas investigaciones parecen indicar que se da una interacción muy importante entre la infección muy temprana por VIH y otras ETS. Esa interacción podría explicar un 40% o más de los casos de transmisión del VIH2.
Según estimaciones de la OMS, en 1999, se produjeron en el mundo, en personas de 15 a 49 años, 340 millones de casos nuevos de las cuatro ETS más comunes: sífilis (12 millones), gonorrea (62 millones), infección por clamidia (92 millones) y tricomoniasis (174 millones). La incidencia fue mayor en personas que vivían en áreas urbanas, solteras y jóvenes y el riesgo de infectarse por estos patógenos aumentó con el uso infrecuente del preservativo y con el número de parejas sexuales. En los países en vías de desarrollo las ETS y sus complicaciones se encontraban entre las cinco causas más comunes de demanda de atención sanitaria; la mayor proporción se observó en Asia meridional y sudoriental, seguida por el África subsahariana y por América Latina y el Caribe3.
Los millones de infecciones/año de ETS que se producían en el año 2009, eran atribuibles principalmente a VIH, herpesvirus humanos, papilomavirus humanos y virus de la hepatitis B. A escala mundial, todas estas infecciones eran, y siguen siendo, una inmensa carga sanitaria y económica, especialmente para los países en desarrollo, en los que representaban el 17% de las pérdidas económicas provocadas por la falta de salud4.
En el año 2009 se estimó que más de novecientas mil mujeres embarazadas contrajeron sífilis, lo que causó complicaciones en alrededor de trescientos cincuenta mil casos, incluidos casos de muerte prenatal5.
En 2010, en el mundo vivían con VIH alrededor de 38,6 millones de personas; 2,6 millones más que en el 2004, de ellos 10,3 millones eran jóvenes de 15 a 24 años (lo que representaba el 42% de las personas infectadas)6.
Si se mantienen las tendencias sociales, demográficas y migratorias, la población expuesta a infecciones de transmisión sexual seguirá aumentando espectacularmente. La carga de morbilidad es particularmente pesada en el mundo en desarrollo, pero también en los países industrializados cabe prever un aumento de la carga de morbilidad debido a la prevalencia de infecciones víricas incurables, a las tendencias en el comportamiento sexual y al incremento de los viajes. Los costos socioeconómicos de estas infecciones y de sus complicaciones son considerables, puesto que conforman las 10 razones principales de las visitas a centros de atención de salud en la mayoría de los países en desarrollo y consumen importantes recursos tanto de los presupuestos sanitarios nacionales como de los ingresos familiares. La atención de las secuelas supone una parte importante de los costos de atención terciaria, en servicios de detección y tratamiento del cáncer cervicouterino, gestión de las hepatopatías, investigación de la infertilidad, atención de la morbilidad perinatal, ceguera infantil, enfermedades pulmonares en niños y dolor pélvico crónico en mujeres. Los costos sociales incluyen conflictos entre parejas sexuales y violencia doméstica2. Los costos aumentan aún más cuando se toma en consideración el efecto de otras infecciones de transmisión sexual como cofactores de la transmisión del VIH.
En todo caso, se sabe que la magnitud de los datos de las ETS es a menudo desconocida. Aunque existen sistemas de vigilancia pasiva en algunos países, los datos no son siempre de calidad o confiables. La integridad de los datos disponibles y las estimaciones dependen de la calidad de los servicios de ETS, el grado en el cual los pacientes buscan atención de la salud, la intensidad del caso, el diagnóstico y la calidad de los informes. La validez también se ve afectada además por la historia natural de las ETS, ya que un gran número de las infecciones son asintomáticas. Y, sólo una parte de la población sintomática busca la atención médica y existe un buen número de personas que buscan atención por otros medios o no buscan atención en absoluto. Como resultado, los sistemas de vigilancia basados en la notificación de las ETS tienden a subestimar sustancialmente el número total de nuevos casos2.
Entre las ETS curables, las de mayor incidencia y prevalencia son la Chlamydia trachomatis, la Neisseria gonorrhoeae, la Syphilis (Treponema pallidum) y la Trichomonas vaginalis3.
El trabajo de Newman et al.7, publicado en 2015, confirmaba que las estimaciones de la prevalencia e incidencia mundial de clamidia, gonorrea, tricomoniasis y sífilis en mujeres y hombres adultos seguían siendo altas, con casi un millón de nuevas infecciones con ETS curables cada día.
En los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.), según el Center for Disease Control and Prevention (CDC), más de 65 millones de personas vivían, en el año 2000, con una ETS incurable8. Alrededor de la mitad de todos los nuevos casos de ETS se produjo entre jóvenes de 15 a 24 años. Los costes totales estimados de estos nueve millones de nuevos casos fueron de 6,5 mil millones de dólares (1000 millones de dólares = 1 billion dollars), representando el VIH y el virus del papiloma humano (VPH) el 90% de las infecciones9. En este mismo año, se calculó la existencia de más de 50 millones de adultos de los EE.UU. contagiados con herpes genital, con cerca de 775 mil nuevas infecciones cada año. Algunas estimaciones apuntaron que, en 2025, un 40% de los hombres y la mitad de las mujeres podrían estar infectadas10,11. Igualmente, había alrededor de 3 millones de nuevos casos de clamidia, muchos de los cuales eran en adolescentes y adultos jóvenes12.
En el año 2004, un estudio concluyó que al menos el 15% de todas las mujeres americanas que eran infértiles podrían atribuirlo al daño en las trompas causada por la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), como resultado de una enfermedad de transmisión sexual no tratada13.
Satterwhite et al.14, en 2008, en un estudio realizado en los EE. UU., estimaron una incidencia de 19,7 millones/año de ETS. Existiendo de acuerdo con el CDC una prevalencia de 110 millones de personas infectadas, de las cuales aproximadamente 22 millones (20%) eran hombres y mujeres de entre 15 y 24 años de edad. Lo que supuso un coste médico directo estimado de 15,6 mil millones de dólares15.
Para el virus de la hepatitis B (VHB), en EE. UU., la tasa de incidencia global para el año 2009 fue de 1,1 casos por 100 mil habitantes, siendo el número estimado de nuevas infecciones por el VHB de 38 mil16. En 2014, la tasa de incidencia fue de 0,9 casos por 100 mil habitantes, estimándose, para este año, unos 18 mil casos17.
En la Unión Europea (UE), se observó un descenso progresivo de las ETS hasta principios de la década de 1990 en la mayoría de los países, atribuido, entre otros factores, a cambios en los comportamientos sexuales en respuesta a la aparición del VIH. A partir de 1996, sin embargo, se produjeron incrementos en los casos declarados de infección gonocócica en el Reino Unido, Irlanda, Holanda y Suecia18. Los casos de sífilis aumentaron a partir de esa fecha en varios países del norte y oeste de Europa, y se describieron numerosos brotes en ciudades europeas afectando principalmente a personas jóvenes, hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres (HSH), contactos heterosexuales de prostitución y usuarios de drogas19. Otras ETS, como las infecciones por clamidias, el herpes simple genital y las verrugas genitales, también habían experimentado incrementos20 y se describieron varios brotes de linfogranuloma venéreo (LGV) en distintos países europeos con afectación de HSH infectados por el VIH21; en España y Portugal también se detectaron casos de LGV en personas heterosexuales22,23.
La situación epidemiológica en 2008 en Europa mostró que la clamidia era la ETS bacteriana más frecuente, aunque no todos los países tenían implantada su vigilancia, y afectaba principalmente a mujeres jóvenes; la infección gonocócica había aumentado, aunque no de forma consistente en todos los países, y, al igual que la sífilis que también experimentó un crecimiento, era más común entre HSH24.
El informe de vigilancia del VIH/SIDA en Europa25, mostró que la transmisión del VIH sigue siendo un importante problema de salud pública y afecta a más de 2 millones de personas en la Región de Europa de la OMS, particularmente en la parte oriental de la Región. Este informe encuentra que, si bien los patrones y las tendencias epidémicas varían ampliamente en los países europeos, en 2017 se diagnosticó el VIH a casi 160 mil personas en la Región Europea, incluidas 25 mil en la UE/EEE (Unión Europea/Espacio Económico Europeo). La tendencia creciente en los nuevos diagnósticos de VIH continuó en la región en general, a pesar de la disminución de las tasas de nuevos diagnósticos en la UE/EEE. Por tanto, el informe solicitaba medidas urgentes que renovaran el compromiso político en la lucha contra este grave problema de salud.
En 2016, se notificaron 29.365 casos de sífilis en 28 Estados miembros de la UE/EEE; La tasa de incidencia para 2016 fue de 6,1 casos por 100.000 habitantes26. En 2017, se notificaron 36 casos de sífilis congénita en 23 Estados miembros de la UE/EEE. La tendencia de casos notificados de sífilis congénita se ha mantenido estable en los últimos años. Las bajas tasas de sífilis congénita y la disminución de las tasas de sífilis entre las mujeres sugieren que la mayoría de los Estados miembros tienen programas eficaces para la eliminación de la sífilis congénita27.
En este mismo año, en 2017, se notificaron 89.239 casos confirmados de gonorrea en 27 países, un aumento del 17% en comparación con 2016. Las tasas de infección por gonorrea informadas varían considerablemente en Europa, y las tasas más altas se registran en el norte de Europa. Los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) representaron casi la mitad de los casos notificados (47%) en 201728.
Los datos sobre clamidia, también para 2017, mostraron que 26 Estados miembros de la UE/EEE notificaron 409.646 casos de infección. La tasa bruta de notificación fue de 146 casos por 100.000 habitantes. Las tasas de notificación siguen siendo las más altas entre las mujeres adultas jóvenes y los heterosexuales, aunque la tendencia general parece estable en los últimos años29.