Introducción
Entre los múltiples cambios que ha supuesto la pandemia de Covid19 están los asociados a hábitos como la actividad física y factores de riesgo como el sedentarismo. El confinamiento y el aislamiento social nos pueden hacer pensar que el sedentarismo ha debido de aumentar, pero existen otros factores relacionados que podrían poner en tela de juicio esta afirmación. Uno de estos factores, muy influyente en muchos de nuestros hábitos diarios, es el laboral. Tener un puesto de trabajo activo o sedentario influye en diversos aspectos de nuestra vida, como por ejemplo el desarrollo de actividades físicas y deportivas. Se sabe que los trabajadores con puestos sedentarios realizan más actividad física de ocio que los que tienen puestos donde desarrollan esfuerzos físicos1. Esta paradoja precisa ser concretada en relación a la modificación de las condiciones en el desarrollo de las funciones que ha supuesto la pandemia en algunos puestos de trabajo como es el caso del teletrabajo.
El acuerdo marco europeo sobre teletrabajo de 2002 define éste como “una forma de organizar y/o realizar el trabajo, utilizando la tecnología de la información en el contexto de un contrato/relación laboral, en el que el trabajo, que también podría realizarse en los locales del empleador, se lleva a cabo fuera de dichos locales de forma regular”2.
En España, en 2017, se estimaba que sólo un 1% de los trabajadores estaban sometidos a teletrabajo a tiempo completo3. En 2019, este porcentaje se elevó al 4,8% y antes del estado de alarma el porcentaje de establecimientos que usaba el teletrabajo se situaba en el 14,8%, elevándose hasta el 48,8% durante el mismo4.
Este aumento está obligando a su regulación en todo el mundo. En España es el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 septiembre, el que regula esta forma de trabajo y donde se hace mención a que estos trabajadores tienen los mismos derechos que los que desarrollan su actividad en el local del empleador haciendo mención expresa a su derecho en cuanto a la seguridad y salud, de conformidad con la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales5.
La urgencia en la implantación del teletrabajo no ha dado tiempo a las empresas a acondicionar los lugares de trabajo en el domicilio del trabajador, lo que, a corto y medio plazo, influirá negativamente en la salud del trabajador6. Y aunque existen estudios que han estudiado las ventajas e inconvenientes de esta modalidad de trabajo, lo cierto es que es necesario analizar el mismo bajo condiciones aún más específicas, como pueden ser la influencia sobre los desplazamientos, la atención a la familia, las distracciones en ambientes no controlados o el aislamiento físico-psicológico-social, entre otros muchos7.
Los puestos de trabajo administrativos, de gerencia o directivos suelen ser los más asociados a factores de riesgos como el sedentarismo. Y, en general, la pandemia ha incrementado los niveles de sedentarismo entre la población8. Sin embargo, el teletrabajo se asocia a mayor actividad física9, aunque existen estudios contradictorios10, seguramente influenciados por su entorno socio-cultural y laboral.
Estas diferencias confirman la necesidad de estudios que relacionen el teletrabajo y la actividad física, antes y después de la pandemia, en diferentes ámbitos y lugares de trabajo, ya puesto de manifiesto por otros autores11.
Este estudio pretende aportar una nueva evidencia analizando las diferencias en cuanto a tiempo de sedentarismo y actividad física antes (2018) y después de la pandemia (2021) en trabajadores sedentarios, diferenciados por sexo, que pasaron a la modalidad de teletrabajo.
Material y Métodos
Tipo de estudio, población y criterios de selección
Estudio observacional retrospectivo antes-después de un solo grupo en una industria del sector químico español. Se seleccionaron la totalidad de los trabajadores de la empresa que pasaron a teletrabajo (N=44).
Variables de estudio
Se usó el cuestionario internacional de actividad física (IPAQ), en su versión corta, que ha mostrado una fiabilidad de 0,65 (r = 0,76; IC 95% = 0,73-0,77). Los coeficientes de validez sugieren que las versiones larga y corta tienen una fiabilidad aceptable (r = 0,67; IC 95% = 0,64-0,70). El cuestionario recogió las variables relacionados con la actividad física (tiempo de sedentarismo, gasto total y parciales por actividad física intensa, modera y ligera, expresados en equivalentes metabólicos, METs). Además, se recogieron las variables edad y sexo.
Procedimiento
Los datos se obtuvieron en entrevista semi-estructurada, durante los exámenes de salud 2018 y 2021, que recogen la autorización por escrito para recoger y tratar los datos según el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos.
El tiempo de sedentarismo incluyó los minutos sentado en el trabajo, en comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena), en traslados, viendo la televisión, jugando a videojuegos, usando el ordenador o móvil de forma extra-laboral, estudiando, leyendo o apoyando a los hijos en sus actividades extra-escolares.
Análisis estadístico
Para el análisis descriptivo se calcularon porcentajes, media, mediana y desviación estándar. Se usó el test de Shapiro-Wilk para comprobar normalidad.
En la comparación entre sexos de las variables según año se usaron el test U de Mann-Whitney en caso de no normalidad y la prueba T para muestras independientes en caso de normalidad.
En la comparación entre años del tiempo de sedentarismo y gasto total, por AF intensa, moderada y ligera, se usó la prueba T para muestras relacionadas para diferencias normales, y el Test de signos (por ausencia de simetría) cuando la diferencia no era normal.
Se recogieron los datos en hoja Excel y se llevó a cabo el análisis estadístico mediante el programa IBM SPSS, versión 24.
Resultados
De los 44 trabajadores estudiados, 26 (59,1%) eran hombres y 18 mujeres (40,9%). No se encontraron diferencias significativas entre sexos para ninguna de las variables estudiadas (Tabla 1).
Se encontraron diferencias entre 2018 y 20021 para todas las variables, excepto el gasto en METs por actividad física moderada (Tabla 2).
Discusión
Nos propusimos conocer si se habían producido cambios en cuanto al tiempo de sedentarismo y actividad física antes (2018) y después de la pandemia (2021) en trabajadores sedentarios que pasaron a tele trabajar en sus domicilios durante la misma.
Los resultados muestran diferencias significativas en el tiempo de sedentarismo y altamente significativas para el gasto total y para el gasto por actividad física intensa y ligera. No se encontró diferencia para el gasto por actividad física moderada.
Si observamos la Figura 1 y comparamos las diferencias entre el tiempo de sedentarismo pre y post confinamiento podríamos pensar a priori que no existen diferencias significativas. Sin embargo, el valor estadístico de p alcanza una alta significación. Al analizar la diferencia absoluta, 64 minutos menos cuando se tele trabaja, es cuando podemos alcanzar a comprender que esta diferencia es muy alta. Si se empleara este tiempo en realizar actividades físicas y deportivas el gasto total aumentaría considerablemente.
Esta diferencia bien podría explicarse por el tiempo de sedentarismo en los traslados al ir y volver del trabajo, estimados en una media de 57 minutos según el proyecto PASTA (Physical Activity through Sustainable Transport Approaches)12. Además, está en consonancia con estudios pre pandemia que estimaban en un 71% más, las probabilidades de realizar 30 minutos o más, de actividad física13, y en otros que evaluaron que la concienciación sobre la importancia de la actividad física era mayor que nunca durante el confinamiento9.
Hay que considerar la forma de medir el tiempo de sedentarismo y la actividad física. Algunos estudios se centran exclusivamente en el sedentarismo laboral, otros no especifican las distintas formas de sedentarismo y otros simplemente no lo miden, sino que recogen la inactividad física, conceptos diferentes14, que estimulan a unificar los conceptos y el abordaje de esta problemática en futuros estudios.
En cuanto al gasto total, la diferencia entre 2018 y 2021, distribuida a lo largo de 7 días supone un gasto adicional de 169 METs al día, compatible con el gasto por ejercicios de fuerza y estiramientos, predominantes durante el confinamiento15.
En los gastos parciales (Figura 1), se alcanzó alta significación para las categorías de gasto por actividad física intensa y ligera, no para moderada. Estudios realizados en la población española en general, concluyen que durante el confinamiento la actividad física realizada seis o más veces por semana y durante 10 a 30 minutos aumentó16, lo que es compatible con nuestros resultados, tanto para actividad intensa como ligera.
La ausencia de significación para la actividad física moderada puede explicarse para el grupo de trabajadores que habitualmente ya hacía algún tipo de actividad física y que ha mantenido (o ligeramente disminuido si apreciamos los valores totales) durante la pandemia.
El bajo tamaño de la muestra, así como las características propias de los puestos de los trabajadores estudiados hacen de la validez externa de este estudio una de las principales debilidades.
Como fortalezas han de destacarse que la valoración del tiempo de ejercicio y sedentarismo se realizó mediante entrevista semiestructura, siguiendo los consejos de Lee et al.17, que pusieron de relieve sesgos en los auto cuestionarios, estableciendo una sobreestimación del tiempo de ejercicio entre el 36 y el 173% y una subestimación del tiempo de sedentarismo entre el 15 y el 43%.
En conclusión, existen diferencias significativas entre el tiempo de sedentarismo y el gasto energético por actividad física alta y ligera, en trabajadores sedentarios que han pasado a desarrollar sus funciones fuera del lugar del trabajo del empleador mediante la modalidad de teletrabajo.
La necesidad de más estudios en poblaciones y lugares diferentes es urgente por el ritmo de imposición de esta forma de trabajo. La ejecución de estudios longitudinales y multivariantes, que valoren aspectos bio-psico-sociales, prestando especial atención a las diferencias de género, son una necesidad apremiante para evitar que el teletrabajo, a priori valorado en algunos estudios como una forma de bienestar del trabajador que además repercute en su productividad18, no se vuelva todo lo contrario. Los profesionales de la prevención de riesgos laborales, en general, y los especialistas en la salud laboral, en particular, juegan un papel predominante al respecto.