INTRODUCCIÓN
La antropometría es una disciplina de gran desarrollo en la actualidad que permite evaluar, a través del tamaño y de la composición corporales, la variabilidad biológica de los grupos humanos. Sin embargo, sus orígenes se remontan al siglo XIX. En concreto, fue Quetelet 1 quien consiguió que esta materia adquiriera su configuración científica. A partir de ahí empiezan a aplicarse técnicas antropométricas en el ámbito educativo hasta que se constituye la llamada antropometría pedagógica o paidometría 2. Como pioneros en España, pueden citarse a Luis de Hoyos Sainz, que profundizó en el crecimiento humano 3, o a Federico Olóriz, que analizó la estatura de 8.098 individuos desde los 6 años hasta los mayores de 55 4. Esas labores fueron continuadas por algunos de sus discípulos, como Rufino Blanco, que recopiló medidas de niños madrileños de 6 a 13 años 5 y evaluó el crecimiento de los escolares españoles 6.
Una de las instituciones que más auspiciaron en nuestro país el desarrollo de la antropometría pedagógica fue la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Este organismo fundó en 1882 el denominado Museo de Instrucción Pública, bautizado posteriormente como Museo Pedagógico Nacional (MPN), que se creó a imagen y semejanza de otros europeos. Entre sus objetivos figura la recopilación de las nuevas teorías didácticas imperantes en la época y el debate de "los problemas enlazados con la instrucción, la educación y el desarrollo corporal del niño, apreciando todos los pormenores que guíen a favorecer sus facultades intelectuales y físicas" 7
El MPN organizó en España las llamadas colonias escolares de vacaciones, que tenían unas claras funciones higiénicas y pedagógicas, beneficiosas para la salud infantil. Con ellas, el primer director de esta institución, Manuel B. Cossío, aspiraba a atender a niños enfermos, tuberculosos "y especialmente a los consumidos por una mala y escasa alimentación, o por condiciones insalubres de la casa y de todo su régimen de vida" 8. El ejemplo de estas estancias veraniegas cundió en numerosas instituciones españolas (Fomento de las Artes, sociedades económicas de amigos del país de diferentes localidades, ayuntamientos, etc.), que también promovieron vacaciones infantiles e igualmente recopilaron información sobre el estado físico de los asistentes.
Dichas actividades estivales fueron perfectamente planificadas por el MPN (elección de maestros, número de escolares, instrucciones para el viaje, vida en la colonia, empleo del tiempo, ejercicios, alimentación y un largo etcétera) 9. Ponían especial cuidado en la elección de los colonos, que eran escogidos por sus maestros entre los más necesitados de las escuelas públicas (nunca los más aplicados), sin enfermedades contagiosas, pero con problemas de anemia, raquitismo o escrofulosis 9. Posteriormente, los médicos hacían la selección final.
Estas salidas vacacionales se realizaron anualmente hasta 1926 y se dirigieron primero a San Vicente de la Barquera (Cantabria), hasta 1911, y, posteriormente, a San Antolín de Bedón, en Asturias. En dichos viajes, que fueron gratuitos para la inmensa mayoría de los menores, se recogían al principio y al final numerosas medidas corporales de cada asistente, que se anotaban en hojas antropológicas diseñadas al efecto. Después se hacía un seguimiento de las anotaciones antropométricas de cada escolar hasta al menos un año después de que hubieran formado parte de dos o tres colonias sucesivas. Esta vigilancia permitía determinar el número de veces que deberían ingresar en las colonias 10.
Siguiendo esta senda, en 1894, la denominada Corporación de Antiguos Alumnos de la ILE (CAAILE) decidió organizar también sus propias colonias, que en su primera etapa se realizaron de forma ininterrumpida hasta 1936. La primera diferencia con las del MPN era que admitían a todos, fueran o no escolares, ya que la selección no la realizaban los maestros, sino directamente los médicos. En segundo lugar, a los "colonos" se les tomaba menor número de medidas físicas que a los del MPN (de hecho, en las últimas ediciones solo se les pesó).
Una particularidad es que las colonias organizadas por la ILE admitían ambos sexos. Aunque los niños y las niñas habitaban en el mismo lugar, no convivían. Es decir, hacían vida independiente y estaban dirigidos por diferente profesorado 11. Al principio, era mayor el número de chicos que de chicas, pero esta proporción fue poco a poco cambiando, hasta la liii colonia del MPN (1925), en la que participaron el doble número de féminas que de varones. Esto nos lleva a reivindicar para esta institución el título de "pionera" en la lucha contra el sexismo, por su intento de disminuir la discriminación femenina en el ámbito educativo.
Nuestro grupo de investigación (Epinut-UCM) ha logrado rescatar una gran cantidad de las fichas antropológicas originales correspondientes a las colonias organizadas por la ILE desde 1887 hasta 1936. En dichas hojas antropométricas aparece información relativa al "colono" (nombre y edad), datos tan curiosos como los años que tenían el padre y la madre al nacer el hijo y numerosas variables métricas: estatura, medida del tronco, apertura de los brazos, circunferencias mamilar y umbilical, longitudes del dedo medio de la mano y del pie y diámetros tanto corporales como cefálicos. Además, se hacían constar otros datos fisiológicos, como peso, dinamometría de ambas manos, espirometría, respiraciones, pulsaciones por minuto, pulso, etc. Algunos de estos parámetros se tomaban dos veces, a la llegada y a la salida de la colonia, lo que permite analizar el efecto que la estancia en las colonias tenía sobre el crecimiento y la salud de los menores. Asimismo, cabe resaltar que las técnicas antropométricas utilizadas en las colonias y reflejadas en las hojas antropológicas fueron sin duda también pioneras en la cuantificación de medidas, proporciones y caracteres fisiológicos en la infancia.
Esta recopilación de datos físicos es muy importante desde varias perspectivas. En primer lugar, son datos prácticamente inéditos o, dicho de otro modo, que nunca fueron publicados, salvo una pequeña parte, que, en su momento (2000), fue analizada y publicada por investigadores de nuestro grupo 12. En segundo lugar, su importancia deriva de la casi inexistencia de medidas físicas infantiles en este periodo (finales del siglo XIX y primer tercio del XX). Habría que puntualizar, además, que dicha laguna es aún mayor en el caso del sexo femenino, debido a los prejuicios culturales y morales de la época en ese sentido.
MATERIAL Y MÉTODOS
Los datos provienen de la totalidad de las colonias del MPN (1887-1925) y del 65% de las de CAAILE (1894-1936), ya que ha resultado totalmente imposible localizarlas todas. Las cifras se han recopilado a partir de fuentes de información primarias. La muestra total consta de 2.937 sujetos con edad y sexo asignados, de los que 1.720 (58,6%) son de sexo masculino y 1.217 (41,4%), del femenino. No se han considerado 423 individuos que carecían de una o de ambas variables. La edad de los menores abarca de los 6 a los 17 años.
Se ha recogido la información correspondiente a la alimentación en las colonias y se ha estimado su idoneidad utilizando el denominado cuestionario KidMed 13. Igualmente, se ha recopilado una serie de datos antropométricos y fisiológicos, como la estatura, el peso, la circunferencia mamilar y las dinamometrías derecha e izquierda, tanto a la llegada como a la salida de la estancia veraniega. Para conocer el estado nutricional de los chicos al entrar en las colonias, se ha procedido a comparar su IMC promedio (en función de la edad y del sexo) con las referencias contemporáneas de Blanco 6 procedentes de escuelas públicas españolas. Para ello, ha sido necesario, primero, calcular la media de dicho índice de estatura-ponderal a partir de los promedios de la talla y peso que aporta el mencionado estándar coetáneo. Después se han establecido las diferencias entre las medidas directas de los colonos (la talla, el peso, la circunferencia mamilar y la fuerza muscular estática de ambas manos) e indirectas (IMC) a la entrada y a la salida de la colonia. Dicha diferenciación se ha realizado en función del sexo y de los grupos de edad. Respecto a estos, se ha establecido el punto de corte en los 11 años, ya que, además de coincidir con la mediana, corresponde al comienzo de la diferenciación sexual prepuberal (al menos, del componente adiposo). Determinada la normalidad de todos los valores estudiados, se ha procedido a aplicar el test de comparación no paramétrico de muestras pareadas (Wilcoxon), que confronta los datos de cada sujeto consigo mismo.
Con el software Anthro Plus de la OMS 14 se han estimado las desviaciones Z específicas para cada grupo de edad y de sexo respecto a dos variables: el IMC/edad y la talla/edad. Se han categorizado las dos para determinar, por un lado, el nivel de bajo peso y, por otro, el grado de desnutrición crónica. En ambos casos se han utilizado los puntos de corte establecidos por la OMS 15. Seguidamente, se ha comparado la situación nutricional y las categorías nutricionales de desnutrición crónica de los individuos en función del sexo y de los grupos de edad, tanto al inicio como al final de la colonia.
Por último, es necesario señalar que el análisis estadístico de tratamiento de datos se ha realizado con el programa SPSS v.22.
RESULTADOS
La alimentación era un aspecto fundamental en las colonias, ya que uno de sus principales objetivos era la mejora nutricional de los asistentes. En el almuerzo, las cantidades diarias por cada colono eran aproximadamente 350 g de sopa variada, 450 g de cocido (garbanzos, alubias, patatas, coles y grasas), 195 g de carne y/o tocino, 100 g de carne asada, 155 g de fruta (o, en su lugar, 50 g de queso), 175 g de pan, 150 de dulces los domingos y 0,15 l de vino. La cena constaba de 450 g de ensalada cocida, 150 g de carne o pescado, postre, pan y vino, como en las comidas 9. En la segunda colonia escolar del MPN 16 se indica que se variaba levemente la cena, y se suministraba un plato más de lo arriba indicado. El desayuno 17 consistía en leche con café o chocolate y pan con mantequilla. En la merienda (cuando la había) se les proporcionaba chocolate, galletas, queso, etc. La preparación o el cocinado de los alimentos se realizaba con manteca, tal y como aparece en los gastos correspondientes a diversas colonias.
Se ha analizado la idoneidad de la dieta con el cuestionario KidMed 13. El resultado promedio mediante este test arroja un resultado de 9 puntos. Esta puntuación por sí misma resulta bastante alta (el máximo son 12 puntos). La estimación presenta algunos problemas derivados de la limitación de las fuentes documentales. Así, por ejemplo, no han podido puntuarse positivamente dos aspectos de dicha encuesta (el consumo casi a diario de pasta o arroz y la ingestión dos o tres veces por semana de frutos secos) debido a que no figuran en los documentos. En cualquier caso, la mencionada valoración de 9 corresponde a una dieta de calidad óptima.
Se calcularon los IMC promedios de alumnos coetáneos de escuelas públicas españolas 6 y se compararon con los que tenían los menores en función de la edad y del sexo al comenzar la colonia. En la Figura 1 puede verse claramente que los segundos tenían un IMC inferior a los primeros, algo que se cumple en ambos sexos, aunque las diferencias entre dichos índices de estatura-ponderales resultan mayores en el caso femenino. Estas cifras demuestran que los participantes en las colonias tenían peor estado nutricional que los chicos y las chicas de su misma edad y sexo. El motivo puede achacarse a que los maestros o médicos encargados de la selección de los colonos escogían a aquellos que vivían en condiciones más precarias y/o que incluso padecían determinadas dolencias físicas.
En la Tabla I y Tabla II, correspondientes a varones y mujeres, respectivamente, puede verse que todos los valores correspondientes a la salida son superiores a los de la entrada en todos los grupos de edad. Al comparar los datos correspondientes de talla, peso e IMC durante la estancia (23,53 ± 3,07 días), se confirma que los niños y adolescentes mejoraron notablemente su estado nutricional. Igualmente, la relación entre las cifras de la presión en ambas manos y la circunferencia mamilar verifican que los menores incrementaron su desarrollo físico y su complexión, respectivamente. Como se ha establecido sistemáticamente un cotejo entre la entrada y la salida de las colonias, habría que añadir que las diferencias entre los promedios de las seis variables aludidas anteriormente resultaron ser también muy significativas (p < 0,001).
Tabla I. Promedios de distintas variables antropométricas de los varones a la llegada y a la salida de las colonias

Tabla II. Promedios de distintas variables antropométricas de las mujeres a la llegada y a la salida de las colonias

A continuación, tal y como se detallaba en material y métodos, se categorizaron los IMC/edad al comienzo y al final de la estancia, según los puntos de corte establecidos por la OMS 15. En la Tabla III (de varones) y en la Tabla IV (de mujeres) se comprueba claramente que, en los dos grupos de edad, se reducen los porcentajes de sujetos con diferente grado de bajo peso y aumentan principalmente los de normopeso y, en menor medida, los del resto de las categorías. Una vez más, hay que destacar que la comparación entre las cifras de entrada y las de salida resultaró ser muy relevante en todos los casos (p < 0,001). Estos resultados nuevamente confirman que la dieta ingerida en las colonias hizo que la condición nutricional de los asistentes mejorara sensiblemente.
Tabla III. Categorías nutricionales de la serie masculina a la llegada y a la salida (IMC para la edad, según la OMS [15])

Del mismo modo, a partir de la relación talla/edad, se establecieron también las categorías de desnutrición crónica a la llegada y a la partida de la colonia, según la OMS 15. En la Tabla V y Tabla VI, correspondientes a varones y mujeres, respectivamente, se constata que disminuyen los porcentajes de las citadas desnutriciones crónica severa y moderada al final de la estancia en la colonia (excepto algún caso puntual en la serie masculina). Correlativamente, se confirma que los porcentajes del crecimiento no retardado aumentan a la salida. Todo lo expuesto sigue corroborando que en los pocos días de los que disponían los colonos de una dieta óptima se reducían sus niveles de desnutrición crónica severa y moderada y aumentaba el porcentaje de individuos con crecimiento no retardado.
Tabla IV. Categorías nutricionales de la serie femenina a la llegada y a la salida (IMC para la edad, según la OMS [15])

Tabla V. Categorías nutricionales de desnutrición crónica de la serie masculina a la llegada y a la salida (talla para la edad)

CONCLUSIONES
Los documentos que contienen los datos relativos a la alimentación en las colonias presentan algunas pequeñas discrepancias. Así, por ejemplo, en la segunda colonia escolar del MPN 16 se menciona que los colonos tomaban poca carne y nunca en la cena, lo cual no coincide exactamente con lo mencionado en la primera 9. Igualmente, existe una incongruencia respecto al vino, ya que en unos documentos 16) se constata que los escolares no debían tomarlo nunca y en otros 9 se indica que ingerían 0,15 l de vino tanto en la comida como en la cena. Estas nimias discordancias en ningún caso invalidan que la dieta fuera de calidad óptima
Las medidas recopiladas en esta investigación no pueden equipararse a las tomadas actualmente en cualquier estudio científico. Es obvio que los médicos que realizaban las fichas antropológicas en cada colonia eran diferentes y, por tanto, no tenían uniformidad de criterios. Además, hay que señalar que en ninguno de los documentos consultados existen referencias de los aparatos utilizados, pero también es importante señalar que las medidas corporales en la infancia y en la adolescencia de finales del siglo XIX y principios del XX son sumamente escasas y las relativas al sexo femenino son prácticamente inexistentes.
La dieta que se le daba a los escolares de las colonias fue óptima, muy variada y saludable. Esto encaja con el hecho de que uno de los objetivos prioritarios de estas actividades veraniegas organizadas por la ILE era establecer un régimen alimentario adecuado para los colonos. Es patente que ese propósito resultaba particularmente meritorio en una época como aquella y en un ambiente cultural poco propicio a tales empeños.
Los individuos antes de su estancia en las colonias tenían una situación nutricional peor que sus compañeros españoles de la misma época. Sin embargo, durante su permanencia acrecentaron todos los parámetros antropométricos relacionados directamente con la alimentación: la talla, el peso y el IMC. Esto era uno de los propósitos fundamentales de los organizadores de las colonias, ya que los "colonos" presentaban en la mayoría de los casos una deficiente ingesta nutricional y, con frecuencia, problemas de anemia. Del mismo modo, las actividades y ejercicios al aire libre realizados en las colonias fomentaron el incremento de los valores de dinamometría derecha e izquierda y de la circunferencia mamilar. En este punto no puede olvidarse que uno de los objetivos del MPN era favorecer las facultades físicas durante la infancia y la adolescencia.
Es evidente que los objetivos nutricionales de las colonias de vacaciones se cumplieron sobradamente, tal y como lo demuestra la disminución de los casos de severo y moderado bajo peso y el aumento, en cambio, de los de normopeso. En la misma línea, bajan los porcentajes de menores con desnutrición crónica severa y moderada y crecen los de individuos con crecimiento no retardado. Todo lo anteriormente expuesto reafirma que la dieta óptima repercutió muy positivamente en la condición nutricional de los colonos.
En conclusión, puede afirmarse que las colonias escolares promovidas y organizadas por la ILE cumplieron sus expectativas, ya que, a través de vacaciones en el mar o la montaña, aspiraban a "arrancar de las garras de la muerte" a niños débiles, pretuberculosos o con tisis pulmonar mediante el fortalecimiento de sus músculos, el incremento de su peso, el aumento de su estatura y la ampliación de su capacidad pulmonar 17.