IMPORTANCIA DE LA VITAMINA D PARA LA SALUD
La vitamina D es un nutriente esencial, cuya principal función es la regulación de la homeostasis del calcio y del fósforo en el organismo. La deficiencia severa en vitamina D es causa de raquitismo en niños (1) y de osteomalacia en adultos (2), aunque esta situación es poco frecuente en los países desarrollados. Sin embargo, la deficiencia subclínica es más prevalente y un bajo estatus en vitamina D aumenta el recambio óseo, disminuye la densidad ósea y se asocia a un mayor riesgo de fracturas y de osteoporosis en adultos.
Además de esta función bien conocida sobre la salud ósea, la vitamina D también se ha relacionado con la salud cardiovascular (3). La vitamina D disminuye la síntesis de triglicéridos y aumenta los niveles de colesterol HDL, lo que mejora la colesterolemia. También reduce el riesgo de hipertensión porque disminuye la actividad plasmática de la renina y la actividad de la paratohormona. Asimismo, reduce el riesgo de diabetes al aumentar la secreción pancreática de insulina y la sensibilidad de los receptores periféricos a esta hormona.
Por último, en los últimos años se ha constatado que hay otras células y tejidos, como los macrófagos, el cerebro, el tejido mamario, la próstata o el colon, que tienen capacidad de activar la vitamina D (convirtiendo el 25[OH]D en 1,25[OH]2D). Además, muchas de estas células expresan receptores para la vitamina D que activan procesos metabólicos relacionados con la reparación de ADN, la actividad antioxidante y la regulación del crecimiento y de la diferenciación celular (4). Por esta razón, la deficiencia en vitamina D se ha asociado con las enfermedades cardiovasculares, la resistencia a la insulina, las enfermedades respiratorias, el cáncer, la tuberculosis, las infecciones víricas y la infertilidad, entre otras (5,6).
ESTATUS EN VITAMINA D E INGESTAS RECOMENDADAS
La situación nutricional en vitamina D se valora midiendo las concentraciones séricas del metabolito inactivo 25(OH)D, ya que es el que mejor refleja la cantidad de vitamina D que hay en nuestro organismo, tanto la de síntesis endógena como la aportada con la dieta (Tabla I). Se estima que el 80 % de la vitamina D circulante procede de la síntesis cutánea por acción de la luz ultravioleta B (UVB) que la sintetiza a partir de 7-dehidrocolesterol (7). El 20 % restante procede de la dieta.
Diferentes sociedades científicas y expertos han establecido que los niveles adecuados son los superiores a 20 ng/mL (o 50 nmol/L) (8-12) y que niveles por debajo de estas concentraciones se asocian con alteración del metabolismo óseo, mayor riesgo de caídas y miopatía en adultos (13). Además, los valores entre 20 y 30 ng/mL se asocian a hipovitaminosis o insuficiencia, mientras que las concentraciones entre 30 y 50 ng/mL son las que se consideran suficientes y óptimas, ya que maximizan los efectos óseos, musculares y los demás efectos extraóseos de la vitamina D, sin efectos tóxicos. Por último, algunos autores establecen valores a partir de los cuales pueden aparecer efectos adversos para la salud, en general por encima de 50 ng/mL (7).
Para alcanzar o mantener unos niveles adecuados de vitamina D es necesario que se sintetice en cantidades adecuadas o que se aporte en cantidad suficiente por la dieta. Sin embargo, la síntesis cutánea es con frecuencia nula o insuficiente, ya que es necesario que los rayos de luz UVB incidan sobre la piel con un ángulo adecuado y que no haya barreras que impidan la acción de la luz sobre la piel. La síntesis cutánea en invierno es insuficiente en zonas del planeta que están por encima de una latitud de 40°, según unos autores (14), o sobre los 35 o 33 grados, según otros (9) (la península Ibérica se encuentra por encima de 35°). Incluso en verano la síntesis en estas latitudes solo es óptima cuando la exposición solar se da entre las 10 a.m. y las 3 p.m., que es cuando los rayos solares inciden con un ángulo adecuado. Ir excesivamente tapado o cubierto con ropa, el uso de fotoprotectores, la polución o el hecho de que cada vez realizamos más actividades en interiores, entre otros factores, contribuye a que la síntesis de vitamina D sea generalmente insuficiente, incluso en verano.
Cuando la síntesis de vitamina D no es suficiente debemos obtenerla a partir de la dieta. Por esta razón el Instituto de Medicina Americano (IOM) (15), como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) (14) y otros grupos de expertos (16), han establecido unas ingestas diarias recomendadas para la vitamina D (Tabla II), suficientes para poder alcanzar unas concentraciones séricas de 20 ng/mL de vitamina D. Estas recomendaciones de ingestas están dirigidas a personas sanas que no tengan alguna patología y en situaciones en las que hay una exposición mínima o nula a la luz solar y se marcan considerando que la ingesta de otros nutrientes con los que pueda interaccionar la vitamina D, como el calcio, es adecuada.
SITUACIÓN EN VITAMINA D EN ESPAÑA, INGESTA Y FUENTES
Las concentraciones séricas de vitamina D son con frecuencia bajas en muchos países del mundo (17), y España no es una excepción. Diferentes estudios realizados en nuestro país muestran que los niveles séricos medios están próximos, y en ocasiones por debajo del valor de 20 ng/mL (18), y que el porcentaje de individuos con deficiencia moderada (< 20 ng/mL) oscila desde el 37,2 % en adultos (19) hasta el 51,0 % en escolares (20).
En cuanto a la ingesta de la vitamina D en la población española, los estudios realizados en muestras representativas de la población también indican que es insuficiente en todos los grupos de edad y sexo. Así, el estudio ENALIA, realizado en población infantil y adolescente (n = 1862) desde 6 meses y hasta 18 años de edad (21), constata que la ingesta usual media de vitamina D en todos los grupos de edad y sexo estudiados se encuentra muy por debajo de los requerimientos estimados medios que establece el IOM y de las ingestas adecuadas (IA) marcadas por EFSA, de manera que prácticamente el 100 % de la población tiene ingestas insuficientes.
En el estudio EsNuPi, realizado en 1448 niños y niñas desde 1 año de edad y hasta los 10 años, se analizaron dos cohortes: una denominada cohorte de referencia, representativa de la población infantil de estas edades, y otra de consumidores de leches infantiles enriquecidas. En ninguno de estos dos grupos la ingesta media de la vitamina D alcanzaba a cubrir las IA de EFSA y el porcentaje de niños y de niñas que las superaba era inferior al 1 % en ambos grupos (22). Es de destacar en este estudio que la cohorte de consumidores de leches infantiles enriquecidas tiene una ingesta media más elevada de vitamina D y más próxima a la IA, aunque el porcentaje de niños y de niñas que consigue cumplir con las recomendaciones sigue siendo muy bajo (22).
Por último, el estudio ANIBES, realizado en población entre los 9 y los 75 años de edad (n = 2009), muestra también ingestas muy bajas de la vitamina D en todos los grupos de edad y solo el 7 % de la población supera las IA marcadas por EFSA (23).
En relación con las fuentes dietéticas de vitamina D, aunque en cada estudio se agrupan los alimentos de forma diferente, suelen coincidir en casi todos los grupos de edad. Así, en el estudio ENALIA la principal fuente de vitamina D fueron los pescados azules (21,1 %), seguidos de los cereales de desayuno (16,2 %), los huevos (12,8 %), los preparados infantiles (10,9 %) y las leches (8,8 %) (24); en el estudio ANIBES fueron los pescados y los mariscos en general (25,6 %), los huevos (24,6 %), la leche y los productos lácteos (22,6 %) y los cereales y derivados (14,9 %) (23); y en el estudio EsNuPi en la población infantil general son también la leche y los productos lácteos (37,8 %), los pescados y mariscos (24,1 %), los huevos (13,1 %) y los cereales (9,5 %). Fue especialmente significativo el aporte del grupo de leche y de productos lácteos entre los consumidores de leches infantiles enriquecidas (72,8 %) (22).
CÓMO MEJORAR LA INGESTA DE VITAMINA D. ALIMENTOS QUE CONTIENEN VITAMINA D
La vitamina D se encuentra de forma natural en muy pocos alimentos y se localiza principalmente en las partes grasas de los alimentos y en el hígado de los animales (donde se almacena). Entre las principales fuentes naturales de vitamina D una de las más ricas es el aceite de hígado de bacalao, que aporta unos 21 microgramos en una cucharada por cada 10 gramos de aceite, el equivalente a una cucharada (25) (Tabla III). Son también fuente importante de vitamina los pescados grasos, como la palometa, el jurel, el salmón, las sardinas, el atún o la dorada. Otras fuentes importantes son el huevo, ya que dos unidades aportan aproximadamente 1,8 mg de vitamina D, que se localiza principalmente en la yema, y, por último, los productos lácteos. Dentro de este grupo destacan los quesos curados.
Además de estos alimentos que contienen de forma natural vitamina D, podemos encontrarla en alimentos enriquecidos. El enriquecimiento o fortalecimiento en micronutrientes es una de las estrategias de Salud Pública que la OMS y la FAO consideran que puede ser más eficaz y rentable para mejorar la ingesta de nutrientes de la población. Para ello se recomienda el fortalecimiento de alimentos que tengan un consumo sostenido por un porcentaje elevado de la población. En este sentido, son buenas matrices los lácteos, ya que tienen presencia a diario en la dieta de numerosas personas. Un vaso de leche enriquecida en vitamina D aporta entre 2 y 4 µg de vitamina D. También se enriquecen los cereales de desayuno, lo que les ha convertido en una fuente significativa de vitamina D cuando los alimentos de origen vegetal habitualmente no tienen o contienen muy poca cantidad de vitamina D.
La incorporación de alimentos enriquecidos en la dieta ha demostrado ser una estrategia eficaz para mejorar la ingesta de la vitamina. En el estudio EsNuPi, los niños y las niñas que consumen habitualmente leches infantiles enriquecidas tienen una ingesta de vitamina D entre 2 y 3 veces superior a la de los que toman leches convencionales, en todos los grupos de edad (22), y tomar 2 o más raciones de leche al día ayudó a que los consumidores de leches infantiles enriquecidas tuvieran una ingesta de vitamina D superior a la de niños y niñas consumidores de otro tipo de leches.