INTRODUCCIÓN
En 1987, Naciones Unidas definió la sostenibilidad como aquello que permite “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias”. Para lograrlo, es necesario realizar esfuerzos concretos por parte de todos.
El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales aprobaron la denominada Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible (1). Esta agenda cuenta con 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) (Fig. 1) en los que se detallan metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años con el fin de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Estos objetivos incluyen, desde la eliminación de la pobreza hasta el combate del cambio climático, pasando por la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.
De los 17 ODS, muchos están directa o indirectamente relacionados con la sostenibilidad del sistema agroalimentario. En concreto, destacan los objetivos: 2: Hambre cero; 6: Agua limpia y saneamiento; 12: Producción y consumo responsables; 13: Acción por el clima; 14: Vida submarina; y 15: Vida de ecosistemas terrestres.
SOSTENIBILIDAD ALIMENTARIA
Se entiende por “sistema alimentario sostenible” aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas sin poner en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales de la seguridad alimentaria de futuras generaciones (2).
Son muchos los datos a nivel mundial que manifiestan cómo el modelo alimentario, la producción y el consumo de alimentos actuales son insostenibles. El sector agroalimentario tiene un impacto considerable en el medio ambiente. Según un estudio reciente, entre un 21 y un 37 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero proceden de los sistemas alimentarios (3).
Por tanto, la humanidad se enfrenta al inmenso desafío de atender las necesidades alimentarias y nutricionales de una población mundial creciente, cada vez más rica y urbanizada, y al mismo tiempo, preservar los recursos naturales y productivos. Para ello, los sistemas alimentarios deben experimentar cambios en modelos productivos y en patrones de consumo, con el fin de lograr una mayor eficiencia y equidad en el uso de los recursos y en el consumo de alimentos encaminando el sistema hacia dietas saludables más sostenibles.
Siguiendo las indicaciones establecidas en la Agenda 2030, la Unión Europea (UE) elaboró el Pacto Verde Europeo (PVE) (4), el cual es un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es situar a la UE en el camino hacia una transición ecológica, para lograr alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. El PVE abarca todos los sectores de la economía (transporte, energía, edificios, industrias, etc.), incluido el de agricultura.
Una iniciativa clave del PCV es la estrategia “De la granja a la mesa” (5). Esta estrategia pretende evolucionar el sistema alimentario de la UE hacia un modelo sostenible. Sus principales objetivos son:
− Garantizar suficientes alimentos, y que sean asequibles y nutritivos, sin superar los límites del planeta.
− Reducir a la mitad el uso de plaguicidas y fertilizantes y la venta de antimicrobianos.
− Aumentar la cantidad de tierra dedicada a la agricultura ecológica.
− Promover un consumo de alimentos y dietas saludables más sostenibles.
− Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
− Luchar contra el fraude alimentario en la cadena de suministro.
− Mejorar el bienestar animal.
− La estrategia prevé una serie de propuestas legislativas sobre:
− Agricultura ecológica.
− Etiquetado sobre propiedades nutritivas en la parte frontal del envase y etiquetado de alimentos sostenibles.
− Reducción del desperdicio de alimentos.
Para lograr los objetivos planteados en esta estrategia “De la granja a la mesa”, se debe actuar con un enfoque integral: actuando a nivel de producción, procesado, distribución, venta y consumo. Por tanto, la rendición de cuentas de todos debe mejorar si se quiere contribuir al desarrollo sostenible del planeta.
ASPECTOS CLAVE PARA LA CONTRIBUCIÓN DEL CONSUMIDOR A LA SOSTENIBILIDAD ALIMENTARIA
Para lograr que las personas, como consumidores, aborden los crecientes desafíos ambientales con éxito, se requiere de guías y recomendaciones sólidas basadas en la ciencia.
El Decálogo para la alimentación sostenible en la Comunidad: declaración de Gran Canaria 2016 (6) es una iniciativa promovida por la Academia Española de Nutrición, y otras sociedades e instituciones científicas, que incluye diez claves para que los consumidores puedan contribuir a mejorar la sostenibilidad alimentaria (Tabla I).
En esta línea, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) elaboró en diciembre de 2022 un documento que recoge Recomendaciones dietéticas, saludables y sostenibles complementadas con recomendaciones de actividad física para la población española (7) (Tabla II). Las recomendaciones derivan de un informe técnico elaborado por un Comité Científico de AESAN (8), basado en sugerencias de la Autoridad Europea de Se- guridad Alimentaria (EFSA) y en una revisión exhaustiva de la evidencia científica más reciente, en línea con los ODS y dentro del marco del patrón de dieta mediterránea, mayoritaria en nuestro país. El informe recomienda adoptar un patrón de dieta variada y equilibrada, con predominio de alimentos de origen vegetal y menor presencia de alimentos de origen animal, que puede mejorar el estado de salud y bienestar, a la vez que reducir el impacto medioambiental (Fig. 2).
VENTAJAS E INCONVENIENTES EN LA SALUD DEL MANTENIMIENTO DE DIETAS SOSTENIBLES
Teniendo en cuenta las guías y recomendaciones anteriormente mencionadas, parece claro que la tendencia es que los individuos intenten adaptarse al seguimiento de dietas especialmente ricas en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, legumbres y frutos secos). Este tipo de dietas presenta una serie de ventajas teóricas:
− Mayor contenido en fibra. Un mayor aporte de fibra está asociado con la prevención del estreñimiento y, a largo plazo, con la prevención de algunas patologías como el cáncer de colon y la diabetes mellitus.
− Niveles más bajos de ácidos grasos saturados y coles- terol y mayor contenido de ácidos grasos poliinsaturados. Esto condiciona un menor riesgo de hipertensión, hi- percolesterolemia y, por tanto, enfermedad cardiovas- cular.
− Mayor contenido en nutrientes antioxidantes. El mayor contenido en vitamina E, vitamina C y carotenoides se asocia a un efecto reductor de la fracción LDL-colesterol y a una posible acción antitumoral.
− Mayor consumo de frutas y hortalizas, lo cual se asocia a prevenir la obesidad.
De hecho, son muchas las revisiones sistemáticas y metaanálisis recientes que destacan todos los beneficios descritos previamente (9-15).
Sin embargo, a pesar de las ventajas, las dietas especialmente ricas en alimentos de origen vegetal pueden plantear inconvenientes, sobre todo aquellas que no incluyen ningún tipo de alimento de origen animal, como son las dietas veganas. Entre los inconvenientes, destacan:
− Menor contenido calórico. De manera general, estas dietas presentan una menor densidad calórica frente a las dietas que incluyen alimentos de origen animal. Además, estos alimentos presentan mayor dificultad en su digestión si se trata de cantidades relativamente grandes.
− Las proteínas animales contienen todos los aminoácidos esenciales, mientras que las proteínas vegetales tienen deficiencia de alguno (aminoácido limitante). Por ello, las personas, y especialmente aquellas con mayores requerimientos, deben saber combinar las proteínas vegetales de manera adecuada para lograr un aporte óptimo de aminoácidos esenciales.
− El exceso de alimentos de origen vegetal puede suponer una mayor ingesta de fitatos (sobre todo en cereales integrales) y oxalatos (espinacas, nueces y cacahuetes), que disminuyen la absorción de minerales a nivel intestinal.
− Las dietas basadas en vegetales contienen poco colesterol y, además, tienen un elevado cociente de ácidos grasos poliinsaturados/saturados. Este tipo de dietas, cuando son llevadas al extremo, pueden producir concentraciones bajas de HDL-colesterol, lo que condiciona un perfil paradójicamente aterogénico.
− Algunos nutrientes requieren especial atención en la planificación de dietas nutricionalmente adecuadas en algunos colectivos, en concreto, las vitaminas del grupo B, la vitamina D, el hierro, el calcio y el zinc, ya que son indispensables para el correcto crecimiento y desarrollo de los escolares y adolescentes, o para las embarazadas o las personas de edad avanzada.
− Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tienen una etiología compleja y la práctica previa de una dieta vegetariana o vegana no parece aumentar el riesgo de un trastorno alimentario, aunque algunas personas con trastornos alimentarios preexistentes pueden elegir estas dietas para contribuir a su limitación de ingesta de alimentos.
Diferentes estudios señalan que las dietas especialmente ricas en alimentos de origen vegetal (vegetarianas e incluso veganas), siempre que estén bien planificadas y combinen adecuadamente los alimentos, son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital. Sin embargo, hay algunas etapas de la vida (escolares, adolescentes, ancianos) y algunas situaciones fisiológicas especiales (embarazadas, deportistas) en las que se debe estar especialmente atento a los aumentos de ciertos requerimientos nutricionales, que podrían verse comprometidos en caso de no mantener una correcta planificación dietética, lo que podría derivar en problemas para la salud (16,17).
CONCLUSIÓN
Dado que las recomendaciones de los diferentes organismos e instituciones van dirigidas a adoptar un patrón de dieta variada y equilibrada, con mayor predominio de alimentos de origen vegetal y menor presencia de alimentos de origen animal, para mejorar el estado de salud y bienestar y reducir el impacto medioambiental, deberían promoverse estrategias que faciliten la transición a los consumidores, con programas de educación nutricional que incluyan instrucciones específicas acerca de las combinaciones de alimentos más adecuadas para aumentar el valor nutricional de la dieta. Además, en situaciones fisiológicas específicas en las que alcanzar los requerimientos nutricionales pudiera estar comprometido, podría considerarse el consumo de alimentos enriquecidos y, posiblemente, la administración de suplementos.