Actualmente se está procediendo a cambiar el modelo asistencial tradicional, basado en la atención al paciente con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) en las consultas externas del hospital por parte de un gastroenterólogo en solitario, con escasez de métodos diagnósticos y pocas opciones terapéuticas, por otro modelo consistente en la implantación de unidades asistenciales integradas dedicadas a la EII (UAI-EII).
La creación de estas UAI está justificada por varios factores. Por una parte, la prevalencia y la incidencia de la EII están aumentando en nuestra sociedad y la EII ha pasado a considerarse dentro de las patologías inflamatorias crónicas inmunomediadas. Por otra parte, se trata de una enfermedad muy compleja en la que se usan fármacos biológicos (30 %), se emplea la cirugía (el 80 % se someten al menos a una intervención), el manejo es difícil y la evolución es en forma de brotes. Además, la EII consume muchos recursos y hace necesaria la búsqueda de la mayor eficiencia mediante una gestión integrada de accesibilidad, ingresos/reingresos, circuitos de derivación, docencia e investigación, todo ello teniendo como centro al paciente (1).
Los objetivos de estas unidades también son múltiples y consisten en ofrecer una atención integral continuada, individualizada y de excelencia, tanto presencial como a distancia, al paciente; emplear el manejo multidisciplinar y coordinado con otras especialidades; utilizar las nuevas tecnologías como canal de comunicación entre el usuario y el servicio de salud; participar y promocionar la investigación y la docencia en el campo de la EII; y reforzar la autonomía y la decisión compartida del paciente.
El Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU) ha acreditado ya 71 unidades en España. Para ello utiliza un conjunto de indicadores de calidad que se dividen en indicadores de estructura (cirugía, aparato digestivo, enfermería, endoscopia, reumatología), de resultado (cirugía, experiencia del paciente) y de proceso (seguimiento de pacientes, acceso a medicamentos, participación del paciente, vacunación, comité de inflamatoria y ostomía).
Resalta el hecho de que no aparecen en el esquema utilizado por GETECCU ni las unidades de nutrición ni la endocrinología, por lo que cabe preguntarse cuál es su papel (Fig. 1).
El papel de la nutrición consiste principalmente en evitar la desnutrición del paciente con EII. Para ello se implementa un plan estratégico que consiste en formar en nutrición al equipo multidisciplinar, aplicar pruebas de cribado de desnutrición y de sarcopenia, definir protocolos clínicos de evaluación y tratamiento nutricionales, y proceder a evaluar la calidad de la atención mediante indicadores. Las guías clínicas inciden en que, en caso de riesgo nutricional, se debe utilizar una herramienta validada para cribar la desnutrición, tanto en el momento del diagnóstico como durante el seguimiento clínico. La desnutrición, si se confirma, debe tratarse, dado que empeora el curso clínico, la calidad de vida y la mortalidad. Durante el proceso, tanto en el medio hospitalario como en el ambulatorio, la enfermería especializada o un dietista deben asesorar al equipo multidisciplinar. Por último, es necesario prehabilitar al paciente quirúrgico para conseguir los mejores resultados tras la cirugía, como se indicó anteriormente (2,3).
Al paciente con EII se le ofrece formar parte del equipo multiprofesional y una atención personalizada centrada en la enfermería especializada en aparato digestivo y nutrición. La intervención, con el objetivo de lograr una desnutrición cero y mejorar los resultados de salud, consiste en realizar un cribado precoz del riesgo de desnutrición, diagnosticar en su caso la desnutrición y su gravedad, ofrecer un tratamiento nutricional individualizado y dar formación nutricional y sobre hábitos saludables.
Para finalizar, es preciso recalcar que, en este ámbito, los profesionales de la medicina y de la enfermería, junto con dietistas en función de los recursos disponibles, deben trabajar juntos para sacar el mayor partido a las nuevas tecnologías y atender al paciente con la máxima calidad e individualización. En las figuras 2 y 3 se muestra nuestro modelo de atención y las actividades concretas que se realizan desde nuestra área de conocimiento.