INTRODUCCIÓN
A pesar de los avances en el diagnóstico y en el tratamiento médico y dietético, un elevado porcentaje de la población padece enfermedad cardiovascular (ECV) y es la principal causa de mortalidad a nivel mundial. Por ello, es necesario identificar los factores de riesgo y desarrollar estrategias para prevenir la aparición de esta patología.
FACTORES DE RIESGO CARDIOMETABÓLICO
La ECV está causada por numerosos factores (1) (Tabla I). Existen algunos marcadores (lipoproteína a, homocisteína, proteína C reactiva, fibrinógeno, IL-6, vitamina D, etc.) que han demostrado que pueden añadir valor en la estimación individual del riesgo cardiovascular. Aunque la lista es relativamente extensa, solo unos pocos se consideran como factores de riesgo emergentes consolidados (1).
HDL: lipoproteínas de alta densidad; c-LDL: lipoproteínas de baja densidad; ECV: enfermedad cardiovascular.
La mayor parte de los factores de riesgo modificables de ECV están relacionados con el seguimiento de una alimentación poco saludable, de ahí que la búsqueda de intervenciones dietéticas atractivas y eficaces que permitan a la población adherirse a ellas de forma sostenida en el tiempo sea esencial para prevenir la aparición o reducir el riesgo de esta patología.
RELACIÓN DIETA-ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
El interés en la relación dieta-enfermedad en general, y con la ECV en particular, es muy elevado por parte de la población. Entre los años 1940 y 1980, aproximadamente, se establecieron las primeras directrices para tener una adecuada salud cardiovascular basadas en la ingesta de algunos nutrientes (2). Sin embargo, esta estrategia no tuvo el impacto esperado, ya que centrarse en el papel de los nutrientes es algo reduccionista, puesto que los nutrientes se encuentran dentro de la denominada matriz alimentaria, lo que permite que se produzcan interacciones entre ellos y otros compuestos bioactivos, modulando su biodisponibilidad y sus efectos en la salud (3), que en ocasiones pueden ser diferentes a los esperados con los nutrientes de manera aislada. Por este motivo, las actuales recomendaciones para prevenir la ECV están enfocadas al consumo de alimentos y a su combinación. Además, en la actualidad ya están empezando a prescribirse pautas dietéticas individualizadas de precisión (2).
CONSUMO ACONSEJADO DE ALIMENTOS PARA PREVENIR LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
Una reciente revisión de metaanálisis, de estudios de cohortes y de ensayos clínicos aleatorizados (4), en la que se analizó la asociación entre el consumo de alimentos y la incidencia o mortalidad por ECV, concluyó que, en población adulta sana, el predominio de alimentos de origen vegetal frente al de origen animal, junto con un bajo consumo de sal y la utilización del aceite de oliva frente a otros tipos de aceites o grasas disminuyen el riesgo de ECV. En la tabla II se presentan los resultados de diversos ensayos clínicos controlados y de revisiones sistemáticas relacionados con el consumo de alimentos y las actuales recomendaciones dietéticas para prevenir la ECV. Patrones alimentarios que incluyen este tipo de pautas, como la dieta mediterránea, la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) o la dieta basada en plantas, muestran importantes efectos cardiosaludables (5) (Tabla III).
↓/↑: disminución/aumento ≤ 10 %; ↓↓/↑↑: disminución/aumento > 10 %; ↔: efecto neutro; ±: evidencia insuficiente / controvertida.
Las cantidades de alimentos indicadas son en bruto.
DASH: Dietary to Stop Hypertension; ↓: disminución; c-LDL: lipoproteínas de baja densidad; DM2: diabetes mellitus de tipo 2.
Algunos de los metaanálisis revisados presentan gran heterogeneidad, lo que pone de manifiesto que hacen falta más estudios al respecto y que los resultados podrían variar de unas poblaciones a otras o de un tipo de alimento a otro, por lo que la investigación futura debería enfocarse teniendo en cuenta estas limitaciones.
CONCLUSIONES
La dieta, el estilo de vida, el tabaquismo y la baja actividad física, así como los antecedentes del individuo, entre otros factores, modulan el riesgo cardiovascular. En relación con la dieta, la evidencia señala que los patrones alimentarios en los que predominan los alimentos de origen vegetal, especialmente de cereales integrales, verduras, frutas, legumbres y frutos secos, se asocian a una menor incidencia de ECV y mortalidad por esta enfermedad. A pesar de los esfuerzos realizados en materia de educación nutricional, la ECV sigue siendo la principal causa de muerte a nivel mundial, lo que pone de manifiesto que hace falta desarrollar enfoques atractivos y motivadores que proporcionen conocimientos, habilidades y herramientas de autorregulación que permitan a la población adherirse a hábitos saludables de forma definitiva.