INTRODUCCIÓN
La salud musculoesquelética ha adquirido un interés creciente debido al envejecimiento de la población y al aumento de enfermedades asociadas con la pérdida de masa muscular (MM) y ósea (MO). Estas disminuyen progresivamente a partir de los 40 años y más acentuadamente después de los 60 años, especialmente en individuos sedentarios y con comorbilidades y en mujeres después de la menopausia. La alimentación y el ejercicio físico son fundamentales para la salud en general, especialmente para la salud muscular y ósea. Es esencial entender cómo la nutrición y la dieta influyen en la densidad mineral ósea (DMO), la MM, la fuerza muscular y en la prevención de la osteoporosis, la sarcopenia, las fracturas y las caídas.
OBJETIVO
Analizar la evidencia disponible sobre el papel de la nutrición y la dieta en el mantenimiento de una adecuada salud muscular y ósea y en la prevención de enfermedades asociadas.
PAPEL DE LOS NUTRIENTES EN EL MANTENIMIENTO DE LA SALUD MUSCULOESQUELÉTICA
Las proteínas son esenciales para la síntesis muscular y el remodelado óseo. Estas regulan la hormona paratiroidea y el factor de crecimiento insulínico de tipo 1 (IGF-1), crucial para la actividad de los osteoblastos y la conversión de 25(OH)D3 en la forma metabólicamente activa 1,25(OH)2D3 (1). En niños se ha demostrado que la ingesta de proteínas se correlaciona positivamente con la circunferencia del periostio del antebrazo, con el área cortical y con la DMO (2). La ingesta insuficiente de proteínas es una de las principales causas de osteosarcopenia. No obstante, una ingesta excesiva puede aumentar la acidez, la movilización del calcio óseo y la calciuria (1). Según los resultados de los estudios ENALIA y ANIBES, la ingesta de proteínas supera las ingestas dietéticas de referencia (IDR) en la mayor parte de la población española (3,4). En las personas de edad avanzada, según los resultados de una revisión sistemática reciente, el aumento en la ingesta de proteínas por encima de la recomendación actual de 0,8 g/kg al día podría tener un efecto beneficioso sobre la masa corporal magra y cuando este se combina con ejercicio físico, sobre la fuerza muscular, pero su impacto en la salud ósea es incierto (5). En otra revisión sistemática han concluido que diferentes protocolos de suplementación con proteínas (20 a 45 g al día) no mostraron un aumento de la MM en personas de 60 años y más (6).
El magnesio tiene múltiples funciones relacionadas con la salud muscular y ósea (7) (Tabla I). Una revisión sistemática realizada sobre la relación entre la ingesta de minerales y el desarrollo de sarcopenia en mayores señala que la ingesta de magnesio se asoció positivamente con la masa y la fuerza muscular y con el rendimiento físico (8). En cuanto a la ingesta de magnesio en la población española se observa que esta es insuficiente en adolescentes, adultos (en hombres) y ancianos (9).
El calcio y la vitamina D tienen un papel crucial en la salud musculoesquelética. En concreto, el calcio tiene un papel esencial en la formación, la mineralización y el mantenimiento de la MO y en la contracción muscular. La vitamina D participa en la absorción y en el metabolismo del calcio y del fósforo, así como en la función de los osteoblastos, modulando el crecimiento del hueso e inhibiendo su resorción. Además, participa en la mediación de la función metabólica muscular, en el mantenimiento del tono y de la contracción muscular, favorece el incremento del tamaño de las fibras musculares de tipo II y ayuda en la reducción de la inflamación y en la prevención de lesiones musculares (10). La ingesta de calcio es insuficiente en niños de 9 a 13 años, en mujeres de 14 a 17 años y en ambos sexos en adultos y ancianos (3,9). Es necesario tener en cuenta que existen diversos factores dietéticos que pueden favorecer (lactosa, vitamina D, lisina y arginina) o dificultar (oxalatos, fitatos y grasas saturadas) la absorción del calcio y producir alteraciones a nivel del metabolismo (alcohol) o de su excreción (exceso de proteínas, de sodio, de azúcares y de cafeína). Por ello, es importante tener una ingesta adecuada de proteínas, manteniendo una relación calcio/proteínas de 20 mg/g y una relación calcio/fósforo ≥ 1.
En relación con la vitamina D, la situación es mucho peor, ya que se observa que prácticamente toda la población tiene una ingesta inferior a las IDR (3,9). Un metaanálisis señala que no existe evidencia concluyente sobre el uso de suplementos de vitamina D en la salud muscular e incluso se resalta la posibilidad de que dosis elevadas puedan producir efectos adversos en la función muscular, lo que debe tenerse en cuenta al recomendar su uso (11).
La vitamina C es esencial en la remodelación ósea, pues actúa como modulador de la osteoblastogénesis y de la osteoclastogénesis. Además, contribuye a la síntesis del colágeno al actuar como cofactor en las reacciones de hidroxilación de residuos de aminoácidos que forman parte de las fibras de colágeno. Por otra parte, debido a su función antioxidante, protege al músculo y al hueso frente el estrés oxidativo y es mediadora del sistema inmunológico, lo que también contribuye a una adecuada salud muscular y ósea (12).
Se ha señalado en estudios observacionales que la vitamina C podría tener un efecto positivo en la prevención de la osteoporosis y de las fracturas (12). En cuanto a la ingesta en la población española, se aprecia una ingesta suficiente en la mayoría de la población española, con excepción de los adultos mayores, en los que el 15 % tiene una ingesta inadecuada, de acuerdo con los resultados del estudio ANIBES (13).
Aunque la evidencia actual sobre la relación entre la vitamina B12 y la salud ósea, específicamente en relación con la DMO, y las fracturas es limitada, la evidencia disponible sugiere un posible efecto positivo en la salud ósea (14). La hiperhomocisteinemia (HHcy) se ha asociado con un mayor riesgo de fracturas osteoporóticas, independientemente de la presencia de otros factores de riesgo (15). Se ha descrito que la HHcy se asocia con esta enfermedad debido a varios mecanismos. Estos incluyen la inhibición de la enzima lisil oxidasa (LOX), que participa en el entrecruzamiento del colágeno y de la elastina, lo que es esencial en la síntesis de la matriz ósea. Además ejerce un efecto negativo, en la activación de los receptores óseos (lo que aumenta la degradación ósea) y altera la expresión de proteínas claves en la formación y en la remodelación ósea, como la osteocalcina y osteopontina (1,15). Por otra parte, la deficiencia de vitamina B12 se relaciona con debilidad muscular y con la reducción de la MM en personas mayores y con un incremento de la incidencia de sarcopenia en mujeres mayores (16). Aunque la mayoría de la población española tiene una ingesta adecuada (17), las personas con dietas vegetarianas y veganas pueden presentar deficiencia (18).
La vitamina K actúa como cofactor de la enzima γ-glutamil carboxilasa, facilitando la carboxilación de proteínas óseas como la osteocalcina, crucial para la mineralización ósea y la regulación del calcio (19). En la revisión realizada por Alonso y cols. (20), se señala que algunos estudios observacionales sugieren que concentraciones elevadas de la vitamina se asocian con una mayor DMO y con la reducción del riesgo de fracturas, aunque los resultados de ensayos clínicos son contradictorios. En pacientes con sarcopenia, la suplementación podría mejorar la masa y la función muscular. En la población española, la ingesta de la vitamina se considera suficiente en la mayoría de los casos. No obstante, un porcentaje significativo (39,9% de los hombres y 21,0% de las mujeres) tiene ingestas inferiores a las ingestas adecuadas (21).
PAPEL DE LA ALIMENTACIÓN EN LA SALUD MUSCULAR Y ÓSEA
Se ha sugerido que la dieta mediterránea podría retardar la aparición de la osteoporosis y de la sarcopenia debido a su contenido en nutrientes beneficiosos para la salud musculoesquelética y a las propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que poseen el aceite de oliva, las frutas, las verduras y los pescados. Se ha descrito que estos componentes actúan modulando el microbioma y ejerciendo un efecto beneficioso sobre la salud musculoesquelética (22).
El consumo de algunos alimentos debido a su composición nutricional resulta de gran interés en el mantenimiento de una adecuada salud muscular y ósea (Tabla II).