La población civil es la principal víctima
Paz es el primer requisito para la salud listado en la Carta de Ottawa para la promoción de la salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS)1. No hay nada más devastador para una sociedad que verse directamente involucrada en un conflicto armado. Las guerras lo destruyen todo. No solo hay que tener en cuenta los efectos directos en la salud física, mental y social, sino también los daños en infraestructuras, economía, desarrollo y medio ambiente. Efectos a corto, medio y largo plazo. Familias rotas, ruina económica, sufrimiento y dolor incalculables e irreparables. En lo que va de siglo, las cifras de muertes directas y de personas heridas o mutiladas son difíciles de estimar, y millones de personas han tenido que desplazarse o huir de sus países por culpa de conflictos armados. Si bien se observó una tendencia a la baja en el número de conflictos armados en el mundo entre 1990 y 2011, desde 2012 su número va en aumento2. Lo que no cambia a lo largo de la historia es que la población civil es la principal víctima, sobre todo las mujeres3, víctimas de múltiples formas de violencia, incluyendo la sexual4.
Necesidad de intervenir para erradicarlos
Conflictos entre sociedades siempre ha habido y siempre los habrá. Lo importante es conseguir que la solución de los conflictos no pase por el uso de la violencia. Los conflictos armados son un determinante de origen antrópico relevante de la salud5,6con consecuencias graves. Existe consenso en la sociedad sobre la necesidad de evitarlos. La OMS siempre ha defendido la promoción de la paz7, aunque inicialmente sus actuaciones tenían un impacto más local de atención y servicios con un papel relevante de los médicos y otros trabajadores de la salud. Tras la resolución conjunta de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) en abril de 20168,9, que revisa la idea de «consolidación de la paz» centrándose en sostenerla y consolidarla, la OMS desarrolla la iniciativa «Salud y paz»10de cara a actuar para mitigar el impacto de los conflictos armados y la violencia, y mejorar las perspectivas de una paz local duradera. Sin embargo, a pesar de la cantidad de horror y muerte que conllevaron en el siglo passado11, la realidad nos muestra que la Humanidad es incapaz de evitar la generación de conflictos armados. Tras dos décadas de centuria nueva no parece que hayamos avanzado mucho de cara a su prevención ni cese, ya que la mayoría de los conflictos actuales llevan sin resolverse desde hace más de 30 años2.
Causas de los conflictos armados
A la vista de su persistencia en el nuevo siglo, es necesario analizar las barreras que impiden la lucha contra la generación y el mantenimiento de conflictos armados. En la actualidad nos encontramos ante uno de los mayores brotes de violencia en el conflicto israelí-palestino, que cuenta con más de 75 años de evolución. El pasado 7 de octubre, milicias de la rama militar de Hamás atacaron a militares, milicianos y población civil de territorios ocupados por Israel colindantes con la franja de Gaza, y del actual Estado de Israel, ocasionando unas 1200 muertes y secuestrando a unas 200 personas. Israel ha respondido con un bloqueo de la población de Gaza que impide abastecerla para cubrir sus necesidades básicas para la supervivencia, y bombardeos indiscriminados que en el momento de redactar este texto han provocado la muerte de más de 10000 personas (la inmensa mayoría civiles, incluyendo más de 4500 niños). Además, milicianos colonos y soldados de Israel han matado a más de 100 palestinos en Cisjordania. Los ataques de ambos bandos cumplen criterios para ser considerados, como mínimo, crímenes de guerra, uno de ellos ha sido cometido por una organización considerada terrorista y el otro por un Estado supuestamente democrático.
Conflicto Hamás-Israel y reacción internacional
Las dos organizaciones internacionales más relevantes para prevenir o disuadir sobre conflictos armados son la ONU y la Corte Penal Internacional. Las cuatro primeras propuestas de alto el fuego en Gaza que han sido votadas en el Consejo de Seguridad de la ONU han sido rechazadas directamente gracias a los derechos al veto, principalmente de los Estados Unidos (en tres de ellas) y de Rusia y China (en una de ellas). Esta situación muestra por qué la ONU, con su sistema organizativo actual (antidemocrático neocolonialista, con cinco países con derecho a veto), es incapaz de conseguir el cese de la mayoría de los conflictos armados vigentes en el planeta. La dependencia económica de la ONU de sus miembros más poderosos le impide actuar cuando existen intereses geopolíticos de dichos miembros.
Por otro lado, la Corte Penal Internacional tampoco ofrece soluciones. Los principales países que cometen crímenes no han ratificado sus estatutos (lo que cuestiona que sus dirigentes puedan ser procesados por dicha Corte) y además no cuenta con recursos ejecutores policiales propios, por lo que depende de la cooperación de los Estados, incluso para la ejecución de sus órdenes de detención. En el caso de los flagrantes crímenes de guerra cometidos por Hamás y por Israel desde el 7 de octubre, ningún país firmante lo ha denunciado hasta la fecha a la Corte, ni el fiscal ha actuado de oficio. La acción terrorista de Hamás has sido ampliamente recriminada por la mayoría de los países, que además instan a dejar de lanzar cohetes caseros contra Israel y a liberar a los rehenes. Sin embargo, la desproporcionada respuesta de Israel ha sido apoyada por los mandatarios de los principales países del mundo civilizado democrático occidental invocando su «derecho a defenderse».
Barreras para evitar participar en conflictos armados
En salud pública sabemos que la mayoría de los determinantes de salud más importantes en la actualidad cuentan con barreras para su logro asociadas a importantes intereses económicos. El tabaco, el alcohol, la comida y la bebida basura, o las actividades responsables del calentamiento global del planeta, son claros ejemplos. Para evitar los conflictos armados se deben conocer sus causas y las causas de las causas12. La mayoría de los conflictos más importantes tienen detrás motivaciones puramente político-económicas. A pesar de que existen conflictos armados por diferentes causas, aquellos que implican, ya sea de forma directa o indirecta, a las grandes potencias, como los Estados Unidos o la Federación Rusa, son las más relevantes. ¿Qué barreras existen para luchar contra los conflictos armados? En la lucha contra el narcotráfico, para identificar a los máximos responsables la máxima es «seguir al dinero». Si se utiliza la misma estrategia, para la mayoría de los conflictos terminamos señalando como gran vencedor a la industria armamentística, con un impacto relevante en la economía de las grandes potencias, y su capacidad de disuasión geopolítica. Sin embargo, en el caso del conflicto Israel-Palestina, la lucha por los territorios, la presión por grupos de poder y los apoyos geopolíticos parecen ser la razón de mayor peso.
Papel de la ciudadanía
Entre las recomendaciones de la OMS para prevenir la violencia en el mundo11destacan «definir las prioridades y apoyar la investigación de las causas, las consecuencias, los costos y la prevención de la violencia», «la promoción y supervisión del cumplimiento de los tratados internacionales y la legislación y otros mecanismos de protección de los derechos humanos» y «buscar respuestas prácticas y consensuadas a nivel internacional al tráfico mundial de drogas y de armas». Si la ONU no puede evitar los conflictos armados más relevantes, ¿qué podemos hacer desde la sociedad? La población mayoritariamente es contraria a los conflictos armados. Experiencias como la Guerra de Vietnam nos muestran cómo la oposición de la sociedad civil puede terminar con la participación de un país en un conflicto bélico. Para ello se requiere paz social, política y económica1y es necesario contribuir en una sociedad rica en educación en valores, justa, con respecto a la equidad, con capacidad de razonamiento crítico y democrática. Esa es la base para detener las declaraciones de guerra a nivel político-militar. Actualmente, los medios de comunicación, las redes sociales y la propaganda ejercen una influencia muy importante en la población. Solo hay que comparar cómo se han abordado en Occidente los conflictos de Iraq, Ucrania y Palestina13. En la actual sociedad de la información es necesario fortalecer los valores democráticos y de participación ciudadana en decisiones de seguridad nacional para evitar el impacto de la propaganda de guerra ante la hegemonía del control de los medios de comunicación generadores de opinión por parte de las grandes potencias mundiales.