Introducción
Existe evidencia sobre los efectos del comportamiento en enfermedades crónicas responsables de una parte importante de la morbimortalidad en los países industrializados.1 Conductas como fumar, consumir alcohol, el sedentarismo, o los malos hábitos alimentarios están asociados al cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y diversos problemas respiratorios que contribuyeron al 70,9% de la mortalidad registrada en España durante el año 2016.2
Muchas de estas conductas se inician en la adolescencia y cuando se presentan simultáneamente constituyen un estilo de vida no saludable. 3 La consistencia empírica de los estilos de vida no saludables se sostiene en la interrelación de estas conductas y su agrupación en un patrón coherente.4 Conociendo este factor de agrupamiento pueden desarrollarse estrategias para prevenir globalmente dichas conductas no saludables.5 En este sentido Jessor planteó la existencia de un síndrome que agrupa conductas adolescentes consideradas socialmente transgresoras o problemáticas. Dicho síndrome está formado por los consumos de alcohol, tabaco y otras drogas, comportamientos delictivos y relaciones sexuales no seguras.6,7 En otros estudios, la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol y la búsqueda de sensaciones también se agruparon junto a las conductas problemas identificadas por Jessor.8
A pesar de su desaprobación social, estas conductas no convencionales forman parte del estilo de vida de muchos adolescentes porque favorecen sus relaciones con los pares, fortalecen su autonomía personal y les permiten ganar independencia respecto a los adultos.4 Debido a que suponen un menor grado de transgresión social, otras conductas de riesgo para la salud como el sedentarismo o la escasa higiene dental presentan bajas correlaciones con el síndrome de la conducta problema.9 Dicho de otro modo, el consumo de hachís correlaciona más con el consumo de alcohol que con la higiene dental por el similar grado de no convencionalidad que comparte con la primera.10
De los diferentes ámbitos conductuales de los adolescentes que influyen en la morbimortalidad,11 para este trabajo se eligieron seis comportamientos no convencionales: los consumos de tabaco, alcohol y hachís, no obedecer las normas de tráfico, los comportamientos temerarios y las relaciones sexuales sin preservativo. El primer objetivo del estudio fue estimar la prevalencia de los riesgos para la salud asociados a dichas conductas. El segundo objetivo se centró en analizar la interrelación entre conductas y su asociación en patrones de múltiples riesgos; describir la prevalencia de los diferentes tipos de patrones constituyó el tercer objetivo. Por último, se estudiaron las diferencias de edad y sexo en la prevalencia de patrones no saludables. Los resultados pueden ayudar a identificar la población diana de adolescentes con múltiples riesgos y a prevenirlos de manera conjunta.
Método
Estudio descriptivo transversal mediante encuesta on line. Para establecer contacto con los participantes se utilizó un anuncio colocado en la red social Facebook vinculado con una dirección web, que dirigía a un cuestionario online sobre conductas de riesgo. Los criterios de inclusión fueron (a) sujetos de 14 a 19 años de edad, (b) con residencia en España y (c) que estaban dispuestos a completar una encuesta online sobre comportamientos relacionados con la salud.
Las encuestas basadas en la Web facilitan la recogida de datos para la investigación en salud.12 En particular las redes sociales, especialmente Facebook, son un recurso innovador para motivar la participación de los jóvenes en estudios sobre comportamientos de riesgo relacionados con la salud.13,14Por otro lado, utilizar anuncios en redes sociales ayuda a localizar personas estigmatizadas en el mundo offline, o reacias a conocer a los investigadores cara a cara.13 También se animó a los participantes que compartieran la URL con otras personas. Este muestreo de bola de nieve aumenta el tamaño de la muestra en investigaciones que estudian aspectos sensibles del comportamiento como los que nos ocupan.15
En la cabecera del cuestionario se incluyó información sobre los objetivos de la investigación, el carácter voluntario de la participación y las garantías de anonimato y confidencialidad de todo el proceso. En la primera página del cuestionario se solicitó el consentimiento para participar en el estudio, también se facilitó una dirección electrónica para consultar dudas y pedir información adicional si se deseaba. El estudio contó con el informe favorable del Comité de Bioética de la Universidad de Huelva. Se estableció un plazo máximo de 12 semanas para contestar el cuestionario.
Se recibieron 552 cuestionarios, tras su depuración se eliminaron 28 por errores o incoherencia en las respuestas; por ejemplo, respuestas sistemáticas (se elige la misma alternativa de respuesta para un conjunto de preguntas que aparecen juntas en el cuestionario), o contradictorias (se responde de manera opuesta a dos preguntas referidas al mismo tema).
Se elaboró un cuestionario a partir de los utilizados en el estudio de estilos de vida relacionados con la salud en adolescentes de países europeos (Health Behaviour in School-aged Children-HBSC)16 y Estados Unidos (Youth Risk Behavior Surveillance System-YRBSS).17 Ambos cuestionarios (HBSC y el YRBSS) han sido previamente validados.18,19
El cuestionario incluyó preguntas sobre datos sociodemográficos y comportamientos de riesgo para la salud. En concreto para el presente trabajo se preguntó:
- Durante el mes pasado, ¿cuántos cigarros de media te has fumado al día? (cinco opciones de respuesta, desde 1= Ninguno hasta 5= Más de un paquete diario).
- ¿Cuántas veces te has emborrachado en los últimos seis meses? (1= Nunca hasta 5=Más de 10 veces).
- Cuando eres peatón, ¿respetas las señales de tráfico: cruzar los semáforos en verde, cruzar las calles por los pasos de peatones, etc.? (1=Siempre hasta 5= Nunca).
- ¿Con qué frecuencia utilizas el preservativo en tus relaciones sexuales? (1=Siempre hasta 5= Nunca).
- ¿Con qué frecuencia haces cosas peligrosas para probar cómo son? (1=Nunca hasta/ 5=Muchas veces).
- ¿En los últimos 30 días has consumido hachís/porros o marihuana? (1=Nunca hasta 5=Más de 10 veces).
Se consideró que valores mayores de 1 suponían riesgos para la salud. Combinando estas conductas se calculó la prevalencia de los patrones de 1, 2, 3, 4, 5 y 6 riesgos según sexo y edad de los participantes.
Se crearon tres grupos de edad en función de la influencia que la transición escolar ejerce en el estilo de vida de los adolescentes:20 14-15 años, o adolescencia temprana, que coincide con la Educación Secundaria Obligatoria; 16-17 años, o adolescencia intermedia, que coincide con el Bachillerato o la Formación Profesional; y 18-19 años, o adolescencia tardía, que coincide con la incorporación a la Universidad.
En primer lugar se analizaron los casos perdidos y la existencia de sesgo común en la varianza debida al método de recogida de datos. Mediante el test de Chi cuadrado y el test exacto de Fisher se evaluaron las diferencias de sexo y edad en la prevalencia de riesgos para la salud. Para estudiar la agrupación de las conductas de riesgo se llevó a cabo un análisis factorial de componentes principales. Se utilizó la rotación Obli-min por considerar que los factores resultantes podrían estar relacionados; para determinar los elementos de cada factor se tuvieron en cuenta cargas superiores a 0,40.21 Los datos fueron analizados mediante el paquete estadístico SPSS versión 20.0.
Resultados
Participantes. 524 adolescentes con una edad media de 16,7 años (DT = 1,60). El 58,8% mujeres y el 41,2% varones. El 92% estudiaba, el 4% trabajaba y el 4% ni estudiaba ni trabajaba. De los estudiantes el 41,9% cursaba la ESO, el 41,1% Bachiller, el 6,2% Formación Profesional y el 10,8% estudiaba en la Universidad. Aunque todos los participantes residían en España, el 10,3% había nacido en un país latinoamericano, el 1,5% en otro país europeo y el 0,2% en un país árabe.
Análisis preliminares. El porcentaje máximo de datos perdidos en cada variable no alcanzó el 1,50%. El test MCAR de Little22 resultó no significativo (p = ,388) e indicó que la pérdida de datos se debió completamente al azar.
Para determinar la existencia de un sesgo en la varianza se calculó el test de Harman. El Análisis Factorial Exploratorio (AFE) mostró dos factores con un porcentaje de varianza explicada del 57,80%. Mediante el método de la variable latente no medida,23 el factor común explicó un 0% de la varianza, muy lejano al punto de corte establecido en el 50%. Ambos resultados permiten concluir que no existió sesgo común en el presente estudio.
Prevalencia de conductas de riesgo para la salud. No respetar las señales de tráfico como peatón fue el riesgo más frecuente (78,7%) y mantener relaciones sexuales sin preservativo el menos común (12,9%). El alcohol fue la sustancia más consumida, algo más de la mitad de los participantes manifestó haberse emborrachado en los últimos seis meses, seguido del consumo de tabaco (30%) y de hachís (21,7%). Los consumos de las tres sustancias se incrementaron significativamente a partir de los 16 años; la prevalencia de las otras conductas permaneció estable o disminuyó ligeramente con la edad (ver tabla 1). Por sexos, sólo se encontraron diferencias significativas en el consumo de tabaco de chicos y chicas de 16-17 años.
Todos | Edad | |||
---|---|---|---|---|
Riesgospara la salud | N=524 | 14- 15 años N=135 | 16- 17 años N=196 | 18 -19 años N=193 |
% | % | % | % | |
Fumar | 30 | 18,9 | 31,6* | 36,0 * |
Borracheras | 52,3 | 31,9 | 59,2 * | 59,6 * |
No respetar señales tráfico | 78,7 | 79,9 | 78,6 | 77,9 |
Conducta temeraria | 45,9 | 48,5 | 48,7 | 41,3 |
Consumo Hachís | 21,7 | 11,9 | 23,6 * | 26,7 * |
No utilización preservativo | 12,9 | 12,5 | 11,9 | 13,8 |
* Diferencias estadísticamente significativas con el período de 14-15 años (p<0.01)
Asociación entre las conductas de riesgo. En la tabla 2 se muestran los resultados del análisis factorial. Los valores de KMO resultaron aceptables y la esfericidad fue estadísticamente significativa en todos los grupos de edad. Aparece una solución de dos factores aunque con diferente agrupación para los adolescentes de 14-15 años y los de mayor edad (ver tabla 2). Esta solución factorial se muestra estable a partir de los 16-17 y su interpretación resultó compatible con el síndrome de la conducta problema de Jessor.6
Conductas de riesgo | 14-15 años | 16-17 años | 18-19 años | |||
---|---|---|---|---|---|---|
Factor 1 | Factor 2 | Factor 1 | Factor 2 | Factor 1 | Factor 2 | |
Fumar | 0,726 | 0,858 | 0,776 | |||
Borracheras | 0,402 | 0,518 | 0,629 | 0,740 | ||
No respetar señales tráfico | 0,844 | 0,929 | 0,960 | |||
Conducta temeraria | 0,640 | 0,636 | 0,638 | |||
Consumo Hachís | 0,667 | 0,798 | 0,785 | |||
No utilizar preservativo | 0,602 | 0,499 | 0,542 | |||
% Varianza explicada | 54,2 | 59,1 | 58,4 | |||
KMO | 0,703 | 0,738 | 0,763 | |||
Prueba e. Barlett | 100,959* | 230,031* | 196,201* |
*p*<0,001
Prevalencia de patrones con múltiples conductas de riesgo. El 98,1% de los participantes presentaba al menos uno de los comportamientos de riesgo analizados. Este porcentaje fue similar en chicos y chicas de todas las edades. Los adolescentes con seis riesgos solo representaron el 0,8 % del total, ninguno de los más jóvenes manifestaba este patrón que se localiza fundamentalmente en chicas a partir de 16-17 años y en chicos a partir de 18-19 años (ver tabla 3). La prevalencia de múltiples riesgos aumentó con la edad y no se apreciaron diferencias significativas entre sexos.
Patrones de riesgo | Total | 14-15 años | 16-17 años | 18-19 años | |||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Mujer | Varón | Mujer | Varón | Mujer | Varón | ||
N=524 % | N=80 % | N=55 % | N=110 % | N=86 % | N=118 % | N=75 % | |
UN riesgo | 98,1 | 98,6 | 100,0 | 98,1 | 100,0 | 100,0 | 97,2 |
DOS riesgos | 81,5 | 80,0 | 76,9 | 83,0 | 80,3 | 80,4 | 85,9 |
TRES riesgos * | 47,3 | 33,9 | 38,3 | 55,0 | 42,3 | 52,8 | 51,6 |
CUATRO riesgos** | 25,6 | 18,9 | 18,4 | 32,4 | 25,9 | 26,1 | 26,5 |
CINCO riesgos** | 10,9 | 8,0 | 2,0 | 14,3 | 12,2 | 10,8 | 14,1 |
SEIS riesgos | 0,8 | 0 | 0 | 1,9 | 0 | 0,8 | 1,3 |
| |||||||
DOS RIESGOS | |||||||
Borracheras-Tráfico* | 40,0 | 25,0 | 27,3 | 48,2 | 45,3 | 47,5 | 46,7 |
Tráfico-Conducta temeraria | 36,7 | 40,3 | 41,8 | 38,2 | 40,7 | 29,3 | 30,1 |
Borracheras-Conducta temeraria* | 29,6 | 22,5 | 25,5 | 37,3 | 31,4 | 29,9 | 30,7 |
Fumar-Borracheras* | 23,7 | 13,9 | 16,4 | 35,5 a | 19,8 | 29,9 | 26,7 |
Fumar-Tráfico* | 22,9 | 14,3 | 18,2 | 29,1 | 20,9 | 27,4 | 27,4 |
| |||||||
TRES riesgos | |||||||
Borracheras-Tráfico-Conducta temeraria | 23,3 | 18,8 | 21,8 | 30,0 | 27,9 | 21,4 | 20,0 |
Fumar-Borracheras-Tráfico* | 18,7 | 11,4 | 12,7 | 26,4 | 17,4 | 22,9 | 21,3 |
Fumar-Borracheras-Conducta temeraria | 17,8 | 12,7 | 14,5 | 24,5 | 16,3 | 19,0 | 20,0 |
Fumar-Tráfico-Conducta temeraria | 16,6 | 12,8 | 14,5 | 21,8 | 17,4 | 16,4 | 16,4 |
| |||||||
CUATRO RIESGOS | |||||||
Fumar- Borracheras-Tráfico-C.Temeraria | 13,8 | 10,1 | 10,9 | 20,0 | 14,0 | 12,8 | 14,7 |
Fumar- Borracheras-C.Temeraria-Hachís* | 11,4 | 8,9 | 1,8 | 15,6 | 10,5 | 12,8 | 18,7 |
Fumar- Borracheras-Tráfico-Hachís* | 10,5 | 7,6 a | ,0 | 13,8 | 10,5 | 16,1 | 14,7 |
| |||||||
CINCO RIESGOS | |||||||
Fumar-Borrach.-Tráf.-C.Temeraria-Hachís | 9,4 | 7,6 a | ,0 | 11,9 | 9,3 | 10,2 | 13,3 |
* Diferencias significativas entre los adolescentes de 14-15 años y 16-19 años (p<0,05).
** Diferencias significativas entre los adolescentes de 14-15 y 16-17 años.
a Diferencias significativas entre chicas y chicos de un mismo grupo de edad (p<0,01)
Salvo el patrón formado por las conductas temerarias y de riesgo en el tráfico, la prevalencia de múltiples riesgos se incrementó con la edad. Aunque solo se encontraron tres diferencias significativas según sexo, las chicas de 16 y 17 años presentaron la mayor prevalencia en nueve de los trece patrones de riesgo más comunes recogidos en la tabla 3.
Discusión
La prevalencia de cada una de las conductas estudiadas resultó similar a la encontrada en la literatura.24,25 Solo el porcentaje de adolescentes que no respetaron las señales de tráfico resultó mayor que el encontrado en otros estudios.26
De forma consistente con la literatura, el consumo de sustancias se incrementó con la edad,20 las conductas temerarias descendieron ligeramente,25 mientras que los riesgos en las relaciones sexuales25 y en el tráfico permanecieron estables.27
Sin que las diferencias según el sexo resultaran significativas, los chicos consumieron más hachís24 y manifestaron más comportamientos temerarios;25 se encontró mayor prevalencia femenina en los riesgos relacionados con el tabaco, el alcohol y las relaciones sexuales.20
La agrupación de las conductas de riesgo resultó compatible con el síndrome de la conducta problema y alcanzó mayor consistencia a partir de los 16 años. En esta etapa finaliza la escolarización obligatoria y estas conductas pueden ayudar a los adolescentes a integrarse en otros contextos sociales y hacer nuevos amigos.28 El que pequeñas infracciones en el tráfico, como cruzar una calle con el semáforo en rojo, no sean consideradas socialmente transgresoras,29 puede explicar que esta variable no se asocie al grupo de conductas problema; en investigaciones que utilizaron indicadores menos convencionales, por ejemplo conducir bajo los efectos del alcohol, el riesgo en el tráfico también quedó agrupado en el mismo factor.30
Del estudio se derivan algunas implicaciones para la prevención:
El elevado número de adolescentes implicados en varios riesgos31 requiere una atención específica al problema de la agrupación de conductas no saludables. Por lo que conocemos, en España este problema no ha sido todavía suficientemente reconocido y, en nuestra opinión, debería ser incorporado a la agenda de investigación y gestión en salud pública. Una cuestión importante es si la prevención debe dirigirse a cada una de las conductas de manera específica o actuando sobre el factor común que las agrupa. De acuerdo con la teoría de la conducta problema de Jessor,6,7 nuestros hallazgos indican que, a partir de la adolescencia media (16-17 años), cinco conductas de riesgo (lesiones involuntarias, consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, y relaciones sexuales inseguras) pueden estar asociadas a la no convencionalidad adolescente y, en consecuencia, actuando sobre este factor su prevención resultaría más eficiente.
La agrupación conductual observada en los diferentes tramos de edad aconseja el desarrollo de estrategias preventivas específicas para cada etapa; (a) informar a los adolescentes sobre las consecuencias de los comportamientos temerarios y de bajo respeto a las señales de tráfico, (b) educar para no iniciarse en el consumo de sustancias o hacerlo de forma responsable, y (c) promover estilos de vida que permitan ganar autonomía personal y relacionarse con los pares sin poner en riesgo la salud, deberían ser objetivos prioritarios de las estrategias preventivas dirigidas a adolescentes de 12-13, de 14-15, y 16-17 años respectivamente.
La prevención de las conductas no convencionales no debe limitarse a informar sobre sus riesgos; es necesario tener en cuenta que estas conductas pueden resultar útiles a los adolescentes en su tránsito evolutivo.6,7 Además, tal como indican Navalón et al., existe disociación entre la información que reciben los estudiantes y los comportamientos que llevan a cabo.31 Por estos motivos, a partir de los 16 años, los programas preventivos deben promover la autonomía personal de los adolescentes mediante el aprendizaje de habilidades para afrontar problemas y resistir la presión de los pares. La influencia del entorno educativo en los cambios de las conductas de riesgo resulta decisiva.33 En esta dirección, Curtis ha sugerido crear grupos de trabajo entre profesores y estudiantes para discutir asuntos relacionados con la gestión del centro y favorecer así el logro gradual de autonomía por parte de los adolescentes.34 En este contexto, desde la Enfermería también se debe promover el desarrollo de estilos de vida saludables en la población adolescente aprovechando su deseo de autonomía y toma de decisiones.35 Los resultados de una reciente investigación aconsejan que las enfermeras escolares desarrollen intervenciones breves que, basadas en la terapia dialéctica conductual, reducen las conductas de riesgo entre los adolescentes escolarizados.36 Una prevención eficaz de las conductas de riesgo en la adolescencia necesitará del trabajo colaborativo entre profesionales de la salud, profesores, adolescentes y familias.37
El incremento de las conductas no convencionales de riesgo al término de la Educación Secundaria Obligatoria aconseja iniciar su prevención en esta etapa educativa.38 Por otro lado, y aunque los resultados no indican la necesidad de establecer diferentes estrategias para cada sexo, conviene que los programas preventivos presten especial atención a las chicas de 16-17 años como un grupo especial de riesgo.
Limitaciones y futuros estudios. El carácter transversal del estudio y la utilización de un único indicador para medir las conductas son dos limitaciones de este trabajo que pueden afectar a los resultados y su interpretación. En futuras investigaciones será necesario estudiar longitudinalmente cómo se configuran los patrones de múltiples riesgos y utilizar instrumentos que incluyan varios indicadores que permitan medir más consistentemente las variables.9 La selección de una muestra no representativa a través de Internet es otra limitación que debilita la generalización de los resultados. No obstante, dos datos contribuyeron a mejorar la validez externa de la investigación; en primer lugar la similitud de los resultados con los obtenidos en muestras representativas de adolescentes, y en segundo lugar la compatibilidad de la tasa de cuestionarios respondidos, globalmente y por sexo, con la de estudios online similares.39 Los datos de penetración social de las redes sociales con un porcentaje del 85% de jóvenes de 14 a 25 años que la utiliza habitualmente, con una mayor frecuencia de uso a los 17 años, pudieron ayudar a reducir sesgos en la selección muestral.14 El acceso a población adolescente no escolarizada28 y la reducción del efecto de deseabilidad social en las respuestas29 son dos posibles ventajas del procedimiento online utilizado. Finalmente, la opinión mayoritaria (89,5%) de los participantes en el presente estudio sobre las ventajas de Internet para realizar encuestas online sobre salud, sugiere que este medio puede constituir una valiosa alternativa para favorecer la participación activa de los adolescentes en la investigación sobre comportamientos de riesgo.