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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.31 no.1 Granada ene./mar. 2022  Epub 19-Sep-2022

 

Editorial

Una justificación para comprender la naturaleza y estructura del conocimiento en enfermería

Ramiro Altamira-Camacho (orcid: 0000-0003-3403-6901)1 

1Departamento de Enfermería, Centro de Ciencias de la Salud, Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aguascalientes, México

La enfermería profesional ha progresado significativamente desde hace poco más de ciento cincuenta años. Pasó de ser una vocación basada en habilidades a una disciplina profesional. En la enfermería se han formado profesionales talentosos, científicos, emprendedores y grandes líderes. A pesar de su contribución cada vez más reconocida a los servicios de salud, la enfermería continúa justificando su lugar único entre otras profesiones de atención sanitaria. Continúa dando una explicación innecesaria de por qué puede y debe asumirse en espacios públicos, académicos y científicos, en torno a la resolución de problemas implicados con la salud humana.

La necesidad de esta justificación surgió como respuesta a dos factores que desarrollaré a continuación y que intentaré mostrar según su posición histórica. Primero, a medida que la enfermería maduró y se trasladó a la academia, se hizo cada vez más importante establecer y justificar una identidad y un cuerpo de conocimiento únicos y poder ser aceptables para las otras disciplinas académicas y científicas. En segundo lugar, a medida que las enfermeras comenzaron a asumir roles más sofisticados, se hizo necesario establecer la eficacia y la rentabilidad de las enfermeras.

La esencia de esta justificación fue y sigue siendo la necesidad de articular claramente aquello que es lo que tiene que ver con la enfermería, eso que es tan crucial y necesario para la salud y el bienestar de la humanidad. Eso que tiene que ver con la salud y le es necesario, y que es de interés para la enfermera como su foco disciplinar: el cuidado. Y el cuidado de la salud humana o cuidado de la experiencia de salud humana es un fenómeno complejo. Por lo tanto, la búsqueda para descubrir, describir y clasificar el cuerpo de conocimiento de enfermería continúa.

La generación de la ciencia de la enfermería, un cuerpo de conocimiento exclusivo con aplicabilidad directa a la práctica, ha dado lugar a numerosas filosofías y formulaciones teóricas que intentan dar voz a una comprensión fundamental y aparentemente implícita de la naturaleza de la enfermería. Es importante destacar que estas formulaciones teóricas han llevado a consideraciones filosóficas que, al mismo tiempo, han ayudado a dilucidar la naturaleza de la enfermería y la estructura de su conocimiento. Sin embargo, se ha llegado a referir que estas formulaciones y propuestas teóricas tienen poco alcance práctico en los espacios sanitarios, donde la disciplina se ejerce en tanto que profesión. Se ha dicho que son proposiciones muy abstractas y complejas.

Como enfermero asistencial en el contexto hospitalario y también como docente, a menudo he lidiado con preguntas sobre la naturaleza de la enfermería, ontología de enfermería1-3 y sobre la estructura de su conocimiento, epistemología de enfermería.3,4 El conocimiento en enfermería se ha estructurado a partir de estas formulaciones, de manera tal que posibilita y articula cuestionamientos al respecto, planteamientos que yo mismo me formulo y que busco lugares como este para plantearlos. Justamente un espacio donde encuentro la forma de socializarlas: una naturaleza y estructura cognitiva metateórica es, muchas veces, lejana y ajena a la enfermería; esquemas filosóficos que permiten comprender la esencia de la persona que cuida y de quien es cuidada,5 un cuidado complejo, más allá de una serie sistematizada de intervenciones y acciones aprendidas, por ejemplo, en una simulación digital.

Considero importante que la enfermera especialista comprenda estos planteamientos por varias razones. Primero, comprender la ontología y la epistemología de la enfermería nos ayuda a asimilar que nuestra práctica surge de una cosmovisión particular y propia, que puede ser expandida a terrenos más amplios, donde el dominio y la estructura del conocimiento aparentemente tiene límites. Como enfermeras, cada uno de nosotros tiene una visión sobre la naturaleza de la salud, las personas, el medio ambiente y la disciplina y la práctica de la enfermería. Esta visión del mundo proviene de nuestra educación y experiencia, y ciertamente influye en la forma en que brindamos el cuidado de enfermería, y esta finalmente lo hace en los resultados sobre el cuidado de la persona cuidada.

En segundo lugar, como enfermeros clínicos (y especialistas) estamos en una posición notable para influir en la generación de la teoría basada en la práctica, algo que durante mucho tiempo han defendido varios teóricos y filósofos de la ciencia.6 Como defendió Reed,1 ha llegado el momento de poner fin a la dicotomía entre teoría y práctica y colocar el desarrollo de la teoría donde debería estar, en una disciplina orientada a la práctica como la enfermería, con la enfermera dedicada a la práctica de la enfermería. También es cierto que ya hace varias décadas se ha intentado fundamentar la práctica guiada por la teoría, y esta intención continúa actualmente.7,8 Se ha dicho que el conocimiento de enfermería que no surge de estructuras teóricas propias de la disciplina, es decir, que no se fundamenta en la práctica y saberes de enfermería, no es conocimiento de enfermería.9

El discurso científico en torno al conocimiento de la enfermería, desde la práctica clínica y asistencial ya ha sido considerado como insuficiente para la comprensión de la realidad abstracta y compleja de la condición humana, sin embargo, en los contextos asistenciales se sigue privilegiando al racionalismo, pese a que este no logra asir la realidad humana. Ahí la pertinencia y la emergencia por que la enfermería clínica y comunitaria asuma la naturaleza y la estructura de su conocimiento.

Dadas las variadas funciones y responsabilidades de la enfermera clínica no hay nadie mejor para participar en la generación y aplicación de la teoría que aquellas enfermeras cuyo desempeño es eminentemente hospitalario y comunitario. Pensemos en un momento histórico en el que, luego de que las enfermeras hospitalarias y comunitarias en su formación han sido educadas respecto a la naturaleza y la estructura del conocimiento en enfermería, y se abra el debate en el que se busque: (a) Describir el espacio metateórico de la enfermería, ya que ayuda a definir el dominio autónomo de práctica de la enfermería; (b) Discutir la perspectiva ontológica de enfermería, ya que informa los procesos de enfermería para la práctica de la enfermera en entonos hospitalarios; y (c) Discutir la perspectiva epistemológica de enfermería relacionada a fenómenos de interés por la práctica de la enfermera clínica y la contribución única de la enfermería a los resultados del cuidado de la salud.

La exploración de estos temas abordará las preocupaciones generadas por el creciente interés y el énfasis en la patología, la farmacología y el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, fácilmente observable en la educación y práctica actual de enfermería. Este énfasis puede estar cegando el conocimiento del núcleo esencial de conocimiento en enfermería.1 La enfermería clínica necesita poder articular claramente el papel único de la disciplina en el cuidado de la experiencia de salud humana.

Es clara la necesaria reformulación en la constitución de planes de estudio de varios programas académicos de pregrado y posgrado. Una reformulación que distinga y arrastre con aquellas instituciones-escuela que solo dan sombra a la profesión, y que cada vez son más. Es urgente demarcar ya el perfil profesional que subyace a la disciplina, estructurada a partir de su conocimiento propio.

Las instituciones académicas y de salud, conforme buscan transmitir sus valores y saberes particulares, bajo esquemas burocráticos administrativos (también producto de una sobre valoración de los resultados numéricos), reducen el cuidado y la experiencia de este a prácticas biologicistas y utilitaristas. Tenemos por ejemplo las prácticas de la bioética. Que, por otro lado, constituyen a la enfermería lejos de su naturaleza, desnaturaliza su dominio disciplinar, desvía su foco de cuidado, por otras formas de disciplinamiento a partir del mismo discurso científico que se institucionaliza y que busca resolver asuntos de la institución-Estado: plagando los programas educativos de prácticas más afines con las necesidades de la institución.10

Cabe mencionar que, una vez comprendidos los aspectos epistémicos y ontológicos de la disciplina, por parte de enfermeras de hospitales y de comunidad, habrá que retornar a los contextos particulares, de desarrollo social y sanitario. Pues estas teorías son marcos preponderantemente anglosajones y poco exploran dichos contextos latinoamericanos. Ya que países como México, y algunos otros en condiciones similares, producto de la industrialización, someten al profesional sanitario a condiciones de ignominia, con prácticas técnicas que se repiten en un quehacer técnico y burocrático, por lo tanto, sostengo la idea de que un conocimiento disciplinar habrá de permitir un empoderamiento y, con ello, la emancipación que podrá llevar también al paciente y a sus cuidadores a una forma de liberación freireana.

Sin embargo, paradójicamente, cabe mencionar para justificar un poco más esta reflexión, que el desarrollo epistemológico y teórico de enfermería pareciera no terminar de nacer y, mientras lo hace, se piensa, desde la perspectiva asistencial de la enfermería, que va excluyendo perspectivas políticas, personales, críticas y de carácter social, asumiendo que los modelos de enfermería están en desuso,11,12 pues es evidente la falta de conocimiento sobre las tendencias posestructuralistas y decoloniales en la enfermería.3,13

El escenario sobre el cual se ha desarrollado la epistemología de enfermería deja de relieve la trascendencia y la importancia de reconocer la naturaleza de la disciplina de enfermería, su estructura y el modo en el que el conocimiento se ha venido produciendo. La enfermería como profesión tiene mayor demanda laboral en espacios sanitarios de índole hospitalario y comunitario.12 En ambos espacios parece haber una concientización sobre el desarrollo científico, sin embargo, este tiende a no ser de calidad ni rigor.9 Y aquellos productos que tienen a bien lograrse siguen titubeando entre paradigmas que dan prioridad a los indicadores numéricos, se centran en el resultado más que en la experiencia de la persona, como ya se dijo, poco aportan a la naturaleza de enfermería, pues estos siguen transitando el conocimiento biomédico, llevando a la enfermería a una práctica que simplifica el cuidado humano, en la medida que no se fundamentan en conocimiento enfermero.9,13,14

Sabemos que la investigación científica de índole cualitativa cada vez aporta más a la enfermería. Estos aportes se degradan cuando son especializados y se enfocan a aspectos que parcelan lo subjetivo del cuidado a procedimientos y prácticas de las instituciones sanitarias o académicas. Así mismo, las perspectivas interpretativas y fenomenológicas no se logran vincular con los modelos y teorías actuales.2,3,9,14,15

El desarrollo de diversos marcos y modelos teóricos altamente influenciados por el contexto histórico se sigue dando en la disciplina, un creciente interés por el uso de la tecnología, ahora la cibernética comienza a ocupar los intersticios de la epistemología de enfermería: el auge de la era digital, donde las tecnologías avanzadas y la inteligencia artificial son el foco de interés en varios aspectos de la enfermería.16

Mucha fue la crítica y por mucho tiempo, hacia las prácticas reduccionistas y mecanicistas que en la enfermería tuvieron lugar a principios del siglo XXI, producto de la modernidad y su industrialización. Actualmente, si descuidamos las nociones epistemológicas que le dan estructura al saber de enfermería, los programas y perfiles académicos miran hacia lo que podría atreverme a nombrar la tecnologización del cuidado. Preguntemos pues ¿de qué hay que cuidarnos hoy en día?

Si no deseamos que la naturaleza disciplinar de la enfermería, orientada al cuidado de experiencias de salud humana, se diluya en el dominio de la ciencia que reduce la condición humana a procedimientos, técnicas y una especial atención en los mecanismos bilógicos y fisiopatológicos, es menester el retorno a las fuentes teóricas, propiamente disciplinares y quizá desde ahí constituir una mancuerna entre ambas en pro del bienestar humano.

No se trata de justificar la práctica como profesionales, las enfermeras tenemos en nuestra naturaleza científica suficiente material teórico para saber responder a las demandas de una sociedad cada vez más compleja y diversa. Se trata de renacer y aceptar primero, por parte de la comunidad y los mismos miembros de la disciplina, su propia estructura. Después exigir los espacios, los programas y los proyectos que por antonomasia ya le corresponden a la ciencia del cuidado.

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Correspondencia: ramiro.altamira@edu.uaa.mx

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