INTRODUCCIÓN
Las caídas se definen, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), como “acontecimientos involuntarios que hacen perder el equilibrio y dar con el cuerpo en tierra u otra superficie firme que lo detenga” o “consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al paciente al suelo en contra de su voluntad”. Son un importante problema mundial de salud pública además de tener una considerable repercusión socioeconómica1.
Se calcula que anualmente se producen 646 000 caídas mortales, siendo la segunda causa de muerte a nivel mundial por lesiones accidentales y no intencionales, por detrás de los traumatismos por accidente de vehículo. Cada año se producen 37,3 millones de caídas que, aunque no sean mortales, requieren atención médica1,2.
Los grandes síndromes geriátricos son un conjunto de cuadros, originados por la conjunción de una serie de enfermedades que alcanzan una enorme prevalencia en el anciano y que son origen frecuente de incapacidad funcional o social. Las caídas constituyen uno de los síndromes geriátricos más importantes, así como un factor de fragilidad, por su elevada incidencia en este sector de la población y, sobre todo, por las consecuencias que acarrean (lesiones de diferente gravedad, incluso la muerte) y las repercusiones que provocan en el anciano (pérdida funcional, institucionalización, etc.)3,4.
La edad es uno de los principales factores de riesgo de las caídas; en pacientes de 65 años, la prevalencia es del 30% y aumenta progresivamente hasta llegar al 50% en mayores de 80 años, siendo todavía mayor el número de caídas en ancianos institucionalizados, a pesar de las medidas que se adoptan para prevenirlas. La magnitud del riesgo se debe, al menos en parte, a los problemas físicos (alteraciones de movilidad, inactividad física, pérdida de equilibrio), trastornos sensoriales (déficits visuales) y problemas cognitivos relacionados con el envejecimiento, así como a la falta de adaptación del entorno a las necesidades de la población de edad avanzada y a efectos colaterales de los medicamentos (principalmente: narcóticos, hipnóticos, ansiolíticos, vasodilatadores, diuréticos, antidepresivos, betabloqueantes, digitales) y la polimedicación, definida como la toma de más fármacos de los clínicamente apropiados, considerándose así la ingesta diaria de cinco o más fármacos. La mitad de las personas mayores que se caen lo hacen repetidas veces durante un periodo de 12 meses, reinciden1,2,3,4,5.
Por todo ello, pretendemos conocer la incidencia, factores que influyen y características de las caídas, y las recurrencias ocurridas durante un seguimiento de 4 meses (marzo a junio de 2019) en las personas mayores institucionalizadas en una residencia de Teruel, y así poder ver cómo prevenir algunas de ellas.
OBJETIVOS PRINCIPALES
Conocer la incidencia de caídas ocurridas en personas mayores institucionalizadas, valorando características del anciano y de la caída, consecuencias y recurrencias de las mismas.
METODOLOGÍA
Se trata de un estudio observacional, descriptivo, prospectivo. La población estudiada son las 393 personas mayores de una residencia de ancianos de Teruel, de las cuales 55 son autónomos y 338 dependientes. Se incluyó a los mayores de 65 años, garantizando siempre la confidencialidad de los datos recogidos y habiendo hablado con la dirección del centro planteando el trabajo que se pretendía llevar a cabo.
A lo largo de los meses de seguimiento se realizó el registro de las caídas por parte del personal de enfermería del centro: lugar, momento del día y consecuencias de la caída, y además se recopilaron después todos los datos que se necesitaban para el estudio a partir de las historias clínicas: fecha de nacimiento, sexo, patologías crónicas conocidas, medicación habitual, presencia de déficit visual y/o vértigos, alteraciones de la movilidad, reincidencia de caídas (considerándose recidiva las caídas en el último año) (Anexo 1).
Los lugares se han clasificado dividiendo en diferentes estancias la residencia: habitación o cama, cuarto de baño, comedor o sala de estar, pasillos o calle.
El momento del día se recogió dividiendo según los turnos de trabajo en mañana (8-15 h), tarde (15-22 h) y noche (22-8 h).
Para las patologías recogidas, se han hecho grupos por sistemas corporales, clasificándolas en enfermedades cardiovasculares, endocrino-metabólicas, respiratorias, digestivas, renales-urinarias, osteoarticulares, neurológicas, de salud metal.
Según los fármacos que consumen se han clasificado en polimedicados (5 o más medicamentos) o no polimedicados.
Además de esas variables, se ha creado la variable edad a partir de la fecha de nacimiento para poder agrupar a los participantes por grupos de edad: mayores de 65, mayores de 75 y mayores de 80 años y poder así comparar por rangos de edad.
Para el análisis de los datos se ha utilizado el paquete estadístico SPSS 20, codificando numéricamente a cada participante.
Para analizar las variables cuantitativas se ha obtenido su media y desviación estándar y para las variables cualitativas se presentan frecuencias en forma de porcentaje.
RESULTADOS
Durante el seguimiento, del total de 393 personas mayores, se registraron 146 caídas sufridas por 80 de ellos, lo que quiere decir que sufrieron una caída el 20,36%. Durante esos meses de observación, el 38,75% sufrió más de una caída. Más de la mitad, el 58,75% de esas 80 personas mayores, había sufrido una caída previa al seguimiento (considerando los últimos 12 meses). Algo más de la mitad, 52,7%, fueron de sexo femenino.
La media de edad de las personas mayores que sufrieron una caída fue de 86,67 años con una desviación típica de 6,09; el 87% de los accidentados era mayor de 80 años.
El 71,23% de los casos, 104 de las caídas, no tuvieron consecuencias; cuando las hubo, fueron heridas o hematomas sin mayor importancia, atendidas en la residencia, excepto dos de ellas, el 1,37%, que fueron trasladados al hospital: una fractura de cadera y un traumatismo craneoencefálico. El 83,6% tomaba cinco o más fármacos al día.
El 73,3% tenía alteraciones de la movilidad, consideradas como el uso de algún dispositivo de ayuda: bastón o muletas, andador o silla de ruedas.
Más de la mitad de las personas mayores que tuvieron una caída tenían déficit visual, el 56,2%; solo el 12,3% padecía vértigos o mareos.
El lugar más frecuente de accidentes fue el dormitorio y el horario el vespertino (entre las 15 y las 22 horas).
Todas las personas mayores padecían una o varias enfermedades crónicas; cabe destacar que casi el 90% de los que cayeron padecía alguna enfermedad cardiovascular y que el 70,5% sufría algún tipo de alteración neurológica.
DISCUSIÓN
El hecho de conocer las características de las personas mayores institucionalizadas que se caen, como hemos hecho en este trabajo, es fundamental para poder establecer y orientar las intervenciones preventivas frente a las caídas, pues las caídas tienen una alta prevalencia en dicha población, a pesar de que son lugares en principio con más adaptaciones, mejores condiciones y menos barreras arquitectónicas.
En el presente estudio sufrieron caídas el 20,36% de las personas mayores durante el seguimiento, un porcentaje menor que el observado en otros estudios6,7,8,9,10. Más de la mitad, el 58,75%, era reincidente y el 38,75% sufrió más de una caída durante los meses de seguimiento, datos más variables según el estudio que se observe6,8,9,10,11.
Podemos ver como, por lo general, las caídas aumentan conforme aumenta la edad; caen más los mayores de 80 años, tanto en este trabajo como en otros revisados, seguramente por el aumento de patologías unidas al propio envejecimiento2,6,7,8,9,10,12,13; aunque encontramos el caso en el que se registran más caídas en menores de 75 años, probablemente por tener mayor movilidad y no darse cuenta de que sus limitaciones son cada vez mayores11.
Por lo general, la mayoría de las caídas registradas tanto en el presente estudio como en el resto no tienen consecuencias importantes. Probablemente debido a que en muchas ocasiones son pérdidas del equilibrio o por la dificultad de movimiento que las personas mayores tienen sin ser una precipitación de importancia6,7,8,11,13.
En el análisis de este estudio, al igual que ocurre en la mayoría de los estudios realizados en instituciones, la proporción de caídas es mayor en el sexo femenino. Esto puede deberse a la mayor esperanza de vida, pero con peor calidad, y/o a que el número de mujeres en las residencias suele ser algo mayor2,6,7,8,10,11,12,13.
En este estudio hubo mayor incidencia de caídas por la tarde, mientras que la mayor parte de las caídas en el resto de los trabajos revisados se producen por la mañana, probablemente por la mayor actividad en horario diurno, incluso quizá por las diferentes cargas de trabajo según turno y/o cantidad de personal6,7,8,10,12,13. El lugar difiere algo más entre unos estudios y otros; en este trabajo y en algún otro es en la habitación, probablemente porque es ahí donde permanecen más tiempo solos6,11,12, mientras que en otros se producen en las zonas comunes.
En el presente estudio se puede comprobar que la proporción de personas mayores polimedicadas es alta, un 83,6%; este factor se suele relacionar con las caídas, aunque no siempre se consigue demostrar significativamente su relación, al intervenir también factores como patologías, dosis, duración del tratamiento, interacciones, etc. Este hecho nos alerta de la necesidad de reevaluar periódicamente y valorar la adecuación de los medicamentos consumidos por la persona mayor, ya que muchos fármacos son prescritos y se mantienen de forma crónica sin valorar su idoneidad tras la evolución del proceso por el que se recetaron6,9.
Hubiera sido interesante recopilar datos de las personas mayores que no cayeron para poder comparar si existe o no relación de las caídas con los factores de riesgo recogidos (polimedicación, alteraciones de la movilidad, déficit visual, deterioro cognitivo, etc.) o si los no accidentados presentaban factores protectores (actividad física habitual, índice de masa corporal menor, etc.)6,9.
También hubiera sido interesante recoger si tras la caída presentaron síndrome poscaída o síndrome de Kennedy, miedo a volverse a caer, que vemos que en los estudios donde se ha tenido en cuenta es elevado2,13.
CONCLUSIONES
Conocer las características de las personas mayores institucionalizadas que se caen es fundamental para poder aplicar medidas preventivas frente a este síndrome geriátrico por su alta prevalencia en esta población. Asimismo, es fundamental considerar el riesgo de caídas al ingreso en las residencias realizando una valoración geriátrica integral, que tenga en cuenta todas las esferas de la persona mayor.
Las personas mayores institucionalizadas que sufren más caídas son las mujeres frente a los hombres, predominando el rango de edad de mayores de 80 años. Existe alto porcentaje de recurrencias.
La mayoría de las caídas suelen ser sin consecuencias, predominando las ocurridas en dormitorio.