INTRODUCCIÓN
Al explorar la dialéctica de la soledad, Octavio Paz afirmaba que la soledad es el fondo último de la condición humana. El hombre es el único ser que experimenta la soledad y, al mismo tiempo, el único que busca a otro1. Esta reflexión filosófica precisa muestra cómo la soledad es una parte integral de la condición humana. Esta condición individual humana se ha convertido en un problema social y de salud pública importante en cuanto determinante de la salud, lo que está respaldado por numerosos estudios epidemiológicos y demográficos2.
La soledad es un problema cada vez más frecuente en países con un envejecimiento demográfico acelerado en nuestro entorno. La Organización Mundial de la Salud pronostica que para el año 2050, más del 30% de la población en España y Europa tendrá más de 60 años3. En países como España, el 36,8% de las personas mayores de 65 años viven solas, y la prevalencia del aislamiento y la soledad en este grupo oscila entre el 20 y el 40%4, afectando más a mujeres que a hombres5,6.
Los avances científicos y tecnológicos de las últimas décadas han aumentado significativamente la esperanza de vida, lo que significa que seremos mayores durante más tiempo. Este fenómeno del “envejecimiento del envejecimiento” es probable que aumente la vulnerabilidad social, la dependencia, la soledad, el aislamiento social7 y la exclusión social8.
La soledad se define como un sentimiento subjetivo no deseado de ausencia o pérdida de compañía, o la falta de una red social9. Este sentimiento subjetivo aparece cuando hay una discrepancia entre el nivel deseado de relaciones sociales y el real10. Es importante distinguir la soledad del aislamiento social, que es una situación objetiva caracterizada por la falta de interacciones con otras personas11.
La soledad, como marcador cualitativo de las interacciones sociales de una persona12, es particularmente problemática en la vejez debido a la disminución de los recursos económicos, las limitaciones funcionales, la muerte de allegados y los cambios en las estructuras sociales y la movilidad. Es fundamental abordar el problema de la soledad y el aislamiento social en las personas mayores para mejorar su bienestar y su calidad de vida.
Es cierto que vivir solo no necesariamente implica sentir soledad o aislamiento social, ya que hay personas que viven solas, pero mantienen relaciones sociales activas. Asimismo, hay personas que viven acompañadas, pero pueden sentirse solas debido a la falta de relaciones significativas con sus allegados.
El aislamiento social y la soledad son muy comunes en los adultos mayores y se asocian con una morbilidad y mortalidad considerables. De hecho, se ha demostrado que el impacto de la soledad y el aislamiento social en la salud es comparable al de otros factores de riesgo establecidos como el tabaquismo, la obesidad, el consumo de alcohol o la presión arterial alta13.
La evidencia emergente muestra que los factores sociales tienen efectos considerables sobre muchos aspectos de la salud en los adultos mayores incluyendo depresión, deterioro cognitivo, trastornos del sueño, manejo ineficaz del régimen terapéutico, menor resistencia a las infecciones, presión arterial alta, niveles elevados de colesterol y enfermedad coronaria, y puede estar relacionada con un mayor uso de algunos servicios de atención social y de salud14-21.
Los profesionales de atención primaria son fundamentales en la identificación temprana de factores sociales, físicos y mentales asociados con la soledad y el aislamiento social en la población que atienden22. En Galicia, donde la población envejecida es especialmente numerosa en las zonas rurales, es importante conocer la prevalencia de estos problemas para implementar intervenciones adecuadas y prevenir situaciones de riesgo en la población de adultos mayores23.
La pandemia provocada por la infección del SARS-CoV-2 o COVID-19 ha acentuado los efectos negativos causados por la soledad y el aislamiento social, lo que ha llevado a considerarla una emergencia geriátrica24,25. Por tanto, es fundamental estudiar la prevalencia de la soledad y el aislamiento social en la población de adultos mayores de zonas rurales, su perfil sociodemográfico y los factores que condicionan estos problemas.
OBJETIVO
El objetivo de este estudio es determinar la prevalencia de soledad y aislamiento social de los pacientes ancianos, mayores de 65 años, pertenecientes a una población rural, su perfil sociodemográfico y los factores condicionantes.
METODOLOGÍA
El ámbito de estudio fue el municipio de Padrenda (Ourense, Galicia). El período de recogida de datos fue de agosto a noviembre de 2021.
Se diseñó un estudio observacional, de corte transversal, analítico.
Criterios de inclusión.
Criterios de exclusión.
Cálculo del tamaño muestral. Se partió del censo de personas mayores de 65 años del municipio de Padrenda a 1 de enero de 2019, según datos del INE (730 personas), estimándose para un porcentaje de error del 6,5% y un nivel de confianza del 95% un total de 172 personas.
Variables del estudio e instrumentos de medida. Se utilizó un cuestionario para recopilar datos sobre variables sociodemográficas, conectividad digital y estado de salud de los participantes. También se utilizó el índice de Barthel, un cuestionario heteroadministrado, que mide el grado de dependencia para realizar actividades básicas de la vida diaria. Los resultados se codificaron en 5 categorías según el grado de dependencia (independiente, dependencia leve, dependencia moderada, dependencia grave y dependencia total).
Apoyo estructural o red social. Se determinó mediante la pregunta simplificada de Blake y Mckay, que consta de una única pregunta acerca del número de personas con las que puede contar el entrevistado cuando tiene un problema o dificultad. La valoración comprende un rango de puntuación de 0 a 10 puntos, siendo la red social escasa o ninguna (de 0 a 1 puntos), media (de 2 a 5 puntos) y elevada (de 6 o más)26.
Escala UCLA La soledad no deseada se midió con la escala UCLA (University of California at Los Angeles), que mide tanto el sentimiento de soledad como el apoyo social y familiar mostrando una validez discriminante con respecto a las personas mayores de 65 años que no viven solas27. Está compuesta de 10 ítems, que puntúan ente 1 y 4 puntos cada uno hasta un total de 40 puntos. La escala se clasificó en 3 estados: grado severo de soledad (para puntuaciones < 20 puntos); grado moderado (entre 20 y 30) y, por último, grado leve o ausente (más de 30 puntos).
Análisis estadístico Se realizó estadística descriptiva para todas las variables de estudio utilizando frecuencias y porcentajes para variables cualitativas y medidas de tendencia central para las cuantitativas. Para verificar la normalidad en la distribución de las variables se utilizó el test de Kolmogorov-Smirnov. Para el análisis bivariante se utilizaron χ2, la prueba de la t de Student y la prueba de Kruskal-Wallis, como prueba no paramétrica. Para determinar la correlación entre 2 variables se usó el coeficiente de correlación de Pearson. También se llevó a cabo un análisis de regresión lineal para identificar factores predictores en el riesgo de soledad. Se hizo un cálculo de las odds ratio y de la razón de prevalencias. Todos estos análisis estadísticos se realizaron con el software SPSS® (Statistical Package for the Social Sciences) versión 19.0, y se consideró un nivel de significación estadística de 0,05.
Aspectos éticos Se contó con la evaluación favorable del Comité de Ética de Investigación de Galicia Sur, con el número de expediente: 2021/040. A los participantes se les pidió el consentimiento después de ser informados de la naturaleza y objetivos de la investigación.
RESULTADOS
En el estudio participaron un total de 172 sujetos, de los cuales el 59,3% (n = 102) eran mujeres. La edad media de los participantes fue de 77,85 ± 6,96 años, y el número medio de hijos fue de 2,35 ± 1,26. Respecto al estado de salud autopercibido, la media fue de 6,18 ± 2,10 puntos, lo que indica que el 78,5% de las personas declararon tener un estado de salud bueno o excelente. En relación con los bienes materiales, se observó una media de 1,62 ± 0,79 teléfonos personales, 0,47 ± 0,91 coches y 2,18 ± 1,14 televisores por hogar. De las 38 personas que necesitaban ayuda, el 39,47% (n = 15) recibía asistencia de una persona contratada, el 26,31% (n = 10) por sus hijos, el 21,05% (n = 8) por su cónyuge y el 13,15% (n = 5) por otras personas.
La Tabla 1 detalla las características sociodemográficas de los participantes.
Variable | Frecuencia (n) | % | |
---|---|---|---|
Sexo | Hombre | 70 | 40,7 |
Mujer | 102 | 59,3 | |
Estado civil | Soltero | 12 | 7 |
Casado | 97 | 56,6 | |
Viudo | 55 | 32 | |
Divorciado, separado | 8 | 4,7 | |
Estudios | Sin estudios | 30 | 17,4 |
Primarios | 135 | 78,5 | |
Secundarios | 6 | 3,5 | |
Universitarios | 1 | 0,6 | |
Estado de salud (recodificado) | Malo | 7 | 4,1 |
Regular | 30 | 17,4 | |
Bueno | 83 | 48,3 | |
Excelente | 52 | 30,2 | |
Situación laboral | Activo | 2 | 1,2 |
Desempleado | 3 | 1,7 | |
Jubilado | 167 | 97,1 | |
Apoyo social (Blake y Mckay) | Escaso | 24 | 14 |
Medio | 137 | 79,7 | |
Elevado | 11 | 6,4 | |
Hijos en el mismo municipio (n = 158) | Sí | 64 | 37,2 |
No | 94 | 54,7 | |
Contactos | Sí | 167 | 97,1 |
No | 5 | 2,9 | |
Con quién vive | Solo | 49 | 28,5 |
En compañía | 123 | 71,5 | |
Precisa ayuda | Sí | 38 | 22,1 |
No | 134 | 77,9 | |
Tipo de ayuda (n = 38) | Hijos | 10 | 5,8 |
Conyugue | 8 | 4,7 | |
Persona contratada | 15 | 8,7 | |
Otros | 5 | 2,9 | |
Ordenador e internet | Sí | 37 | 21,5 |
No | 135 | 78,5 | |
Conocimiento internet | Excelente | 1 | 0,6 |
Bueno | 6 | 3,5 | |
Regular | 11 | 6,4 | |
Bajo | 154 | 89,5 | |
Videollamada | Excelente | 1 | 0,6 |
Bueno | 10 | 5,8 | |
Regular | 14 | 8,0 | |
Bajo | 147 | 85,5 | |
Barthel | Independiente | 134 | 77,9 |
Dependencia leve | 23 | 13,4 | |
Dependencia moderada | 12 | 7 | |
Dependencia grave | 3 | 1,7 | |
Dependencia total | 0 | 0 |
El 41,3% de las personas mayores de 65 años experimentan algún nivel de soledad no deseada. Los resultados de las variables relacionadas con la escala UCLA en relación con el nivel de intensidad de la soledad, se presentan en la Tabla 2.
Escala UCLA | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Normal | Moderado | Severo | |||||
n | % | n | % | n | % | ||
Sexo | Hombre | 6 | 3,5 | 31 | 18 | 33 | 19,2 |
Mujer | 24 | 14 | 45 | 26,2 | 33 | 19,2 | |
Estudios | Sin estudios | 9 | 5,2 | 17 | 9,9 | 4 | 2,3 |
Primarios | 19 | 11 | 56 | 32,6 | 60 | 34,9 | |
Secundarios | 2 | 1,2 | 2 | 1,2 | 2 | 1,2 | |
Universitarios | 0 | 0 | 1 | 0,6 | 0 | 0 | |
Apoyo social (Black y Mckay) | Ninguno | 10 | 5,8 | 9 | 5,2 | 5 | 2,9 |
Medio | 20 | 11,6 | 62 | 36 | 55 | 32 | |
Elevado | 0 | 0 | 5 | 2,9 | 6 | 3,5 | |
Estado civil | Soltero | 2 | 1,2 | 6 | 3,5 | 4 | 2,3 |
Casado/en pareja | 13 | 7,6 | 38 | 22,1 | 46 | 26,7 | |
Viudo | 15 | 8,7 | 28 | 16,3 | 12 | 7 | |
Separado/divorcio | 0 | 0 | 4 | 2,3 | 4 | 2,3 | |
Hijos en el mismo domicilio | Sí | 10 | 6,3 | 32 | 20,3 | 22 | 13,9 |
No | 18 | 11,4 | 38 | 24,1 | 38 | 24,1 | |
Contactos | Sí | 30 | 17,4 | 71 | 41,3 | 66 | 38,4 |
No | 0 | 0 | 5 | 2,9 | 0 | 0 | |
Convivencia | Vive solo | 14 | 8,1 | 20 | 11.6 | 15 | 8,7 |
En compañía | 16 | 9,3 | 56 | 32,6 | 51 | 28,7 | |
internet | Sí | 2 | 1,2 | 17 | 9,9 | 18 | 10,5 |
No | 28 | 16,3 | 59 | 34,4 | 48 | 27,9 | |
Conocimiento internet | Excelente | 0 | 0 | 0 | 0 | 1 | 0,6 |
Bueno | 0 | 0 | 3 | 1,7 | 3 | 1,7 | |
Regular | 1 | 0,6 | 4 | 2,3 | 6 | 3,5 | |
Malo | 29 | 16,9 | 69 | 40,1 | 56 | 32,6 | |
Estado de salud | Excelente | 5 | 16,7 | 16 | 21,1 | 31 | 47 |
Bueno | 17 | 56,7 | 39 | 51,3 | 27 | 40,9 | |
Regular | 7 | 23,3 | 16 | 21 | 7 | 10,6 | |
Malo | 1 | 3,3 | 5 | 6,6 | 1 | 1,5 |
La distribución de la soledad es significativamente distinta ( p < 0,05) respecto a las mujeres y los hombres, y también respecto a vivir solo o en compañía. En la muestra estudiada hay una relación entre sexo y total de la escala, es decir, las mujeres puntúan una media inferior a la de los hombres. También se encontró relación entre apoyo social (Blake y Mckay) y soledad ( p < 0,05). Según aumenta el nivel de apoyo social aumenta la puntuación de la escala de soledad. Las personas que viven solas presentan una media inferior a las personas que viven en compañía ( p = 0,007). Las personas que disponen de ordenador y conexión a internet presentan una media superior a las personas que no disponen de ordenador ni de conexión a internet ( p = 0,043 < 0,05, respectivamente).
En la Tabla 3 se presentan los resultados de los estadísticos de contraste, con la escala UCLA para 7 variables. De estas, se observa que las variables sexo, vivir solo o acompañado, la edad y el número de coches tienen valores de p < 0,05, lo que indica una asociación significativa con el resultado de interés. Las variables hijos que viven en el mismo municipio, internet, número de hijos y teléfonos fijos/móviles no muestran una asociación significativa.
Variable | χ2 | gl | p |
---|---|---|---|
Sexo | 7,692 | 2 | 0,021 |
Hijos que viven en el mismo municipio | 1,422 | 2 | 0,491 |
Vive solo o en compañía | 6,117 | 2 | 0,047 |
Internet | 5,246 | 2 | 0,073 |
Edad | 11,943* | 2 | 0,003 |
Número de hijos | 1,416* | 2 | 0,493 |
Teléfonos fijos/móviles | 4,504* | 2 | 0,105 |
Coches | 11,493* | 2 | 0,003 |
Contactos frecuencia | 9,960* | 2 | 0,007 |
Barthel | 12,003* | 2 | 0,002 |
Hijos con los que vive | 4,394* | 2 | 0,111 |
gl: grados de libertad.
Se considera significación estadística un valor de p < 0,05.
*Prueba de Kruskal-Wallis.
Tener o no tener hijos que viven en el mismo municipio o tener acceso a internet no es significativamente distinta en las 3 categorías de la escala UCLA. Sin embargo, para el total de la escala, hay una relación entre tener o no internet y la soledad ( p = 0,043), mientras que las personas que disponen de ordenador y conexión a internet puntúan una media superior a las personas que no disponen de ordenador ni de conexión a internet. Respecto al nivel de conocimiento parar acceder a videoconferencia a través del móvil, la escala UCLA total no sigue una tendencia uniforme.
El modelo de correlación muestra las correlaciones entre la variable UCLA total (escala de soledad), la edad, el índice de Blake y Mackey, el número de hijos y si la persona vive sola o con alguien más. Se observa que la edad está significativamente correlacionada negativamente con la escala de soledad a un nivel de significancia de 0,01 (bilateral). La correlación entre la suma total de la escala UCLA y las variables cuantitativas se muestra en la Tabla 4. Esto sugiere que a medida que la edad aumenta, la escala de soledad disminuye. Con otras 2 variables, apoyo social y número de hijos con los que convive, presenta una correlación positiva. Para todas las variables analizadas, el coeficiente de correlación lineal es débil o muy débil, excepto con el número de hijos, que no presenta correlación.
Total escala UCLA | Edad | Blake y Mackey | Número de hijos | Con cuántos hijos vive | ||
---|---|---|---|---|---|---|
Total escala UCLA | Correlación de Pearson | 1 | -0,298** | 0,195* | -0,030 | 0,198* |
Sig. (bilateral) | 0,000 | 0,010 | 0,705 | 0,010 | ||
n | 172 | 172 | 172 | 158 | 170 |
Se considera significación estadística un valor de p < 0,05.
*La correlación es significativa con un nivel 0,01 (bilateral).
Para identificar qué variables explican mejor la variabilidad que presenta la variable soledad, se realizó un análisis de regresión múltiple y se tomó como base las variables que individualmente eran significativas ( p < 0,05), lo que sugiere que todas ellas influyen de manera importante en la percepción de soledad. El modelo se asumió con las variables predictoras: sexo, pregunta simplificada de Blake y Mckay, internet, estudios, estado civil, edad, número de baños o aseos, número de hijos con los que convive y personas con las que convive. Este modelo ( p < 0,001 < 0,05) explicaría el 21,8% de la variabilidad en la variable soledad (Tabla 5).
Modelo | R | R cuadrado | R cuadrado-corregida | Error estándar de la estimación | Estadísticos de cambio | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Cambio en R2 | Cambio en F | gl1 | gl2 | Sig. cambio en F | |||||
1 | 0,466 | 0,218 | 0,174 | 7,397 | 0,218 | 4,942 | 9 | 160 | 0,000 |
Se considera significación estadística un valor de p < 0,05.
De acuerdo con este modelo, la condición de ser hombre influye en un aumento en la suma total de la escala de soledad, lo mismo que por cada punto en la escala de apoyo social hay un aumento de 0,157 en la escala de soledad. En cuanto a la edad, la mayor edad incluye un descenso de la escala (mayor grado de soledad).
Se realizó una estimación del riesgo y del cálculo de la razón de prevalencia para el estado de salud (malo, regular, bueno y excelente) y para 2 grupos (con soledad y sin soledad). La razón de ventajas (odds ratio) para el estado de salud fue de 0,4 (0,156-0,860). Es decir, la probabilidad de tener un estado de salud malo era 0,4 veces menor en el grupo que presentaba soledad, en comparación con el grupo sin soledad. El riesgo relativo (RR) fue de 0,5, con un intervalo de confianza del 95% (IC95%) que va de 0,264 a 0,958. Esto significa que las personas con soledad pueden presentar un estado de salud peor, que es la mitad que el RR de las personas sin soledad. Las personas con estado de salud bueno/excelente tienen un RR de 1,4 para no tener soledad, con un IC95% que va de 1,1 a 1,7. Esto significa que las personas con un buen estado de salud tienen un RR de no tener soledad que es 1,4 veces mayor que el RR de las personas con un estado de salud menos favorable. El IC95% no incluye el valor 1, lo que indica que la asociación es estadísticamente significativa.
DISCUSIÓN
Este estudio se realizó con el propósito de evaluar la prevalencia de la soledad en adultos mayores en un contexto rural muy disperso, así como su relación con diferentes factores sociodemográficos y de salud. Los resultados indican que 4 de cada 10 de los participantes experimentaban algún grado de soledad, siendo este porcentaje mayor en las mujeres. Aunque esta cifra es alta, es parecida a la encontrada en otros estudios realizados en entornos similares, como el de Gayol et al. en Asturias, donde se describe un porcentaje del 44,4% 28. Al comparar nuestros resultados con los del estudio de Velarde et al., en el que se validó la escala UCLA en una población rural y urbana 27, se observan algunas diferencias en los datos, pues estos presentan un porcentaje menor de soledad y una diferencia más acusada entre mujeres y hombres en relación con nuestro estudio. Esta diferencia podría obedecer a que en nuestro caso la media de edad era relativamente mayor (77,8 años) frente a una media de 70,7 años del estudio referido. En este sentido, la mayor edad se presenta como un factor determinante29, es decir, que a medida que la edad aumenta, la puntuación en la escala es menor, por tanto, hay un mayor sentimiento de soledad.
Hay que señalar que, si bien el vivir solo influiría en el sentimiento de soledad, no encontramos diferencias entre las distintas condiciones de estado civil. Esto podría explicarse con otras covariables (como estar viudo/a pero tener hijos o contar con una red de apoyo sólida). Igualmente, como se ha dicho anteriormente, muchas personas, aunque estén acompañadas, pueden sentirse solas.
A medida que aumenta el nivel de apoyo social, disminuye la sensación de soledad. Asimismo, las personas que viven solas presentan una media inferior a las que viven acompañadas.
En relación con la conectividad social, las preguntas formuladas no permiten ser concluyentes en la medida en que las cuestiones que pudieron influir no fueron estudiadas, como es el caso de la intensidad de uso de las redes sociales (Facebook, Instagram, etc.). No obstante, sí que se vio que tener acceso a internet se relaciona con un menor sentimiento de soledad. Esta cuestión es importante en la medida que el uso y conocimiento de las personas mayores en tecnologías de comunicación y su aplicación en los hogares, tiene un papel importante en el manejo de la soledad y el aislamiento social30.
Limitaciones
En cuanto a las limitaciones de este estudio hay que señalar que lo realizamos durante las últimas oleadas de la pandemia, en un momento en que no había medidas de confinamiento, aunque se mantenían medidas sanitarias. Los datos obtenidos son valiosos para comprender el impacto de la pandemia en la población mayor. De hecho, un estudio previo realizado por Su et al.29 encontró que, a nivel mundial, la prevalencia de soledad y aislamiento social en personas mayores de 65 años durante la pandemia de COVID-19 fue del 28,6 y del 31,2%, respectivamente. Es importante destacar que estos datos incluyen a población urbana. No obstante, al ser la situación pandémica excepcional, no resulta comparable a otras situaciones anteriores.
Otra limitación pudo ser que el reclutamiento se realizó en el centro de salud, por lo que es posible que las personas con un alto grado de dependencia no entraran en el estudio.
CONCLUSIONES
Este estudio muestra la prevalencia de la soledad en adultos mayores relacionada con la edad, el sexo, el estado de salud, la convivencia y algunos aspectos de conectividad digital. Con respecto a estos últimos, se necesitarán más estudios para identificar qué factores dentro de la conectividad digital pueden ser protectores o no de desarrollar sentimiento de soledad31,32. Los resultados resaltan la importancia de tener en cuenta estos factores al diseñar programas de intervención para reducir la soledad en los adultos mayores lo que, en definitiva, repercutirá en una mejor salud.