INTRODUCCIÓN
Los trastornos musculoesqueléticos (TME) son alteraciones que sufren estructuras corporales como los músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios, huesos y el sistema circulatorio, causadas, agravadas o aceleradas por la exposición a determinados factores de riesgo en el trabajo y los efectos del entorno en el que este se desarrolla1.
Por factores psicosociales de riesgo se entienden los que son perjudiciales y provocan respuestas de estrés que a largo plazo pueden afectar negativamente a la salud ocasionando, entre otros, daño musculoesquelético.
Según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el trabajo2, el coste económico de los TME en el año 2000 se estimó entre el 0,5% y el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) en Europa. En España, la incidencia anual de TME de origen laboral estaría en torno a 24,2 por 10.000 trabajadores, afectando en total al 53% de la población trabajadora3. Un impacto económico, social y laboral importante (para las personas: con disminución de sus ingresos y aumento de los gastos. Para la empresa: indemnizaciones, sustitución de la persona afectada. Para la sociedad: prestaciones económicas por incapacidad, gastos por ingresos hospitalarios, prestaciones farmacéuticas, etcétera.) como se evidencia en la VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo3, según la cual el 77,5% de las personas trabajadoras encuestadas refieren la presencia de algún problema musculoesquelético, un 3% más que en la anterior encuesta del 2007. En concreto, según datos de la VII Encuesta del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), el 50,9% de los personas que trabajan en el sector sanitario refieren molestias en la parte baja de la espalda, el 41,0% en la zona del cuello, el 29,8% en la zona alta de la espalda, el 17,6% en los hombros, el 12,3% en brazos y antebrazos y el 12,4% en las piernas.y solo el 18% no refiere ninguna molestia musculoesquelética.
La carga física y los factores psicosociales de riesgo son posiblemente las exposiciones perjudiciales para la salud más frecuentes en la población trabajadora. En la V Encuesta Europea sobre Condiciones de Trabajo4, se entrevistó a cerca de 44.000 trabajadores de distintos países europeos y el 46% refirieron trabajar durante al menos una cuarta parte de su jornada laboral manteniendo posturas causantes de fatiga y dolores musculoesqueléticos. Datos de la misma encuesta señalan que los factores psicosociales de riesgo en el trabajo, tales como falta de autonomía, conflictos éticos, intensidad de trabajo o inseguridad laboral, tienen un impacto negativo en la salud y bienestar.
Dentro del colectivo del personal sanitarios, se evidencia en la literatura que el de enfermería se encuentra con frecuencia expuesto a factores psicosociales de riesgo en el trabajo, tanto por la implicación psicológica y emocional que conlleva el mismo como por aspectos relacionados con la organización del trabajo y sus tareas, tales como altas demandas psicológicas, bajo control, escaso apoyo social, ejecución de tareas repetitivas y monótonas o escasas recompensas, entre otros5,6,7,8,9.
Tradicionalmente se ha considerado que los TME de origen laboral son causados fundamentalmente por la exposición a factores de naturaleza biomecánica10,11. Sin embargo, en los últimos años, los factores de naturaleza psicosocial han adquirido mayor atención en los estudios que los relacionan con la aparición de daño musculoesquelético12,13,14.
Existen 9 revisiones sistemáticas publicadas, que hayamos encontrado, todas en inglés, 5 de ellas se centradas en el ámbito de enfermería15,16,17,18,19, el resto abarcaban otros ámbitos ocupacionales20,21,22,23 y solo dos realizaron metaánalisis15,21.
Así el objetivo de esta revisión fue especificar el tipo de factor psicosocial de riesgo al que se está expuesto y la parte corporal afectada en personas trabajadoras con TME.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estrategia de búsqueda. Se realizó una búsqueda en las bases bibliográficas Web of Science, MEDLINE (Pubmed), NIOSTHIC y CINAHL desde el comienzo de cada una de las bases de datos hasta 2015. La estrategia de búsqueda fue la misma en todas, combinando tres bloques de palabras clave para recoger la información de nuestro interés:
Prevalencia de TME (resultado).
Exposición a factores psicosociales de riesgo.
Población de estudio: personal de enfermería.
Los términos de búsqueda a utilizar fueron: Musculoskeletal para la prevalencia de TME, Psychosocial para el término factores psicosociales de riesgo y nurs* para la población de estudio. Al combinarlos mediante el operador lógico AND (Musculoskeletal AND psychosocial AND nurs* ) dio los registros buscados. Además se complementaron con registros adicionales por revisión bibliográfica de los artículos seleccionados para revisión completa.
Selección de estudios y extracción de datos. Un investigador codificó de forma independiente los estudios para analizar la fiabilidad del proceso de extracción. Los criterios de inclusión fueron:
Tener diseño transversal, de casos-control o de cohortes.
Estarstaban publicados en idioma inglés, francés, italiano, portugués y español.
Evaluar la asociación entre TME y factores psicosociales de riesgo en personal de enfermería con algún indicador ajustados por las covariables utilizadas en cada estudio (Odd ratio, razón de prevalencia, riesgo relativo).
Utilizar cuestionarios estandarizados para recoger la información: cuestionario JCQ (demanda-control-apoyo social) de Karasek24 (1978), cuestionario ERI (esfuerzo-recompensa) de Siegrist25 (1996) y para TME el cuestionario nórdico de Kuorinka26et al (1987).
Haber sido desarrollado en el ámbito de centros sanitarios.
En la búsqueda inicial de artículos se encontraron 459 y después de eliminar los registros duplicados, se obtuvieron un total de 323 referencias. Durante la primera extracción de datos, se revisó el título y resumen de cada artículo, excluyéndose los que no cumplían los criterios de inclusión y los que eran revisiones que no entraban a formar parte del metaanálisis (n=267). En total quedaron 56 artículos para revisión completa a los cuales se adicionaron 8 artículos más por la revisión de bibliografía citada en los 56 artículos seleccionados.
La lectura del texto completo de los 64 artículos seleccionados llevó a la exclusión de 17 porque no evaluaban la asociación entre TME y factores psicosociales de riesgo en personal de enfermería. A los 47 estudios restantes se les aplicaron los criterios de evaluación de calidad metodológica. Estos estudios fueron objeto de revisión sistemática en profundidad excluyendo los que no incluían el intervalo de confianza de los valores de las variables que evaluaban diferentes exposiciones y/o resultados (IC95%). De esta forma fueron incluidos en el metaanálisis 36 investigaciones, de las cuales 32 eran estudios transversales y 4 estudios de cohortes. La figura 1 muestra el diagrama de flujo de selección de los estudios.
Evaluación de la calidad de los estudios. Para determinar la calidad de los estudios se utilizó una escala de elaboración propia basada en la lista de verificación STROBE27 para la comprobación de los ítems a incluir en las publicaciones de los estudios observacionales y la declaración PRISMA28, para la comprobación de los ítems a incluir en las publicaciones de las revisiones sistemáticas. La utilizada incluyó 37 ítems agrupados en 5 áreas:
Título y resumen.
Introducción: contexto/fundamentos/objetivos.
Métodos: diseñoestudio/contexto/participantes/variables/medidas/sesgos/muestra/métodos estadísticos.
Resultados: participantes/datos/otros análisis.
Discusión: Resultados clave/limitaciones/interpretación/generabilidad/otras informaciones.
Cada ítem se calificó como positivo (cuando cumplió el requisito), como negativo (cuando no se cumplió el requisito) o como interrogante (si no se sabía si se cumplió el requisito establecido en STROBE/PRISMA). Siguiendo a otros autores15,29, los estudios se consideraron de alta calidad cuando el marcador era igual o superior al 80% de la puntuación máxima posible, de calidad media cuando el marcador oscilaba entre el 70% y el 79%, y de baja calidad cuando estaba por debajo del 70%. Las tablas 1 y 2 muestran la lista de control utilizada y la calidad de los estudios, respectivamente.
Tabla 1. Criterios de calidad considerados en las declaraciones STROBE (estudios observacionales) y PRISMA (revisiones y metaanálisis)
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CS: Estudio transversal. CC: Estudio caso-control. PC: Estudios de cohortes. REV: Revisiones.
Tabla 2. Evaluación de la calidad de los estudios
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Nivel de calidad: puntuación total para todos los ítems de validez positiva; %: Porcentaje de la puntuación máxima alcanzable.
Análisis estadístico. La heterogeneidad entre los estudios se analizó mediante la prueba Q de Cochran y a través del cálculo del índice I2, el cual permite conocer cómo la posible heterogeneidad existente puede afectar a las conclusiones del metaanálisis30. El I2 toma valores entre 0% y 100%. Un valor de 0% indica ausencia de heterogeneidad; porcentajes de 25%, 50% y 75% fueron considerados como de baja, media y alta heterogeneidad, respectivamente. Para la prueba Q de Cochran se situó la significación estadística en p< 0,1 en vez de p< 0,05 teniendo en cuenta la baja potencia de contraste cuando el número de estudios incluidos es medio-bajo.
Para valorar el tamaño del efecto se utilizó la odds ratio (OR) y el Riesgo relativo (RR) dependiendo de si los estudios eran transversales o de cohortes, respectivamente. Las medidas de los diferentes estudios se combinaron utilizando el modelo de efectos aleatorios31, que tiene en cuenta la posible heterogeneidad al considerar que los efectos de la exposición en la población son diversos y que los estudios incluidos en la revisión son solo una muestra aleatoria de todos los posibles efectos. Los estudios incluidos se agruparon en 11 subgrupos de acuerdo a su diseño epidemiológico, el tipo de exposición psicosocial (altas demandas psicológicas, bajo control sobre el trabajo, bajo apoyo social, alta tensión psicológica entendida como la combinación de las tres anteriores, desequilibrio esfuerzo-recompensa e inadecuada organización del trabajo) y el resultado principal (molestia y/o dolor en extremidades superiores, cuello, espalda lumbar, extremidades inferiores y cualquier región corporal (cuando la molestia y/o dolor fue informada sin distinguir un sitio anatómico específico). Análisis parciales de meta-análisis fueron representados para cada uno de los 11 subgrupos de estudios: 1. Exposición a altas demandas con una prevalencia de molestia y/o dolor de extremidades superiores; 2. Exposición a altas demandas con una prevalencia de molestia y/o dolor de cuello; 3. Exposición a altas demandas con una prevalencia de molestia y/o dolor de espalda lumbar; 4. Exposición a altas demandas con una prevalencia de molestia y/o dolor de extremidades inferiores; 5. Exposición a un bajo control sobre el trabajo con una prevalencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal; 6. exposición a bajo apoyo social con una prevalencia de molestia y/o dolor en extremidades superiores; 7. Exposición a bajo apoyo social con una prevalencia de molestia y/o dolor en cuello; 8. Exposición a alta tensión psicológica con una prevalencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal; 9. Exposición al desequilibrio esfuerzo-recompensa con una prevalencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal; 10. Exposición a una inadecuada organización del trabajo con una prevalencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal; 11. Exposición a bajo apoyo social con una incidencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal.
Los resultados obtenidos se representaron en un gráfico tipo forest plot en el que se presentan los valores de la medida con su correspondiente intervalo de confianza del 95% para cada estudio y el valor del efecto global para el metaanálisis.
El posible sesgo de publicación se evaluó mediante la inspección visual del funnel plot o “gráfico de embudo”, que ordena los resultados a partir de la precisión de su medida, y permite comprobar si existen estudios con poca precisión y resultados extremos32,33. Es indicativo de sesgo de publicación cuando se observa un hueco en la parte baja del embudo, en concreto en la zona de los tamaños del efecto nulos o contrarios a la hipótesis de que el factor de riesgo analizado realmente lo es. Complementariamente se realizó la prueba de Egger34, con la que se alcanza sospecha de sesgo de publicación cuando la prueba estadística (prueba t) que constrasta la significación estadística de la intercepción es significativa (p<0,05).
Para explorar la heterogeneidad estadística de los estudios se realizó análisis de sensibilidad extrayendo sistemáticamente y por separado cada uno de los estudios incluidos para los 11 subgrupos con una alta (75%) y moderada heterogeneidad (50%) con el fin de analizar la robustez de los resultados y comprobar si alguno estaba ejerciendo una influencia decisiva sobre el resto. Si los resultados así obtenidos eran similares, tanto en dirección como en magnitud del efecto y significación estadística, se podía concluir que el análisis era robusto. El caso contrario exigiría cierta precaución en la interpretación de los resultados. Complementariamente se exploró de manera informal la presencia de heterogeneidad utilizando el gráfico de Galbraith con el fin de observar cómo se distribuían los puntos en torno a la línea de regresión, de modo que si se distribuían de forma simétrica se podría decir que no existe heterogeneidad, mientras que si se alejaban de esa posición indicabanheterogeneidad.
Todo el análisis estadístico de los datos incluidos en el meta-análisis se realizó con el programa “mix 2.0 Pro” de excell (software profesional de excell para meta-analisis).
RESULTADOS
Revisión sistemática. De los 56 estudios incluidos en esta revisión, 49 fueron considerados de alta calidad: 34 estudios transversales, 7 cohortes, 1 casos-controles y 7 revisiones. De calidad media fueron considerados 6 estudios, 5 transversales y 1 revisión. Otra revisión fue considerada de calidad baja17.
Según el origen geográfico, 24 estudios se llevaron a cabo en Europa, en EEUU 11, en Irán 6; en Brasil 4, en Australia 3, en China 2 y en Nueva Zelanda, Malasia, Taiwán, Corea, e Islandia 1 en cada uno de los países. Según el idioma, 36 estudios estaban publicados en inglés, 2 en portugués y español y uno en portugués e inglés. El número de participantes en los estudios varió de 90 a 21.516, siendo mujeres el 90% de la población incluida, con una tasa de respuesta variable desde el 39% hasta el 98%. Todos se centraron en personal de enfermería. Se utilizaron diferentes instrumentos para evaluar los TME y la exposición laboral a factores psicosociales. El 90% de las investigaciones utilizaron el Cuestionario Nórdico estandarizado para medir el daño musculoesquelético en las diferentes zonas corporales. La exposición laboral a factores psicosociales se midió con el cuestionario de contenido del trabajo de Karasek o una versión adaptada35,36,37, el cuestionario del modelo desequilibrio esfuerzo-recompensa de Siegrist u otros, como el cuestionario psicosocial de Copenhague (COPSOQ) y el QPS+ Nórdico. Las características de los estudios pueden consultarse como material complementario en los anexos 1, 2, 3 y 4 de este artículo.
Meta-análisis. De los 56 estudios incluidos en la revisión, se excluyeron del metaanálisis 20, de los cuales dos eran estudios transversales38,39) que no incluían el IC95%. Otros nueve porque evaluaban diferentes exposiciones y/o resultados, cinco de ellos eran transversales35,40,41,42,43 y cuatro de cohortes10-44,45,46. Por último, 9 fueron excluidos por ser revisiones15,16,17,18,19,20,21,22,23. Así, un total de 36 estudios fueron incluidos en el metaanálisis. Las estimaciones de riesgos agrupados y valores de heterogeneidad para cada subgrupo de estudios se presentan en la tabla 3.
Tabla 3. Factores de riesgo psicosociales en el trabajo y TME. Efectos agrupados y valores de heterogeneidad para cada subgrupo según el diseño del estudio
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I2 = 0: no heterogeneidad; I2 = 25: baja heterogeneidad; I2 = 50% heterogeneidad moderada; I2 = 75% alta heterogeneidad.
Se encontraron asociaciones estadísticamente significativas entre altas demandas /con la prevalencia de molestia y/o dolor en las extremidades superiores (OR: 1,80; IC 95% 1,24-2,62), molestia y/o dolor en cuello (OR 1,55; IC95% 1,39-1,72), molestia y/o dolor en espalda lumbar (OR 1,49; IC95% 1,29-1,73) y molestia y/dolor en extremidades inferiores (OR 2,45; IC95% 1,00-5,49), respectivamente. Un bajo control sobre el trabajo tuvo asociación estadísticamente significativamente con la prevalencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal (OR 1,10; IC95% 1,03-1,18). De la misma manera, el bajo apoyo social en el trabajo se asoció a molestia y/o dolor en extremidades superiores (OR 150, IC95% 1,13-1,99), molestia y/o dolor en cuello (OR 1,41; IC95% 1,24-1,60; y molestia y/o dolor en cualquier región corporal (OR 1,31; IC95% 1,01-1,69). También se observó una fuerte asociación entre el desequilibrio esfuerzo-recompensa/molestia y/o dolor en cualquier región corporal (OR 2,56; IC95% 1,59-4,11). La exposición a alta tensión psicológica (entendida como la combinación de altas demandas/bajo control/bajo apoyo social) y la presencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal (OR 1,81; IC95% 1,50-2,18) y una mala organización del trabajo con presencia de molestia y/o dolor en cualquier región corporal (OR 1,57; IC95% 1,18-2,02).
Tres de los subgrupos fueron considerados de heterogeneidad alta y cinco de heterogeneidad media (tabla 3). A modo de ejemplo, análisis parciales de dos subgrupos de estudios transversales (figuras 2 y 3), y un subgrupo de estudio de cohortes (figura 4) se presentan mediante el gráfico forest-plot. El resto se pueden solicitar al autor responsable de la correspondencia.
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Figura 3. Tensión psicológica (altas demandas / bajo control / bajo apoyo social) - molestias y/o dolor en cualquier región corporal en estudios transversales
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Figura 4. Bajo apoyo social - molestias y/o dolor en cualquier región corporal en los estudios de cohortes
Análisis de sensibilidad. Se consideraron para el análisis de sensibilidad los subgrupos de estudios en los que la heterogeneidad fue alta (estudios transversales: (1) altas demandas - molestias y/o dolor en extremidades superiores; (6) bajo apoyo social - molestias y/o dolor en extremidades superiores y (9) desequilibrio esfuerzo-recompensa - molestias y/o dolor en cualquier región corporal), o moderada (estudios transversales: (3) altas demandas - molestia y/o dolor de espalda lumbar; (4) altas demandas - molestia y/o dolor en extremidades inferiores; (9) alta tensión psicológica - molestia y/o dolor en cualquier región corporal; (10) mala organización del trabajo - molestia y/o dolor en cualquier región corporal. Los análisis de sensibilidad realizados mostraron que la OR media agregada podía oscilar según los subgrupos (1, 3, 4, 6, 8, 9 y 10) entre 1,16 y 1,86 dependiendo del estudio excluido del meta-análisis (datos no mostrados). Este análisis de subgrupos pone de manifiesto la robustez del meta-análisis. Cuando se eliminó cualquiera de los estudios incluidos no cambió la dirección ni la significación del efecto global en cada subgrupo estudiado. Sin embargo si conviene destacar la influencia de algunos estudios: para el subgrupo (1 y 6) el de Amin47; para el subgrupo (3) el de Bos48; y para el subgrupo (9) Pelissier49 y Simon50, ya detectada con los gráficos de Galbraith, que por utilizar muestras mucho mayores al resto, producían una pérdida de precisión en la estimación global al ser eliminados del subgrupo correspondiente.
Sesgo de publicación. En base al análisis visual de los gráficos de embudo o funnel plot, de los subgrupos donde se ordenaron los estudios a partir de la precisión de su medida, no se encontraron evidencias de sesgo de publicación, ya que los estudios estaban dentro de la zona de embudo y no se apreció un grado de asimetría importante. Además, se evaluó la posibilidad de sesgo de publicación para cada subgrupo de meta-análisis mediante la prueba de Egger34, siendo el riesgo potencial de sesgo bastante baja (datos no mostrados).
DISCUSIÓN
Los resultados de esta revisión sitemática y subsiguiente metaánalisis ponen de manifiesto que la exposición laboral a factores psicosociales en el trabajo del personal de enfermería tiene una asociación positiva con la presencia de dolores y molestias musculoesqueléticas. Una de las fortalezas de esta revisión es haber tenido en cuenta la publicación de artículos en otros idiomas diferentes al inglés (usado en la mayoría de las publicaciones), como son el francés, italiano, portugués y español, así como constatar las zonas corporales más afectadas según los estudios analizados.
Particularmente, la exposición a altas demandas, el bajo control sobre el trabajo, el bajo apoyo social, el desequilibrio esfuerzo-recompensa y una inadecuada organización del trabajo se asoció con molestias y/o dolor en extremidades superiores, cuello, espalda lumbar, extremidades inferiores o en cualquier región corporal12,36,47,51. Los factores psicosociales de riesgo en el lugar de trabajo actúan como factores estresantes psicosociales en el mismo que causan reacciones de estrés6. Los efectos de estos factores adversos serían aumentados o reducidos en función de las características individuales, los recursos disponibles y las estrategias para afrontarlos. Las reacciones de estrés podrían desencadenar reacciones fisiológicas, incluidos los procesos bioquímicos que podrían conducir a corto plazo a respuestas como tensión muscular y a largo plazo en un mayor riego de dolores musculoesqueléticos.
La mayoría de estudios incluidos en el metaanálisis eran de diseño transversal y, por tanto, aunque no es posible relacionar directamente los factores psicosociales de riesgo en el trabajo como causas de las molestias y/o dolencias musculoesqueléticas, (limitación de este tipo de estudios) tres probables vías de asociación son presentadas en la literatura23-52:
El estrés es una de las vías por las cuales el ambiente psicosocial ejerce impacto sobre la salud musculoesquelética, supuestamente, a través de la tensión muscular. La exposición laboral a factores psicosociales de riesgo mantenida en el tiempo activa el sistema nervioso central aumentando el tono muscular que, por sí mismo, favorece el aumento de la carga biomecánica de los músculos y tendones lo que contribuye a la aparición de molestias y/o dolor musculoesquelético.
Efecto sobre la carga física: La aceleración en el ritmo de trabajo debido a la sobrecarga de actividades, la escasez de personal, el número y gravedad de los pacientes, organización del trabajo inadecuada, etcétera, en definitiva, la presión en el tiempo actuaría sobre la persona trabajadora como presión psicológica y haría que esta realizase más rápidamente los movimientos y adoptase posturas inadecuadas durante las actividades o posturas forzadas. Cuando estas situaciones perduran en el tiempo ocurren microlesiones musculares e inflamaciones tendinosas, provocando falta de irrigación en la zona, traduciéndose en dolor musculoesquelético.
Sensibilidad ante el dolor: Enfrentarse de forma reiterada a un ambiene psicosocial inadecuado produciría en el trabajador/ra una caída del umbral de percepción del dolor, resultando en un aumento de la frecuencia del desarrollo de sintomatología musculoesquelética con molestias y/o dolencias.
Sin embargo, los estudios de cohortes analizados sí proporcionan evidencia de la relación entre la exposición laboral a factores psicosociales y dolencias musculoesqueléticas en las zonas corporales de cuello-hombros y espalda lumbar. Los mecanismos45,53 que explican esta asociación coinciden con el efecto sobre la carga física y en segundo lugar se producen por la vía del estrés psicosocial al ajustar la asociación por covariables44,54,55 como edad, sexo y demanda física.
Una de las limitaciones del estudio es el escaso número de estudios que evaluaron la relación entre un determinado factor de riesgo y una determinada dolencia musculoesquelética. Además, los tamaños de efecto de los estudios individuales (odds ratio sobre todo) fueron ajustados por las covariables incluidas en cada estudio, por lo que el hecho de que cada estudio utilice covariables diferentes hace que los odds ratios ajustados no sean directamente comparables entre sí, siendo una importante limitación del metaanálisis.
En suma, las condiciones del trabajo de enfermería señaladas en este estudio convergen en asegurar que el ambiente de un centro sanitario impone un desgaste que produce daños, con consecuencias para la salud musculoesquelética de las personas que trabajan en ellos. Esto debe tener implicaciones prácticas. Si bien las intervenciones hasta ahora se han centrado en prevenir los factores físicos del lugar de trabajo produciendo cambios ergonómicos, y en este sentido hay experiencias positivas de ergonomía participativa56) en las que los propios trabajadores/as se implican en la identificación e introducción de mejoras ergonómicas en sus puestos, estas también deben abordar la mejora del ambiente de trabajo psicosocial, a través de instrumentos integrales de promoción de la salud, por ejemplo, a través de la ergonomía participativa desde un enfoque psicosocial, lo que algunos autores llaman “círculos de salud”57 que hacen hincapié en desarrollar sugerencias para la mejora del departamento o la unidad de trabajo. Por consiguiente, los círculos de salud solo pueden funcionar si todas las personas participantes, trabajadores/as, supervisores/as y jefes/as toman parte activa y cooperan eficazmente. Los debates que se celebran en los círculos de salud permiten tener en consideración las presiones psicosociales que, generalmente, son pasadas por alto en programas de promoción de la salud. Los criterios de éxito identificados en estos programas permiten cooperar y encontrar soluciones prácticas: escuchar y reconocer a las personas como expertas en las condiciones de su lugar de trabajo durante las reuniones del círculo de salud, apoyo activo y continuo de la dirección y de los otros participantes (técnicos de prevención, médicos/as y enfermero/as del trabajo, experto/as en salud y seguridad, etc.) e información y participación ininterrumpidas del personal durante todas las fases del proyecto del círculo de salud (planificación, aplicación y resultados)58. De este modo, la mejora de la ergonomía psicosocial del trabajo debe ser considerada e integrada como elemento importante de la prevención en materia de salud laboral.
Concluyendo, esta revisión sistemática con metaanálisis pone de manifiesto la existencia de factores psicosociales de riesgo en el trabajo de enfermería, como las altas demandas psicológicas, el bajo control sobre el trabajo, el bajo apoyo social, la alta tensión psicológica, el desequilibrio esfuerzo-recompensa y la inadecuada organización del trabajo como factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de molestias y/o dolor musculoesqueléticos en diferentes zonas corporales.
En los estudios sobre este tema se debe realizar un esfuerzo por medir adecuadamente el efecto de la confusión y la interacción de factores personales y laborales, como pueden ser el sexo, el trabajo doméstico, la antigüedad laboral, la carga de trabajo, los turnos y el tipo de contrato. Además, investigaciones futuras sobre este tema deben centrarse en esclarecer los mecanismos de relación entre factores psicosociales de riesgo y dolencias musculoesqueléticas con más estudios de cohortes que permitan sumar a las revisiones.