INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la violencia sexual contra la mujer "un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres" a nivel mundial1. En el marco español, la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (en adelante, LOI) recoge el acoso sexual como una forma de violencia de género que es necesario erradicar, y lo define como: "cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual, que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo" (art.7.1)2.
El acoso sexual en el ámbito laboral está tipificado por el Código Penal español3. El Convenio de Estambul (Convenio del Consejo de Europa sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica)4, aprobado en 2011 y ratificado y publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) en 20145, indica que la violencia de género no solo se da en el ámbito familiar, de la pareja o expareja4,5. Así, la Ley Integral de Violencia de Género de la Comunidad de Madrid de 2005 ya incluía el acoso sexual laboral como un tipo de violencia de género6. Como establece la Directiva 2002/73/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de septiembre de 2002, que modifica la Directiva 76/207/CEE del Consejo relativa a la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales, y a las condiciones de trabajo7, se clasifica en dos tipos:
Chantaje sexual: producido por un superior o personas cuyas decisiones puedan tener efectos sobre las condiciones o el empleo de la mujer acosada.
Acoso ambiental: conducta que crea un entorno laboral intimidatorio, hostil o humillante para la mujer acosada.
La repercusión mediática de este tipo de violencia de género se ha incrementado enormemente desde el nacimiento del movimiento #MeToo en 2017. En el mundo biomédico ha ocurrido algo similar a raíz de la publicación en 2018 del informe titulado Acoso sexual hacia las mujeres. Clima, cultura y consecuencias en Ciencias, Ingenierías y Medicina, redactado por la National Academy of Sciences, Engineering and Medicine de Estados Unidos8. Dicho informe reveló que más de un 50% de las docentes y las mujeres del personal de la universidad y entre un 20%-50% de las estudiantes han experimentado o sufren conductas de acoso sexual en el ámbito académico. Asimismo, el informe concluye que este tipo de acoso es más frecuente entre las estudiantes de Medicina que el resto de estudiantes8. Estos datos han despertado interés en la comunidad científica y de ellos se han hecho eco revistas con un alto factor de impacto como el New England Journal of Medicine9, el British Medical Journal10, Lancet11 o la revista JAMA Internal Medicine12.
En España, Medscape publicó en 2019 un informe sobre el acoso sexual laboral hacia médicos y médicas13. Los datos corresponden a una muestra de más de 2.537 profesionales en nuestro país, a los que se les realizó una encuesta online sobre el comportamiento específico de acoso sexual experimentado o presenciado en los últimos años, cometido por compañeros o por pacientes. Entre los resultados de la encuesta obtenidos se describe que el 3% de los médicos españoles ha experimentado acoso sexual en los últimos tres años, siendo más mujeres las afectadas.
Muchos estudios han documentado la relación entre el acoso sexual y el bienestar físico y psicológico de la víctima, con un deterioro en la salud mental y un aumento de la utilización de psicofármacos13,14,15,16. En un estudio realizado en 2012 a enfermeras de hospitales públicos de una ciudad en Pakistán16 se encontró que el acoso sexual es un predictor de salud mental negativo en forma de depresión, ansiedad y estrés.
Además, el acoso sexual en el ámbito laboral tiene una repercusión profesional. En la encuesta realizada por Medscape13, tres de cada diez víctimas evitaron trabajar con compañeros específicos, el 15% pensó en dejar el puesto de trabajo y un 5% renunció al mismo. En cuanto a la calidad de la atención dada a los pacientes, más del 80% de los médicos encuestados afirmaron que repercute negativamente.
La cuantificación del fenómeno es compleja, principalmente porque el concepto de violencia sexual del que se parte en cada estudio es diferente y porque hay distintas formas de cuantificar el acoso, lo que deriva en cifras variadas dependiendo del estudio que revisemos17. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019, el 2,1% de las mujeres de dieciséis o más años refieren haber recibido amenazas de consecuencias negativas en el trabajo si rechazaban propuestas sexuales18. Se estima que solo un 3% de las mujeres que sufren acoso en España lo denuncian19.
Existen factores individuales basados en el contexto sociopolítico que predisponen a ejercer acoso sexual laboral, como son actitudes sexistas, creencias que racionalizan o justifican el acoso, etc. Sin embargo, existen también unos factores de la organización que favorecen este tipo de acoso y tienen que ver con ambientes muy jerarquizados y en los cuales los hombres dominan de forma predominante los puestos de poder, además de la tolerancia o rechazo en la organización a este tipo de comportamientos8,20. De hecho, un metanálisis de datos combinados de cuarenta y un estudios con un tamaño de muestra total de casi 70.000 encuestados encontró que la percepción de la tolerancia organizacional es el predictor más potente del acoso sexual en las organizaciones laborales21.
La erradicación de la violencia sexual, por lo tanto, no puede lograrse sin abordar las actitudes sociales que la toleran y conocer la percepción social es fundamental para mejorar el diseño de políticas dirigidas a erradicarlo. Un entorno que acepta la violencia sexual contribuye a crear un clima de tolerancia que facilita que los agresores mantengan su conducta y dificulta que las víctimas denuncien22, incrementando paradójicamente la estigmatización del fenómeno23.
El objetivo principal de este estudio fue evaluar la percepción de la violencia sexual en el ámbito laboral de las personas trabajadoras de un hospital de la Comunidad de Madrid (Hospital Universitario Severo Ochoa [HUSO]). Como objetivo secundario, se analizaron las diferencias en cuanto a la aceptación de los mitos del acoso sexual entre grupos de edad, género, categoría profesional y antigüedad laboral.
SUJETOS Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional transversal en el que se evaluó la percepción del personal del HUSO sobre el fenómeno del acoso sexual laboral. Los criterios de inclusión para participar en el estudio fueron trabajar en el HUSO y ser mayor de 18 años. Entre el 15 de octubre de 2020 y el 15 de junio de 2021 se envió a los trabajadores del HUSO, por correo electrónico y a través de la intranet del hospital, una encuesta anónima que fue respondida por 243 personas y que recogió variables sociodemográficas (edad, género, categoría profesional, antigüedad laboral) y la Escala validada de Illinois de Aceptación del Mito del Acoso Sexual (ISHMA)24, empleada para medir el objeto de estudio. Esta escala contiene veinte ítems divididos en cuatro secciones:
Invención/Exageración: explora la creencia relativa a que las mujeres inventan o exageran el acoso sexual, o que ellas lo promueven.
Motivos ulteriores: mide las creencias sobre los posibles motivos que tienen las mujeres para presentar denuncias de acoso sexual.
Heterosexualidad natural: evalúa la creencia de que el acoso sexual es un comportamiento romántico inherente a los hombres.
Responsabilidad de la mujer: analiza la creencia de que la mujer es la responsable de controlar y frenar el acoso sexual.
Los resultados de cada ítem se miden según una escala de Likert (1=muy en desacuerdo, 7=muy de acuerdo), reflejando los resultados con puntuaciones altas mayor aceptación de los mitos del acoso sexual.
Se categorizaron las variables cuantitativas (edad y antigüedad laboral) y, posteriormente, se realizó un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas y las afirmaciones de la escala ISHMA, expresando los datos en frecuencias. Cada ítem de la escala se analizó por separado y, con el objetivo de medir el rechazo o la tolerancia global al acoso sexual laboral, se dividió a los participantes en tres categorías: rechazo (algún grado de desacuerdo con todas las afirmaciones); tolerancia (algún grado de acuerdo con todas las afirmaciones); grupo intermedio (en algunos casos muestran tolerancia y en otros rechazan las afirmaciones). Para buscar diferencias en la percepción del acoso sexual laboral según las variables sociodemográficas de interés (edad, género, categoría profesional, antigüedad laboral), se realizó una comparación de medias con ANOVA, excluyendo a dos sujetos por presentar valores perdidos en alguno de los ítems de la escala en la recogida de datos. Una p<0,05 se consideró estadísticamente significativa. El análisis estadístico se realizó a través del programa IBM SPSS versión 22.
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación con Medicamentos del Hospital Universitario Severo Ochoa y se realizó un proceso de consentimiento informado con los participantes.
RESULTADOS
La encuesta fue contestada por 243 participantes, cuyos datos demográficos y profesionales se recogen en la Tabla 1. El 23,5% fueron hombres (n=57), quedando la mayor parte de la muestra representada por mujeres (n=186). En cuanto a los rangos de edad, el grupo más numeroso fue el de los 25-35 años, suponiendo el 44,9% del total.
Se encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al género en la puntuación media de la escala ISHMA (p=0,002), presentando los hombres mayor aceptación de los mitos del acoso sexual (media=2,0974; DT=1,09; n=57) respecto a las mujeres (media=2,7261; DT=0,68; n=184). No obstante, en el resto de las variables (categoría profesional [p=0,072], tiempo trabajado [p=0,406] y edad [p>0,251]) no se encontraron diferencias estadísticamente significativas.
Se realizó el análisis de cada ítem de la escala ISHMA [Tabla 2], presentando los datos segregados por género, por ser la variable en la que se encontraron diferencias estadísticamente significativas.
Entre el 75,7% y el 98,7% de la muestra presentó algún grado de desacuerdo con las afirmaciones que indican que las mujeres se inventan el acoso sufrido, exageran el acoso sexual o lo promueven. Uno de cada diez hombres se mostró de acuerdo con la afirmación "las mujeres que manifiestan haber sido acosadas sexualmente, normalmente suelen exagerar".
Entre el 42,4% y el 87,2% reflejó algún grado de desacuerdo con las afirmaciones que indican como posibles motivos de las mujeres para denunciar el económico, hacerlo sin razón aparente, por haber sido descubiertas teniendo una aventura con su jefe o por tener una relación fantasiosa con él. Casi un 40% de las personas encuestadas manifestó algún grado de acuerdo con la creencia de que una mujer puede arruinar fácilmente la carrera profesional de su jefe si le denuncia por acoso sexual, siendo este el ítem con el que un mayor porcentaje de sujetos estuvo de acuerdo (afirmación número 12).
Entre el 85,7% y el 95,5% de la población mostró desacuerdo ante las afirmaciones que expresan que las mujeres sienten halago cuando compañeros de trabajo se fijan en ellas, que el coqueteo es inevitable o que disfrutan insinuándose.
Entre el 79,5% y el 83,1% de las personas encuestadas exhibieron desacuerdo con las afirmaciones que analiza la creencia de que la mujer es la responsable de controlar el acoso sexual.
Se realizó un análisis por las subcategorías sobre el rechazo o la tolerancia global al acoso sexual en el trabajo, cuyos resultados se muestran en la Tabla 3 y la Tabla 4. El grupo de rechazo al acoso sexual basado en la subescala exageración ascendió a 235 personas (54 hombres y 181 mujeres), el grupo intermedio quedó integrado por 5 personas (un hombre y 4 mujeres), y el de tolerancia por 3 personas (2 hombres y una mujer). Las personas diplomadas o graduadas en enfermería fueron, en relación con la categoría profesional, las que mostraron un menor porcentaje de rechazo al acoso sexual basado en esta subescala (92,4%).
El grupo de rechazo al acoso sexual basado en la subescala motivos ulteriores estuvo compuesto por 201 personas (38 hombres y 163 mujeres), el grupo intermedio por 38 personas (18 hombres y 20 mujeres), y el de tolerancia por 4 personas (un hombre y 3 mujeres). Por edad, las personas de entre 55 y 65 años fueron las que presentaron un menor rechazo (55,6%), y el grupo más joven, un mayor rechazo (100%). El grupo de personas Técnicas en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) fue el que mostró una mayor tolerancia (11,1%), y el de Técnicas de Funciones Administrativas el que rechazó menos el acoso sexual laboral en esta subescala (78,6%).
El grupo de rechazo al acoso sexual basado en la subescala heterosexualidad natural estuvo formado por 230 personas (50 hombres y 180 mujeres), el intermedio por 10 personas (5 hombres y 5 mujeres), y el de tolerancia por 3 personas (2 hombres y una mujer). En lo relativo a las categorías profesionales, podemos ordenarlas de menor a mayor rechazo de la siguiente forma: Enfermería (90,9%); Técnico en Funciones Administrativas (92,9%); Facultativo Especialista (94,1%); seguidas del resto de categorías que presentaron un porcentaje de rechazo del 100%.
El grupo de rechazo al acoso sexual basado en la subescala responsabilidad de la mujer estuvo compuesto por 191 personas (41 hombres y 150 mujeres), el intermedio por 42 personas (11 hombres y 31 mujeres) y el de tolerancia por 10 personas (5 hombres y 5 mujeres). El 8,8% de los hombres perteneció al grupo denominado tolerancia frente al 2,7% de las mujeres. Se observó un descenso en el rechazo a medida que aumentaba la edad. En relación con la categoría profesional, la que presentó menos rechazo fue el grupo de Enfermería (68,2%), seguido del grupo de TCAE (77,8%).
DISCUSIÓN
En el estudio elaborado se obtuvo una participación aceptable, con 243 trabajadores, en su mayoría mujeres. La gran mayoría muestra su desacuerdo con afirmaciones que indican invención/exageración del acoso, si bien casi la mitad de los participantes están de acuerdo con la afirmación de que una mujer puede arruinar la carrera de un superior si le denuncia por acoso. Una proporción pequeña considera que las mujeres son las responsables de hacer que los hombres dejen de fijarse sexualmente en ellas si estas les piden que dejen de hacerlo.
Este es el primer estudio realizado para valorar la percepción social del acoso sexual en el ámbito laboral en el sector sanitario en España y en Europa. Además, a diferencia de otras investigaciones cuya muestra son personas de un mismo ámbito profesional (enfermería, estudiantes de medicina…), en el presente estudio se encuestaron a diferentes profesionales sanitarios y no sanitarios de un hospital, englobando las distintas categorías profesionales. Así, vemos que las personas diplomadas o graduadas en enfermería son las que muestran un menor porcentaje de rechazo al acoso sexual basado en la subescala exageración, en la subescala heterosexualidad natural y en la subescala responsabilidad de la mujer. En cuanto a la subescala motivos ulteriores, el grupo de personas TCAE fue el que refleja una mayor tolerancia y el de Técnicas de Funciones Administrativas el que rechaza menos el acoso sexual laboral en esta subescala.
Existen pocos estudios que investiguen sobre el acoso sexual laboral en el ámbito sanitario8,9,10,11,12,13,16,24. Un clima organizacional más o menos tolerante hacia estos comportamientos y la existencia de fuertes jerarquías institucionales favorecen el acoso sexual, limitan que se visibilicen los casos y su denuncia22,23. El informe publicado por Medscape sobre la situación de acoso sexual entre los médicos en España13 evidencia que, en un tercio de las situaciones, el acosador se encontraba en una posición superior. Un 7% de sus encuestados manifiesta que en su lugar de trabajo se acepta tácitamente el acoso sexual y expone, además, las carencias institucionales en cuanto a capacitación y protocolos (por ejemplo, solo el 15% de los médicos conocía los procedimientos de queja de sus lugares de trabajo). En este mismo informe se hace evidente cómo este ambiente tolerante y este desconocimiento de los protocolos afecta a la denuncia de los hechos, pues menos de la mitad de los médicos se enfrentó a los acosadores. Asimismo, más de la mitad de los médicos acosados tuvo que continuar interactuando con su acosador como parte de sus responsabilidades laborales.
Otro estudio de mismas características realizado por Medscape sobre una muestra de más de 6.200 médicos en Estados Unidos en 201824 revela resultados similares: los profesionales en puestos de mayor poder tienen más probabilidades de acosar a los de puestos más bajos, más de la mitad de los acosados sufrieron en silencio y menos de una cuarta parte de los incidentes denunciados dieron lugar a una investigación. De los que reportaron el incidente, más de la mitad expresan que su queja fue trivializada o que sufrieron algún tipo de represalia por parte del acosador o de la organización. De hecho, el miedo a las represalias influye en alrededor de un tercio de los que no denunciaron el incidente.
La Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), realizó en 2017 una encuesta a una muestra de 2.465 personas de 16 y más años, representativa de la población de hombres y mujeres residentes en España, en la que midió la percepción social de la violencia sexual en el ámbito laboral en España usando la misma escala ISHMA, concluyendo que: un 2,4%-4,8% de los encuestados consideraban que las mujeres inventan, exageran o promueven el acoso sexual; un 6,1%-8,4% que el acoso sexual es un comportamiento romántico inherente a los hombres; y un 33,4%-40,9% mostró algún grado de acuerdo con que la mujer es la responsable de frenar el acoso sexual22. En nuestro estudio encontramos tasas de tolerancia más bajas, que van del 0,5% al 3,5% para la subescala exageración y la subescala heterosexualidad natural, y del 2,7% al 8,8% manifiestan que la responsabilidad de controlar el acoso sexual recae en la mujer acosada.
A pesar del rechazo del acoso sexual laboral en algunos aspectos, existe todavía una aceptación considerable de varios mitos, siendo esta mayor entre los hombres. Ejemplo de ello es que un 11% de las personas participantes considera que las mujeres pueden hacer que los hombres dejen de fijarse sexualmente en ellas si estas les piden que dejen de hacerlo, considerando así que la víctima tiene la responsabilidad de frenar esta situación. Las mujeres otorgan más credibilidad que los hombres a las denuncias.
Cabe destacar que más del 75% de la muestra corresponde a mujeres, lo que va en consonancia con los datos de recursos humanos del HUSO, siendo el personal contratado en su mayoría de sexo mujer25. Sin embargo, esto nos puede llevar a pensar en la posibilidad de que sean las mujeres y, en especial, las más jóvenes (casi la mitad corresponde a un margen de edad muy concreto entre los 25 y los 35 años), las que están más concienciadas con este fenómeno debido a resultar el género más afectado. Se debería disponer de una muestra más homogénea para conocer la percepción del acoso en rangos de edad superiores.
La principal limitación del estudio está en relación con la difusión de la encuesta. Dado que esta se facilitó por correo electrónico corporativo y por la intranet del hospital, es posible que no todo el personal haya tenido acceso a la misma, favoreciendo que respondiese más el personal que tiene contacto con los ordenadores en el ejercicio de su trabajo o el más familiarizado con la tecnología. Así, vemos que la muestra está en su mayor parte representada por médicos/as y personal de enfermería, y no participaron otras categorías profesionales como celadores, personal de seguridad o personal de la limpieza, entre otros.
Por todo lo expuesto anteriormente, resulta relevante realizar estudios sobre la percepción social de las diferentes formas de violencia de género, entre ellas la violencia sexual, en diferentes ámbitos, entre el que destacamos aquí el sanitario. Esto proporciona una panorámica detallada de la percepción que las personas manifiestan sobre distintos aspectos relacionados con la violencia sexual contra las mujeres. Reducir la aceptabilidad social de la violencia sexual es fundamental para prevenir esta forma de violencia, por lo que el primer paso para trabajar en esta dirección pasa por conocer el nivel de aceptación existente en la sociedad. Estas investigaciones se colocan en la base para impulsar medidas de sensibilización y procedimientos de manejo de estas situaciones. En el marco de lo establecido en la LOI2, las Administraciones públicas deberían promover condiciones de trabajo que eviten las conductas contra la libertad sexual y la integridad moral en el trabajo, incidiendo especialmente en el acoso sexual y el acoso por razón de sexo. Asimismo, deben aportar procedimientos o protocolos específicos para una actuación temprana, así como para la denuncia y el asesoramiento a las personas víctimas26.
A modo de conclusión, señalar que el porcentaje de personas trabajadoras que rechaza las distintas formas de acoso sexual es alto. Sin embargo, existen algunos mitos sobre acoso sexual que son ampliamente aceptados, como son la creencia de que las mujeres pueden arruinar fácilmente la carrera profesional del acosador si es denunciado o que la responsabilidad de controlar el acoso sexual recae en la mujer acosada. Los hombres muestran una mayor tolerancia que las mujeres al acoso sexual.