INTRODUCCIÓN
La soledad es uno de los principales determinantes de la salud en las personas mayores en los países desarrollados1 y parece ser un problema que afecta globalmente en distintos contextos geográficos2. Aunque la soledad no es un problema que afecte exclusivamente a las personas mayores, hay diversos factores que hacen a este colectivo más vulnerable3,4, principalmente la pérdida o cambio en las relaciones sociales5,6. En los dos últimos años, hay un consenso científico7,8,9 respecto a los efectos negativos de la pandemia de la COVID-19 en el aumento de la soledad y del aislamiento social entre las personas mayores.
La definición clásica de Peplau y Perlman10,11 establece que la soledad es el resultado de la discrepancia entre las relaciones sociales reales y las deseadas. La soledad es una experiencia desagradable que ocurre cuando la red de relaciones sociales es insuficiente en su cantidad y calidad. Se trata, por tanto, de una experiencia subjetiva y negativa en la evaluación del déficit en las relaciones sociales disponibles. Las personas perciben la insatisfacción de sus relaciones sociales, ya sea porque el número de vínculos es inferior al deseado o porque los vínculos existentes no proporcionan la intimidad, el afecto y la valoración esperados12,13. En esta línea, se puede concluir que la soledad14 es una condición subjetiva, negativa, que todas las personas sufren en algún momento de sus vidas. Por lo tanto, la soledad es una experiencia desagradable debido al inadecuado cumplimiento de las necesidades sociales.
Diversos estudios analizan los efectos negativos de la soledad en la salud física de las personas mayores15,16, destacando los riesgos de enfermedades cardiovasculares17,18,19 y en la funcionalidad física20,21. También existe evidencia sobre sus efectos en diversos ámbitos de la salud mental, como en el desarrollo de sintomatología depresiva, ansiedad e insomnio16,22,23,24.
La prevalencia de la soledad en Europa es alta y difiere según sexo. La Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE, 2013), con una muestra representativa de personas mayores no institucionalizadas de catorce países europeos (Austria, Bélgica, Suiza, República Checa, Alemania, Dinamarca, Estonia, España, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Suecia y Eslovenia), pone de manifiesto que la soledad afecta a un rango de entre el 14,1% y el 16,3% de los síntomas de las personas mayores, siendo especialmente relevante en el caso de las mujeres (entre un 21,3% y un 23,9%)25. En general, la alta prevalencia de la soledad sugiere que se trata de un problema de Salud Pública a nivel mundial26 y, especialmente, tras la pandemia de la COVID-1927. No es de extrañar que en los últimos años se observe un aumento sustantivo de estudios sobre la soledad entre las personas mayores, procedentes de diversas áreas del conocimiento, pero especialmente desde las ciencias de la salud y las ciencias sociales. Así, esta revisión sistemática buscó dar cuenta de los estudios que se realizaron sobre la soledad en la vejez en Europa.
MATERIAL Y MÉTODOS
Diseño del estudio.
Este trabajo consistió en una revisión sistemática de la literatura que sigue el método SALSA (Search, AppraisaL, Synthesis and Analysis), que consta de cuatro etapas: search, en la que se define la cadena de búsqueda y los tipos de bases de datos; appraisal, mediante los criterios predefinidos de inclusión y exclusión de la literatura y de evaluación de la calidad de los trabajos; synthesis, en la que se extraen y categorizan los datos; y analysis, fase en la que se presentan los resultados y se establecen las conclusiones28.
Objetivo de la revisión.
Examinar cómo se estudió la soledad en las personas mayores en Europa en los últimos diez años. Se propusieron como objetivos específicos:
Estrategia.
Para dar respuesta al objetivo del estudio se utilizaron las plataformas digitales de Web of Science (WoS) y Scopus. Los términos utilizados en inglés fueron: loneliness; social isolation; social support; social networks; elderly; older adults. Además, en español fueron: soledad; aislamiento social; apoyo social; redes sociales; personas mayores; envejecimiento. Dos autores identificaron y revisaron de manera independiente y ciega los títulos y resúmenes obtenidos en la búsqueda de artículos (orden uno y cuatro de la relación de autores).
Criterios de inclusión y exclusión.
Se trató de estudios realizados entre 2011 y 2021, cuyo grupo de análisis eran personas entre 60 o más años y realizados en Europa, preferentemente con 65 años o más, aunque se realizaron algunas excepciones en estudios cualitativos. Se eliminaron todos aquellos trabajos que no eran artículos empíricos, como por ejemplo revisiones bibliográficas, ensayos, evaluaciones de programas o políticas y, también, los estudios de caso, resúmenes en congresos y artículos duplicados. Sólo se seleccionaron artículos en inglés y español. Con el objetivo de asegurar que las fuentes primarias finalmente consideradas contaran con niveles mínimos de calidad y pertinencia, se empleó un abordaje crítico de valoración de la calidad global. Este análisis de calidad incluyó elementos de validez interna (incluyendo la metodología empleada para el procesamiento de casos, el análisis del material incluido, el tamaño de la muestra en función del diseño elegido en el estudio y los instrumentos de medición utilizados), así como una descripción de los resultados obtenidos.
RESULTADOS
Se encontraron 1.591 artículos en total, 584 en WoS y 1.007 en Scopus. Tal como muestra la Figura 1, tras la valoración inicial en títulos y resúmenes, junto con la eliminación de los duplicados, se excluyeron 945, y el trabajo se centró en 646 artículos. Se realizó un análisis más exhaustivo siguiendo los criterios de la revisión, es decir, que abordaran la soledad y las redes de apoyo social en personas mayores, quedando un total de 464 trabajos. Posteriormente, se realizó un cribado en los resúmenes, seleccionando un total de 182 artículos. A partir de estos 182 trabajos se realizó una lectura del texto completo. En esta última fase nuevamente se excluyeron 140 trabajos que no cumplían de manera adecuada con los criterios de búsqueda, cerrando la cifra final en 42 artículos.
Como se observa en la Tabla 1, los estudios identificados se refirieron a numerosos países europeos, específicamente: Países Bajos (11), España (9), Alemania (3), Irlanda (3), Inglaterra (2), Polonia (2), Bélgica (2), Suecia (2), Noruega (2), Finlandia (2), Hungría (1), Suiza (1), Italia (1), Portugal (1), Croacia (1) y Republica Checa (1). Algunos estudios tenían carácter comparativo entre países europeos y otras regiones del mundo, tales como: España/Sudáfrica; España/México; España/Países Bajos; Suecia/Finlandia; Reino Unido/Noruega/Australia.
Respecto a la metodología de investigación, principalmente se identificaron estudios cuantitativos (36 estudios). La forma de medición más frecuente fue la escala de De Jong Gierveld Loneliness Scale (DJGLS), presente en diecisiete estudios, seguida por la University of California at Los Angeles (UCLA) Loneliness Scale en diez estudios. Los nueve estudios restantes valoraron la soledad a través de la Social and Emotional Loneliness Scale for Adults (SELSA), la Escala ESTE para valorar soledad familiar, conyugal, social y crisis existencial o bien mediante las preguntas: ¿Alguna vez le molestan los sentimientos de soledad?; ¿Has sentido soledad?; ¿Se siente solo?; ¿Se siente a menudo solo?; ¿Con qué frecuencia se ha sentido solo en la última semana? También, mediante los adjetivos soledad, solitario o aislado.
Los seis estudios cualitativos realizaron grupos de discusión o entrevistas en profundidad individuales. Respecto a las preguntas o ámbitos evaluados en las entrevistas fueron: dar cuenta del sentimiento subjetivo, experiencia negativa de sentirse solo; la construcción simbólica del aislamiento social y la soledad en los servicios comunitarios del voluntariado; la experiencia de la soledad en las personas mayores que recibían atención domiciliaria; sobre el concepto, los factores y los efectos de la soledad; la experiencia de la soledad (social y emocional) de las personas mayores que vivían solas; y la experiencia de la soledad en las personas mayores que vivían en residencias.
Sobre los aspectos del diseño de la investigación, nueve estudios eran longitudinales y fueron realizados en su mayoría en Países Bajos (6 estudios). Para el caso de los estudios cuantitativos, las muestras oscilaron entre los 92 y 4.004 sujetos, siendo el promedio de las muestras de 953,6 casos. En los estudios cualitativos, sus muestras oscilaron entre los 11 y los 78 sujetos, con una media de 39,9 casos. El rango de edad identificado iba de los 55 hasta los 101 años, aunque la mayoría incluía a personas mayores de 65 años. En general, los estudios se centraban en la situación de las personas mayores que vivían en sus viviendas, si bien algunos estudios realizados en Suecia/Finlandia y España profundizaban en la situación de las personas mayores institucionalizadas. Hubo un estudio, realizado en Portugal, que daba cuenta de la soledad en personas mayores LGTB.
Destacar que cuatro trabajos abordaron el problema de la soledad durante la pandemia de la COVID-19. Dichos estudios se realizaron en Suecia, Hungría, Alemania y Polonia, y analizaban cómo el sentimiento de soledad en las personas mayores estaba vinculado a los cambios en las relaciones sociales e incluso en la búsqueda de nuevos tipos de relaciones sociales (mediante dispositivos y redes sociales como Skype, WhatsApp, etc.), salud mental (síntomas depresivos, ansiedad y bienestar) y la resiliencia.
En la Tabla 2 se muestran los principales factores y variables analizados en el estudio de la soledad en la vejez. De los factores sociodemográficos, las variables más analizadas fueron el estado civil o si la persona mayor tenía pareja, así como la estructura y/o tamaño del hogar. En los factores psicosociales el apoyo social ocupaba un lugar central, ya sea en sus aspectos estructurales (redes) o funcionales (tipos de apoyo social) y solía ser analizado de distintas maneras: apoyo social percibido; fuentes de apoyo social; tamaño de la red; frecuencia del contacto físico o llamadas telefónicas; satisfacción con las relaciones; y cuidados formales e informales. También ocupaba un papel relevante la valoración de la participación social, así como la integración en actividades sociales o comunitarias En los factores médicos destacaron la sintomatología depresiva, los problemas de salud y comorbilidad, el nivel de funcionalidad física, los problemas de movilidad y/o la fragilidad. Además, destacar que en los estudios se comenzaban a incorporar los factores ambientales y las experiencias acumuladas en el curso de vida.
DISCUSIÓN
En los últimos años se aprecia un aumento significativo de estudios sobre la soledad en la población general27 y, específicamente, en personas mayores2. Sin embargo, sigue siendo necesario analizar su prevalencia y distribución a través de estudios nacionales y, con ello, seguir fortaleciendo sistemas internacionales de vigilancia26. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud29 afirma que las relaciones sociales de alta calidad son esenciales para la salud mental y física, así como para el bienestar, de las personas mayores, incorporando de manera explícita la intervención política y jurídica de los problemas de la soledad y el aislamiento social para el Decenio de las Naciones Unidas para el Envejecimiento Saludable (2021-2030). De ahí la necesidad de investigaciones aplicadas para valorar la magnitud de la soledad, junto con visibilizar las intervenciones psicosociales de cara a revertirla.
Este estudio muestra el interés de diversos países europeos por abordar la soledad, siendo la mayoría de los estudios de carácter cuantitativo y con muestras nacionales. En este contexto, son necesarias las investigaciones con diseños cualitativos que capten con detalle la percepción subjetiva de la soledad, así como los aspectos culturales que atribuyen las personas mayores al hecho de sentirse solas, teniendo en cuenta que la soledad es primordialmente una experiencia individual negativa y desagradable30.
Esta revisión sistemática ha constatado un aumento de estudios con diseños longitudinales, siendo central seguir avanzando en esta estrategia metodológica, dada la importancia que tienen los cambios, negativos y estresantes, del curso de vida para desencadenar sentimientos de soledad en la vejez, ya sea la muerte de la pareja, los familiares o los amigos, además del padecimiento de enfermedades crónicas4,5,12.
Otro aspecto analizado son las escalas aplicadas para la medición de la soledad. En Europa, al igual que a nivel mundial26, las más utilizadas son DJGLS y UCLA, ambas escalas breves y de fácil aplicación. La DJGLS evalúa soledad general, soledad emocional (sensación de echar de menos una relación íntima) y soledad social (sensación de echar de menos una red social más amplia)13. La UCLA valora la soledad general y los sentimientos de aislamiento social31. Mientras, los estudios cualitativos realizan preguntas directas sobre el sentimiento de soledad, su frecuencia y el grado de incomodidad que genera. Es importante tener en cuenta que se observan diferencias de género estadísticamente significativas cuando se aplican simultáneamente las escalas y la pregunta directa, puesto que las mujeres informan más sentimientos de soledad a través de la pregunta directa32.
La presente revisión sistemática tenía como objetivo específico la identificación de los factores y variables más analizados en el estudio de la soledad y las relaciones sociales. En cuanto a los factores sociodemográficos, destaca el papel jugado por el estado civil, o bien si la persona mayor tenía pareja o no. Se trata de un elemento básico, una dimensión/variable central del análisis de la soledad en la vejez12,33. En este sentido, la pareja contribuye al mantenimiento de una relación que persiste en el tiempo, otorga apoyo mutuo e, incluso, protege a la persona mayor cuando no se han construido redes sociales estables a lo largo del ciclo de vida34. De manera íntimamente relacionada, destaca el papel de la estructura o arreglo del hogar, específicamente vivir solo/a o acompañado/a. Aunque el hecho de vivir solo/a no es sinónimo de sentirse solo5, lo cierto es que puede aumentar el riesgo de experimentar soledad12,35.
Los resultados obtenidos subrayan la importancia de las redes de apoyo social y la participación social. Teniendo en cuenta que la soledad está íntimamente vinculada a la satisfacción con las relaciones sociales, ya sea en cuanto a cantidad o a calidad10,11, los estudios giran en torno a los aspectos estructurales (como tamaño, composición, frecuencia de la interacción) y funcionales (tipos de interacciones sociales, tipo de apoyo) del apoyo, así como en la reciprocidad, es decir, el apoyo social que reciben y dan las personas mayores12,34. Destaca la importancia de la integración social de las personas mayores a través de la participación en actividades sociales y de la comunidad5,12.
Por último, los estudios incluidos en la revisión incluyen en su mayoría un interés por comprender la relación entre soledad y salud (incluyendo salud mental), analizando los efectos negativos de sentirse solo y desencadenar problemas de salud y calidad de vida2,12. Ciertamente, la evidencia disponible sugiere la existencia de una relación bidireccional entre soledad y salud, lo que justifica la consideración de dicho objeto de estudio como un problema de salud de carácter público15,26.
Este estudio tiene ciertas limitaciones que conviene señalar. La consulta de bases de datos a través de las plataformas digitales de Web of Science (WoS) y Scopus, puede dejar fuera trabajos científicos de especial relevancia. Además, el uso como criterio de inclusión de considerar únicamente trabajos en español o inglés también puede limitar el acceso a estudios relevantes en el contexto europeo y publicados en otros idiomas. Por último, es conveniente tener en cuenta que los estudios con resultados estadísticamente significativos tienen una probabilidad mayor de publicación. No obstante, dado que los objetivos de este estudio no se centran en estudios que evalúen intervenciones concretas, el riesgo de sesgo de publicación es comparativamente menor.
Como conclusión de esta revisión sistemática, se confirma el interés científico por estudiar la soledad en las personas mayores en Europa y la relevancia de seguir avanzando en investigaciones con diseño mixto y de carácter longitudinal que valoren aspectos como los factores sociodemográficos, psicosociales, médicos y ambientales. Son especialmente necesarios estudios que constituyan una aportación al diseño de sistemas de vigilancia de este problema de Salud Pública, el cual ha incrementado su gravedad en las sociedades contemporáneas en tiempos de pospandemia.