INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como el aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de toda su vida y supone una parte integral de su desarrollo1. Es importante acentuar que este término no solo abarca el sexo, sino también las identidades sexuales, los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. El desarrollo de la sexualidad involucra factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos y religiosos.
La salud sexual se define como "un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad y no solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar" 1. La correcta salud sexual implica un enfoque positivo y, sobre todo, respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, buscando, entre otras cosas, la seguridad y la no coacción de las experiencias sexuales, sin involucrar discriminación ni violencia, y respetando en todo momento los derechos sexuales de las personas que participen. Este ámbito se encuentra, en parte, amparado por la actual legislación española, específicamente por la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual1 2.
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son enfermedades ocasionadas por bacterias, virus, hongos o parásitos que se transmiten por contacto sexual3. Habitualmente, los síntomas son leves o, directamente, no se manifiestan, lo que implica una rápida propagación de las mismas 4. Según datos del Instituto de Salud Carlos III, en España hubo un incremento del 1.073% en ITS en menos de diez años, afectando mayoritariamente a mujeres jóvenes de entre quince y veinticuatro años 5.
En 2020, la Comisión Europea presentó un Informe sobre educación sexual en los distintos sistemas educativos europeos, concluyendo que, a pesar de la obligatoriedad de la educación sexual en la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea, existe mucha heterogeneidad en relación a la edad y los contenidos que reciben los alumnos 6 7. De manera generalizada, existe una falta de confianza entre los docentes para impartir educación sexual 8, lo que repercute en que los estudiantes consideren que reciben la información demasiado tarde 9
En este sentido, la educación sexual de calidad es un pilar fundamental para un correcto enfoque de la sexualidad, siendo más efectiva si se realiza en edades tempranas 10, cuando aparecen los caracteres sexuales secundarios y evolucionan los procesos psicológicos 11. Existe un método de educación sexual conocido como educación integral en sexualidad (EIS) basado en un marco instructivo que busca incluir en el plan educativo información de utilidad para el conocimiento y toma de decisiones relacionadas con la sexualidad 6. Para que esta educación resulte eficiente es imprescindible que se haga un enfoque integral que aborde conceptos más allá de los aspectos biológicos, las ITS o los embarazos no deseados 7
Con todo ello, la EIS podría resultar crucial en el desarrollo de jóvenes en España. De esta manera, el objetivo principal de este estudio se basó en estimar la magnitud de conocimiento sobre educación sexual y la información percibida por los adolescentes de dos centros educativos de Castilla-La Mancha.
SUJETOS Y MÉTODOS
Diseño del estudio y participantes.
Se llevó a cabo un estudio de tipo transversal observacional con jóvenes de edad comprendida entre los trece y diecinueve años, a los que se les realizó una encuesta sobre conocimientos de tipo sexual y una intervención educativa posterior en mayo de 2022.
Se incluyeron estudiantes matriculados en 2º y 3º de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), así como Grado Superior, pertenecientes a dos centros educativos públicos de Educación Secundaria: uno de Madridejos (provincia de Toledo) y otro de Herencia (provincia de Ciudad Real). Se excluyeron aquellos/as alumnos/as que faltaron a clase los días de la intervención educativa y que, por lo tanto, no rellenaron la encuesta, así como aquellos/as alumnos/as que no eran capaces de comprender la encuesta.
Consideraciones éticas.
El presente estudio se llevó a cabo de acuerdo con lo establecido en las normas de la Buena Práctica Clínica y las normas éticas de la Declaración de Helsinki y sus posteriores actualizaciones, así como siguiendo las directrices de la Ley Orgánica 3/2018 sobre protección de datos personales. Al tratarse de un estudio transversal basado en encuestas voluntarias y anónimas realizado al alumnado de centros educativos, que aceptaron participar previamente, no fue necesaria la aprobación del mismo por el Comité de Ética de Investigación con Medicamentos (CEIm).
Procedimiento.
Se repartió a cada alumno/a una encuesta en papel de veintitrés preguntas sobre conocimientos de sexualidad, con una duración aproximada de quince minutos. Tras ello, se impartió una sesión dinámica de educación sexual de aproximadamente una hora y media de duración.
Medidas e instrumentos.
La encuesta Anexo 1 estaba formada por veintitrés preguntas que recogían las siguientes variables: variables sociodemográficas (edad, sexo y población de residencia); variables sobre estilo de vida (disposición de ordenador y/o televisión propia, y composición de su grupo de amigos); variables de información y experiencia sexual (frecuencia con la que hablan sobre amor y sexualidad, tanto con sus padres y madres como con sus amigos/as, información sobre drogas, consumo de alcohol, cambios en el cuerpo, ITS, embarazos no deseados, uso de métodos anticonceptivos, manejo de sentimientos y emociones, cúando estarán preparados para mantener relaciones sexuales, si han mantenido relaciones sexuales, edad de la primera relación, uso de preservativo, razones de por qué no utilizaron, razones por las que nunca se han mantenido relaciones sexuales); variables sobre salud sexual (riesgo de infección por transmisión sexual si no se utiliza preservativo, aborto, uso de pornografía y edad de inicio) y variables afectivas (si alguna vez se han sentido juzgados/as por su identidad sexual, no han podido opinar libremente sobre sexualidad con su entorno por miedo a sentirse juzgados/as, si alguna vez su pareja les ha pedido la contraseña del móvil y/o redes sociales, o revisado sus mensajes).
Estadística.
Se realizó un análisis descriptivo de todas las variables incluidas en el estudio, utilizando para las variables cuantitativas el valor medio o mediano acompañado de desviación estándar o rango intercuartílico, dependiendo de si las variables se ajustan a la normalidad o no, analizada mediante los test Kolmogorov-Smirnov o Shapiro Wilks. En el caso de las variables cualitativas se utilizaron frecuencias absolutas y relativas. El análisis comparativo bivariante se realizó mediante los test t de Student o U de Mann Whitney para las variables cuantitativas según su normalidad, o mediante el test de χ2 (o el test exacto de Fisher cuando era necesario) para las variables cualitativas. Todos los cálculos se realizaron mediante el programa estadístico SPSS v.18 y se utilizó un valor de p<0,05 como estadísticamente significativo.
RESULTADOS
Se encuestó a un total de 248 alumnos/as de Secundaria y ciclos formativos, lo que supuso el 100% de los asistentes a clase durante el día de la encuesta. El 68,1% de los encuestados procedían de Madridejos y el 31,9% de Herencia, teniendo una edad media de 14,67±1,1 años. De ellos, 131 alumnos fueron hombres (52,8%) y 117 mujeres (47,2%). Las respuestas de los/las participantes se pueden observar en la Tabla 1.
Brevemente, en torno al 70% tenían ordenador propio y el 40% tenían televisión en su habitación. Los grupos de amigos/as eran mixtos en su mayoría (52,4%) y el 81% de ellos creía que en el grupo se iba a respetar su opinión siempre o la mayoría de las veces. El 40% de los/las encuestados/as respondieron que hablaban con su grupo de amigos/as sobre amor y sexualidad, aunque sólo el 4,8% lo hacía con sus progenitores.
El 12,1% afirmaba haber tenido relaciones sexuales con penetración, de los cuales el 73,3% había usado preservativo. Entre los que no lo usaron, el principal motivo fue imprevisión de la relación sexual (42,8%), seguido de decisión personal (28,6%). La edad media de la primera relación sexual fue de 14,14±1,4 años. Adicionalmente, más de la mitad de los/las encuestados/as había consumido al menos una vez contenido pornográfico, siendo la edad media de primera visualización de aproximadamente doce años.
En cuanto a la percepción de los temas tratados, tanto en el ámbito familiar como en los centros educativos, los cambios en el cuerpo y el consumo de drogas y alcohol fueron los aspectos sobre los que más información se recibió, seguido del manejo de los sentimientos [Tabla 2].
La información percibida por los/las encuestados/as en el ámbito familiar difería de la recibida en los centros educativos. El consumo de drogas y alcohol se trató mucho o bastante en los centros educativos, de manera significativamente superior al ámbito familiar (50,8% frente a 34%; p<0,001). De igual forma ocurre con la información sobre VIH e ITS (26,2% frente a 9,8%; p<0,001), uso de preservativo (25,1% frente a 13%; p=0,001) y otros métodos anticonceptivos (17,1% frente a 5,8%; p<0,001)[Figura 1].
En caso de no usar preservativo en las relaciones sexuales, los/las encuestados/as no identificaban ningún riesgo o lo hacían como un riesgo bajo de embarazo no deseado en un 17,6% de los casos, de VIH en un 40,5%, de contraer herpes genital en un 45,6% y de contagio de clamidia en un 60,4%.
Comparación entre hombres y mujeres.
La edad entre hombres y mujeres fue similar (14,61±1,1 y 14,74±1,1, respectivamente). Sin embargo, la composición del grupo de amigos difirió entre hombres y mujeres, estando compuesto en el primer caso, fundamentalmente, de chicos (51,5%), y siendo mixto en el caso de mujeres (60,7%; p<0,001). En relación a la información recibida en el ámbito familiar [Tabla 3], las mujeres afirmaban recibir más información de manera significativa que los hombres en los temas relacionados con cambios en el cuerpo, los embarazos no deseados y sentirse preparado para mantener relaciones sexuales (p<0,001). Con respecto a la información recibida del centro educativo, solo se observaron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en relación a cambios en el cuerpo (p=0,044). Con respecto a la información recibida del centro educativo, solo se observaron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en relación a cambios en el cuerpo (p=0,044).
Además, también se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre sexos con respecto a la percepción de riesgo por la falta de uso de preservativo en las relaciones sexuales, identificando las mujeres un riesgo elevado (alto o muy alto) de manera más frecuente que los hombres [Figura 2].
El 14,9% de las mujeres afirmaban haber mantenido relaciones sexuales con penetración con respecto al 10,4% de hombres, aunque sin diferencias significativas. En este sentido, las mujeres tenían una edad media de primera relación sexual menor que los hombres (13,94±1,1 años frente a 14,42±1,7 años; p=0,371). En cuanto al resto de encuestados/as que reportaron no haber mantenido relaciones sexuales, señalaron como principales motivos no sentirse preparados para ello (29,7% de hombres frente a 49,5% de mujeres; p=0,01) y evitar un embarazo (9% de hombres frente a 22,7% de mujeres; p=0,014). El consumo de pornografía fue significativamente mayor entre los hombres (71,5% frente a 37,6%; p<0,001) y, en cuanto a la libre elección del aborto, las mujeres se posicionaron a favor en un 62,4% de las ocasiones, mientras que los hombres lo hicieron en un 51,9% (p=0,032).
DISCUSIÓN
Con los resultados del presente estudio, queda constancia de la necesidad de comprender en mayor profundidad las actitudes y percepciones de los adolescentes en sus relaciones sexuales, así como valorar los conocimientos que presentan en este ámbito. Se ha podido observar que la edad de primera visualización de pornografía es muy prematura, al igual que la edad a la que se mantienen las primeras relaciones sexuales, siendo ambos posibles factores detonantes de la consecución de conductas sexuales de riesgo, tal y como se evidencia en que un cuarto de los/las encuestados/as que afirman haber tenido relaciones sexuales con penetración no usan preservativo. En este sentido, se observa una distribución asimétrica de la percepción de riesgo, dependiendo de si la información se recibe en el ámbito familiar o escolar, y dependiendo del sexo de el/la encuestado/a.
Durante los últimos diez años, ha aumentado el reconocimiento y la evidencia acerca de que la educación sobre los aspectos cognitivos, emocionales, sociales y físicos de la sexualidad puede tener un impacto positivo en la salud sexual del alumnado 7 9. En este sentido, concienciar sobre temas como la igualdad de género ha evidenciado reducir el riesgo de abuso sexual infantil, establecer normas equitativas, mayor confianza y habilidades más sólidas para entablar relaciones entre los jóvenes.
Las fuentes de información tradicionales sobre la sexualidad en adolescentes abarcan todo su entorno social, entre los que se incluirían el centro educativo, su grupo de amigos y su familia. Nuestro estudio percibe diferencias en los temas que los/las adolescentes tratan en los centros educativos y con la familia, pudiendo observarse cómo estos hablan más con sus padres y madres sobre los cambios físicos que sufren en esta etapa y sobre el manejo de los sentimientos y las emociones. Curiosamente, son cuestiones menos relacionadas con las relaciones sexuales per se, mientras que, en los centros educativos, se facilita más información sobre las ITS, el uso de métodos anticonceptivos (preservativo y otros) y el consumo de drogas y alcohol, lo que puede estar relacionado con la asunción de conductas de riesgo relacionadas con actividades sexuales 12
Adicionalmente, los/las docentes declaran sentirse restringidos por la falta de tiempo a la hora de impartir este tipo de contenido 13 14, ya que tan solo la asignatura de Biología incluye temas de educación sexual en la programación del tercer curso. Por otra parte, los padres y madres afirman no sentirse preparados para abordar estos temas en su totalidad, ya sea por motivos culturales o religiosos 15 16. En este sentido, se considera que la participación conjunta de los progenitores y los/las docentes, junto con los medios de comunicación y los propios jóvenes, crea un entorno propicio para la EIS. El informe de 2020 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, de sus siglas en inglés United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) establece las recomendaciones sobre la EIS para diferentes países 6. Más concretamente, en España existe un estudio de reciente publicación que ha evidenciado una clara heterogeneidad en el tipo de recursos y temática en relación a la educación sexual desarrollada en las diferentes comunidades autónomas 17, lo que podría implicar cierta desigualdad en la adquisición de conocimientos relacionados con la sexualidad.
Por esta razón, es evidente que el desarrollo de programas y/o talleres de educación sexual son de especial relevancia, tanto en los centros educativos como en la población general, para garantizar una adecuada salud sexual y reproductiva 14. También sería necesario impulsar el conocimiento en los/las jóvenes sobre educación afectivo-sexual de forma segura. Una posible herramienta para ello sería el uso de plataformas digitales de interés completamente seguras y actualizadas acerca de estos temas, que fomenten actuar de manera responsable desde edades tempranas.
Sin embargo, el fácil y rápido acceso a estas plataformas digitales online puede resultar un arma de doble filo. El acceso a internet sin supervisión ha sido relacionado con un aumento en el consumo de contenido pornográfico a edades cada vez más tempranas18. De hecho, en nuestra sociedad, entre un 40% y un 70% de los/las adolescentes han reportado haber consumido contenido pornográfico a través de internet y las redes sociales19. En nuestro estudio, la edad media a la que los/las encuestados/as comienzan a visualizar este tipo de contenido es de 12,04±1,8 años. Esto concuerda con estudios previos, en los que se observó que la edad a la que se accede por primera vez a este tipo de contenido se encuentra en torno a los ocho-trece años, siendo los hombres más jóvenes en su primer acceso que las mujeres (11,86 años frente a 12,46 años). En esta comparativa, los varones participantes en nuestro estudio afirman visualizar con más frecuencia contenido pornográfico, al igual que en estudios previos 20
De forma adicional, estudios anteriores reportan que el consumo de pornografía se hace fundamentalmente en la intimidad 21. En nuestra población de estudio, la mayoría (68,1%) dispone de ordenador personal y el 41,9% de televisión propia, y la posesión de estos dispositivos, generalmente con acceso a internet, facilita la exposición al contenido pornográfico. La importancia de este dato radica en que muchos jóvenes utilizan este contenido como guión para sus propias relaciones sexuales, implicando que aquellos que consumen más contenido sexual les cuesta identificar la desigualdad, la violencia y reconocer los mitos y realidades que ven en ella 18 21 22. Utilizar la pornografía como referencia en este ámbito fomenta las conductas sexuales de riesgo y más violentas, entre las que se encontraría la exposición a ITS.
En la actualidad, las ITS son un importante problema de Salud Pública, especialmente en adolescentes. Nuestro estudio evidencia una posible falta de información, mostrando que el 12,1% de los/las encuestados/as afirma haber mantenido relaciones sexuales con penetración, habiéndolo hecho sin preservativo más de un tercio de los encuestados. Otros estudios arrojan resultados más preocupantes, indicando que sólo el 36,2% de los adolescentes usa preservativo en su primera relación sexual. Más allá del riesgo de contraer ITS, se debe concienciar sobre otros problemas de salud asociados, como infertilidad, embarazo ectópico o cáncer ginecológico 23. Reconocer este riesgo resulta crucial en unas prácticas sexuales seguras. En este sentido, en nuestro estudio se observan diferencias estadísticamente significativas entre sexos a la hora de reconocer el riesgo, siendo las mujeres las que identifican un riesgo alto o muy alto de contraer clamidia, herpes genital o VIH, así como de sufrir un embarazo no deseado. Un reciente estudio reafirma que la principal estrategia de prevención en la adolescencia es establecer programas de intervención que incrementen el conocimiento de estos adolescentes acerca de los riesgos de las prácticas sexuales inseguras 24
Se encontraron ciertas limitaciones a la hora de llevar a cabo este estudio. En primer lugar, no se pudo evaluar el efecto de la intervención educativa, ya que no se pudo realizar un cuestionario posintervención debido al límite de tiempo disponible. Por otro lado, nuestros resultados sólo aplican a la población estudiada, por lo que no se deberían generalizar. Además, el cuestionario utilizado no está validado. Sin embargo, en este sentido, nuestro estudio podría suponer la primera piedra en la creación de un cuestionario estándar que, tras su validación, pudiera implicar la creación de una encuesta común para conocer las percepciones en relación a la educación sexual del alumnado. En cuanto a las fortalezas, cabe destacar que utilizamos cuestionarios anónimos que permitían a los adolescentes responder con total libertad, sin miedo a sentirse juzgados por los demás, ya que solo las/los investigadoras/es tendrían acceso a sus respuestas. Además, la sesión fue impartida por personal cualificado del ámbito sanitario y contando con el permiso de los centros educativos.
Con estos resultados, se hace evidente la disparidad en cuanto a la información recibida sobre educación sexual entre el ámbito familiar y el centro educativo. Esto, sumado a la heterogeneidad existente dentro del territorio nacional en relación a la educación sexual, hace necesaria la implantación de programas educativos comunes desde edades tempranas que fomenten una visión basada en la igualdad y el respeto.
Promover espacios de discusión sobre estos temas mediante talleres o intervenciones en colaboración con profesionales de la salud resulta crucial para asegurar la difusión de información de calidad. En este caso, los/las profesionales sanitarios, especialmente los especialistas de atención familiar y comunitaria, tanto médicos/as como enfermeros/as, deben jugar un papel fundamental en la promoción, prevención y protección de la salud, no solo para prevenir enfermedades, sino también para divulgar e impulsar el autoconocimiento y autocuidado a través de la educación para la salud, con la participación activa de la comunidad, favoreciendo un mayor bienestar en las personas y un ahorro para el sistema sanitario, así como su implicación e incorporación en la tareas investigadoras, especialmente en el caso de la enfermería 25.