INTRODUCCIÓN
La impactación de cera en los conductos auditivos es un problema frecuente, se encuentra entre un tercio y la mitad de los niños explorados mediante otoscopia1. Los síntomas que puede ocasionar son molestias, hipoacusia, mareo, acúfenos, infección e incapacidad para la adaptación a los audífonos. También implica riesgo de colesteatoma por descamación epidérmica2. La hipoacusia es el síntoma más frecuente y puede llegar a los 40-45 dB HL1 en aquellos pacientes en los que se encuentra tapón de cera de forma sistemática, dificultándose la visualización del tímpano, podría subyacer una estrechez del conducto auditivo. En la práctica clínica, la estenosis congénita del conducto auditivo externo es infrecuente a excepción de los pacientes con síndrome de Down3.
CASOS CLÍNICOS
Caso 1
Niño de diez años, entre cuyos antecedentes destaca impactación de cera en las exploraciones otoscópicas desde los cuatro años, con necesidad de frecuentes procedimientos de extracción de cerumen. A los siete años consulta porque en el medio familiar han apreciado que no oye bien, no corroborado en el ámbito escolar. Se realiza una prueba subjetiva de audición en consulta mediante repetición de números, que fue normal. Tres años después consulta de nuevo por hipoacusia. A la exploración se aprecian pabellones auriculares que dan la impresión de ser pequeños en relación con el tamaño de la cabeza. Los orificios de los conductos auditivos son pequeños, de 4 mm de diámetro, con cera impactada (Fig. 1). La visualización de los tímpanos con el otoscopio convencional resulta imposible incluso después de la extracción de cerumen (Fig. 2). El resto de la exploración física es normal. La somatometría corresponde a un percentil 25 en peso, P50 en talla y P90-95 de perímetro cefálico. Se realiza una interconsulta a Otorrinolaringología, donde se descartan anomalías asociadas de oído medio, la audiometría resulta normal. Como único tratamiento se pautan limpiezas periódicas de tapones en enfermería para evitar la hipoacusia de transmisión.
Caso 2
Niño de diez años con antecedente de labio leporino incompleto izquierdo, intervenido quirúrgicamente a los dos meses de edad, con corrección estética posterior a los siete años. También consta irregularidad en la erupción dentaria (piezas extranumerarias 21 y 22) y miopía. Además, ha padecido otitis de repetición en los dos primeros años de vida, y tosferina a los ocho años. En las exploraciones otoscópicas realizadas en la infancia siempre constan tapones de cerumen en los conductos, más en el derecho. A los diez años consulta por sensación de hipoacusia. En la exploración se observan pabellones auriculares normales con orificios de conducto auditivos externos pequeños, de unos 6 mm de diámetro, con imposibilidad de ver los tímpanos debido al tamaño de los conductos y a la cera impactada. El resto de exploración física es normal. Somatometría: peso >P97, talla P97 y perímetro cefálico en P50. Se realiza interconsulta a Otorrinolaringología, sin apreciarse otras anomalías asociadas, y la audiometría es normal.
DISCUSIÓN
La impactación de cera en los conductos auditivos es un problema frecuente en los niños, debido principalmente al pequeño tamaño de los conductos. Esta circunstancia, junto con la existencia de vello y la dificultad para inmovilizar al paciente, hace en ocasiones difícil la visualización del tímpano a esta edad. La historia natural de los dos casos presentados es similar, en ambos durante las otoscopias realizadas en la infancia se aprecia de forma recurrente impactación de cera y dificultad para visualizar tímpanos; sin embargo, no llamó la atención el tamaño de los conductos durante la infancia, tal vez por los motivos arriba indicados. Con el crecimiento de los niños, el tamaño pequeño de los orificios auditivos y de los conductos se hace más evidente, así como, en el caso 1, el tamaño pequeño de los pabellones auriculares. Asimismo, a partir de la edad escolar en ambos casos tuvieron disminución de la audición y sensación de taponamiento, que pueden ser de carácter leve y causados por la hipoacusia de transmisión por la impactación de cera en un conducto pequeño.
La estenosis del conducto auditivo externo puede ser congénita o adquirida, siendo la primera más relevante en la infancia. Es más frecuente en varones, y unilateral, en concreto en el oído derecho. Embriológicamente, el oído externo y medio derivan de los dos primeros arcos branquiales, de la primera hendidura ectodérmica y del primer saco endodérmico según la teoría de Wood y Jone2. La reabsorción parcial del tapón meatal en la etapa gestacional, genera un conducto auditivo externo de estrechez variable. En la microotia y la atresia, el crecimiento del oído externo se detiene en el primer trimestre del embarazo por causas no bien conocidas, de origen exógeno o genético2,3.
Existen diferentes clasificaciones según la intensidad, desde la completa (atresia) hasta grados variables de estrechamiento, el cual puede ser óseo o membranoso. También según el grado de dismorfismo de pabellones auriculares y del hueso temporal, y según la forma de presentación (sindrómica, etc.)2. La membrana timpánica puede ser hipoplásica. Las malformaciones del oído pueden estar en relación con los genes que intervienen en la embriogénesis craneofacial, como en el síndrome de Down o el de Treacher Collins, entre otros2.
El conducto auditivo externo normal del adulto mide 2,5 cm de largo y entre 7 y 10 mm de diámetro. En los casos presentados la estrechez de los conductos no es grande, pero sí suficiente para ocasionar la sintomatología referida. No obstante, es recomendable descartar una alteración malformativa de oído medio, ya que pueden estar presentes en los pacientes con estenosis congénita del conducto auditivo externo, especialmente en los síndromes craneofaciales, como el caso 2, que asociaba labio leporino, así como en los síndromes polimalformativos; estas anomalías asociadas pueden constituir una causa añadida a la alteración de la función auditiva de estos pacientes.
El tratamiento quirúrgico solo sería necesario si así lo justifica la pérdida auditiva que no mejora con los procedimientos de extracción de cera4.